viernes, julio 01, 2011

"Un milagro en mi vida".

Querido Señor Silvio Rodríguez

Usted no me conoce, sin embargo, yo a usted lo conozco de toda la vida. Como muchos niños y jóvenes latinoamericanos, crecí escuchando su música. Soy hija de un par de jóvenes universitarios chilenos, nacida en la década de los 80, años crudos y hermosos, por cierto.

Han pasado más de 20 años, en mi caso exactamente 24, y hasta hace un par de años, sus canciones me transportaban a escenarios de mi niñez, como lo suelen hacer los aromas con ciertas situaciones, más nunca imaginé la trascendencia que tales
tendrían en mi vida.

Hace dos años, mi padre, a sus 42 años de vida, abandono la Tierra, y partió de regreso al lugar del que estoy segura, todos venimos. Siempre he tenido la certeza de la existencia de la vida después de la vida, así como en el principio físico de que nada se pierde, todo se transforma.

Sin embargo, lo que ha pasado después del viaje de regreso de mi padre, ha superado todas mis expectativas y creencias.

Soy la mayor de una familia bastante peculiar, moderna y armoniosa, entre los tuyos, los míos, los nuestros, los de él y los de ella; pero a todos, su partida nos remeció de distinta manera, en especial a nosotros, sus 6 hijos. No puedo hablar de la experiencia de mis hermanos, pero es una enorme alegría presentarme la posibilidad de
compartir el milagro de mi vida: el milagro de amor que mi papá construyo para mí.

La partida inesperada de mi papá, me dejo con muchas dudas, conversaciones pendientes, abrazos y palabras sin entregar. Yo creía en dejar libre a
la persona que parte, evitar pensarla y llorarla, por lo cual concentre todas mis energías en ser consecuente; sin embargo en la experiencia encontré respuestas a mis preguntas, y a mis humanos deseos de sentir su aroma, oír su voz, conocer su opinión, estrechar sus brazos,comunicarme con él. Fue mi papá quien encontró la forma de comunicarse conmigo, y de ayudarme a descubrir el profundo amor que él siente por mí.

Una cosa obvia para mí, era saber que mi padre me quería, tenía la certeza, pero no conocía la inmensidad y profundidad de su amor, desconocía lo fundamental que era mi persona en sus días… Cuando lo descubrí, miré al cielo y en el silencio de mi corazón le dije “Papá, perdóname, ya es tarde, si lo hubiese sabido antes”; entonces desde el
computador de mi adolescente hermano, salió su voz “Te amaré, te amaré si estoy muerto (…) te amaré hasta el fin de los tiempos, te amaré y después te
amaré”. Ahí tenía yo la primera respuesta de mi papá, era una respuesta con voz de perdón.

En otra oportunidad, yo me encontraba en un parque de diversiones, había música de fiesta en los parlantes, entonces se me vino el recuerdo de tardes de mi niñez en que mi papá y yo nos la pasábamos subiéndonos una y otra vez al mismo juego, que a mí me encantaba y que él detestaba.

Entonces desde mi silenciosa cabecita, le dije a papá “fuera como fuera, me acompañabas igual, quizás en cuantas aventuras me acompañaste sólo
por eso, por acompañarme”, no se pudo quedar callado, y por los parlantes del parque de diversiones, con el mismo aire a fiesta se escuchó “Que maneras más curiosas de recordar tiene uno…tu tiempo es ahora una mariposa”.

Otra fue la oportunidad, en la que en voz alta le pregunté a mi mamá si ella creía que a mi papá le faltaron muchas cosas por hacer, muchas cosas pendientes, entonces desde la radio del vecino él tenía que dar su respuesta “Le debo una canción al compañero, al compañero de riesgos, al de la victoria… le debo una canción a lo imposible”. Mi
papá hablaba de los buenos y maravillosos amigos que dejó en este lado de la vida, los cuales nos han acompañado a través de alegrías y dolores.

Después de la partida de mi papá, no sólo hice un viaje emocional y espiritual, sino también físico, partí al sur de Chile, a encontrarme con más recuerdos, conmigo, con él y con la vida. Por esos días, me encontraba con un bosque de telón de fondo, al otro lado el Lago Todos los Santos, sin electricidad, carretera ni construcciones cercas.

En ese escenario, le comenté a mi mejor amiga: “No sé como ni cuando mi papá dejó de soñar, dejó de vibrar”, entonces, desde la inmensidad del bosque se oyó la respuesta “eso no esta muerto, no me lo mataron ni con la distancia ni con el vil soldado”. No nos quedó claro de dónde venía la música, pero sí el mensaje.

El tiempo siguió pasando, volando pareciera. Y cerca del aniversario Nº2 de su partida, fui al cementerio a hacer un rito de psicomagia con mi papá, entre otras cosas le dije que el debía seguir con la luz, que los de este lado estaríamos bien, escribí amor con miel sobre la lápida que tiene su nombre y regrese al auto.

Cuando mi pololo encendió el motor, papá me respondió desde la radio que se prendió por arte de magia “Me han estremecido un montón de mujeres (…) Pero lo que me ha estremecido, hasta perder casi el sentido, lo que a mi más me ha estremecido, son tus ojitos, mi hija, son tus ojitos divinos”.

Ya han pasado dos años y medio desde la partida de mi papá, hasta hace poco cuando lo sentía rondando por aquí, le recordaba que nos tenemos que separar. Pensando en eso, es que un día abrí la aplicación de facebook, frases de Silvio Rodríguez. Entonces, estoy segura que papá Pato intervino para señalar “Al final de este viaje, sólo seremos tu y yo, en plena luz”.Entonces, entendí que mi tiempo no es el tiempo de él

Han sido innumerables las ocasiones que mi papá, Pato, ha utilizado sus canciones para hablarme, me ha dicho “¿adónde van las palabras que no se quedaron”; “no sabía que la luz de esa clara mañana era luz de su último día”; “los amores cobardes no llegan”; “Ojalá se te acabé la mirada constante, la palabra precisa, la sonrisa perfecta”; “la era esta pariendo un corazón, no puede más, se muere de dolor”; “Todo junto con un
solo corazón”; “El viento eres tú”; “te conozco desde siempre”; “yo te quiero libre” y otras frases más de las que usted canta, han sido utilizadas por mi papá para hacerse presente en este mundo material

Yo no necesito forzar mi imaginación para saber que usted ha oído una y otra vez acerca de lo maravillosas que son sus canciones, lo poéticas, lo sociales, lo amorosas, lo bellas. Y todo eso es verdad. Pero hay más, usted y sus canciones han hecho un puente entre el más allá y el más acá, nos han permitido comunicarnos a mi papá y a mí.

Esto ha sido un milagro en mi vida. No encuentro palabras para agradecer, mi papá y yo agradecemos hasta el infinito y más allá la posibilidad de este milagro.

Como última acotación, quiero contarle que mi Papá es Patricio Quezada Morales, el Pato como le gustaba que lo llamasen, es un chileno que soñó y lucho por la libertad de Chile en los años de dictadura, un chileno que se abanderó por la izquierda cristiana desde su juventud hasta el día de su partida.

Un chileno que fue su admirador, un chileno que participó en algunas cumbres de la
tropa cósmica, un chileno que atesoraba una foto donde le esta entregando una botella de vino chileno a usted, un chileno que compartió con usted su experiencia de profesor universitario y el análisis por parte de sus alumnos de la frase “y las causas lo andan cercando (…)”, un chileno que tal vez usted recuerde y al cual en alguna oportunidad envió una carta de su puño y letra.

Ahora sí, me despido y reitero que no encuentro palabras suficientes para agradecer, ni palabras adecuadas para despedirme, solo utilizaré las palabras con las cuales los amigos de mi papá se despidieron de él….

“Hasta la Victoria Siempre”

Tania Quezada Z.

Nota: ¿Le extrañaría saber que llevo mi nombre en
honor a Tamara Bunke?

1 comentario:

Adalid dijo...

Bellísima historia, realmente me conmueve. Yo creo en las creaciones sublimes del arte como expresiones de un espiritu. La música, la poesía, en fin el arte, flota en ese espacio donde habitan quienes fueron tangibles, utilizan las manifestaciones espirituales para ser aunque sea un momento necesario tangibles, audibles palpables...