jueves, marzo 08, 2007

Historia:gira por la patria

Silvio Memoria trovada de una revolución
Josefa Sanz

Caminaba seguro de alcanzar la cumbre.Paso a paso, vestido de verde olivo con su uniforme y sus botas militares, avanzaba por estrechos senderos entre helechos y mares, avanzaba por estrechos senderos entre helechos y matorrales, dejando a veces a los lados grandes barrancos. Tenía la plena convicción de que lograría su objetivo y adivinaba el sabor del éxito ya cercano; tenia la certeza de que al amanecer estaría allí, en la cúspide, junto a la imagen de Marti. La noche era clara, a pesar de la luna en menguante, y había algo en ella que le hacia sentirse fuerte.Ademas sabia que no estaba solo.



Más de una mano
En lo oscuro me conforta
Y más de un pasó
Siento marchar conmigo,
Pero si no tuviera, no importa,
Se que hay muertos
Que alumbran los caminos….
Junto a él caminaba todos los que habían luchado en aquella Sierra, junto al Pico, soñando con liberar a Cuba.



La guitarra ya había llegado; la habían comenzado a caminar a las 11:30 de la noche del día anterior hacia la cumbre del Pico Turquino, la mayor altitud de Cuba, con sus 2.005 metros. Desafiando a la noche y a todos sus misterios había acometido esta ascensión para cumplir uno de sus más anhelados sueños: subir al Pico Turquino y dar un recital en su cumbre junto a la efigie de bronce del "Maestro" como inicio de una gira por todo el país.



En la ascensión recibiría muchas sorpresas. A lo largo del camino jóvenes exhaustos, ancianos esforzados y tiendas de campaña repartidas aquí y allá, entre la vegetación agreste y las pronunciadas cuestas, le esperaban.



Pasados la Loma del Caldero y el Pico Cuba comenzó a amanecer. Silvio llego a la cumbre sobre las diez de la mañana. Se podía divisar la costa oriental de Cuba, allí donde la tierra se acaba, al frente la costa sur plagada de extensas playas y cayos de forma caprichosa y, cubriéndolo todo, el verdor de la montaña que se introduce en el mar.



Los técnicos de la Televisión y de Radio Rebelde llevaban dos días trabajando para que la emisión en directo para todo el país fuera una realidad. Era la primera vez que se iba a emitir en directo por televisión desde el punto más alto de Cuba. La ascensión de los técnicos y cámaras, y el transporte de todo el material había sido una autentica proeza.



La planicie de la cima era un extraño frenesí de latas de carne rusa, cantimploras y mochilas aquel 28 de enero, 136 aniversario del natalicio de José Marti. No cabía nadie más.



Una extraña euforia se palpaban en el ambiente. Personas venidas de toda la isla habían caminado durante horas y horas para escuchar a Silvio. Una mujer le regalo un ramo de flores y un niño una talla de madera. Un grupo de estudiantes universitarios le entrego un croquis con el que Silvio consiguió encontrar un Unicornio de madera enterrado días antes. Una señora de 60 años en saya tacones, niños de 12 años, chicos y chicas de todas las edades hicieron cierta la premisa de Marti:"La montaña une a los hombres".



En la cumbre interpretaría seis canciones, según había dicho "de mucha significación para mí". Cuando comenzó a cantar un completo silencio se apodero del ambiente. La primera canción fue El Colibrí por la que sentía mucho cariño, a continuación interpreto Amargas Verdades de Sindo Garay. Continuo con Historia de las sillas y seguidamente canto Créeme a dúo con Vicente Feliu, que había ascendido con él.



La siguiente fue El Breve espacio en que no estás de Pablo y finalizo su actuación con Canción del Elegido y Óleo de mujer con sombrero.



Había dado comienzo con aquel recital su Gira por la Patria. Continuaría cantando junto a Afrocuba a lo largo y ancho de toda la isla durante 56 días, hasta completar un total de 29 conciertos para finalizar en la Plaza de la Revolución de La Habana, el 25 de marzo.Visitaria las 14 provincias cubanas y llegaría a lugares como Cubitas, Morón o Sandino, donde nunca antes había cantado.



El siguiente recital tras el del Pico Turquino seria en Baracoa, en la provincia más oriental de Cuba, Guantánamo.



Más de 10.000 personas lo escucharon en esta localidad, la villa más antigua de la isla, fundada en 1512, A la entrada de la bahía, en la plaza Cacique Hatuey, Silvio pulso los acordes de la primera canción que se escucharía en su gira: Causas y Azares. A continuación actuó en las localidades de Guantánamo, Moa y Holguín, y seguidamente en la provincia de Santiago, donde cantaría en la capital tras hacerlo en Palma Soriano.



Silvio entro al Cuartel Moncada con su guitarra al hombro por la posta tres, la misma que atacaron Fidel Castro y el resto de "moncadistas" aquel 26 de julio del 53, pero en esta ocasión en lugar de un batallón de "casquitos" a Silvio le esperaban 10.000 santiagueros que ocupaban el Cuartel hoy transformado en "Centro Escolar 26 de Julio".La idea de transformar todos los cuarteles de Cuba en escuelas había sido de Abel Santamaría y se habían hecho en su honor.
Continuaría por todo el país, de Este a Oeste, ofreciendo una media de dos recitales por provincia: Bayazo, Las Tunas, Camagüey, Ciego de Ávila, Sancti Spiritus, Cienfuegos, Villa Clara, Matanzas, Pinar del Rió, La Habana y en el municipio especial de la Isla de la Juventud, para públicos de 10, 20 y hasta 80.000 personas.



El pequeño Lada blanco de Silvio se acercaba en el horizonte y ya cientos de güineros agitaban las manos y sombreros en saludo al trovador. En Güines, ya en la provincia de La Habana, ofrecería para mas de 15.000 personas su concierto numero 27. Su penúltimo concierto tuvo lugar en la localidad de Artemisa, muy cerca de San Antonio de Los Baños. La suerte no quiso excedente en su cometido y no evito una faringitis con fiebre que le hizo sentirse mal. Se encontraba muy enfermo durante el concierto pero pudo sacarlo adelante haciendo un tremendo esfuerzo. A veces la garganta no le respondió, trataba de emitir un sonido y no le salía absolutamente nada. Sobreponiéndose a su dolor canto lo mejor que pudo y cuando el publico le reclamo para que continuara cantando les dijo: "Les pido disculpas, pero realmente no tengo garganta, sino un horno encendido en ella. Necesito terminar y les dedicare solo una canción más, pues me hace faltar descansar y guardar un poco de mi voz para el concierto del sábado en la Plaza. De lo contrario la perdería igual que mi unicornio.



Habían sido casi dos meses recorriendo el país, cantando para estudiantes, trabajadores y campesinos, para todo el pueblo visitando lugares de gran importancia histórica.
Más de 700.000 personas habían asistido a sus recitales. Había sido muchos días, muchas presentaciones, con lluvia, sol y viento, desafiando las inclemencias del tiempo y los problemas técnicos, y ya se acercaba el final.



La proeza no solo había sido de Silvio, otras muchas personas habían sido también los "hacedores del milagro", como Silvio les llamaría, tomando parte y trabajando duro para que aquella gira por y para la patria fuera posible. Silvio declaro al diario Granma a pocas horas del concierto final en la Plaza: "Todos los que participamos en la gira, equipo de producción, tramoyista, utileros, montadores, chóferes, luminoctenicos, sonidistas, periodistas, músicos, todos sin excepciones hemos vivido instantes imborrables que solo la muerte nos puede quitar. Y es que no solo emprendimos esta aventura por cantarle a la patria; lo mas maravilloso es que la Patria ha tenido el gesto de escucharnos".



Todas las calles de acceso a la Plaza de la Revolución de La Habana parecían un hormiguero humano y recordaban multitudinaria manifestaciones, como en las veladas por el Che o la efectuada tras la voladura de La Coubre. Varias rutas de ómnibus se reforzaron para facilitar la asistencia masiva y el Canal 6 de Televisión retransmitiría para todo el país, el concierto que, vía satélite y gracias a la labor de Cuba visión, llegaría también, al pueblo de Angola.



Silvio dijo: "Llegamos a La Habana. Siempre estuvimos y estaremos por la patria". Tras el estaba la gigantesca efigie de José Marta y de frente la imagen siempre viva del Che Guevara en el inmenso mural adosado al edificio del Ministerio del Interior. La plaza estaba colmado por un publico arrollador, sediento de la música de Silvio. Más de 120.000 personas vibrarían aquella noche en la Plaza con su voz golpeada por lluvias y vientos y llevada por todo el país, de plaza en plaza.



Canto Oh melancolía, te conozco y otras muchas, antes de ofrecer ese cúmulo de sensibilidades, arropadas por un desbordado lirismo, que constituye el breve espacio en que no estas de Pablo.Tambien canto No hacen falta alas
No hacen falta alas
Para hacer un sueño.
Basta con las manos,
Basta con las piernas
Y con el empeño.
No hacen falta alas
Para ser más bellos,
Basta el buen sentido
Del amor inmenso.
No hacen falta alas
Para alzar el vuelo.



En plena interpretación de El reparador de sueños se le acerco con un ramo de flores su pequeño enanito, su hijo José Ernesto, que cumplía 7 años, para hacer un tierno dúo con el y acabar cantando en solitario con su voz infantil.


Después de muchas interpretaciones fuera de programa, Silvio finalizo con Ángel para un final.
Todo empezó en la sorpresa
En un encuentro casual…


Ahora lejos de aquel comienzo junto a la figura de Marta, en el Pico Turquino, la gira había tocado a su fin. Había cumplido una idea que le rondaba la cabeza desde que era un trovadora vagabundo que tomaba los trenes para cantar donde le dejaran. Anteriormente había realizado presentaciones por las provincias orientales y en otra ocasiona había acompañado a Pablo en un tramo de su gira nacional, llamado "Asia esta Isla", pero en una gira propia y completa por todo el país había sido para él un sueño profundamente anhelado.

Desde el Turquino hasta el mar, desde Santiago a La Habana. Pero detrás no solo quedaba el camino y las plazas, ahora vacía, quedaban muchas alegrías e ilusiones. Silvio donde estaba en el corazón de todos los cubanos, de muchos que le habían visto por primera vez, de una gran mayoría que ya le había escuchado en directo en otras ocasiones.

Quedaban besos, unicornios, regalos, pañuelos, sonrisas, amores, sueños, madrugadas de lluvias en que la multitud gritaba y cantaba pidiendo a Silvio otra más.

Silvio había sembrado toda la isla de nuevas esperanzas para el amor indeciso de un estudiante de Jagüey; para la madre de un combatiente muerto en Angola; para los miles de estudiantes extranjeros de la Isla de la Juventud, que mas tarde llevarían su música a lugares recónditos del planeta; para todos los trovadores y artistas del país, que recibían con su visita un nuevo aliento creativo. Silvio giraba por la patria, Silvio visitaba cada ciudad, y cada pueblo, porque Silvio era el pueblo.

El sueño de estar siempre por la patria como estuvieron Sindo y tantos otros, de cantar en parques y plazas, de llevar el canto de bohío en bohío, de calle en calle, el sueño de recorrer todo el país ofreciendo lo mejor de si, se había hecho realidad.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Silvio, yo estuve allí y sabes que lo que cuentas aquí no es verdad.