Prensa Latina/Agencias.
El Auditorio Nacional de México estrenó un concierto con la poesía cantada de Silvio Rodríguez y los versos leídos de Roberto Fernández Retamar.
En un dúo que ya se había conformado en La Habana, en mayo del presente año, los cubanos llegaron a la capital mexicana, acompañados también de la guitarra de Rachid López, para hacer vibrar y conmover al teatro ubicado sobre el Paseo de la Reforma. Alrededor de dos horas 15 minutos estuvieron los artistas en el escenario, interpretando Silvio 19 de sus canciones mas conocidas a pedido de un público que se negó a despedir a Silvio, a quien Rodríguez invito a que se sintieran cómodos, "como en la sala de una casa".
Alternando un poema del prestigioso intelectual, y una canción del autor de Ojalá, fluyó la primera hora y media de espectáculo. Luego de que Retamar se retirara, tras haber vuelto incluso para leer un poema más, Silvio fue ovacionado y tuvo que retornar al escenario una y otra vez.
De las obras leídas por el poeta, que más calaron en el público se cuentan Los Otros, Felices los normales, Aniversario, Con las mismas manos. Retamar remontó la historia familiar en sus versos y parte de la cubana.
Dedicó estrofas a Alejo Carpentier, reconocido escritor y ensayista cubano, a otra poeta, Sor Juana Inés de la Cruz, al argentino Jorge Luís Borges.
También Haydeé Santamaría fue homenajeada en sus versos, quien según recordó, fue fundadora y directora de la Casa de las Américas hasta el día de su muerte.
Fernández Retamar, como explicó Silvio, fue una influencia fundamental en sus composiciones. Hay varios casos en los que cuando hice canciones tomaba en cuenta versos de Fernández, cosa que se va
a notar, contó. Y pusieron un claro ejemplo: el poeta recitó Con las mismas manos de acariciarte: No hay momento/ en que no piense en ti./ Hoy quizás más,/ y mientras ayude a construir esta escuela/ con
las mismas manos de acariciarte.
Luego, Silvio entonó Te doy una canción, coreada por todos: Te doy una canción con mis dos manos, con las mismas de matar, te doy una canción y digo patria, y sigo hablando para ti. Te doy una canción como un disparo, como un libro, una palabra, una guerrilla, como doy el amor.
Amor de pareja y amor a lo que se hace en colectivo, asumiendo que una forma parte de la otra, que sin una no hay la otra. En muchas composiciones del trovador está presente esto. Y esa noche se vio que en la obra de Fernández Retamar también.
De esta manera, las canciones de Silvio, sobre todo las de finales de los años 60 y de los 70 del siglo pasado, han acompañado a generaciones (comenzó a componer hace 45 años) en el amor de pareja
y en el amor combativo, por un cambio social. Canciones como Ojalá, Playa Girón, Sueño con serpientes y Canción del elegido han formado parte de la rocola colectiva de la América Latina progresista y más allá de esas fronteras.
En tanto Silvio recorrió sus páginas musicales tocando temas tan conocidos Como Ala de colibrí, pequeña serenata diurna, gigante, en esto días, La gota de rocío, el Unicornio, Te amaré, Mujeres, Playa Girón, A donde van, Vivo en un país libre, Canción del elegido, Mujeres y por supuesto, Ojalá.
Los estribillos se escuchaban desde los palcos repletos del auditorio, cantados por cubanos, mexicanos y visitantes, que no pudieron resistir el atractivo de tal espectáculo.
El cantautor dedicó El dulce abismo, a los cinco cubanos presos en cárceles de Estados Unidos, a sus familiares y a todos los que han tenido que sufrir las maniobras del imperio.
Este 12 de septiembre se cumplieron 11 años desde que Gerardo Hernández, Ramón Labañino, Antonio Guerrero, Fernando Gonzáles y René González, sufren injustas condenadas en cárceles norteamericanas.
¡Viva Cuba!, se escuchó de vez en cuando, entre canciones y poemas.
Algunas composiciones de Silvio sonaban tan contemporáneas como cuando fueron escritas. En estos días, incluida en el disco Mujeres (1978), fue cantada por un mar de voces: En estos días hay poca absolución posible para el hombre/ para el feroz, la fiera que ruge y canta ciega/ ese animal remoto que devora y devora primaveras... ¡Ay!, de estos días terribles/ Asesinos del mundo.
Y a la vez, si un auditorio casi lleno es capaz de cantar algo con tanta ternura como La gota de rocío, o tan esperanzador como Pequeña serenata diurna: Soy feliz,/ soy un hombre feliz,/ y quiero que me perdonen/ por este día/ los muertos de mi felicidad, quizás el mundo no esté tan mal.
Luego de que Fernández Retamar recitó Aniversario, emotivo poema a 22 años de matrimonio, Rodríguez cantó Te amaré.
En lo que Silvio quizá pensó sería su última pieza, La canción de la trova, entonó: ...pues siempre que se cante con el corazón/ habrá un
sentido atento para la emoción de ver/ que la guitarra es la guitarra/ sin envejecer.
Cuando parecía que el concierto estaba llegando a su fin, aun se escuchó Sueño con serpientes, Expedición, entre otras más recientes y menos conocidas, pero igualmente acogidas con entusiasmo. El cierre estuvo protagonizado por Historia de la Sillay dejó a todos con esto: El que tenga una canción tendrá tormenta/ el que tenga compañía, soledad./ El que siga buen camino tendrá sillas/ peligrosas que lo inviten a parar./ Pero vale la canción buena tormenta/ y la compañía vale soledad/ siempre vale la agonía de la prisa/ aunque se llene de sillas la verdad. y un “Gracias México” de la boca del artista, que a todos dejó satisfecho.
Según dijo anteriormente el cantautor, el regreso a esta capital significa un rencuentro con personas, lugares y sentimientos entrañables. “Es como regresar a un jardín que hemos cuidado mucho”, expresó.
Adelantó que prevé presentar aquí próximamente el disco de canciones recientes Segunda Cita, realizado con un trío de jazz.
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