Silvio Rodríguez regaló un concierto emocionante de más de 150 minutos a un público entregado que enarboló banderas cubana
HABÍA ganas de Silvio, del que se pude decir que pasa por Granada como los cometas, una vez cada siglo, así que hasta el próximo no le toca. Duraron poco sus entradas en la taquilla y hasta afectó a amigos y compañeros, que como Aute cantó con él y que aseguran los promotores del concierto del filipino hace unas semanas, vendió menos entradas ya que el público se volcó con el cubano. Y es que con precios populares de casi sesenta euros había que elegir, obligando, además, a que no aparecieran por allí los más jóvenes, un sector donde Silvio hace estragos pero para los que es imposible pagar esa entrada.
Así las cosas el Palacio de Congresos se vistió de edad y vieja sentimentalidad, la que despertó Silvio con Pablo Milanés en la Transición en los que entonces eran chavales insurgentes y terminaron en buena parte cambiando la revolución por la gastronomía (y la enología), en muchos casos desde algún cargo político de los que se veían por allí bastantes; y es que Rodríguez es un músico de amplio registro, el arriba firmante da fe de que en sus años radiofónicos a este cantautor lo solicitaban desde los progres y 'peceros' de rigor a oyentes que tenían grupos de heavy metal y hasta de punk. Su arrebatado lirismo y su imaginación poética han tenido (y tienen) la potencia evocadora de la alta canción.
La parte del compromiso político, en fin, ya es más gastada y discutida, y algunos han rasgado sus vestiduras y roto su lealtad hacia el cantante tras algunos episodios recientes de la historia política cubana. Banderas cubanasY aunque se veían algunas camisetas con el pecho estrellado, se alzaron banderas cubanas o rojinegras del 26 de julio, y se oyeron gritos de «¿Viva Fidel!» y «¿Viva Raúl!», también alguien añadió un «¿Viva Dinio!», que no es lo mismo ni tampoco igual que canta Rodríguez.
Él por su parte, sobre este punto se limitó a leer una proclama del actor Danny Gloover pidiendo la libertad de 'los cinco' (cinco cubanos presos en USA acusados de espionaje).Silvio estuvo acompañado en el escenario por el trío Trovarroco, formado por Rachid López, César Bacaró y Maikel Elizarde, por Oliver Valdéz en las percusiones y la aplaudida flautista y clarinetista Niurka González.
Un grupo de sonido natural y muy sutil, si se quiere algo distante para un auditorio tan grande como el Palacio, algo que influyó en la receptividad casi solemne de los espectadores, si bien alguno más sanguíneo sentenció a gritos al cubano: «¿Monstruo!». CámarasDesde el primer momento en que salió quedó claro que el concierto no iba a ser normal ya que decenas de cámaras de bolsillo inmortalizaron digitalmente al cantante cubano (eso sí los profesionales una y a la (p. calle), que para esto parece igual de intransigente (el o sus guardias pretorianas) que su compañero Pablo. Se dejó querer y nada más llegar, y cuando desplegó 'Rabo de nube', 'Quien fuera', 'Días y flores', 'Óleo de mujer con sombrero' o 'La maza' ya tuvo el pescado completamente comprado.
No fueron las únicas, ya que sin ninguna presión comercial porque no tiene ningún disco que promocionar, fue repasando canciones que son su historia y la música, con letra, también de la nuestra: 'La era está pariendo un corazón', 'El necio', 'Pequeña serenata diurna' o 'Canto Arena' en un repertorio, curiosamente lleno de animales voladores: sinsontes, colibrís, escaramujos, gaviotas... ¿mariposas! cuya lectura psicoanalítica dejo para otros. Con dedicatorias especiales se pudieron escuchar 'Es más te perdono', en homenaje a su compañero de trova Noel Nicola en el reciente disco a él dedicado, que presentó hace unas semanas en Madrid, y 'América, te hablo de Ernesto' en recuerdo del (ahora controvertido) guerrillero argentino.
Público en pie
Pero de alguna manera todo el concierto parecía dirigido a la celebración colectiva de 'Ojalá', una canción que desde hace décadas no tienen que cantar porque la entonan estadios enteros como un himno y es que pocas canciones de desamor se han escrito en español más arrebatadas y poderosas, y que resume en unos minutos su capacidad simbólica y surrealista y la facilidad para conmover de sus letras.
Con el público puesto en pie pidiendo canciones, ya que se quedaron fuera decenas de 'imprescindibles' siguió regalando temas: 'La gota de Rocío', 'Nada más' o ese retrato del Apocalipsis contemporáneo que es 'Cita con los ángeles', «compuesta pensando en tocarla en Granada algún día», dijo, y cuya mención al asesinato de García Lorca fue muy aplaudida. Dos horas y media después, Silvio se retiró del escenario granadino y los que trepaban hacia la salida del Palacio llevaban en el rostro la expresión satisfecha de haber presenciado un concierto único al menos por este siglo.
Con el público puesto en pie pidiendo canciones, ya que se quedaron fuera decenas de 'imprescindibles' siguió regalando temas: 'La gota de Rocío', 'Nada más' o ese retrato del Apocalipsis contemporáneo que es 'Cita con los ángeles', «compuesta pensando en tocarla en Granada algún día», dijo, y cuya mención al asesinato de García Lorca fue muy aplaudida. Dos horas y media después, Silvio se retiró del escenario granadino y los que trepaban hacia la salida del Palacio llevaban en el rostro la expresión satisfecha de haber presenciado un concierto único al menos por este siglo.
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