miércoles, septiembre 20, 2017

"A veces no me reconozco en la persona que dicen que soy".

El cantautor reaparece después de 8 años de ausencia de los estudios de grabación; su disco está posicionado en los primeros lugares de iTunes y Mixup


el cantautor, poeta y pintor Joaquín Sabina (Úbeda, Jaén, España, 1949) grabo  su fonograma número 18, Lo niego todo (Sony Music, 2017). Trabajo que cuenta con la colaboración de Leyva: “un jovenzuelo que me gusta mucho, con él intento renovarme musicalmente para no estancarme después de tantos años haciendo canciones”, ha dicho el intérprete de “19 días y 500 noches”.

Figura clave de la canción hispana, ha vendido más de 10 millones de copias de sus álbumes, publicado varios libros de poemas y recopilaciones de letras de canciones. En este disco aparece un Sabina con la misma ironía de siempre, pero con el soplo de la madurez “de tantos años cumplidos, los cuales asumo con decoro y responsabilidad”, precisó ayer el vocalista español frente a los medios de comunicación de México, España y otros países hispanos.

“Este fonograma empezó porque quería burlarme de mí mismo, romper con el mito que soy: a veces no me reconozco en la persona que dicen que soy. En las doce piezas que integran el álbum habla un Sabina quizás distinto, no sé; pero sí un hombre que se mira en el espejo y se reconoce en ese otro. Los espejos son inquietantes. Pensemos en Borges y su obsesión por el tema”, comentó.

“La canción de primavera” esta musicalizada por Pablo Milanés, y así también lo hizo con “La Magdalena”: la música es del trovador cubano. ¿Por qué? Cada vez que me sale una letra a la cual no puedo ponerle música, se la mando a Pablo Milanes. Así pasó con “La Magdalena” y ahora con “Canción de primavera”. Sus melodías son hermosas y, a veces, difíciles de interpretar. Le escribí una vez: ‘Oye cabrón, ¿tú crees que no voy a ser capaz de cantarlas?, pues te voy a demostrar que sí’. Sus melodías son finas y elegantes. Por eso recurro a él, es un amigo de muchos años.

¿Un Sabina en plena madurez, pero siempre irónico? La ironía soy yo. Entre más Sabina haya más sarcasmo habrá. Estas composiciones han sido vividas para cantarlas, así como Gabo vivió para contarlo. Una canción es una crónica de varios minutos en que se canta un pedazo de vida.

En sus discos anteriores se percibía una ‘procacidad de tierna incitación’. Aquí, sin embargo, se percibe una ‘procacidad de desnudez provocativa’… Insisto, he querido burlarme de mí mismo. De ahí la aparente sinceridad de estas nuevas canciones. No sé escribir de cosas que me son lejanas: me vi obligado a escribir textos sobre todos estos años que me circundan; el viejo Leonard Cohen me ayudó. Escuche “Leningrado”, vea como la historia del siglo XX se resume en esa canción de triste glosa mediante la remembranza del amor.

Casi todos los temas son letras suyas con música de otros. ¿Un poemario musicalizado? No. No estoy de acuerdo. Muchas veces un buen poema no alcanza la categoría de canción, y viceversa la buena canción no alcanza la categoría de poema. Aquí he dado letras y otros la han musicalizado. Todo se completa con mi interpretación y con el aporte de los instrumentistas. Quiero mucho a los músicos: son mis hermanos.

Una reportera le inquirió sobre Trump y el muro: “Qué se metan el muro por el cul…”, manifestó el español. “Qué mejor plaza para iniciar la gira mundial de este álbum que México. Amo a esta tierra mezcla indígena y española con una cultura indestructible. No se me quitan las ganas de hacer un disco con mariachi, en cualquier momento los sorprendo”, concluyó.

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