sábado, noviembre 02, 2019

Vicente, Augusto y la larga, pero interesante respuesta de Moisés


noviembre 1, 2019 Caliche Caroma
El artefacto.net.




El miércoles 30 de octubre de 2019 llegaron a Morelia, con las guitarras al hombro, Augusto Blanca y Vicente Feliú, dos músicos cubanos que son pilares de la Nueva Trova, aquel movimiento de los sesentas que estremeció al mundo entero, y aún lo hace vibrar. Un canto con sentido se intituló el concierto que estos artistas ofrecieron para el público moreliano en el Tezla Music Gallery, foro que se encuentra en la calle Benito Juárez #194, en el corazón de asfalto de la capital michoacana.


Augusto Blanca tiene una larga lista de canciones de su autoría, de las más conocidas es No olvides que una vez tú fuiste sol, el cantante argentino Juan Carlos Baglietto tiene una versión muy famosa; compartimos un fragmento de esta canción para aquellos que no la conocen: “Donde naufragaste, haz crecer mil rosas/Y no olvides que una vez tú fuiste sol”. Vicente Feliú también es un compositor prolífico, de su disco Créeme (1979) sobresale la canción Mira cómo te quiero, mujer: “Mira bien aquí mis ojos/mira dentro allá en lo hondo/y veras toda mi estrella/la que no se ve en el hombro”.






Organizaron este guateque las integrantes de Ala de Colibrí, Wicho, Sus, La China, coordinadas por Rosario Berber, melómana y mujer imparable que ya en otras ocasiones ha traído a la ciudad a grandes artistas como Manuel García, Frino e Iván Soca Pascual. Este último es un fotógrafo cubano que también estuvo el miércoles 30 en el Tezla, acompañando a sus paisanos, capturando el momento a través de su cámara. Soca Pascual ha retratado durante años a las personalidades de la isla más bella del mundo, entre los que se encuentran Los Van Van y Silvio Rodríguez.



Pero este encuentro de luminarias en la ciudad de cantera rosa no fue ninguna coincidencia, la culpa es de La Tropa Cósmica que este año tuvo a México como sede; los amantes de la trova provenientes de todas partes del mundo se reúnen una vez al año para compartir canciones y amistad, esto es La Tropa Cósmica. Por eso la reunión de Feliú, Blanca, Soca y, aunque calladito, Ángel Ortiz Beltrán, ciudadano universal y “el amigo sincero que me da su mano franca”.




Sobre el concierto, el cómo estuvo, entrevistamos a los teloneros de Augusto y Vicente, los locales, o locateles, como ellos mismos se hacen llamar, Moisés Bedolla y Beto León, para que nos hablaran de esta experiencia que varios asistentes calificaron de “acontecimiento histórico”.






Beto León comparte lo vivido la noche del miércoles: “Fue una noche de mucha expectativa, yo me autoinvité para acompañar a El Moy Bedolla (sic), para ver de cerca a los cantautores cubanos, auténticos trovadores. Me llena de emoción conocer canciones nuevas, escuchar con atención y pensar cómo fue el pensamiento del compositor a la hora de concebir la canción. Augusto y Vicente me parecieron, además de trovadores brillantes, personas muy amables, cosa que no siempre se da con los cantautores; yo sentí una apertura total de parte de ellos y una sincera amistad, inmediata, hermanada por la música y la canción”.


La respuesta de Moisés Bedolla

A pesar de que se le pidió que fuera breve, Moisés Bedolla, alias El Mole de Olla, nos cuenta, en versión








Moisés Bedolla se emociona al hablar de este concierto, su piel se pone chinita y continúa su soliloquio: “En fin, cada canción que escuché esa noche me transportó 23 años atrás, cuando yo iniciaba mi recorrido con un montón de ilusiones en el hatillo, con un montón de acordes en la guitarra y de palabras en la boca y, asimismo me recordó que estoy en el camino correcto, el que yo elegí y que no concibo de otra manera”.





Hubo un momento demasiado nostálgico en la participación de Moisés Bedolla cuando tocó una canción de Santiago Feliú, cantautor y hermano de Vicente que murió hace pocos años, Bedolla fue amigo de él por eso lo que sigue: “La convivencia con ellos fue cálida y hermosa desde el primer acercamiento. Me presentaron con Vicente y le comentaron que fui amigo cercano de Santi (Santiago Feliú) y no sé si fue mi exaltada imaginación, pero en ese momento vi en los ojos de Vicente una mezcla de emoción y tristeza o nostalgia a la vez; sin embargo, me extendió la mano con gusto e iniciamos una buena conversación. Rato después subimos con Beto al escenario y entre el repertorio que elegí para cantar estaba Ansias del alba, legendaria canción de Santi y que canté a manera de homenaje, seguida por Otra puesta de sol que escribí justo para él, también a manera de homenaje cuando murió”.


Las palabras de Moisés Bedolla describen muy bien la atmósfera de este concierto: “Cuando bajé del escenario me encontré con algo que jamás me hubiera imaginado y que llenó de una felicidad indescriptible: ahí, al pie de la escalinata, estaba Vicente con los brazos abiertos y una enorme sonrisa, me abrazó muy fuerte y me empezó a decir puras cosas bien bonitas de mi trabajo y cerró su pequeño discurso diciéndome que nosotros debemos estar en contacto para enviarnos canciones, hablar y hacer muchas cosas, a lo que yo asentí con mucha emoción”.





El after party. Esta larga respuesta termina con la fiesta después de la fiesta al día siguiente, jueves 31 de octubre: “Me llamó Rosario para decirme que estaban con Vicente y Augusto en su casa y que querían que fuéramos y pos le dije a Yunuén (compañera de Moisés), que se emocionó al instante y me dijo que sí. Llegamos con todo y chilpayates y allá nos recibieron con singular alegría. Vicente feliz de conocer a Sara (la “novia” de Santi) a quien adoptó al instante como su cuñada. Les llevamos pan de los Ortiz, algunas piezas de nuestra parte y otras que les mandó Obed Ortiz, nos sentamos en una salita, estuvimos cantando, bebiendo mezcal y hablando de muchas cosas. En algún momento Vicente se sintió indispuesto y se fue a dormir, se despidió con mucha efusividad, nos tomamos fotos familiares, me regaló dos de sus discos y nos volvimos a prometer que estaremos en contacto cercano. A partir de ahí le seguimos ya sólo con Augusto, estábamos Wicho, Yunuén, Rosario, Ángel, Iván (fotógrafo y un tipazo también) y yo; cantamos y cantamos hasta que el reloj nos dijo, a su manera, que era hora de irnos. Nos despedimos de Augusto con la misma emotividad, igual de Rosario y Wicho, excelentes amigos y anfitriones, y nos fuimos a descansar. Yo me dormí con una gran sonrisa en los labios y la conservo aún. Sin duda alguna esta experiencia es de las que quedarán marcadas de for






No hay comentarios: