lunes, junio 01, 2020

Respecto a ojala

Silvio dijo:
Respecto a Ojalá…

Varias veces he hecho la historia de la canción, que compuse no recuerdo si a bordo del motopesquero “Playa Girón” o del buque madre “Océano Pacífico”. Yo era un hombre con 23 años acabaditos de cumplir, que ya llevaba dos largos meses en altamar, saltando de barco en barco para ofrecerles mis trovas iniciales a los sacrificados pescadores, la mayoría tan jóvenes o más que yo, gente que pasaba meses y meses trabajando, lejos de sus familias y demás bondades de la tierra.

Fuera de aquella función cardinal, causa principal de mi embarque, lo único que hacía era leer, soportar mi memoria y preguntarle a la guitarra. Entre aquellos diálogos no pocas veces disparatados, iba y venía el recuerdo de una inteligente y bella camagüeyana que había conocido pocos años antes, cuando pasaba mi servicio militar: Emilia Sánchez. Ella, que cuando la conocí acababa de abandonar la carrera de medicina, terminó siendo poeta, filóloga, profesora, investigadora, autora de libros como uno hermoso que recuerdo sobre Emilio Ballagas. Ya desde aquellos tiempos se le notaba la inclinación por las letras, porque leía mucha literatura que, además, me recomendaba.

Pienso que las canciones para lo que sirven es para acompañar y que, en esa misión, hay mucho de lo que aporta quien las adopta y lleva consigo. Cuando decidimos que algo nos acompañe es porque descubrimos al menos un destello de identidad, porque encontramos claves que nos descifran zonas de nosotros mismos y porque, a veces sin darnos cuenta, también vamos modelando aquello que escogimos para que se nos parezca, como un pedacito de espejo que se encuentra y que, aunque no nos veamos completos, al menos vemos parte y nos imaginamos lo demás. Es un misterio, una extraña virtud de las canciones todo lo que puede desencadenar en cada receptor; porque, como se suele decir, “cada persona es un mundo”.

Por eso no me asombra y mucho menos me disgusta lo que cada cual piense de una canción aparentemente tan misteriosa como Ojalá, que, permítanme decirles, para mi y para quien fue hecha no tiene nada de misterio. Y es que Ojalá es una descripción de cosas puntuales que nos pasaron a aquella muchacha y a mi, las pocas veces que pudimos vernos cuando yo era un joven recluta, porque me daban muy pocos pases. Y lo que pueda parecer desprecio, era todo lo contrario, era sentirse fascinado por una persona a quien no podías ver todo cuanto querías, hasta el punto de desear que la muerte me llevara para no seguirme atormentando.

Me da un poco de vergüenza hablar de estas cosas (no quiero gratitudes, no las publicaré) porque me parecen innecesarias. Las únicas interpretaciones de Ojalá que considero insultantes, no a mi ni a la canción sino a la inteligencia, son las que pretenden vincular la canción con cuestiones políticas. Y es que son vulgarizaciones francamente bochornosas. Es como entresacar una línea del contexto y decir: ah, esto puede querer decir tal cosa, así que vamos a usarlo. Es pedestre. Es brutal.

24 de diciembre de 2019, 13:15
silvio dijo...
Respecto a Ojalá (2 y fin)

Hace ya muchos años, en Madrid, un opositor cubano que había estado preso y que creo que Felipe González intercedió por él y se llevó, escribió un artículo sobre Ojalá en el periódico monárquico ABC. Me resultó asombroso porque, por entonces, ese periódico tenía la mejor sección cultural de la prensa española, además de un equipo de opinión de muy alta calidad literaria. Y es que aquel señor lo que decía, o balbuceaba, es que Ojalá era una canción política que yo había enmascarado o algo así. Era tan burdo que incluso llegaba a cambiarle la letra, como para demostrar que tenía razón.

Y es que por entonces en Madrid había una especie de núcleo con fachada cultural, dirigido por un notable contrarrevolucionario, que tenía vínculos con diversos estratos españoles, entre ellos la prensa. Ellos hacían unas reuniones de opositores que venían de diversos países, y aquella vez su reunión coincidió con unos conciertos de Pablo y míos, y al menos parte de la prensa, en vez de volcarse en la propaganda contrarrevolucionaria, iba a nuestros conciertos y acababa hablando bien de Cuba.

Por supuesto que moralmente me vi obligado a desmentir aquel libelo, que en realidad no merecía atención, porque me dolió que retorcieran la historia de dos jóvenes y la verdad de aquella forma inadmisible. Todo esto que cuento es parte de una leyendita que me han querido fabricar los que les duele que yo desde siempre haya defendido a mi país contra “el norte brutal que nos desprecia”, en vez de abrazarme, como ellos, a un estandarte que un día simbolizó la libertad y que los malos gobernantes han convertido en la bandera del atraco y el abuso universales.

Hasta en estas batallas, algo inocentemente pero firme, ha tenido que estar Ojalá, una canción de amor.

24 de diciembre de 2019, 13:16

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