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viernes, octubre 06, 2023

Cuba. Silvio Rodríguez volvió a emocionarnos con su lírica

<-align: aguirre.="" baselpor="" magda="" nbsp="" resik="" strong="">Resumen Latinoamericano, 13 de septiembre de 2023.

Silvio Rodríguez, ese Poeta Mayor, volvió a emocionarnos con su canto y su decir de un lirismo conmovedor.

En la Basílica Menor del Convento de San Francisco de Asís leyó un texto memorable, casi al finalizar el concierto homenaje a Salvador Allende, asesinado en 1973. Son tan bellas sus palabras que siento el inmenso deber de compartirlas, sabiendo cuánto las valorarán. Y como era de esperar, no olvidó en su cumpleaños 81, al “prócer cubano”, al “amigo del alma” Eusebio Leal Spengler:

Algunas canciones, como muchas otras cosas de la vida, se hacen, o se aprenden a hacer, muy a pesar de lo que se desea. Y esto pasa con más razón en canciones que evocan pesares colectivos. Quiero decir que, en este caso, hubiera preferido no tener motivos para escribirla, y creo que en cierto sentido no fui yo quien la hizo, porque me fue extraída por una dura realidad que ocurría ante los ojos de todo el mundo.

Aquella mañana de hace 50 años, como cada día, me asomé, a ver si la Avenida 23 seguía a los pies del apartamento en que vivía. Entonces mi vecina, Cuca, desde el balcón de al lado, me dijo: “Pon la radio, que parece que se está acabando el mundo e Chile”

Y sí: por la radio se escuchaba a Salvador Allende despedirse, en medio de explosiones. Decía que más temprano que tarde se abrirían las grandes alamedas para que pasara un pueblo libre. Un locutor informaba que el presidente resistía el asalto a la casa de gobierno con un pequeño grupo de colaboradores.

Imaginar a la persona correcta y gentil que era Salvador Allende en semejante situación requería de cierto esfuerzo. Porque Allende era un hombre de paz, un hombre con ideales, pero de paz, y era difícil concebir que en aquellos mismos instantes estaba vendiendo cara su existencia, asumiendo de la forma más dura las consecuencias de su ideal democrático y constitucionalista, y todo por haberse propuesto mejorar la vida de su pueblo.

Justo un año antes de aquel día terrible, habíamos estado en Chile varios trovadores jóvenes, gracias a la invitación de Gladys Marín, amiga de mi hermana Chabela Parra, quien le comentó a la dirigente chilena que nosotros éramos más bien rojitos y no rosados, como nos pintaba cierta prensa de nuestro país. Y, ya en Chile, una de las cosas que más nos conmovía de aquella realidad bullente de 1972, era la fiereza con que era criticado el presidente socialista, no sólo por la derecha sino también, y mucho, por la izquierda.

Tanto era así que entonces, un año antes del golpe, Noel, Pablo y yo nos preguntábamos, caminando y viviendo Santiago, cómo era posible que la Unidad Popular se mantuviera. Pero aquel presidente, todas las veces que lo vimos y escuchamos, no cedía ni un milímetro y cada vez más decidido abrazaba su compromiso con los pobres de su tierra.

Tuve la oportunidad, puedo decir el honor, de haber estado cerca de Salvador Allende en tres momentos. El primero en La Moneda, donde nos estrechó la mano a cada uno de los invitados al Congreso de la Jota. La segunda vez fue en la Alameda, en un acto en que pasaron los mineros con una tela enorme que decía: “Chicho, danos las armas”.

La última vez que vimos al presidente Allende fue en su discurso en el Estadio Nacional, en la clausura de aquel congreso.

El estadio, que un año después sería convertido en una prisión inmensa, estaba engalanado con grandes imágenes de próceres de la independencia de Nuestra América. Algunos de nosotros notamos la falta del Che, que había sido asesinado no hacía mucho, y cuando llegué al hotel compuse América, te hablo de Ernesto.

Yo sólo espero que nunca se olvide quienes alentaron y apoyaron aquel golpe sangriento. Sus propios testimonios han quedado para la posteridad. Ojalá nunca más, ni en Chile ni en ningún otro lugar.

Toda esta memoria y muchas otras cosas, algunas tristes, otras esperanzadas, están presentes hoy aquí. En mi caso es una canción rabiosa que también cumple medio siglo. Recuerdo que la incluí en mi primer trabajo discográfico en solitario, que apareció al año siguiente del golpe. Recuerdo que fue una de las dos canciones que la censura heredada del franquismo no quiso autorizar en España.

Hoy agradezco la hermosa orquestación de Aldo López Gavilán y la excelente interpretación de estos jóvenes frutos de nuestras Escuelas de Arte, conducidos por la Maestra Daiana. Agradezco también la presencia de mi querida amiga Digna Guerra y el Coro Nacional Cuba, siempre magistrales y generosos.

Gracias, pues, a todas y a todos los artistas, técnicos y trabajadores que inmediatamente acudieron a esta conmemoración con tan hermoso espíritu de entrega, el que merecen la memoria de Salvador Allende, sus compañeros y el pueblo de Chile.

Hoy, para colmo, es el cumpleaños 81 de un prócer cubano, mi amigo del alma Eusebio Leal Spengler, a quien quien dedico especialmente este momento.

Allí amé a una mujer terrible,
llorando por el humo siempre eterno
de aquella ciudad acorralada
por símbolos de invierno.

Allí aprendí a quitar con piel el frío
y a echar luego mi cuerpo a la llovizna,
en manos de la niebla dura y blanca,
en calles del enigma.

Eso no está muerto:
no me lo mataron
ni con la distancia
ni con el vil soldado.

Allí, entre los cerros, tuve amigos
que entre bombas de humo eran hermanos.
Allí yo tuve más de cuatro cosas
que siempre he deseado.

Allí nuestra canción se hizo pequeña
entre la multitud desesperada:
un poderoso canto de la tierra
era quien más cantaba.

Eso no está muerto:
no me lo mataron
ni con la distancia
ni con el vil soldado.

Hasta allí me siguió, como una sombra,
el rostro del que ya no se veía.
Y en el oído me susurró la muerte
que ya aparecería.

Allí yo tuve un odio, una vergüenza,
niños mendigos de la madrugada.
Y el deseo de cambiar cada cuerda
por un saco de balas.

Eso no está muerto:
no me lo mataron
ni con la distancia
ni con el vil soldado. 

Fuente: Cubadebate

Así fue el concierto “México le canta a Chile” en memoria del Golpe de Estado en Chile

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Así fue el concierto “México le canta a Chile” en memoria del Golpe de Estado en Chile

Este sábado 9 de septiembre se llevó a cabo en el Monumento a la Revolución el concierto “México le canta a Chile” con motivo de conmemoración del 50 aniversario del golpe de estado en Chile.

Por Abraham Reyes García /@Abraham_ReyesG

En un evento político cultural organizado por la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México y el Espacio Libertario contra el Odio, donde decenas de personas se dieron cita en el Monumento a la Revolución para escuchar a los distintos artistas que interpretaron canciones de Víctor Jara, Violeta Parra, Silvio Rodríguez, Charly García, Mercedes Sosa, Calle 13, Inti Illimani, Los Prisioneros, Vivir Quintana, Eduardo Carrasco y Julio Numhauser.

“Hace 50 años de 1973 se dio el golpe de estado en Chile, se dio un golpe militar que rompió violentamente el sueño de un país con un gobierno más libre y más justo. Un golpe militar que derrocó al gobierno de Salvador Allende y que asesinó y desapareció a miles de personas, una de ellas fue Víctor Jara cantor del pueblo, corazón latiente de la lucha del pueblo chileno. Los militares ebrios de poder, decidieron callar su voz rompiendo sus manos y su espíritu. Hoy a 50 años, los asesinos han sido sentenciados, incluso uno de ellos se quitó la vida, pero la voz de Víctor Jara está hoy aquí presente, más viva que nunca. No pudieron callar su canto, no pudieron callar el corazón de un pueblo, canto que ha sido valiente y siempre será una canción nueva” Fernando Rivera Calderón.

Así fue el concierto “México le canta a Chile” en memoria del Golpe de Estado en Chile

El concierto, con un retraso de una hora comenzó con el Coro Acardenchados. Después tuvieron lugar Los Folkloristas quienes interpretaron “La Carta” de Violeta Parra y “La Paloma” de Quilapayún. Las canciones de Violeta Parra siguieron sonando con la participación de Ampersan, con “Gracias a la vida”. Seguidos de Pedro Piedra y Liber Terán quienes interpretaron “El Baile de los que sobran” de Jorge González y Los Prisioneros.

Así fue el concierto “México le canta a Chile” en memoria del Golpe de Estado en Chile

 

La tocada transcurrió con las voces de Monocordio, Paz Court y David Aguilar quienes interpretaron “Manifiesto” de Víctor Jara, poco después se adhirió a ellos Chinoy para cantar “Sueño con serpientes” de Silvio Rodríguez.

El concierto se encontraba en su punto medio cuando de la mano Mardonio Carballo, Mariel y Barbara Riquelme salieron a interpretar “Latinoeamerica” de Calle 13. Como acto seguido resonó la canción “Dinosaurios” de Charly García por Santiago Behm, Federico Bonaso y Sol Pereyre.

Así fue el concierto “México le canta a Chile” en memoria del Golpe de Estado en Chile

Con “Todo cambia” de Mercedes Sosa interpretada por Fernando Rivera y Sol Pereyre, pusieron a cantar y a bailar al público, y después le dejaron el escenario para que los Chalanes del Amor nos deleitaran con la metafórica “Mazurquica Modernica” de Violeta Parra.

El Coro Palomar conformado por mujeres, interpretaron “Negrito” de Víctor Jara y “Canción sin Miedo” de Vivir Quintana. Ya casi llegando al fin del concierto sonó “Santiago de Chile” de Silvio Rodríguez con Juan Pablo Villa y Chinoy y poco después salieron al escenario Mariel, Maria Emilia Martínez y Bárbara Riquelme a cantar “La Maza”, y “Te recuerdo Amanda” de Víctor Jara y “Latinoamérica es un pueblo al sur del Estados Unidos” de Los Prisioneros.

Finalmente, salió al escenario Roko Pachukote de Maldita Vecindad para el cierre del concierto quien lo despidió interpretando “Tonantzin, madre tierra” de Alfred Cuautli Galindo y depués todos los artistas participantes subieron al escenario para despedirse con “El Derecho de Vivir en Paz” de Víctor Jara.

Así fue el concierto “México le canta a Chile” en memoria del Golpe de Estado en Chile

Así fue el concierto “México le canta a Chile” en memoria del Golpe de Estado en Chile

Así fue el concierto “México le canta a Chile” en memoria del Golpe de Estado en Chile

Así fue el concierto “México le canta a Chile” en memoria del Golpe de Estado en Chile

Así fue el concierto “México le canta a Chile” en memoria del Golpe de Estado en Chile

Así fue el concierto “México le canta a Chile” en memoria del Golpe de Estado en Chile

Así fue el concierto “México le canta a Chile” en memoria del Golpe de Estado en Chile


martes, septiembre 12, 2023

11 de septiembre de 2023 palabras de Silvio en acto conmemorativo organizado por embajada de Chile en Cuba.

 

Buenas tardes.

 

Algunas canciones, como muchas otras cosas de la vida, se hacen, o se aprenden a hacer, muy a pesar de lo que se desea. Y esto pasa con más razón en canciones que evocan pesares colectivos. Quiero decir que, en este caso, hubiera preferido no tener motivos para escribirla, y creo que en cierto sentido no fui yo quien la hizo, porque me fue extraída por una dura realidad que ocurría ante los ojos de todo el mundo.

 

Aquella mañana de hace hoy 50 años, como cada día, me asomé, a ver si la Avenida 23 seguía a los pies del apartamento en que vivía. Entonces mi vecina, Cuca, desde el balcón de al lado, me dijo: “Pon la radio, que parece que se está acabando el mundo en Chile”.

 

Y sí: por la radio se escuchaba a Salvador Allende despedirse, en medio de explosiones. Decía que más temprano que tarde se abrirían las grandes alamedas para que pasara un pueblo libre. Un locutor informaba que el presidente resistía el asalto a la casa de gobierno con un pequeño grupo de colaboradores.

 

Imaginar a la persona correcta y gentil que era Salvador Allende en semejante situación requería de cierto esfuerzo. Porque Allende era un hombre de paz, un hombre con ideales, pero de paz, y era difícil concebir que en aquellos mismos instantes estaba vendiendo cara su existencia, asumiendo de la forma más dura las consecuencias de su ideal democrático y constitucionalista, y todo por haberse propuesto mejorar la vida de su pueblo.

 

Justo un año antes de aquel día terrible, habíamos estado en Chile varios trovadores jóvenes, gracias a la invitación de Gladys Marín, amiga de mi hermana Chabela Parra, quien le comentó a la dirigente chilena que nosotros éramos más bien rojitos y no rosados, como nos pintaba cierta prensa de nuestro país. Y, ya en Chile, una de las cosas que más nos conmovía de aquella realidad bullente de 1972, era la fiereza con que era criticado el presidente socialista, no sólo por la derecha sino también, y mucho, por la izquierda.

 

Tanto era así que entonces, un año antes del golpe, Noel, Pablo y yo nos preguntábamos, caminando y viviendo Santiago, cómo era posible que la Unidad Popular se mantuviera. Pero aquel presidente, todas las veces que lo vimos y escuchamos, no cedía ni un milímetro y cada vez más decidido abrazaba su compromiso con los pobres de su tierra.

 

Tuve la oportunidad, puedo decir el honor, de haber estado cerca de Salvador Allende en tres momentos. El primero en La Moneda, donde nos estrechó la mano a cada uno de los invitados al Congreso de la Jota. La segunda vez fue en la Alameda, en un acto en que pasaron los mineros con una tela enorme que decía: “Chicho, danos las armas”. La última vez que vimos al presidente Allende fue en su discurso en el Estadio Nacional, en la clausura de aquel congreso.

 

El estadio, que un año después sería convertido en una prisión inmensa, estaba engalanado con grandes imágenes de próceres de la independencia de Nuestra América. Algunos de nosotros notamos la falta del Che, que había sido asesinado no hacía mucho, y cuando llegué al hotel compuse América, te hablo de Ernesto.

 

Yo sólo espero que nunca se olvide quienes alentaron y apoyaron aquel golpe sangriento. Sus propios testimonios han quedado para la posteridad. Ojalá nunca más, ni en Chile ni en ningún otro lugar. 

 

Toda esta memoria y muchas otras cosas, algunas tristes, otras esperanzadas, están presentes hoy aquí. En mi caso es una canción rabiosa que también cumple medio siglo. Recuerdo que la incluí en mi primer trabajo discográfico en solitario, que apareció al año siguiente del golpe. Recuerdo que fue una de las dos canciones que la censura heredada del Franquismo no quiso autorizar en España.

 

Hoy agradezco la hermosa orquestación de Aldo López Gavilán y la excelente interpretación de estos jóvenes frutos de nuestras Escuelas de Arte, conducidos por la Maestra Daiana. Agradezco también la presencia de mi querida amiga Digna Guerra y el Coro Nacional Cuba, siempre magistrales y generosos.

 

Gracias, pues, a todas y a todos los artistas, técnicos y trabajadores que inmediatamente acudieron a esta conmemoración con tan hermoso espíritu de entrega, el que merecen la memoria de Salvador Allende, sus compañeros y el pueblo de Chile.

 

Hoy, para colmo, es el cumpleaños 81 de un prócer cubano, mi amigo del alma Eusebio Leal Spengler, a quien quien dedico especialmente este momento.

 

Adelante, Maestra...


Allí amé a una mujer terrible,

llorando por el humo siempre eterno

de aquella ciudad acorralada

por símbolos de invierno.


Allí aprendí a quitar con piel el frío

y a echar luego mi cuerpo a la llovizna,

en manos de la niebla dura y blanca,

en calles del enigma.


Eso no está muerto:

no me lo mataron

ni con la distancia

ni con el vil soldado.


Allí, entre los cerros, tuve amigos

que entre bombas de humo eran hermanos.

Allí yo tuve más de cuatro cosas

que siempre he deseado.


Allí nuestra canción se hizo pequeña

entre la multitud desesperada:

un poderoso canto de la tierra

era quien más cantaba.


Eso no está muerto:

no me lo mataron

ni con la distancia

ni con el vil soldado.


Hasta allí me siguió, como una sombra,

el rostro del que ya no se veía.

Y en el oído me susurró la muerte

que ya aparecería.


Allí yo tuve un odio, una vergüenza,

niños mendigos de la madrugada.

Y el deseo de cambiar cada cuerda

por un saco de balas.


Eso no está muerto:

no me lo mataron

ni con la distancia

ni con el vil soldado.



lunes, octubre 26, 2020