miércoles, diciembre 27, 2006

Silvio y los Daltón

Libro:Silvio Memoria trovada de una revolución.Joseba Sanz


1968

Tambien la moda llegaba a la isla. Contra las tendencias conservadoras y antiextranjerizantes de algunos sectores de la dirigencia revolucionaria los jóvenes asimilaban la moda moda inglesa a pesar de las dificultades del país. Silvio no lo podía entender: "Apareció un excelente cine inglés y Albert Finney, el apogeo de los Beatles y fue la época de las minifaldas y la moda de llevar una medias tejidas. Como aquí no teníamos los materiales para hacer esas medias, las muchachas se las tejían como podían. Resultaban un poco grotesco, para mí era tremendamente triste.Yo no le echaba la culpa a la Revolución ni al país ni a nadie. Lo que veía en eso una expresión de lo ridículo. Nosotros teníamos cosas mejores que hacer, que mostrar y de las cuales enorgullecemos, que de cosillas como aquéllas. En Epistolario del Subdesarrollo hablaba de aquellas medias y de los muchachos que se abrían las costuras de los pantalones para que quedaran más anchos".

Alcanzaremos colores más brillantes
que los de "Eastman Colour".
Nuestros campañas serán más sonoras
que esas pobres campanas del subdesarrollo.

Silvio no estaba en contra de las influencias extranjeras,mucho menos en la música, pero veía fuera de lugar en la Cuba revolucionaria aquella locura de la moda al más puro estilo capitalista. Lo veía como un síntoma del subdesarrollo. En 1965 el libro de Edmundo Desnoes Memorias del Subdesarrollo(premio "Casa" 1965 de novela), que sería llevado al cine en 1968., habia reflejado certeramente el frenesí desarrollista de los primeros años de la Revolución y sus muchos errores derivados de no aceptar el tercermundismo y creer que Cuba podía ser una "Suiza del Caribe" sólo por el hecho de verse libre del yugo imperialista.Junto a esto, a otros niveles, se evidenciaba en algunas personas el deseso de vivir "a la europea", de espaldas a la realidad.

Silvio seguía reuniéndose con los poetas del Caimán Barbudo en la heladería Coppella: "Allí en las mesitas al aire libres, bajo los árboles y la luces ocasionales de los murales lumínicos del Habana Libre, saboreábamos interminables granizados de chocolate bizcochado e intercambiábamos poemas, relatos,canciones.Era una época de descubrimientos. El mayor de nosotros no tenía más de 23 años y éramos una suerte de colones, descubriendo mediterráneos y echándose el ojo y la garra a cuanto había en el mundo".Otros lugares de reunión habituales eran el monumento al Maine, la casa de Aida Santamaría, o la del poeta Luis Rogelio Nogueras, donde a veces estaban Antonio Conte, Raúl Rivero, Fina García Marruz o Víctor Casaus. A menudo Silvio, tocado por la inspiración, desaparecía durante media hora y componía una nueva canción que les mostraba a continuación.

En aquellas reuniones también solía estar Roque Dalton, poeta salvadoreños exiliado en Cuba, que trabajaba para la "Casa", y con el que haría una muy buena amistad.Roque era poeta, escritor y periodista. Anteriormente había estado en Cuba en el 61, de visita desde su exilio mexicano; y de nuevo en el 62, en que residiría durante más de un año desempeñando varias tareas: en Radio Habana Cuba, en la Unión de Escritores y Artistas Cubanas (UNEAC) y en la "Casa", antes de regresar a El Salvador. Volvería de nuevo a Cuba en el 65 y tras dos años en Praga retornaría a La Habana en el 67. Era hijo de un norteamericano y una salvadoreña, y había recibido su educación en las mejores escuelas católica de su país. Sus estudios universitarios los comenzó en Santiago de Chile, para volver a El Salvador e integrarse a los 22 años en el partido comunista.

Desde ese momento empezarían para él la lucha por liberar su "paisito" y también la cárcel y el exilio. Hablaban mucho de la realidad latinoamericana, del "Pulgarcito" de América y de sus compatriotas, "los vendelotod, los hacelotod, los comelotodo". Sentía mucho cariño por su pequeña patria que "se cruzaba en cinco horas". Silvio comenzaría a sensibilizarse con la situación de El Salvador a partir de su relación con Roque. Tenía un carácter muy alegre a pesar de sus prisiones, sus fugas y sus combates. Era ciertamente feo, debido entre otras cosas a una fractura en la nariz. Era "un jodedor irredento", no tenía sentido de la solemnidad, le daba risa. Según Eduardo Galeano, "hacía reir hasta a las piedras".Contaba con humor anécdotas de El Salvador: cómo le liberaron en una ocasión 24 horas antes de que se cumpliera la sentencia de muerte que desconocía y cómo había escapado, la ultima vez, al derrumbarse los muros de la prisión por un terremoto. Los amigos habaneros le acusaban de ser el inventor del Daltonismo y él se defendía diciendo que conocía el humor de todos los colores, especialmente el verde, y amenazaba con volar sobre la ciudad con un traje de Supermán que tenía en la terraza de su casa. En la cintura del mismo con pequeñas letras había puesto.

ESTE TRAJE PERTENECE A SUPERMÁN. SÓLO SUPERMÁN PUEDE VOLAR CON ÉL. CUALQUIER INTENTO POR OTRA PERSONA ES RESPONSABILIDAD DE QUIEN LO EMPRENDA.
THE SUPERMAN COMPANY INC.
En el baño de su casa tenía instalada una placa de cobre que había tomado "prestada" en Praga:
CONSULADO GENERAL DE EL SALVADOR
PRAGA
Roque le haría un pequeños poema a Silvio, que aparecería años más tardes en su Libro levemente odioso, y que dice así:

Cayó mortalmente herido de un machetazo en la guitarra
Pero aún tuvo tiempo de sacar su mejor canción de la funda
y disparar con ella contra su asesino
que pareció momentáneamente desconcertado
llevándose los índices a los oídos
y pidiendo a gritos
que apagaran la luz.

1981

El sol caía tras las montañas tiñendose de rojo los campos chatalecos. Se acercaba otra noche de posta y alerta. Antes, cenar un poco y escuchar la radio, compañera imprescindible del guerrillero.

Mi unicornio y yo
hicimos amistad,
un poco co.......
...........con verdad
Con su cu.........
pescaba una canción
saberla c..........
..........anción

Sin duda aquello era Radio Habana Cuba. El sonido llegaba con dificultad pero parecía la voz de Silvio. No podía entender bien la letra, y aunque la música no se le hacia conocida el timbre de la voz le sonaba familiar. Sólo podía ser él. De pronto escuchó la voz del locultor:
-...Unicornio, el ultimo éxito de Silvio...
-¡Coñóoo!-exclamo Juan José y se transporto mentalmente al Teatro de Bellas Artes de La Habana, donde había escuchado a Silvio por primera vez.
La música de Silvio había estado muy presente en su vida. Recordaba a su compañero Sebas, que moriría combatiendo, cantando Oleo de mujer con sombrero, las veladas junto a su hermano Roquito y otros compañeros en que cantaba su música, y la solenme presencia de la Canción del Elegido en los entierros de compañeros caídos y los mítines políticos. Trataba de escuchar la canción entre las continuas interferencias del aparato, y cuando atrapaba una frase entera tenía la sensación de que Silvio estaba presente en aquella noche de Chalatenango, bajo las estrellas, con un fusil, luchando por liberar aquella tierra. Al fin las interferencias cesaron y pudo escuchar la canción con mayor claridad.

Mi unicornio azul ayer se me perdió,
pastando lo dejé y desapareció.
Cualquier información bien la voy a pagar.
Las flores que dejó
no me han querido hablar.

Mi unicornio azul
ayer se me perdió,
no sé si se me fue,
no sé si se extravió,
y yo no tengo más
que un unicornio azul.
Si alguien sabe de él,
le ruego información,
cien mil o un millón
yo pagaré.
Mi unicornio azul
se me ha perdido ayer,
se fue.

Mi unicornio y yo
hicimos amistad,
un poco con amor,
un poco con verdad.
Con su cuerno de añil
pescaba una canción,
saberla compartir
era su vocación-

Mi unicornio azul
ayer se me perdió,
y puede parecer,
acaso, una obsesión,
pero no tengo más
que un unicornio azul
y aunque tuviera dos
yo sólo quiero aquél.
Cualquier información
la pagaré.

Mi unicornio azul
se me ha perdido ayer,
se fue.

Poco después Juan José sería hecho prisionero y recluido en la Penintenciaría Central de Mariona, donde pasaría largos meses sin ninguna certeza de sobrevivir. Por las noches, cuandos les encerraban en las celdas, siempre se escuchaba a algunos de los presos cantar con voz triste en medio del silencio respetuoso de sus compañeros:

...nació de una tormenta
en el sol de una noche,
el penúltimo mes.
Fue de planeta en planeta
buscando agua potable,
quizás buscando la vida
o buscando la muerte,
eso nunca se sabe...

En una ocasión durante una visita de los familiares de los presos se celebró un mitin improvisado, que los guardias de la prisión no pudieron impedir, y se leyó un comunicado del Comité de los Presos Políticos de El Salvador. Al final se cantaron varias canciones, entre ellas Madre.

...Madre que tu nostalgia se vuelva el odio más feroz...

Muchos de los presos lloraron abrazados a sus seres queridos. Algunos de ellos nunca saldrían de allí con vida.
Juan José sería liberado casi milagrosamente, con una suerte heredada sin duda de su padre Roque Dalton, al no comprobar el ejército su verdadera identidad. Su hermano Roque se encontraba desaparecido, probablemente en poder de la fuerza armada,Poco después, a principios de 1982 en La Habana, Juan José le relataría todas estas historias a Silvio, en casa de Víctor Casaus. Aquella noche Silvio encontraría su Unicornio perdido.

La canción había tenido una enorme repercusión a todos los niveles, había despertado gran cantidad de fantasías.El propio Silvio se sorprendería: "Me han escrito de muchos países y me dicen "por aquí está tu Unicornio" y "he visto pasar tu Unicornio", sentimientos mitad simpaticos, mitad solidarios. A mí lo que me maravilla de esa canción es el sentimiento de solidaridad y de gratitud que es capaz de despertar en la gente". Cada persona buscaba su unicornio e incluso algunos creían haberlo encontrado. Le habían llegado cartas, telegramas y mensajes de muchos lugares, dando razón de él, los cuales no le habían hecho dudar de la evidencia que ahora le confirmaba Juan José: su Unicornio Azul no podía estar sino en Chalatenango, en Morazán, en Usulután, y sus pastos no podían ser otros que las laderas de los volcanes Guazapan, San Vicente o Santa Ana en el más pequeño de los países latinoamericanos.

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