Por: Agnerys Rodríguez Gavilán y José Luis Estrada Betancourt
«Prefiero ni darme por enterada», dice sin poder disimular el rubor la joven y multipremiada flautista y clarinetista Niurka González Núñez, cuando se le pregunta su parecer acerca de lo que no pocos especialistas afirman: que es una de las más importantes intérpretes cubanas de ambos instrumentos de los últimos lustros. «Es una responsabilidad muy grande vivir con eso», continúa, intentando dejar por cerrado un asunto sobre el cual, evidentemente, prefiere no conversar, lo que denota absoluta sencillez, pero, además, una gran sensibilidad y alma especialísima, y concluye: «No podría enfrentar los retos de la vida pensando en esas cosas, aunque me conmueve la generosidad de los conocedores».
Sin embargo, y aunque no quiera, es imposible ponerse a escuchar la manera como hace suyas piezas tan ricas melódicamente y al mismo tiempo complejas —como Sonata para flauta sola, de Leo Brouwer; Tango Estudio No. 3, de Astor Piazzolla; Cantabile et Presto, de Enescu; o Fantasía Pastoral Húngara para flauta y piano, de Francois Doppler—, regalándonos una sonoridad cálida y pura, y no deshacerse en elogios. Sucede que la González hechiza con su inmenso virtuosismo y su apreciable belleza, dondequiera que sus femeniles dedos se mueven con la suavidad y la vitalidad del viento sobre las lustrosas llaves de su flauta en Do, ya sea en Cuba, o en Francia, España, Ecuador, Alemania, República Checa o Inglaterra, donde sorprendió hace apenas dos años durante la 5ta. Convención Internacional de Flauta, prestigioso certamen que le permitió actuar en la sala de conciertos del Royal Northern College of Music, de Manchester.
De su grandeza como concertista también da fe su primer álbum titulado Flauta virtuosa, «un disco indispensable para los amantes de la flauta y para aquellos que deseen conocer de ese instrumento algo más de lo que ofrecen, demasiado a menudo, los rutinarios registros ya existentes», según afirma en las notas discográficas la musicóloga Laura Inclán Narbona, y con el cual obtuvo el codiciado premio Ópera Prima del Cubadisco 2004. Mas eso no impide —o quizá exactamente por ello—, que músicos de la talla de Silvio Rodríguez, Leo Brouwer, José María Vitier, Liuba María Hevia y Amaury Pérez, entre otros, la conviden una y otra vez a que participe como artista invitada a sus ambiciosos proyectos.
Graduada hace casi una década con Diploma de Oro en la especialidad de Licenciatura en Música con perfil en flauta, en el Instituto Superior de Arte (ISA), y multipremiada tanto en Cuba como en el extranjero, la obra de Niurka González Núñez es, inexplicablemente, poco conocida, razón por lo cual es ahora una invitada de lujo de Juventud Rebelde.
—Un día, siendo una pequeña, le dices a tu mamá que querías cantar. ¿En qué momento el canto le cedió lugar a la flauta y al clarinete?
—Luego de estar unos años cantando en el grupo Meñique fue la propia maestra María Álvarez Ríos, entonces directora del grupo, quien le recomendó a mi madre que me llevara a rendir exámenes de aptitud en el conservatorio Manuel Saumell. Recuerdo que no teníamos muchas expectativas porque no provengo de una familia de músicos, así que me sorprendí cuando hallé mi nombre en el escalafón de los aprobados. Mi primera opción en cuanto al instrumento era flauta y la segunda clarinete. En aquella ocasión fui admitida en clarinete y años más tarde comencé a estudiar la flauta.
—¿Cambió en algo tu vida obtener el Primer Premio en el Conservatorio Superior de Música de París?
—El año que estudié en París fue muy intenso para mí. Yo obtuve una beca del Ministerio de Asuntos Exteriores de Francia avalada por el maestro Alain Marion. Solamente se me otorgó un año de estipendio y en el Conservatorio Superior de París uno tiene que estudiar como mínimo dos años para tener el derecho a presentarse a concurso. Entonces yo pedí a la dirección del conservatorio un permiso especial que me permitiera rendir examen habiendo cursado solo un año.
«Luego de ser autorizada, la preparación para el concurso fue muy fuerte; fueron unos meses de mucha tensión para mí. Y sinceramente una gran sorpresa el resultado. Algunas de mis compañeras se presentaban por segunda vez al concurso y por supuesto llevaban más tiempo que yo en el conservatorio».
—¿Qué te aportó estudiar bajo la tutela de la profesora Sophie Cherrier en el Conservatorio de Música de París?
—Los maestros son muy importantes en el desarrollo de los músicos. Son ellos los que te abren la puerta hacia un mundo lleno de maravillas, si tienen la sensibilidad y el conocimiento para hacerlo. Por eso le estoy agradecida a todos y cada uno de mis maestros por haberme convidado a entrar al universo de la música y a amar ese camino.
«Sophie Cherrier es un gran músico, flautista y pedagoga exigente, con excelentes resultados. Bajo su tutela profundicé mucho en el estudio del instrumento, de la sonoridad, del color, depurando la técnica al servicio completo de la expresividad y de la interpretación de las obras en sus diferentes estilos».
—La grabación de La región más transparente (CD Homo Ludens), de Leo Brouwer, se considera de referencia. ¿Qué ha significado el maestro en tu carrera?
—El Maestro Leo Brouwer confió en mí desde que lo conocí cuando tenía 16 años y me invitó a tocar bajo su prestigiosa batuta, en lo que fue mi debut con la Orquesta Sinfónica Nacional. Luego he tenido la suerte de seguir colaborando con él y de interpretar casi todas las obras que ha escrito para flauta. Es muy satisfactoria la oportunidad de trabajar con uno de los más grandes compositores y músicos de todos los tiempos.
—¿Cuál ha sido el mayor reto interpretativo dentro del repertorio flautístico que has tenido que enfrentar?
—Para mí todo es un reto. Porque trato de sacar el máximo de lo que toco o estudio. Los que me conocen nunca me han escuchado decir que una música es fácil.
—¿Qué representó para ti una experiencia como participar en la 5ta. Convención Internacional de Flauta? ¿Es común que los cubanos asistan a eventos como estos?
—Una experiencia muy estimulante. La del 2006 fue una convención muy concurrida; se viven días intensamente flautísticos. Además de los conciertos propios, asistes a todos los recitales, masterclasses, presentaciones, etc., y compartes con colegas de todo el mundo. En estos eventos los conciertos no son remunerados. La estancia y demás gastos corren por los participantes. Me atrevo a pensar que es por eso que la presencia de Cuba no es común, pues asistir implica gastos.
—Impartes clases justamente en el Instituto Superior de Arte, donde te graduaste. ¿No roba demasiado tiempo esa labor a tu preparación como instrumentista?
—El perfil pedagógico dentro de la música es una vocación. A mí me gusta enseñar porque siento que me enriquece y porque aporto algo concreto. Ver avanzar a tus alumnos, verlos crecer es algo palpable que disfruto. Así que no lo veo como un robo de tiempo sino como una ganancia porque es un aprendizaje para mí también.
—¿A qué atribuyes que en la actualidad haya tantas mujeres estudiando flauta?
—Se ha dicho que la flauta es «femenina» y eso pudiera ser una razón, pero sinceramente no sé bien por qué hay tantas mujeres flautistas aquí en Cuba. En el mundo es bastante pareja la proporción de flautistas de ambos sexos. En nuestro país la matrícula de estudiantes de flauta se ha incrementado muchísimo en los últimos años. Debemos trabajar todos para elevar el nivel con que se gradúa esa gran cantidad de flautistas, que serán los maestros de las próximas generaciones.
—¿Por qué tanto tiempo sin volver a grabar, si Flauta virtuosa, tu primer CD en solitario, alcanzó un premio Cubadisco?
—Tienes toda la razón en eso; otras personas también me lo dicen. Debo volver a grabar y me esforzaré por hacer un tiempo. Tengo pensado hacer esta vez un disco que tenga su fuerte en el repertorio de nuestro continente, también con María del Henar Navarro, con quien trabajo hace ya 11 años.
—Con frecuencia tus créditos aparecen en producciones discográficas de renombrados músicos cubanos. ¿Qué te lleva a aceptar esos proyectos?
—He disfrutado y aprendido mucho con todas esas colaboraciones. Yo siempre encantada de que piensen en mí y de... ¡que se repita!
—¿Volverías a emprender una expedición por las prisiones cubanas?
—Lo volvería a hacer. Esta Expedición ha sido uno de los proyectos más emocionantes en los que he participado. Me dio la posibilidad de comprobar cuán fundamental puede ser el arte para el ser humano, cuánto mejora. Es poco todo lo que se pueda hacer para que la cultura sea, más que una necesidad, un derecho que contribuya a mejorarnos por dentro y por fuera. Además, vivo con el orgullo de haber sido parte de un cálido grupo de hermanos y hermanas expedicionarios.
—Se habla de un próximo concierto tuyo con Solistas de La Habana y luego con la Orquesta Sinfónica Nacional. ¿Qué nos puedes adelantar de esas presentaciones?
—Bueno el Concierto con Solistas será en noviembre con música del maestro Leo Brouwer. El concierto con la Sinfónica será el día 21 de septiembre y tocaré el Concierto para flauta y orquesta; de Carl Reinecke, bajo la dirección de la maestra colombiana Cecilia Espinosa. Creo que es la primera vez que se tocará este concierto en Cuba y es una obra romántica, muy inspirada.
«También con el dúo Ondina (con María del Henar) tendremos varias presentaciones en lo que queda de año, la primera el día 30 de agosto en la Basílica Menor del Convento de San Francisco de Asís, con un repertorio de obras fundamentales del repertorio flautístico».
—¿Cómo se las arreglan la instrumentista virtuosa, la profesora, la esposa de Silvio y la mamá de Malva?
—Por suerte, en mi caso, ninguna de esas condiciones se contradice sino que conviven en perfecta armonía. Tengo total apoyo de mi familia y me siento muy afortunada de vivir cada día en un hogar lleno de amor y respeto. Eso facilita hasta las cosas más difíciles.
«Ser madre, esposa y parte de mi familia, es lo más importante de mi vida, porque es del ser humano que sale la música, eso es lo que me hace poder tocar la flauta. Somos, además, muy afortunados porque tenemos mucho trabajo que compartimos, y cuando no lo compartimos disfrutamos el trabajo ajeno como propio. Vivo con los pies en la tierra, lo que quiere decir que no soy ajena a problemas que nos conciernen a todos, pero en general me considero una persona feliz».
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