lunes, abril 14, 2008

L.E.Aute: en busca de la belleza humana

Con más de 40 años de carrera musical y una discografía de 28 volúmenes, Luis Eduardo Aute es uno de los más conocidos cantautores españoles y uno de los más admirados en Cuba. Sus canciones de amor, de ideas y emociones desafían al tiempo y van fascinando de generación en generación. Este artista autodidacta y dinámico repasa con ojo crítico la sociedad que lo rodea, y con una cuota de realismo y otra de poesía construye canciones que quedan en la memoria y el corazón. Sin embargo, la música no es la única ni su primera afición. Sus comienzos artísticos los marcó la pintura, y luego el cine y la poesía.
En su arte, ya sea para escuchar o contemplar, transmite siempre la confianza en el hombre y en su capacidad para mejorar, que nos descubre su honda fibra humanista. Todas estas facetas de Aute —el pintor, el cineasta, el compositor y el poeta— las han podido disfrutar los cubanos gracias al homenaje que le rinde la Isla en ocasión de la clausura del XIII Festival de la Canción de Autor Barnasants 2008, que por primera vez en su historia ocurre fuera de Cataluña, su sede habitual, y que este año ha estado dedicado a él. Hace tres años el cantante compartió con La Jiribilla largas conversaciones digitales y el entusiasmo de un proyecto naciente, pues la revista preparó, con su animada colaboración, el programa de la Semana de Aute en Cuba en ocasión al quinto aniversario de la publicación.
En aquella oportunidad también se aspiraba a presentar a los cubanos un Luis Eduardo Aute artista en todos sus matices creativos, y no solo como cantautor, y aunque la idea no pudo hacerse realidad en su momento hoy encuentra su herencia en esta jornada del Barnasants. Frescos en la memoria aquellos intercambios de mensajes electrónicos y con la complicidad de haber creado juntos una idea hermosa, a pesar del apretado programa, Aute visitó la nueva sede de La Jiribilla y compartió con su equipo momentos de reflexión, de intercambio y amistad, de los que damos cuenta con algunos fragmentos de sus comentarios: De su estancia en La Habana, recordó admirado el concierto que le dedicara la orquesta Solistas de La Habana dirigida por el maestro Iván Valiente en el teatro Amadeo Roldán —que interpretó "Wagneriana", de Leo Brouwer; la "Suite del Amor", de Silvio Rodríguez y la "Suite Auténtica", del propio Aute, con arreglos de Beatriz Corona; además de acompañar en sus interpretaciones a Vicente Feliú, Lázaro García y Eduardo Sosa, y confesó: "Estuve conteniendo las lágrimas, intentando mantenerme firme, hasta que escuché mis temas, entonces intenté disimular. Fue un momento emocionante". El edificio de Arte Universal del Museo de Bellas Artes, donde acaba de ser expuesta su propia obra, lo impresionó con su belleza arquitectónica y magnífica colección: "El Museo es una maravilla. Todo el edificio, el continente y el contenido.

Tienen una colección de arte envidiable, con un increíble trabajo. Hay toda una colección de Sorolla, lo mejor que hizo. Vengo sorprendido porque he visto cuadros que conozco muy bien y no sabía que estuvieran aquí." Aunque es conocido internacionalmente por su música, la pintura siempre ha sido muy importante en su vida. Por mucho tiempo se consideró un pintor que a veces hacía canciones: "La pintura es la mejor terapia para todo, no solo un medio de expresión. Es mucho mejor que la música, pues hay libertad plena, tomas un papel en blanco y lo manchas como quieras. En la pintura no hay ninguna regla del juego, las reglas son las que uno necesita, en ese sentido es muy liberador.

"Cuando ando así un poco tenso y un poco mal, me encierro en el estudio a mancharlo todo, y salgo mucho mejor que si hubiera estado con un psicoanalista, y mucho más barato. Y eso como tratamiento, para la gente que tiene problemas de patologías psíquicas, es la mejor terapia, junto a la escultura y trabajar la arcilla. Es muy físico: la pintura se toca, se huele, y el barro también se toca, es muy sensual, muy física esa descarga… es la mejor medicina." Acompañado en su visita por el trovador Vicente Feliú, rememoró sus primeros intercambios musicales con los integrantes de la Nueva Trova cubana, y de la afinidad de arte y pensamiento que compartían aun antes de conocerse: "Entramos en contacto a través de unos amigos comunes que iban y venían entre Cuba y España.

Aparecieron con unas cintas, 15 ó 20, sobre todo de Pablo y de Silvio, y cuando escuché esas canciones dije: he encontrado unos hermanos con los que me siento totalmente identificado, a mí me hubiera gustado escribir así, esta canción la hubiera firmado íntegramente, y entonces les cedí unas cintas mías para que las trajeran aquí y las escucharan. Así seguimos intercambiado cintas durante una época. Personalmente nos conocimos bastante más tarde. Era una sensación curiosa, escuchar canciones que son del otro lado del mundo, de una gente que no conoces y decir: es mía, la siento como mía, yo la hubiera escrito igual y a partir de ahí surge mi amistad con ellos, hasta hoy".

Como compositor e intérprete, ha sido siempre cultor de la canción de autor más insumisa, aquella que incorpora una hermosa melodía a las ideas; que puede ser, según se mire, una canción de amor o una canción política, como ocurre con uno de sus temas antológicos, "Al alba": "El proceso de escribir una canción es muy extraño, 'Al alba' fue por donde le dio la gana. A veces he tratado de hacer una canción y he desistido, ha quedado como tapada y hay que descubrirla.

Yo quería hacer, en vida de Franco, una canción contra la pena de muerte, pero, o me salía muy panfletaria, no me gustaba, o salía que era imposible que pasara la censura. Entonces abandoné la idea, seguí escribiendo canciones y, de repente, apareció algo que sin pretenderlo es una canción que sugiere una despedida. Se vivía aquel clima, un proceso constante de gente condenada a la pena capital, y de ese clima sale la canción sin que tuviera ninguna pretensión de ser una canción combativa.

Es una canción de amor… pero el entorno, el caldo de cultivo, era ese. Era inevitable no sentirse metido en ese estado de asfixia y de despedidas. Cuando la canción estaba acabada y empecé a cantarla, a la gente que me escuchaba le pareció que era sobre alguien que iban a fusilar. "En esa época yo no cantaba en público. Aunque había grabado discos antes, estuve cinco años sin hacer nada y cantaban otros compañeros. Rosa León me estrenó 'Al alba' y justo a poco de empezar a cantar ella la canción, agarran a aquella gente en el año 1975 [los cinco últimos fusilamientos del franquismo], se les hace el proceso y se les condena a muerte… y Rosa, en vista de que la canción evocaba esa situación, en los conciertos la dedica clandestinamente a los condenados, pues no se podía manifestar.

"Yo tenía una técnica para escapar de las tijeras de la censura y era presentar bastantes canciones, porque si hubiera presentado únicamente esas, sin duda, no hubieran pasado. Creo que soy de los que más canciones prohibidas tengo en España y quizá sea por eso. Las hacía para que me las prohibieran. Supongo que dirían, bueno, vamos a dejarle a este hombre algo porque tiene que grabar algún disco, y dejaban pasar las 'canciones de amor' y también las que estaban en clave de humor. Se podían decir muchas cosas en clave de humor.

Si se hubieran dado cuenta de que 'Dentro' es una canción sobre una masturbación, me la hubieran prohibido radicalmente." Otra canción con historia es la muy conocida "Aleluya No. 1", una de sus primeras composiciones en alcanzar fama mundial: "Grabé 'Aleluya' en el 67 y fue un éxito rotundo, se tradujo a muchísimas lenguas y se hizo una adaptación al inglés. Vendió muchísimo en EE.UU. y en Inglaterra. Fue una canción muy conocida en aquellos años. Su título en inglés era 'Who will answer', planteaba una serie de preguntas y el estribillo era ese: 'quién responderá'. Entonces sale 'Let it be', de los Beatles, que de alguna forma recupera algunos de aquellos planteamientos y dice: "There will be an answer, let it be" (habrá una respuesta, déjalo estar).
Luego me comentó el director de la compañía discográfica que había estado en EE.UU. con gente de su gremio, y que le habían dicho que la canción de McCartney era una respuesta a 'Aleluya'. Mi canción es una pregunta y la de McCartney responde de algún modo, o eso me contaron." Sin embargo, Aute no rechaza otras formas de hacer la música siempre que subsistan las opciones: "La música para consumir, para bailar, para divertirse, está muy bien. La música frívola es necesaria, no todo va a ser reflexión, hay que divertirse y hay que bailar y hay que disfrutar.

Otra cosa es destrozar el pensamiento". Sobre este último punto, refiriéndose a la violencia y otras formas grotescas de comportamiento que difunden los grandes medios, llegó a darnos su concepción del artista y del propósito de su arte: "La comparación es odiosa, pero también la literatura está llena de autores tremendistas: Rimbaud, el Marqués de Sade, pero esta era gente con talento. Eso de hurgar por las entrañas del mal es algo muy antiguo en la literatura hecha con talento, son poetas que indagan en las entrañas del infierno e intentan extraer flores del horror; pero en el caso actual no es por extraer flores, sino por incentivar el morbo de la gente, con el objetivo de enriquecerse económicamente.

Baudelaire cuando escribía no pensaba en los derechos de autor, simplemente se expurgaba. Ahora lo hacen simplemente para tener las máximas audiencias y vender muchísimos discos. Inciden sobre todo en lo que ya conocen bien, que las grandes audiencias son los niños. Hay una forma morbosa en esos años y sobre ella inciden para destrozarlos culturalmente. En España ahora hay un horror con la televisión basura. Hay una generación que se ha criado en ese horror, con la televisión como la máxima fuente de cultura. Es una generación con poco vocabulario y que rechaza cualquier cosa que sea despertar curiosidad por algo bello o humano, no voluntariamente, sino porque no lo pueden soportar.

Con los años ha habido cierto cansancio de las audiencias, pero no hay una alternativa. "Yo creo que la función del arte, la función de la gente que hace cultura, debe ser inequívocamente expurgar los fantasmas más terribles, y hacerlo de una manera talentosa, donde se ofrezcan valores. Esa es la función, entre otras, de la cultura: ser más seres humanos. Que el que lea un libro, escuche una canción, vea una película, después de consumir ese producto, salga mejor ser humano de lo que es. En los conciertos de Marilyn Mason y otros de su tipo, la gente entra bruta y sale mucho más bruta. Necesita tener una propuesta para salir mucho más educada, más civilizada, un poco más ser humano, un poco más sensible, eso es lo que yo pretendo con mis obras.

"Si mi música le sirve a alguno, y de esa experiencia sale un poco más sensible —ni siquiera más culto, sino solo un poco más sensible—, ya eso vale la pena. Cuando me agradecen haberlos acompañado en algún momento difícil de sus vidas —tengo más de una carta así—, me reconforta mucho. La gente solitaria me agradece que les hayas acompañado, qué más se puede pedir. Hacer cosas para que se sientan menos solos es el máximo premio." Le alegra especialmente que los jóvenes sigan su música y sean mayoría en sus conciertos, prueba de que la atracción por lo bello perdura: "Felizmente van muchos jóvenes. La media es entre 20 y 35 años. Los que no van son los de mi generación. Esos se quedan en casa viendo la televisión, un partido de fútbol, prefieren oír mis grabaciones.

Yo voy a mis conciertos porque no me queda más remedio". Apuesta por las nuevas generaciones a pesar (o a causa) de los tiempos que corren y se nota cuando dice que los nuevos cantautores son los jóvenes raperos. "Los de mi generación mal utilizábamos la música para poder contar cosas, pero los de ahora saben tocar bien un instrumento y conocen de música". A modo de despedida dejó firmado un ejemplar de La Jiribilla de Papel en el que se publicó una entrevista suya, y en una hoja en blanco dedicó unas líneas de amistad a quienes le acompañaron en el encuentro. Prometió, para nuestra alegría, dibujar una versión propia del Ángel de la jiribilla como antes hicieron otros artistas, entre ellos Silvio Rodríguez y Diana Balboa. Luego, guitarra en mano, ofreció a su reducida audiencia dos de sus más admiradas canciones: "La belleza" y "Anda", para culminar cantando “Al alba” a capella, con una voz vibrante que hizo saltar las lágrimas a unos cuantos y terminó por emocionar al propio artista.

Entre las muchas actividades que se le han ofrecido desde su llegada a la capital estuvo una muestra de las obras cinematográficas en las que ha incursionado Aute, que ha sido exhibida en el Complejo Cinematográfico Infanta con títulos como: Chapuza uno, A flor de piel, El muro de las lamentaciones y Un perro llamado Dolor. El jueves se inauguró la exposición Transfiguraciones (1951–2005) en el edificio de Arte Universal del Museo Nacional de Bellas Artes, una muestra de cerca de cien obras —óleos, esculturas y dibujos— del creador catalán, que más tarde viajará por varios países de América Latina. En la ceremonia inaugural él y su esposa Maritchu recibieron, de manos de Abel Prieto, ministro de Cultura de Cuba, la Distinción por la Cultura Nacional.

El viernes, en el teatro Karl Marx, los trovadores y cantautores cubanos, con quienes lo unen particulares lazos de amistad, le obsequiaron el concierto "La trova le canta a Eduardo", en el que se escucharon las voces de Silvio Rodríguez, Vicente y Santiago Feliú, Amaury Pérez, Carlos Varela, Karel García, Liuba María Hevia y su grupo, y Pancho Amat y su Cabildo del Son. La jornada habanera del Festival concluye con "Aute y la poesía" en el espacio Sábado del Libro, en el Palacio del Segundo Cabo, donde se presenta una edición especial de su obra Poemigas, junto a una muestra de otras publicaciones suyas.

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