jueves, enero 24, 2013

La diva de la nueva trova cubana


Su nombre está ligado a la creación del Movimiento de la Nueva Trova cubana junto a Silvio Rodríguez y Pablo Milanés, considerándola una de sus principales exponentes. Ella siempre está en la memoria colectiva

Y lo hará, sobre todo, a través de dos temas que inmortalizó en su voz… Porque será irrepetible la interpretación que hiciera de Su nombre es pueblo, esa antológica composición de Eduardo Ramos…Y de Girón: la victoria, otra igualmente valiosa que también lleva su firma.

Contrario a lo que muchos pudieran pensar, se trata de una canción por encargo compuesta por la propia trovadora para celebrar un cuatro de abril. Pero la idea de crearla pertenece al maestro Frank Fernández, director de aquella gala donde surgieron otros temas también trascendentes.

Nos referimos a Preludio a Girón, de Silvio Rodríguez; Quién sabe más, de Amaury Pérez y Canción por la unidad latinoamericana, de Pablo Milanés. Según contaba Sara González, Frank Fernández le solicitó que compusiera una canción que reflejara la victoria de nuestro pueblo en la epopeya de abril de 1961…Y nadie mejor que ella para hacerlo, dado su carácter entusiasta, impulsivo y apasionado.

Así surgió lleno de emoción Girón: la victoria, un tema que se ha escuchado por más de 35 años.

Pero su valía es doble porque nadie podrá cantar como ella ese himno a la Revolución que compusiera como si la edad le hubiera permitido protagonizar la victoria de Girón cuando apenas contaba con nueve años.

Nacida en La Habana en 1951, Sara González realizó sus primeras incursiones en el canto a inicios de la década de los años 70 del pasado siglo, cuando se incorporó a Los Dimos, una agrupación de cierta popularidad en aquellos años. Pero recordemos que por entonces también realizó dúos con el cantautor Pedro Luis Ferrer.

A Silvio Rodríguez y a Pablo Milanés los conocía desde su época de estudiante y fueron ellos quienes la motivaron para que musicalizara los Versos Sencillos de José Martí, experiencia que marcó su debut discográfico. Bajo el título de Versos de José Martí cantados por Sara González este fonograma se grabó en 1975 y unió la ternura y la fuerza musical de la intérprete con el aliento vivo de los poemas martianos. Este disco también devino canto que busca en los sentimientos más firmes y justos de nuestro pueblo, una constante que caracterizó desde entonces toda la carrera artística de Sara González.


También se incorporó al Movimiento de la Nueva Trova, donde sobresalió como su voz femenina más representativa. Incluso siguió los mismos derroteros que sus colegas, pues se integró al Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC para dar paso a una nueva y enriquecedora etapa de su trayectoria. A partir de entonces se multiplicó su aparición en programas de radio y televisión y además tomó parte en la realización de música para cine. Con la disolución del Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC, Sara González, al igual que otros de sus integrantes, emprendió un camino propio acompañada de su guitarra.

Pero también realizó presentaciones con otros trovadores y agrupaciones como Irakere, Manguaré, Los Cañas y La orquesta Todos Estrellas, entre otros. En esa etapa Sara González emprendió igualmente una actividad infatigable por los escenarios del mundo.

A partir de entonces no solo representó a nuestra cultura en el extranjero, sino que devino uno de los fenómenos de comunicación artística más relevantes de la música cubana. Ella formó junto a Virulo, Carlos Ruiz de la Tejera y Jesús del Valle el Conjunto Nacional de Espectáculos. Esta vertiente satírica dentro del teatro musical tuvo éxito tanto en Cuba como en el extranjero y para la artista significó una mayor experiencia y madurez en su desenvolvimiento escénico. El segundo disco de Sara González también vio la luz por estos años… Cuatro cosas, un fonograma de 1982 en el cual ofreció versiones musicalizadas de poemas de Guillén y Fina García Marruz…Sin olvidarnos de canciones de alcance político dedicadas a Nicaragua, Bolivia, al Che y a la heroína del Moncada Haydée Santamaría.

Sara González unió su quehacer musical al grupo Guaicán a partir de 1984, para dar comienzo a una experiencia muy interesante dentro de su carrera artística, porque Guaicán se conformó con músicos sin formación profesional, pero Sara González los convirtió en sus alumnos y estableció con ellos una especie de taller de experimentos y desarrollo que se mantuvo hasta el final. Aunque con el tiempo algunos se marcharon, otros permanecieron para convertirse en “los músicos de Sara”, como ellos orgullosamente se hacen llamar. De ese trabajo conjunto con Guaicán quedaron dos discos, los titulados: Con un poco de amor y Con apuros y paciencia, representativos del quehacer de Sara González a fines de los ochenta y comienzos de los noventa.

En un recorrido por la discografía de Sara González no puede faltar la referencia a los CDs Cantos de mujer, trabajos un tanto recientes en los que vindicó las contribuciones de las compositoras cubanas a la música popular. Se trata de una serie de dos discos, donde interpretó temas creados por nuestras compositoras a través del tiempo. Lamentablemente, la muerte le impidió dar continuidad a este proyecto, pues en los últimos tiempos trabajaba en la tercera entrega de esta serie discográfica y ya tenía seleccionado incluso todo el repertorio de canciones.

En cuanto a proyectos, no podemos dejar de mencionar el Jardín de la Gorda, otra de las contribuciones más notables de esta trovadora en su última etapa, una cita mensual que se convirtió poco a poco en un espacio de diálogo entre la comunidad y las artes. Más que la propia Sara González, muchos otros amigos cantaban allí y lo siguen haciendo, porque esta peña mensual no se ha detenido a pesar de la ausencia de su creadora.

Con su voz potente, de buen timbre y amplia coloratura, Sara González transitó por un repertorio en el cual encontraron representatividad géneros cubanos como el son, el bolero y la Nueva Trova, al igual que otros ritmos internacionales, en especial de Latinoamérica. Sara González realizaba cada una de sus interpretaciones con una pasión desmedida que casi siempre solía poner en pie al más exigente auditorio.


Algunos la llamaron La diva sin maquillaje e incluso la compararon con Joan Báez o Elis Regina, de Brasil; mas ella fue realmente única en su acento lleno de cubanía con el que logró una raigal comunicación con el público. En ella se conjugó la solidez de la interpretación con la magia cautivante de la composición y la interminable vocación por cantarle a la Patria y a la humanidad toda en cualquier escenario.


Por Grisel Chirino



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