Cantautores locales reman contracorriente
La falta de espacios para los intérpretes del género que se encumbró en los años setenta, no se limita a lugares para tocar, asegura Yahir Durán. Ante el reto de la renovación del género y de la falta de atención pública, afirman que es necesario unir esfuerzos.
Muchos cantautores se han visto orillados a recurrir al transporte público o los comercios callejeros como foros. Foto: Rafael del Río
En los años setenta comenzó a tomar fuerza un movimiento que, desde la música, se instauró como crítico de la situación que había en América Latina. Pablo Milanés, Noel Nicola y Silvio Rodríguez, entre muchos otros, tomaron su guitarra para dar forma a la llamada nueva trova, que pronto hizo eco en el resto del continente.
En México, el movimiento llegó como canto nuevo, movimiento que agrupó a gente como Alberto Escobar, Paco Padilla, Mexicanto, Fernando Delgadillo y Alejandro Filio, que se instauraron como punta de lanza de un ejército de trovadores que ganó adeptos, sobre todo, en el público universitario. 30 años después, el movimiento, aseguran algunos cantautores locales, tiene varios dilemas: la falta de espacios, la necesidad de renovarse y, sobre todo, acabar con la desunión que impera entre ellos. Con más de 30 años como cantautor, Paco Padilla es uno de los consagrados. Él, al igual que muchos de sus colegas, asegura: "Cuando decides ser un cantautor que no está interesado en comercializar las canciones, sabes que tienes que cantar donde haya chance y con las condiciones que sean”.
Para muchos, agrega, esta es la primera dificultad, porque “quieren hacerse famosos de la noche a la mañana. Hay gente que tiene expectativas muy ambiciosas, pero grabas el primer disco y entonces viene el desplome, porque hay muchas falsas expectativas”. Muchos cantautores, es verdad, se han visto orillados a actuar en el transporte público o los comercios callejeros. A ese respecto, Alfredo Saras, dueño del Rojo Café y también cantautor e intérprete, asegura que otro problema es “la falta de facilidades para acceder a los mejores espacios públicos. Hay pocos, y la burocracia lo hace más difícil”.
Desde su perspectiva, muchos de los recintos sólo abren sus puertas “a los artistas consolidados, no a los jóvenes. El teatro Diana, el Galerías y ahora el Metropolitano son buenos espacios, pero son poco accesibles”. En esa línea, Paco Padilla señala que “no se trata de que el gobierno tenga que apoyar, pero sí podría abrir más espacios donde la gente pueda escuchar trova”.Yahir Durán, uno de los cantautores de la nueva generación, señala que Guadalajara es una plaza que ha ido perdiendo adeptos. Originario de Topolobampo, Sinaloa, vino a la ciudad a probar suerte y, dice, “cuando llegué las cosas eran diferentes. Siempre ha sido una ciudad difícil, pero aun así conseguí un espacio a base de trabajo”.
Ahora, 16 años después, señala que los pocos espacios que había se han ido perdiendo. A diferencia de lo que se hace en Morelia, Tijuana y la ciudad de México, en Guadalajara, apunta, “faltan espacios, no sólo físicos: faltan espacios radiofónicos dedicados a las nuevas propuestas. En la radio universitaria debería haber espacios para propuestas que vayan más allá de Fernando Delgadillo y Alejandro Filio”.Uno de los retos más importantes para los cantautores tapatíos es la unión. “Es la cultura del mexicano: pisar al de abajo. Hubo un boom de la trova, pero ya está bajando. Todos criticamos al pop, pero nos dan lecciones de organización. Esa es la bronca”.
La voz es de Andrés Huerta, cantautor, intérprete y director de Estudios Lagartijo. Desde su perspectiva, para que el movimiento trovadoresco retome fuerza “es necesario volver a la cuestión musical. Si nos quedamos en el cuate de la guitarrita no le auguro mucho futuro. Hasta Silvio Rodríguez ya cambió, le mete orquesta a su trabajo, más arreglos. La modernidad tiene que llegar a la trova, y eso no le pone mala calificación ni le resta calidad”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario