sábado, noviembre 02, 2019

En el GESI tuve la segunda experiencia colectiva importante de mi vida. La primera fue las Fuerzas Armadas.

Puede que Leo tenga uno de la misma fecha. Él y yo fuimos los primeros en entrar al ICAIC, cuando todavía el GESI era sólo un proyecto. Ambos veníamos del Instituto Cubano de Radiodifusión, en el que estábamos en nómina, aunque no nos designaban labores. Yo estuve largos meses sin cobrar. Recordaba que cuando Batista le llamaban “botella” a un sueldo regalado por el Estado, prebenda del antiguo régimen con sus acólitos. Claro que no era esa la intención con nosotros; se nos mantenía el sueldo por ser trabajadores de aquel organismo. No nos daban trabajo por disparates de la época.


Fue muy importante, para mi, la etapa que estaba comenzando aquel 1º de abril de 1969. Llevaba más de un año con demasiada libertad, sujeto sólo a mi guitarra y a quienes me prestaran atención. Era un vagabundo nocturnal peligrosísimo (miren la foto), pero aún iba en ascenso, no había llegado a la eclosión que fueron las noches y los días casi eternos de los carnavales de 1970.


Este año hace medio siglo de la Este año hace medio siglo de la creación del GESI, que empezó a funcionar en noviembre o diciembre, mientras yo me balanceaba frente a las costas de Dakar, a bordo del motopesquero Playa Girón. Entré por la boca del Morro el 28 de enero del 70, pero aún me tomé unas semanas para comprender que debía levantarme temprano para asistir a clases. Fue una lucha titánica conmigo mismo, que nunca gané del todo, hasta que empecé a escribir mis canciones en papel pautado, cosa que le debo –nunca me cansaré de decirlo—a mi hermano y maestro Juan Elósegui.


En el GESI tuve la segunda experiencia colectiva importante de mi vida. La primera fue las Fuerzas Armadas Revolucionarias, donde estuve haciendo servicio militar durante tres años y dos meses.


Qué de cosas se aprenden en las colectividades. Cómo hay que calmarse ante ellas y al mismo tiempo qué rebeldía constante. Qué difícil encontrar idiomas de fidelidades a veces tan opuestas. Pero vale la pena intentarlo.

Le mando un abrazo a todos los que compartimos aquella experiencia de la que creo que resultamos un tilín mejores. Incluyendo a los muchos que ya partieron.

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