miércoles, marzo 16, 2016

Analisis de no hacen falta alas.

Asturias canta a Silvio Rodriguez.

Música y solidaridad en el concierto “Te doy una canción: Asturies canta a Silvio Rodríguez”
La asociación cultural La Ciudadana organiza el evento, que se celebrará el próximo sábado 19 de marzo a las 20:00 h. en el Teatro Filarmónica
María  Corral González

María Corral González

Martes 15 de marzo de 2016
La asociación La Ciudadana organiza una cita imprescindible dentro de la agenda cultural asturiana. Se trata del concierto Te doy una canción: Asturies canta a Silvio Rodríguez, evento en el que destacados músicos del panorama asturiano versionarán al trovador cubano, actualmente de gira por España. Se escucharán los clásicos del representante de la Nueva Trova Cubana con la voz de artistas como Los Berrones, Alberto y García, Vaudí, Hector Tuya o Jerónimo Granda
El concierto se celebrará el próximo sábado 19 de marzo a las 20:00 horas en el Teatro Filarmónica de Oviedo con un acto que no sólo aplaude a la música, también a la solidaridad. Y es que, además de los 8 euros de entrada, se les pedirá a los asistentes que aporten un brick de leche para colaborar con los desayunos del Ca Beleño.
La presentación del evento estuvo guiada por Celso Miranda. También estuvieron presentes músicos participantes y demás organizadores que mostraron su buena disposición con la iniciativa. La asociación, que ya ha organizado citas culturales de diversa índole, sentía una “deuda con la música”, lo que propició la organización de este homenaje, un hecho que se sumó a la devoción que muchos asturianos muestran por la música de Silvio Rodríguez: “Asturias es una provincia silviófila”, destacan los organizadores.
Además, se dio la casualidad de que, tras el acuerdo, Rodríguez anunció que pisaría tierras asturianas dentro de su gira por el país. Gijón lo acogerá el próximo 10 de abril. El músico cubano, tras conocer la propuesta de La Ciudadana, mostró su agradecimiento y cariño por este evento que reivindica, además, la escena musical asturiana.

Premio Ojala 2016 a la gestion cultural

Crónica sinfónica para premio querido
por Víctor Casaus el 01/03/2016
imagenes © Iván Soca
El diccionario propone una definición para el primer adjetivo del título: "orquesta formada por un número importante de músicos e instrumentos". No serán tantos —o sí— pero en cualquier caso en la crónica que comienza están, suenan o se recuerdan las voces, los sonidos y las imágenes de toda la gente que a lo largo de estos últimos 20 años construyeron, junto a nosotros, el Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau.

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Sobre el segundo adjetivo del título, el diccionario, tantas veces mecánico e insuficiente, dice: "Se usa en los encabezamientos de las cartas dirigidas a alguien con quien se mantiene una relación de confianza, especialmente amistosa o afectuosa, precediendo al nombre que señala al destinatario". En principio eso es cierto, y así llegaba en la carta enviada por Silvio desde Ojalá el pasado 15 de febrero: "Querido Víctor, seguro debiera ahondar en el trabajo editorial y en el estímulo a la gráfica virtual que viene realizando el Centro Pablo....".

Pero había algo —mucho— más en ese adjetivo final del título. El resto de la carta lo confirmaba:

"…sin dudas sería óptimo que destacara la importancia cívica de mantener viva la memoria de Pablo de la Torriente y sus comprometidos hermanos de generación; pero la labor que ha hecho el Centro que diriges con la trova joven, darles un patio donde proyectarse, grabar sus primeros recitales y darlos a conocer, trabajo sostenido durante dos décadas con el único interés de prestar un servicio a la cultura, convierten al Centro Pablo, a ti, a María y a todos sus trabajadores en acreedores muy legítimos del Premio Ojalá 2016, a la Gestión Cultural.

Por eso el adjetivo es mucho más abarcador, completo y profundo, y por eso escuchaba yo anoche, agradecido como un hermano, el texto de arriba, leído por Silvio sobre el escenario improvisado y auténtico de su concierto 72 de esta Gira interminable, en Sitios y Subirana, barrio de Pueblo Nuevo, en pleno corazón de esa Habana profunda que también —y tan bien— merece el segundo adjetivo del título.

Después del abrazo casi interminable, el cuadro en la mano y el corazón a galope, comencé lo que serían las "palabras de agradecimiento" que acompañan estas ceremonias a veces clonadas, cuando no se realizan desde la emoción auténtica, la confianza recíproca y frente a públicos como el de este concierto esperado y merecido allí, en La Habana profunda de todos los días del mundo. "Afónico pero feliz", como intenté disculparme por la voz perdida en algún rincón del catarro incipiente, dije alguna de las muchas cosas que me hubiera gustado decir si la voz —pero sobre todo el tiempo disponible— hubieran sido otros. Ahora las intento reunir en esta crónica 24 horas después, con un poco más de voz, pero eso ya no importa.

Lo que importa, en primer lugar, es agradecer el gesto de Silvio, Ojalá y sus imprescindibles, esa tropa laboriosa y consciente que lo acompaña en los sueños diversos que felizmente lo asaltan: los conciertos de esta gira en los barrios de varias provincias del país, "menos favorecidos", "difíciles" —u otras denominaciones que el eufemismo alegremente inventa—; los discos recuperados de entre los Amoríos; el trabajo cotidiano del estudio, abierto a la solidaridad con los proyectos de los jóvenes trovadores y músicos; las publicaciones del sello editorial que siempre dejamos, junto a otras, en la biblioteca o la escuela de cada barrio por el que pasa esta caravana del amor; las jornadas intensas como las casi recientes de México o Argentina o la que se avecina, casi ya, en diez escenarios españoles.

Ese agradecimiento por el Premio recibido viene, en primer lugar, de la gente que acercaron con sus deseos de hacer y sus talentos al patio y los pequeños territorios físicos del Centro Pablo: gentes de la nueva trova, el arte digital, el diseño gráfico, las artes plásticas, la fotografía, el periodismo y el testimonio, el audiovisual y la radio, memoriosos empedernidos y fieles que acompañaron "aquella apuesta a favor de la imaginación y la belleza" que propusimos un día, dos décadas atrás. En ese agradecimiento sobre el escenario de Pueblo Nuevo estaban también, cómo no, la gente que fundó aquella utopía originaria: María Santucho, coordinadora general —en el lenguaje pálido de las descriptivas de cargo— y alma gemela de estos sueños compartidos, y Héctor Villaverde, Jaime Canfux, Juan Demósthene, Abel Casaus, Estrella Díaz, Alain Gutiérrez, entre los primeros pobladores (y soñadores) de Muralla 63, a los que dieron continuidad, en sus respectivos oficios, gentes como Katia Hernández, Yuslemy Escobar —más la tropa actual, igualmente pequeña pero renovada de la gente joven que ahora mismo ha organizado, por ejemplo, la activa presencia del Centro Pablo en la recientemente finalizada Feria del Libro de la Habana y comienza ya a perfilar las diversas acciones que viviremos durante este 2016 para celebrar estos 20 añitos que algo fueron y el 80 aniversario de la caída de Pablo en Majadahonda, un día de diciembre de 1936.

Al recibir de manos de Silvio ese Premio querido, recordé también a los apoyadores y a los des-apoyadores de este proyecto. A los segundos, mínimos numérica y espiritualmente, no vale la pena mencionarlos. De los primeros, quería mencionar allí, si la voz lo hubiera permitido, entre decenas de nombres y rostros de aquí y de otros (claros) rinconcitos del mundo, a tres amigos comunes nuestros y del trovador que leyó las palabras sobre el escenario.

Uno de ellos estaba allí en el concierto, frente al escenario, de pie como el público de Pueblo Nuevo que pedía canciones queridas y aplaudía. Era Abel Prieto, quien desde su posición al frente de la organización de los artistas de Cuba, creó con una Resolución posible, el Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, una tarde remota pero no olvidada del año 1996 —en una época en que la incomprensión, a veces con sospecha incluida, hacia las organizaciones culturales independientes era la regla y no la excepción, y no al revés como sucede en nuestros días. Esa pertenencia sistemática al grupo de los apoyadores se extendió durante los años en que fue Ministro de Cultura. En esta hora de confesiones veinteañeras hay que decirlo/reconocerlo/agradecerlo. Como también se me hace imprescindible decir que uno, dos escalones más abajo del apoyo recibido desde su oficina, generalmente no encontramos la comprensión verdadera hacia lo que tratábamos de hacer ni la transparencia suficiente en otros funcionarios ministeriales.

La segunda mención necesaria de mi parte es para alguien que, por razones de salud, no hubiera podido estar presente en Pueblo Nuevo: nuestro amigo el Historiador de la Ciudad Eusebio Leal Spengler. Una mañana del año 1997, durante la etapa nómada de nuestro Centro ya fundado, me llevó, entre las piedras de la Habana Vieja que él ha enseñado a soñar, preservar y enriquecer culturalmente, hacia la fachada del edificio recién reconstruido de la Calle de la Muralla No. 63, cuyas instalaciones hemos compartido, desde entonces, con una de las instituciones del programa cultural de la Oficina del Historiador, la Casa de la Poesía. Hace unos meses, Eusebio nos reconfirmó, con una llamada telefónica alentadora que tanto agradecemos, que el Centro ocupará en breve todo el espacio de ese inmueble de Muralla, tras los movimientos que se realizan en distintas esferas de su Oficina. Por aquel recorrido entre las piedras resucitadas, el Centro ha contado durante estas décadas con espacio físico —ya precario por el crecimiento de nuestros programas culturales— para que la nueva trova suene, el arte digital nazca y la imaginación, sobre todo la de los jóvenes artistas, encuentre horizonte amplio para crear y crecer.

El tercero llegó trayendo en la mano como regalo un objeto que nos hizo conocernos y amistarnos y hermanarnos: un libro. Tony Guerrero llegó durante el concierto, alborotando con su presencia y con su sonrisa a las vecinas que querían besarlo y a los vecinos que querían darle la mano a ese hombre cuyo rostro —junto a los de sus cuatro hermanos— vieron durante años en las paredes de la ciudad como parte de las campañas con las que exigimos durante más de una década el fin de su injusto encierro. Juntos, ahora, recordamos cómo el autor del libro que me acababa de regalar, el canadiense Stephen Kimber, había cambiado sus planes literarios después de llegar a la Isla, hace unos años, para realizar una investigación que le permitiera escribir una novela sobre el siglo XIX cubano.

Cuando preguntó de quiénes eran esas caras que veía repetirse tantas veces desde la ventanilla del auto, el taxista le resumió, en unas cuadras, todo lo que sabía sobre los hermanos encarcelados: ahí nació Lo que yace a través del mar. La verdadera historia de los Cinco cubanos, que ahora Tony me dedicaba en la semipenumbra, a un costado del escenario: A mi querido hermanazo Victoriano de las Causas con el más profundo cariño hermano.

 Con abrazo fuerte, victorioso, el hermanito Toniano (uno entre la decena de nombres que nos dimos mutuamente, correos mediante, mientras preparaba, por control remoto, desde la cárcel de Marianna, en la Florida, su libro Enigmas y otras conversaciones, que Ediciones La Memoria publicó en el 2012. Otro regalo mayor, esta presencia, esa dedicatoria en la noche vibrante de Pueblo Nuevo.

Alejandro García "VIRULO"


Cantautor, humorista y trovador cubano
Viernes 6 de Mayo | 9:00 pm
Inicia su carrera artística a finales de 1972 como miembro fundador del movimiento de “La Nueva Trova Cubana” junto a: Silvio Rodríguez, Pablo Milanés y Noel Nicola. Ha sido conductor, escritor y director de programas televisivos, director de espectáculos y grupos de teatro, musicalizador de películas y dibujos animados. Fue director del Conjunto Nacional de Espectáculos de Cuba y del Centro Nacional de Promoción del Humor. Se presentará por primera vez en esta ciudad de Los Ángeles California con su espectáculo: " Cuba sí, Yanquis ¿qué?".
Center for the Arts, Eagle Rock
2225 Colorado Blvd. Eagle Rock, CA 90041
Informes: (323) 997-5825
Admisión: $25.00 Dls.

Cenando con Aznavour

Por: Amaury Pérez Vidal


5 marzo 2016 | 73
Hace unos pocos años nos visitó el cantante y compositor francés Charles Aznavour. Vino a Cuba a grabar un disco con el Maestro Chucho Valdés, lamentablemente no a ofrecer conciertos.

Un día antes de su partida fuimos invitados a cenar con él Silvio Rodríguez y su esposa, la imponente flautista Niurka González, José María Vitier y su señora, la escritora y pintora Silvia Rodríguez Rivero, mi esposa Petí, y yo, y para completar el cuadro, la extraordinaria y talentosa artista plástica ZDR.

Participamos de una breve conversación con la distinguida figura a la que todos admiramos, traductora de por medio, pues Aznavour no habla prácticamente el castellano ni nosotros francés y eso dificultaba el diálogo. Cada quien le fue contando las experiencias vividas cuando escuchábamos sus canciones y él, que es un hombre muy serio y de seguro acostumbrado a los halagos, se mostró reservado y, a mi parecer, distante al igual que quienes le acompañaban: su representante, también de origen franco-armenio, y los de su casa disquera.

ZDR se enfrascó, cuando la cena estaba a punto de finalizar, en una extravagante y divertida disertación sobre sus estadías en París y sus paseos por los barrios marginales de la urbe europea, y cuando Silvio le comentó a Aznavour sobre la riqueza musical que subyace en los metros de la capital francesa, ZDR. saltó airada: “¡Ay Silvio, Charly (porque ya a esa hora para la pintora Aznavour era Charly y no Charles) ni siquiera conoce el metro de París. ¡Él va por arriba, por la rue, sobre los puentes, en su Mercedes Benz!”

Más tarde Silvio le contó a Aznavour sobre el talento musical incomprendido y poco valorado de Sudamérica. ZDR arremetió con un: “¡Bah Silvio, de Venezuela pa’ abajo to’ es tristeza!”. Todos nos quedamos con la boca abierta ante tan despeinada afirmación. La traductora no lograba convencerse a sí misma de trasladar al francés lo que escuchaba y yo, de maldito, le insistía entusiasmado en que sí lo hiciera. La cara de Aznavour mostraba signos de desconcierto y desgana.

Aproveché entonces el momento para alcanzarle unos DVDs suyos que atesoro para que me los autografiara y así aligerar lo que ocurría. ZDR vio que había uno filmado en Nueva York, en el Carnegie Hall para ser preciso, y mirando orgullosa a Aznavour le largó: “Yo también he estado en Nueva York, Charly, y cuando me paré en Times Square en medio de nuestro “Período Especial” y vi la cantidad de luces me dije, parafraseando una línea de la canción “Sigüaraya”: ¡Por eso el capitalismo no se ‘pue’ tumbá’”!

La traductora se negó rotundamente a trasladar esto último y ZDR, desesperada por llamar la atención del autor de “Venecia sin ti” a como diera lugar, se puso de pie y comenzó a ejecutar una tabla de Tai Chi que disfrutamos alucinados. Una vez que llegó junto a Aznavour sofocada por las maromas, ante la postura impertérrita y hermética del Maestro, le preguntó: “¿Charly, me rajo?” Y sin esperar respuesta alguna se dejó caer en el suelo, en split, extendiendo sus piernas, una hacía adelante y la otra hacia atrás, con una flexibilidad que cualquier gimnasta quinceañera quisiera para sí. A mí me dio un ataque de risa enloquecido e indigesto que me hizo olvidar ante quién estaba. Los demás invitados se sumaron a la carcajada provocada por la excentricidad de nuestra ilustrada, querida y admirada amiga.

Charles Aznavour, todo un caballero, cortésmente dio por terminada la cena y se marchó escrupuloso, aunque probablemente despavorido.

Su “¿Me rajo, Charly?” ha quedado como una contraseña privada cuando cualquiera de nosotros se encuentra ante una vana interrogante.

En Santiago de Cuba, Silvio Rodríguez por primera vez con Urquijo

Santiago de Cuba, 15 mar (PL) Una grabación inédita de Silvio Rodríguez con el fallecido trovador René Urquijo será una de las novedades del Festival de la Trova Pepe Sánchez, cuya edición 54, desde mañana, estará dedicada al juglar santiaguero.
Augusto Blanca, fundador del Movimiento de la Nueva Trova (MNT), ofreció detalles de esa realización gracias a la valiosa colaboración de Silvio, quien accedió a interpretar una pieza compuesta por Urquijo, con el anhelo de que algún día el autor de Pequeña serenata diurna le pusiera su voz.

Explicó que hace pocos días acaba de lograrse esa maqueta, a partir de la grabación en los estudios Ojalá, con lo cual habrá tres versiones de Peregrina: sendas de Urquijo y Silvio en solitario, y una con la mezcla de los dos, gracias a avanzados procedimientos en las instalaciones discográficas del propio Blanca.

Como una joya musical puede calificarse esa interpretación de Golondrina fugaz, una canción muy especial en el repertorio de un compositor prolífico y sensible, de acendrados valores humanos que dejó su huella en esta ciudad de trovadores y poetas.

Al aludir a los 13 temas incluidos en la producción sonora hecha por Urquijo, Blanca indicó que otros trovadores pudieran aportarle sus propias versiones a la mencionada pieza y a otras, a modo de redondear el homenaje al artista santiaguero, también fundador del MNT y desaparecido físicamente en el 2011.

El evento teórico que acompañará al más antiguo Festival de la Música en Cuba incluirá disertaciones acerca del tópico rural en la obra del trovador Eduardo Sosa, presidente del evento; acercamiento al quehacer de Urquijo en el teatro de la ciudad y evocación de María Teresa Vera, autora de la inmortal Veinte años.

Será inaugurada también la exposición fotográfica La trova de hoy y de siempre, con imágenes actuales y otras de archivo, a partir del trabajo de recuperación de José D. Cárdenas, con un recorrido visual por íconos de ese legado musical enraizado en la cultura cubana.