martes, septiembre 09, 2014

Canción de barrio



Silvio continuará su gira interminable a partir de este mes. Foto: Alejandro Ramirez
Para Silvio Rodríguez la solución, al menos por ahora, estuvo en la música, en esas canciones suyas que a pesar de los tiempos que corren ocupan un lugar bastante cercano en la memoria afectiva de los cubanos. Después de tanta historia y de haberse convertido junto a Pablo Milanés en una figura cimera de la Nueva Trova, el trovador regresó a sus orígenes como juglar de barrio y se marchó a las comunidades menos visibles de la Cuba profunda para transformar, aunque sea en la fugacidad de un instante, la realidad de sus habitantes y re­fugiar sus ausencias y sus proyectos aplazados bajo el paraguas protector de la música.
De ahí nació Canción de ba­rrio, el excelente, oportuno  y ne­cesario documental de Alejandro Ramírez Anderson que tomó a Silvio como brújula para entrar en la vida diaria de poblados como Pogolotti, La Corea, El Chico, El Fanguito, entre otros, “congelando” imágenes que funcionan como una foto de una parte del presente insular y de los relatos  de cientos de cubanos que a pesar de sus cargas, de sus fracturas y de sus anhelos, fueron capaces de entregarse sin desmayo a las canciones del trovador y vivirlas como si se tratara de un nuevo aire de esperanza.
Los entrevistados cuentan con naturalidad ante la cámara sus re­membranzas atravesadas por las ausencias, las incógnitas  y las lu­chas épicas que llevan a diario, numerosos y diversos relatos que al final se convierten en una sola        historia, en un solo testimonio en el que todos sus protagonistas se   reconocen aunque a veces no narren lo mismo.
“Aquí nunca viene ningún artista. Por eso agradecemos a Silvio que llegó para cantarnos y hasta los niños repiten sus canciones”, insisten en más de una ocasión los hu­mildes pobladores de esos barrios a los que Silvio ha prometido seguirles llevando su música en una gira interminable. Ciertamente, en esas regiones de la Isla no se había presentado anteriormente casi ningún artista, salvo honrosas excepciones como los raperos, cantantes de regué o algún que otro trovador local.
El documental, con una eficaz edición del realizador Marcos Louit, también abre las puertas para que los cubanos de estos apartados lugares tengan la posibilidad de expresar ante las cá­maras sus preocupaciones, anhelos y necesidades que en ocasiones, no se requiere de mucho tiempo para resolverlas, como quedó demostrado en una de las declaraciones grabadas en el audiovisual, en la que una mujer de mediana edad confesó sorprendida que poco antes de que el trovador llegara le habían construido una calle a su localidad.
El documental, una obra que debería trascender los marcos del cine para entrar en los predios de la televisión, refleja además cómo el trovador compartió  con los propios artistas de las comunidades. Este es el caso del rapero David Escalona, quien antes de abrazar a Silvio y  subir al escenario cantaba entre el público algunas rimas junto a sus colegas Etián Brebaje Man y esa joya de la música cubana que es Danay Suárez.
Canción de barrio afianzará los lazos de unión de muchos jóvenes cubanos, sobre todo de las más nuevas generaciones, con la obra de Silvio Rodríguez, quien ha declarado recientemente en su blog Se­gunda Cita, que “estar con la gente, es también una deuda que pago, porque yo salí de ahí, es la única forma que yo tengo de  pagarle a este pueblo que es de donde yo salí en definitiva”.

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