Por: Rafael Lam
Ediciones La memoria, del sello editorial del Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, publicará el libro Silvio, aprendiz de brujo, del licenciado y profesor mexicano Eduardo Valtierra.
El libro incluye una entrevista a Silvio, en septiembre de 1966, en la que el cantor habla de sus tres discos preferidos: “Esa es una selección muy difícil, porque uno tiende más bien a extraer canciones de los discos, pero los discos así, como cosa terminada…Creo que me quedaría con el primero que hice, Días y flores, por la frescura”.
Silvio recuerda que el disco Días y flores fue un verdadero quebradero de cabeza conformarlo porque hacía ocho años que componía canciones, tenía en sus alforjas cientos de composiciones y tuvo que elegir entre tantas creaciones especiales. Silvio presentó una especie de antología, con otras de más reciente factura como Sueño con serpientes.
Para remontarnos a esa etapa de 1969, en que se grabó el disco Días y flores, exactamente en abril de 1969, Silvio comienza a trabajar y estudiar dentro del Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC (GESI), dirigido por Leo Brouwer con profesores como Federico Smith y el propio Brouwer.
En la década de 1970 Silvio admiraba a Bob Dylan, Jean Ferrat, Paco Ibáñez, Michel Legrand, Los Beatles, Mozart y por supuesto a Cuba.
“En esa etapa –manifiesta Silvio: “Me vi obligado a organizar un poco mis ideas dispersas y, cosa fundamental, allí en el grupo ICAIC me enfrenté a la música técnicamente: allí estudié”.
Fue, sin dudas el gran momento de Silvio, no olvidemos que se etapa de máxima creatividad proviene del decenio 1966-1976, donde están sus canciones inolvidables, antológicas y clásicas.
Días y flores, de hecho contiene algunas de sus mejores creaciones: Pequeña serenata diurna que es una canción de la quintaesencia de Silvio; con sólo leer la primera línea de la composición, está dicho todo. La mágica melodía es de un lirismo asombroso, ello convierte a Pequeña serenata diurna como una de las canciones del siglo XX, es lo que pudiéramos llamar El Mediterráneo de Joan Manuel Serrat.
Sueño con serpientes es una rara canción de esas de las que Leo Brouwer diría que “solamente Silvio con su talento, su destreza y habilidad y su sensibilidad popular convierte en masiva".
Yo digo que las estrellas (1973) es una balada de Silvio que anda en la línea de la música del grupo Emerson Like and Palmer, en la vanguardia del rock de la década de 1970. Playa Girón, El Mayor, Como esperando abril, y Santiago de Chile son canciones eminentemente políticas, comprometidas con la eternidad, verdadero reflejo de aquellos años.
Silvio estuvo por primera vez en Santiago de Chile en 1972, en 1973 dan el golpe de estado a Salvador Allende, el trovador cubano compone rápidamente Santiago de Chile:
“Allí amé a una mujer terrible,/ llorando por el humo siempre eterno/. Allí tuve un odio una vergüenza, /niños mendigos de la madrugada./ y el deseo de cambiar cada cuerda/ por un saco de balas./ Esto no está muerto:/ no me lo mataron/ ni con la distancia/ ni con el vil soldado/.”
El segundo disco preferido de Silvio es Unicornio, un CD muy importante para su autor, en el sentido de la comunicación y del trabajo profesional, muy equilibrado y muy bien armado, debido –según Silvio- en gran medida al trabajo de producción de Frank Fernández.
Con relación a la canción preferida de Silvio, el trovador evade la pregunta y considera que es “la que voy a hacer”. Pero seguramente él sabe que Pequeña serenata diurna, es posiblemente su gran obra maestra, una miniatura llena de embrujo, de magia y leyenda. Su melodía y su encanto en la letra la convierten en una canción que desarma al oyente.
Indiscutiblemente que –como casi siempre sucede con los compositores- el primer disco de un autor, casi siempre es el mejor. Es la etapa de las primeras creaciones cuando se quiere decir al mundo muchas cosas acumuladas en años atrás. Generalmente el primer momento de creación es el de más frescura, espontaneidad y veracidad.
Precisamente lo más trabajado, reflexionado y perfeccionado no necesariamente es lo “mejor” o lo más triunfador. Ya en esa etapa comienza a faltar esa sinceridad tan necesaria para la creación. No olvidemos que la canción es la verdad de un sentimiento, plasmado en una obra de arte. A veces una canción muy bien facturada no tiene excelencia en la factura, ni la gracia en el contenido.
El propio Silvio dijo el 3 de enero de 1993 al Guille Vilar, en Radio Progreso: “Cuando logro conmoverme, ahí paro la grabación, no busco la perfección, por eso dejo algunas desafinaciones”.
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