jueves, julio 05, 2018

"Yo soy más de crónicas, hago narraciones de hechos;es lo que mejor me sale

Entrevista con Frank Delgado
 «uno es la suma de varias cosas: todo lo que hiciste, que abarca un período de lo que te pasó a ti, al país. Yo soy más de crónicas, hago narraciones de hechos; es lo que mejor me sale» por Bladimir Zamora y Fidel Díaz UN TROVADOR «Yo siempre he sido un trovador. La esencia del trovador es la guitarra y las composiciones, la interpretación

 y la comunicación. Son como factores que forman al trovador: es un poeta, es un músico, es un intérprete. Yo digo que es mediocre en los tres… Es como los tipos que en el atletismo practican el pentatlón; son malos en todas las especialidades: malos en 100 metros planos, en salto largo, son mediocres en la jabalina…, qué se yo; pero son los más completos». SILVIO, PABLO, VICENTE, NOEL, SARA… «Yo recuerdo haber visto varias veces a Silvio, en vivo, en actos políticos, cosas así.

El primer recital que yo vi de Silvio fue en los Camilitos, en el año 76; fue con Noel Nicola. Yo recuerdo que no era una música que agradaba a la mayoría de la gente. Estaba en décimo grado y había un grupo de gente que le gustaba esa música; recuerdo que Silvio cantó “Mariposas” y los socios tratando de fusilarle el guitarreo. »

Aquella vez fue la primera que vi a Noel, lo había oído mentar pero no lo había disfrutado en vivo. Recuerdo que cantó “Es más, te perdono”, “Se fue a bolina” y a mí me encantan unos acordes menores ahí, que era una disminución rarísima. Cantó “Hay un almanaque lleno de días 26”; cantó todo eso y la gente hablaba de Silvio, pero yo me fijé también en aquel otro, me decía: “Coño, ese flaco cantó unas cosas buenísimas y tiene una voz como una escopeta del carajo”. »Fueron gente que los vi desde muy chiquito.

Después los disfruté muchísimas veces en el Almendares, en conciertos, en los que tenían ellos… no sé, veintiocho, treinta años… Yo era un “silviano”. »A mí siempre me gustó la música cantarla yo: soy más cantante, intérprete, que otra cosa. No tengo buena voz, pero sí una buena maña, entonces yo agarro una guitarra, empiezo a cantar y tengo un repertorio muy amplio con canciones de Pablo, Silvio, Noel, Vicente, Sara González.

 Tú me pones ahí y yo sé muchísimas cosas de ellos y de otras gentes que me han gustado. Yo no sólo hago música, sino que soy un gran consumidor de música y esa música que consumo me gusta interpretarla y me gusta interpretársela a otra gente: “coño, ¿pero no oyeron esta canción que es de Augusto Blanca, que escribió en el año tal?”… qué se yo, esas canciones-rarezas que tú te dices que son buenas, no son tan exitosas pero son muy buenas.
Me da placer que la gente descubra a través de mí algunas canciones de otros creadores. Soy “post nueva trova”, pero yo todo lo que viví fue la génesis de la Nueva Trova y me gustó muchísimo».

SERRAT, JARA, VIOLETA PARRA, CHICO BUARQUE…

«Igual, también llegaba a mi ambiente de aquellos años esa canción política, eran tipos muy luctuosos, recuerdo a Inti Illimani, Quilapayún, que se vestían con unos ponchos negros y mi mamá me decía que parecían auras tiñosas. Imagínate, todos vestidos de negro y venían del Chile de Salvador Allende, de toda la tragedia. Yo recuerdo que ellos estuvieron en los Camilitos, y cantaron aquello de “Aunque el amo me mata en la mina yo voy, yo no quiero morirme en un socavoy”…

Oye eso es triste, eso es triste, pero estaba bien hecho, se oía bien, a mí me gustaba. »Serrat también, pero era distinto. Los Latinoamericanos que llegaron aquí eran muy densos. El mismo Daniel Viglietti era un tipo muy sobrio, tocaba una guitarra “espesa”, pero muy rara, y cantaba con una voz como de ultratumba aquello de “Yo pregunto a los presentes, si no se han puesto a pensar, que la tierra es de nosotros y no del que tenga más…”.

Todas esas gentes iban a mi escuela, yo estaba en los Camilitos, que era la mejor escuela: iban Mercedes Sosa, Daniel Viglietti, otra gente que vi como el venezolano Alí Primera. Por allí pasaron Víctor Manuel y Ana Belén, pasó Serrat que ya venían de una canción española más francesada, con otra esencia y era un poco más entretenida.

Tenía un grupo que lo acompañaba, sonaba muy bien, imagina Juan Manuel Serrat tocando con Ricard Miralles…, unos músicos que eran excelentes. »A mí me gustaba mucho la música latinoamericana y de hecho, en la escuela, me la obligaban a cantar para los actos políticos; me decían: “Oye esa canción maravillosa que habla del latifundio en Latinoamérica, `A desalambrar´, y me la aprendía.

Son canciones muy bonitas. Después conocí a Viglietti, no lo podía creer. Yo cantaba las canciones suyas cuando era casi un niño y ahora lo tenía a mi lado. »Por los Camilitos pasaron aquellos grandes cantores. Allí vimos a Víctor Jara que después lo asesinan en el 73. Ni sé en cuántos actos públicos canté aquella que dice: “Levántate y mira a la montaña…”, y “Plegaria a un labrador”, “Las casitas del barrio alto”, “Ni chicha, ni limoná” y otras. Era como a cañona pero realmente me gustaba, de manera que no lo hacía a disgusto».
LA GENERACIÓN DE LOS TOPOS

 «Yo no conocía a mucha gente de mi edad que trovara. Una vez fui a un programa de TV, Variedades Infantiles, que lo dirigía Marcos Miranda, y salieron Xiomara Laugart, Alberto Tosca, Cabrales y Donato Poveda. Ellos cantaron ahí “Saltarina” de Donato [Poveda] y Santiaguito [Feliú], y yo me quedé encantado con esa gente. Después una amiga me presenta a un trovador llamado Renato González, y él me dice: “Yo conozco a esa gente, tú tienes que ver con ellos, vamos allá para que los conozcas” y me lleva a casa de Donato. »A Santiago no lo conocía en esos días, fue un tiempito después en casa de Donato.

Ellos ya tenían hasta una teoría, querían transformar el idioma de la Trova. A mí eso no me convencía. ¿Por qué renegar de la Nueva Trova? Para mí eso era una traición, y es que querían romper con todo lo anterior. De cierta manera ellos tenían razón, para no parecerte a lo que te antecede tienes que conocer bien, asimilar, pero también romper; ellos lo hicieron de esa manera y les salió bien después. »

Por los años 79 u 80, un amigo, Antonio Castro, poeta venezolano-colombiano, me arrastró a sus actividades. Me decía: “Vamos para la Fábrica de Bisutería y Lámparas”, allá íbamos; él leía los poemas para los trabajadores y yo cantaba. Llevaba también a Gema Corredera, que cantaba canciones de Alfredo Caroll y era cómica. Un día de esos me dice: “Hoy vamos con un trovador que se llama Carlos Varela”, y fue la primera vez que escuché a Varela, que cantaba canciones de Silvio y las primeras suyas. »Por entonces yo había conocido en el Café Cantante a un tipo un poco rebencúo, que tocaba en la peña y también en las esquinas, que era Gerardo Alfonso.

Él iba al Café Cantante los domingos, siempre estaba fajado con Roberto Poveda; Roberto decía: “Dame acá la guitarra” y se ponían a discutir. Recuerdo una vez muy especial, tras un concierto de Ana Belén y Víctor Manuel, que a la salida del [teatro] Carlos Marx nos encontramos con Carlos y Gerardo, y nos fuimos a descargar; a partir de ahí empezamos a reunirnos para oír aquellas canciones que estábamos haciendo. Nos encontrábamos en casa de Noemí. Una vez se sumó Santiago, recuerdo que a él le gustó mucho “La Palanca”, una canción de Carlitos, y le hizo un acompañamiento. »

Santiago ya entonces era una figura. El Santi había viajado al extranjero, había ido con Noel Nicola a Nicaragua y después a Suecia y hasta se trajo a una sueca, Gunila, ya eso era el non plus ultra del tipo bárbaro, el exitoso; estaba fugado, como a cien leguas de nosotros. Entonces empezamos a ir a casa de Carlos, aquí en el Vedado, nos reuníamos, cantábamos. »Un día, Eduardo del Llano nos dice que tienen un grupo literario que se reúnen los domingos a escribir en las noches, que era Nos y otros, donde estaban Luis Felipe Calvo, un uruguayo, y otros que ahora no recuerdo.

Nos pusimos de acuerdo, partiendo de sus historias y decidimos hacer un recital en el Guiñol, debe haber sido en el año 81 u 82. En ese concierto estábamos Carlos Varela, Gerardo y yo, Santiago era el invitado y Eduardo del Llano, que leía algunos textos. Fueron dos días en el Guiñol».

LA CASA DEL JOVEN CREADOR

«La Casa del Joven Creador fue el refugio. No había nada que hacer los sábados, a los trovadores les encantaba descargar donde había ron, las gentes se reunían y hacían más o menos caso a las canciones. Tenía “swing” reunirse en una sillita que eran unos tronquitos forrados de verde y con unas mesitas, a oír todo lo que pasaba. Toda la farándula joven pasaba por ese lugar.

Allí se creó un ambiente, se componía una canción cada semana y empezó a convertirse en “la onda” cuando este sube, yo te hago una segunda voz… eso pasaba también en el Café Cantante del Teatro Nacional y todo el mundo se acostumbró a eso. Iba Donato y todos nos subíamos a cantar “Saltarina”, “Quédate para germinar”… terminábamos todos haciendo voces allá arriba. »Allí fue la primera vez que conocí personalmente a Silvio, que ya vivía en el reparto Flores.

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