miércoles, noviembre 06, 2013

Amor en Lluc-Alcaria




Qué se puede hacer con el amor", cantaba Silvio Rodríguez. Pues, mira, querido Silvio, de entrada lo que se puede hacer es un partido político. Una agrupación que acaba de nacer en uno de los lugares más bellos de Mallorca: Lluc-Alcari. Y eso que juntar en una misma habitación el amor y la política nos puede parecer contraproducente. Un encuentro insólito. En principio, puede antojársenos algo cursi el invento. Sin embargo, estamos hablando de amor, palabras mayores. Los miembros utilizan palabras mayúsculas, de un idealismo que a menudo puede levantar las sospechas lógicas de los escépticos.
Frecuenté esa zona durante mi adolescencia y juventud. Es un lugar propicio para los escarceos eróticos y para sellar un amor de por vida o hasta la muerte. Ahora bien, una ruptura sentimental en la cala es asunto dramático, casi trágico. Para romper relaciones, mucho mejor un bar del polígono.

Pero estábamos hablando de este nuevo partido político fundamentado en el amor incondicional al planeta, en el respeto, en la tolerancia y en la justicia, llamado ISLA. O, lo que es lo mismo, Independientes de Lluc-Alcari por el amor. Y uno no puede dejar de pensar en una suerte de vuelta al hippismo, en una dejà vu o, como diría Kevin Ayers, en un Deià vu. Ahora que Mas y Junqueras, que han visto las orejas al lobo, han declarado no su amor, pero sí su afecto por España, es hora de poner sobre la mesa nuestras razones amorosas. En medio de tanta bronca, de tantas mezquindades y ruindades, ha llegado el momento de ponernos por fin tiernos, que no empalagosos ni pegajosos. Un amor sin agobiar. A eso me apunto. A lo que no me apunto es a un amor obligatorio, un amor de 24 horas y sin un descanso para maldecir un rato, incluso odiar, que es actividad con injusta mala prensa. El odio activa las neuronas y resulta muy creativo. Además, ya sabemos que el amor y el odio conviven en la misma moneda, pared con pared. No vayamos ahora a ponernos cursilones. En el amor hay tensión, incluso conflicto, de lo contrario estamos hablando de otras cosa, de un sentimiento blando y pusilánime, azucarado y, por tanto, falso. Aun así, hay que resaltar la buena nueva. En Lluc-Alcari se sigue hablando de amor en serio. Tan en serio como para montar un partido basado en este sentimiento fundamental. Nos hace falta cariño. Hay que quererse más, y no sigo, pues este artículo está degenerando hacia la autoayuda, y eso sí que no, amigos. Pero hay que celebrarlo, saber que en uno de los lugares más paradisíacos de Mallorca existen unas personas que pretenden institucionalizar el amor, llevarlo a las urnas y, además, presentarse a las elecciones municipales de 2015. Su victoria sería noticia mundial.

Lo cierto es que si tanto el gobierno como la oposición, en lugar de escenificar sus cada vez menos claras diferencias, optasen por lanzarse miradas tiernas o, en fin, humillarse un poco y confesar, ya no digo su amor, pero sí su aprecio por el contrincante, se lograrían acuerdos básicos, esos que todos los ciudadanos esperamos que se produzcan. Aunque lo cierto es nos hemos acostumbrado demasiado a la bronca, a la confrontación burda, al desplante y a los insultos, al barriobajerismo, si así puede decirse, que no creo. Todos sabemos que Lluc-Alcari es lo más similar al edén, y no es extraño que allí surjan iniciativas amorosas. Ya he comentado antes que se trata de un lugar muy proclive a la caricia demorada ante una puesta de sol de postal y aplauso final. Sin embargo, esta propuesta hubiera sido más creíble y emotiva si se hubiera dado, por ejemplo, en Son Gotleu o la Soledad, lugares mucho más problemáticos y conflictivos. Pero en Lluc-Alcari, no sé, suena como a reunión de privilegiados idealistas que se embadurnan con arcilla rojiza sus cuerpos estilizados y bronceados y, si además, todo coincide, y perdonen el anglicismo „cosas del TIL„ con una sunset de aquí te espero, pues ya me dirán ustedes. El resto es sólo coser y cantar. Y entre caricia y escarceo, entre meditación y coitos místicos, lo natural es que a la noche, mientras se degusta una lubina a la sal regada con un verdejo, uno al fin se ponga algo serio y diga: "es hora de comprometerse, montemos un partido basado en el amor."
Aun así, me parece todo un hallazgo, pues amor es lo que falta, y más en política. Ojalá que les vaya bonito y que, al fin, venza el amor, que hace ya mucho, demasiado tiempo que se merece una victoria rotunda.

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