sábado, diciembre 07, 2013

Serenata en el jardin de Silvio


Viernes, 15 Noviembre 2013 07:29

  • Escrito por Zucel de la Peña Mora

Las Tunas: La música acarició los oídos, y el tiempo, como a veces sabe hacer, se escurrió sigiloso entre las manos de la sensibilidad y el recuerdo. Nadie percibió su paso en el concierto del martes último en el Teatro Tunas. Todos estábamos cargados en andas por la cruzada que impulsan el cantante Augusto Enríquez y la Orquesta Sinfónica Nacional.
Para brindar por la salud del patrimonio musical cubano, por aquello que "nos huele a soberanía como concepto de diferenciación" surcan la Isla promocionando el tríptico Te doy una canción, con temas del autor de Ojalá.
El Silvio Rodríguez que millones de cubanos llevan consigo se presentó diferente. Arreglos verdaderamente deslumbrantes, coloridos, dinámicos nos entregaron la obra del trovador vestida con traje sinfónico, ya no de guitarra, pero siempre con su lírica.
Augusto como poseído salió a escena, agradeció los aplausos con la cabeza, no dijo ni media palabra y empezó a escalar una montaña para la que siempre se mostró preparado. Paso a paso, canción tras canción, unas muy cercanas, otras casi olvidadas, unas con voz grave, algunas con suave textura; todas subiendo una elevación que se le antojaba demasiado emotiva como para no demostrarlo.
"Si no hubiera existido la obra de Silvio mi vida hubiera sido otra. Los primeros acordes que toqué en la guitarra fueron sus temas. Hacer este trabajo no ha dependido de una musa, es como especie de un viejo anhelo, para el cual hay que tener mucha madurez. No lo había enfrentado antes porque no estaba preparado", había dicho en la conferencia de prensa.
Por eso, cuando casi llegaba a la veintena de interpretaciones y salió de su embrujo y dijo: "Buenas noches", todos lo creímos innecesario porque ya era demasiado buena la noche como para andar con redundancias.
Buena porque en su rol de solista concertante se dejó arrullar por el toque visceral, exquisito de la agrupación dirigida por el maestro Enrique Pérez Mesa. Si creíamos que habíamos escuchado algo bueno, al rato los músicos tejían una entrega superior. Fueron ellos el canto más perfecto de la cita.
El recital aquí coincidió con el aniversario 53 de la Sinfónica. La moneda alegórica a su medio siglo de labor fue entregada por el elenco al coro Euterpe en sus 20 años de existencia, para reconocerle la excelsa participación en el concierto, catalogada como la mejor hasta ese momento entre las agrupaciones corales acompañantes en la gira. Y de veras Euterpe y Vocal Ancore se lucieron.
Las direcciones de Cultura, Patrimonio, la Música y los Espectáculos en el territorio entregaron, al final de la velada, varios obsequios a los artistas. El gesto fue como materializar el brillo de las pupilas que desde el lunetario preguntaban dónde estaba el tiempo, lo buscaban para rogarle que les dieran unos minutos más.

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