4 de Junio : Carnegie Hall , New York
10 de Junio: Carnegie Hall , New York
12 de Junio: Oakland
17 de Junio: Gilbson Center , Los Angeles
19 de Junio: Constitution Hall, Washington , dc
21 de Junio: Chicago (Por confirmar)
"la cultura es el mejoramiento del ser humano" Email oficial de Silvio: ojala@cubarte.cult.cu Email de este Blog:tropandaluz@yahoo.es
lunes, mayo 31, 2010
lunes, mayo 24, 2010
Analisis de La resurreción
beto juarez Mañana, 12, mucha gente se apresta a celebrar no sé qué.
Cuesta creeer que haya quien celebre el mayor genocidio de la historia de la humanidad: 80 millones de niños, ancianos, hombres y mujeres.
80 millones a los que se les negaba hasta la condición humana. Ya que, como recordarán, hasta bien entrado el siglo 18, en las cortes europeas los teólogos seguían debatiendo si los nativos de las Américas tenían alma o si eran, simplemente, una suerte de monitos dotados del don del habla.
Ante todo eso, los representantes de los pueblos originarios han elegido recordar el 11 de Octubre como el día de la dignidad.
"¿Qué hubiéramos sido si hubiéramos podido ser?", pregunta Victor Heredia en la apertura de su Taki Ongoy.
Esa pregunta sigue soplando en el viento.
Jallalla, compañero Evo.
Con polvo del Arauco
con piedra del Azteca
con sangre del esclavo
es la resurrección.
Que enciende mariposas
y las arroja al viento
que da al volcán su coca
y al trueno su canción.
El sol ha sido izado
por sus primeros dueños
que aúllan despertando
por la convocación.
El polvo con el polvo
la piedra con la piedra
se juntan como rostros
y surge la ciudad.
La antigua cordillera
dibuja el sortilegio
y al viento va afilando
cantando libertad.
Retornan los guerreros
al grito de la tierra
de nuevo la leyenda
se hace realidad.
El polvo sin mentiras
de piedras con entrañas
sabiendo que la vida
es dura como es.
Los muertos no equivocan
su cita con el alba
los muertos tienen bocas
y corazón y pies.
Los muertos han llegado
el tiempo los convoca
los muertos son estrellas
que no tienen revés.
Estrena Blog

El cantautor Silvio Rodríguez acaba de estrenar su blog “Segunda Cita“, donde se presenta como “trovador, hijo de Dagoberto y Argelia, nacido el 29 de noviembre de 1946 en San Antonio de los Baños, Cuba”. Usted puede seguirlo también a través de su cuenta en Facebook o Twitter, registrándose directamente en el blog del trovador.
sábado, mayo 22, 2010
Cortina de Albahaca
Texto remitido por el autor después de que El País ignorase su publicación
Este texto fue enviado al director de El País el 15 de mayo, a las 11:37 de la mañana, con petición de ser publicado. El periódico madrileño no lo tuvo en consideración
Un grupo de artistas y escritores españoles ha lanzado una plataforma para democratizar a Cuba.
Y cuando un cubano opina diferente, decretan que sus argumentos son cortinas de humo de la dictadura que padece y lo comparan con los franquistas. Pero los dioses parecen haberles castigado. Porque, precisamente por haberse atrevido a investigar los crímenes del franquismo, el Consejo General del Poder Judicial acaba de suspender al juez Baltasar Garzón de la Audiencia Nacional de España. Esta sentencia es un golpe durísimo a una democracia desde la que se pretende juzgar o mandar a juzgar los supuestos defectos ajenos, pero ojo con quien toque a los propios.
El veto a Garzón, considerado un héroe, ocurre en el mismo país que hace pocos años dio al mundo una verdadera lección de democracia, al votar contra el partido gobernante que los metió en una guerra injusta, haciendo oídos sordos a enormes manifestaciones populares. Personalmente no me explico cómo estas personalidades han llegado a la conclusión de que la política hacia Cuba debe ser la del aislamiento y el bloqueo. Es como si desconocieran que hace medio siglo esa misma política no ha logrado mover ni un milímetro la determinación de la mayoría de los cubanos.
Por otra parte, los cubanos también queremos cambios, pero consensuados por nosotros. Esas transformaciones ocurrirán más temprano o más tarde y la única política capaz de acelerarlas es el fin del bloqueo. Todo lo que se nos haga con asedio y presiones no podremos considerarlo a nuestro favor, sino como un insulto a nuestra autodeterminación, una injerencia inadmisible en nuestras vidas. Tantas agresiones y amenazas nos han enseñado que la supervivencia pasa por una sociedad orgánica, íntegra, indivisible. Así hemos salido airosos de embates artificiales y naturales. Pero sabemos que somos el resultado de un apremio, por vivir acosados. No creemos en un gobierno centralizado para siempre. Más bien solemos verlo como un concepto de emergencia, un mal necesario que el camino de la emancipación nacional nos ha impuesto para sobrevivir. El fin del bloqueo nos despejará profundamente, creando condiciones para que avancemos también en el concepto democrático. Subrayo que no quiero decir que sólo sin el bloqueo seremos más democráticos, sino que estoy seguro de que así lo conseguiremos más pronto.
La flamante plataforma propone aislar aún más a Cuba y agravar nuestra ya precaria economía. Pretende convencer al mundo de que la asfixia resolverá nuestros problemas. Su hipotético éxito significaría mucho más sufrimiento para nuestro pueblo, que lleva medio siglo enfrentando todo tipo de dificultades. Nuestra larga experiencia en “propuestas” foráneas nos dice que esta acción no es más que un nuevo artilugio para obligarnos a hacer lo que otros consideran que debemos hacer. Partiendo de que se trata de personas bien intencionadas, no sé cómo no entienden la ofensa de pretender que nos volvamos como ellos, con las reservas que despiertan esas democracias de banqueros ladrones y ejércitos ocupantes. Para colmo, cuando respondemos que no estamos de acuerdo, pretenden negarnos el derecho a que se nos escuche, porque todo lo que no razone como ellos ―dicen― viene contaminado de dictadura.
Capitaneados por un gran escritor peruano con un largo historial reaccionario, ciertos intelectuales españoles han decidido gastar más horas elucubrando cómo hacernos daño que investigando hasta qué punto viven en una democracia. Algunos parecen más preocupados por Orlando Zapata ―un hombre que tuvo el valor de escoger su propia muerte y enfrentarla―, que de los más de cien mil españoles asesinados en la era de Franco. Es triste ver lo poco que les interesa profundizar en la realidad cubana, cuando sus conclusiones son las mismas que las de los peores enemigos de nuestra dignidad. Por eso acabo admitiendo que esta página efectivamente es una cortina, no de humo pero sí de albahaca, contra la fetidez de su pretendida salvación.
Este texto fue enviado al director de El País el 15 de mayo, a las 11:37 de la mañana, con petición de ser publicado. El periódico madrileño no lo tuvo en consideración
Un grupo de artistas y escritores españoles ha lanzado una plataforma para democratizar a Cuba.
El veto a Garzón, considerado un héroe, ocurre en el mismo país que hace pocos años dio al mundo una verdadera lección de democracia, al votar contra el partido gobernante que los metió en una guerra injusta, haciendo oídos sordos a enormes manifestaciones populares. Personalmente no me explico cómo estas personalidades han llegado a la conclusión de que la política hacia Cuba debe ser la del aislamiento y el bloqueo. Es como si desconocieran que hace medio siglo esa misma política no ha logrado mover ni un milímetro la determinación de la mayoría de los cubanos.
Por otra parte, los cubanos también queremos cambios, pero consensuados por nosotros. Esas transformaciones ocurrirán más temprano o más tarde y la única política capaz de acelerarlas es el fin del bloqueo. Todo lo que se nos haga con asedio y presiones no podremos considerarlo a nuestro favor, sino como un insulto a nuestra autodeterminación, una injerencia inadmisible en nuestras vidas. Tantas agresiones y amenazas nos han enseñado que la supervivencia pasa por una sociedad orgánica, íntegra, indivisible. Así hemos salido airosos de embates artificiales y naturales. Pero sabemos que somos el resultado de un apremio, por vivir acosados. No creemos en un gobierno centralizado para siempre. Más bien solemos verlo como un concepto de emergencia, un mal necesario que el camino de la emancipación nacional nos ha impuesto para sobrevivir. El fin del bloqueo nos despejará profundamente, creando condiciones para que avancemos también en el concepto democrático. Subrayo que no quiero decir que sólo sin el bloqueo seremos más democráticos, sino que estoy seguro de que así lo conseguiremos más pronto.
La flamante plataforma propone aislar aún más a Cuba y agravar nuestra ya precaria economía. Pretende convencer al mundo de que la asfixia resolverá nuestros problemas. Su hipotético éxito significaría mucho más sufrimiento para nuestro pueblo, que lleva medio siglo enfrentando todo tipo de dificultades. Nuestra larga experiencia en “propuestas” foráneas nos dice que esta acción no es más que un nuevo artilugio para obligarnos a hacer lo que otros consideran que debemos hacer. Partiendo de que se trata de personas bien intencionadas, no sé cómo no entienden la ofensa de pretender que nos volvamos como ellos, con las reservas que despiertan esas democracias de banqueros ladrones y ejércitos ocupantes. Para colmo, cuando respondemos que no estamos de acuerdo, pretenden negarnos el derecho a que se nos escuche, porque todo lo que no razone como ellos ―dicen― viene contaminado de dictadura.
Capitaneados por un gran escritor peruano con un largo historial reaccionario, ciertos intelectuales españoles han decidido gastar más horas elucubrando cómo hacernos daño que investigando hasta qué punto viven en una democracia. Algunos parecen más preocupados por Orlando Zapata ―un hombre que tuvo el valor de escoger su propia muerte y enfrentarla―, que de los más de cien mil españoles asesinados en la era de Franco. Es triste ver lo poco que les interesa profundizar en la realidad cubana, cuando sus conclusiones son las mismas que las de los peores enemigos de nuestra dignidad. Por eso acabo admitiendo que esta página efectivamente es una cortina, no de humo pero sí de albahaca, contra la fetidez de su pretendida salvación.
martes, mayo 18, 2010
Son los mismos sinvergüenzas de hace cincuenta años
El cantautor cubano se refiere a quienes controlan la información mediática globalizada y satanizan a Cuba. Silvio plantea una encendida defensa de la Revolución, con una mirada crítica hacia temas concretos.
“Hay que superar la lógica de la Guerra Fría”, señala.
Por Karina Micheletto
No parece precisamente cómodo el lugar de Silvio Rodríguez: si lleva consigo el peso de los símbolos, si su solo nombre remite a una época y a una forma posible de canción –que fue posible también por una época–, el paso del tiempo lo ha enfrentado al reto de seguir perfeccionando el oficio de trovador. La forma en que ha salido airoso de tamaño desafío se escucha en Segunda cita, el trabajo que acaba de presentar. Un disco hecho de canciones bellas, potentes, que ganan musicalmente en el despojo acústico del trío jazzero que el cubano propone esta vez para acompañarlo.
“No podemos ser prisioneros eternos de nuestro pasado, porque hay más mañana que ayer esperándonos”, dice Silvio Rodríguez en la entrevista que concede a Página/12 a través del mail, la forma que ha elegido en los últimos años –en los que también son contados sus conciertos– para hablar de sus nuevos discos, de sí mismo y, sobre todo, de su país. Lo que dice con poesía, pero también con claridad, lo dice justamente por Cuba, y su posición tampoco es cómoda: su amorosa y encendida defensa implica a la vez una mirada crítica hacia temas concretos. En su nuevo disco también sienta postura en temas como “Sea señora”, “un voto a la evolución política de Cuba”, según define: “A desencanto, opóngase deseo. Superen la erre de revolución, restauren lo decrépito que veo, pero déjenme el brazo de Maceo y, para conducirlo, su razón”, pide allí.
Otro tema del disco, “Tonada del albedrío”, resuena en especial por estos días, en estas tierras. “Dijo Guevara el humano que ningún intelectual debe ser asalariado del pensamiento oficial. Debe dar tristeza y frío ser un hombre artificial, cabeza sin albedrío, corazón condicional”, canta allí el trovador, y en el booklet explica que los versos fueron inspirados por el pensamiento oficial que imponen diariamente, de múltiples maneras, las empresas de comunicación. De esos “dueños de la llamada Gran Prensa” habla también el cubano en la entrevista, “los mismos sinvergüenzas que
hace 50 años nos tienen bloqueados de todo, menos de su sacrosanta información”.
Entre la balada, el bolero, el danzón, el son y el jazz –entre esas potentes marcas musicales de Cuba–, Silvio avanza en las historias y tomas de postura de esta Segunda cita. “Pero déjeme comenzar nombrando a los buenos músicos que me acompañan: Roberto Carcassés al piano, Oliver Valdés en la batería y Feliciano Arango en el contrabajo”, arranca el cubano la entrevista, consultado sobre ese abordaje musical, marcando la importancia del sonido logrado por ese abordaje musical, marcando la importancia del sonido logrado por ese trío de jazz que se luce en el disco.
–En este disco se escucha una influencia general más jazzera, desde la participación de músicos de este género hasta los arreglos de los temas presentados en formato de trío acústico. ¿Por qué buscó este sonido?
–El trío de jazz, por su intimidad acústica, me parecía el escalón superior inmediato a la soledad trovadoresca. Es un formato idóneo para presentar las canciones casi como vinieron al mundo, sólo arropadas por vaporosos tules. Siempre me he sentido muy atraído por la voluptuosidad de ese sonido. Y creo que Segunda cita demuestra que es un sonido que se puede expresar con lo que hago.
–Esta Segunda cita aparece después de Cita con ángeles (el disco que grabó en 2003), y esta vez invita a todos los seres humanos a pensarse ellos mismos como querubines, no necesariamente todopoderosos. Desde los nombres de los discos, también desde el arte de tapa, plantea una continuidad. ¿Por qué apareció esto?
–Cuando estaba lanzando Cita con ángeles, que fue un disco motivado por la agresión a Irak, sabía que era muy probable que una Segunda cita estuviera en camino. Era hasta cierto punto lógico que, después de aquella aventura universal, regresara al terruño en los mismos términos de indagación. O al menos por ahí se me fue la inspiración y una vez más he tratado de cumplir con ella.
–En el disco usted dice que la canción “Tonada del albedrío” tomó forma a partir de tergiversaciones mediáticas alrededor de la figura del Che. ¿Podría contar más sobre esas “noticias” que dispararon esta canción?
–No fueron noticias. En los últimos años hay más bien un empeño sistemático en descalificar los símbolos revolucionarios, entre ellos el ejemplo de altruismo del Che. Les molesta que ese hombre haya llegado a ser un icono de los jóvenes del mundo. Empezaron a decir que su imagen se comercializaba, siendo, como fue, un anticapitalista.
Precisamente porque lo mató el capitalismo es por lo que ha surgido la leyenda y la contradicción de que su imagen sea vendida. Si el Che hubiera ganado su lucha, no habría tenido sentido usarlo así, él tampoco lo habría permitido. Hoy algunos se dedican a tratar de minar su memoria con mentiras grotescas. Me fui dando cuenta de que no era casual y me dije: aquí les va una más. Tomé frases textuales y las reuní en un contexto diáfano. Por yo vivir en un país socialista subrayé su idea de que el socialismo no necesitaba intelectuales asalariados al pensamiento oficial.
Yo había jugueteado con algo parecido hacía tiempo, cuando canté “Yo te quiero libre / como te viví / libre de otras penas / y libre de mí”.
–“Los que gobiernan la información mediática trazan paisajes ideológicos”, dice usted en las notas del disco. La sanción de una nueva ley de medios, a lo que se agregó la investigación sobre las adopciones realizadas durante la dictadura por Ernestina Herrera de Noble, abrió el debate sobre el tema en la Argentina. ¿Está al tanto de esta situación?
–No conozco lo de la ley de medios, pero sí la larga y dolorosa lucha de las Abuelas de la Plaza de Mayo, reclamando saber la suerte de sus seres queridos. Supongo que para algunos enfrentar lo que pasó debe ser angustioso; pero muchos otros llevan décadas viviendo en una pesadilla de ausencias y preguntas. Me parece que todas esas interrogaciones merecen sin falta su respuesta.
–Recientemente un cable de noticias informó que Pablo Milanés, consultado sobre la huelga de hambre de Guillermo Fariñas Hernández, ha expresado su de-sacuerdo con la actitud del gobierno de Cuba hacia los disidentes. ¿Cuál es su posición?
–Si estuviera en mis manos, yo habría amnistiado a esos cien presos que algunos llaman “de conciencia”. Creo que hay que superar la lógica de la Guerra Fría y que nuestra política no debería articularse con la política de nadie. No me importaría que dijeran que los liberé por presión. Yo sabría que lo hice porque hay que cambiar la vieja lógica, porque no podemos ser prisioneros eternos de nuestro pasado, porque hay más mañana que ayer esperándonos. Por otro lado, nuestra prensa –inicialmente por causas de defensa– se acostumbró a ser muy recatada y triunfalista.
Hemos criticado mucho eso, pero hasta ahora no ha aparecido la voluntad de superarlo. Mi posición es que todos tengamos derecho a la información, a crearnos una opinión personal de cada cosa y a comentar lo que sea, sin limitaciones. Como usted comprenderá, soy bastante idealista, porque lo que uno lee, aunque lo haga críticamente, tiende a influir. Y en la información no sólo pesa la calidad, sino también la cantidad.
–Volvemos entonces a la pregunta anterior, y a su “Tonada del albedrío”...
–Si, como dice Chomsky, la mayoría de la información que circula en el mundo la maneja la derecha, ya podrá usted imaginar lo que constantemente cae sobre Cuba. O sea que la isla lo tiene difícil porque, a pesar de sufrir la satanización, tiene el sagrado deber de no negarle su derecho a nadie. Ante este dilema, ¿hay que racionalizar la información? ¿Hay que dosificarla? ¿Censurarla? Australia acaba de decirle a Google que ella tiene derecho a escoger lo que se lea en su territorio.
Creo que sólo Google protestó; el resto del mundo no le hizo el más mínimo caso a la
noticia. Sin embargo, si China dice lo mismo que Australia, se dedican semanas a despedazar el antidemocrático Partido Comunista Chino. No me estoy posicionando: estoy expresando una verdad elemental de nuestros días. Y además quiero decir que a cada instante se habla peor de Cuba, la mayoría de las veces sin fundamentos, sólo porque lo desean los que pagan, los dueños de la llamada Gran Prensa y del 90 por ciento de Internet; los mismos sinvergüenzas que hace 50 años nos tienen bloqueados de todo, menos de su sacrosanta información. Usted no me lo ha preguntado, pero deseo que sepa que en el reciente curso escolar sólo se han podido admitir dos
estudiantes de piano en cada conservatorio cubano. No hace muchos años podía entrar una docena de niños. He aquí una “gloriosa hazaña” de ese bloqueo que muchos aplauden.
–¿Cómo hizo todos estos años para conjugar su trabajo de músico y el de diputado? Disculpe si caigo en una pregunta repetida, es que desde aquí su doble profesión se ve como una conjunción extraña, casi un oxímoron...
–Hace ya dos años que no soy diputado. Lo fui durante quince años por votación popular, no porque me haya postulado. En Cuba hay pocos diputados profesionales. La mayoría de la Asamblea está compuesta por trabajadores de los diferentes sectores y se concurre a las reuniones ordinarias dos veces al año. En cualquier caso, mientras lo fui, no hubo contradicción profesional entre el diputado y el músico, porque se entendía que mi trabajo me llevaba constantemente de un lugar a otro.
–“Cuando tenía veinte años estaba seguro de que la poesía podía salvar el mundo”, recuerda usted en el prólogo del Cancionero editado el año pasado. A los 63 años, ¿cuál es el poder que le asigna a la poesía?
–La poesía es revelación; contribuye al saber, al mejoramiento espiritual y por ende incluso al bie-nestar físico. Es lo que creo.
–Su proyecto “Expedición al centro del hombre” lo llevó por las cárceles de Cuba. ¿En qué medida lo enriqueció a usted mismo? ¿Piensa repetir la experiencia?
–En el 2008 participamos pintores, cineastas, escritores, poetas y músicos de varias especialidades. Una de las cosas más lindas era la participación artística de los presos; ellos tienen un fuerte movimiento de aficionados.
Siempre terminábamos cantando juntos porque en muchas cárceles hay muy buenos grupos musicales. Estuvimos en 16 prisiones, ante unos 40 mil reclusos. Después vi que en España estaban haciéndolo con la ópera y me pareció tan hermoso que pensé en algo parecido en Cuba, quizá con música de cámara y –¿por qué no?– también sinfónica. Pero ese sueño tendrá que esperar. En las condiciones económicas actuales, lo veo difícil.
–Ha dicho que no piensa cantar durante mucho tiempo más, pero también ha hecho público su deseo de actuar en el Colón. ¿Sigue en pie?
–Lo del Colón fue postergado porque lo estaban reparando, ahora no sé cómo andará...
–Si pudiera saber cuáles van a ser los últimos años de su vida, ¿cómo losplanearía?
–Haría cosas, por supuesto; trataría de realizar algunos sueños. Pero creo ue la mayor parte del tiempo lo pasaría con mi familia.
“Hay que superar la lógica de la Guerra Fría”, señala.
Por Karina Micheletto
“No podemos ser prisioneros eternos de nuestro pasado, porque hay más mañana que ayer esperándonos”, dice Silvio Rodríguez en la entrevista que concede a Página/12 a través del mail, la forma que ha elegido en los últimos años –en los que también son contados sus conciertos– para hablar de sus nuevos discos, de sí mismo y, sobre todo, de su país. Lo que dice con poesía, pero también con claridad, lo dice justamente por Cuba, y su posición tampoco es cómoda: su amorosa y encendida defensa implica a la vez una mirada crítica hacia temas concretos. En su nuevo disco también sienta postura en temas como “Sea señora”, “un voto a la evolución política de Cuba”, según define: “A desencanto, opóngase deseo. Superen la erre de revolución, restauren lo decrépito que veo, pero déjenme el brazo de Maceo y, para conducirlo, su razón”, pide allí.
Otro tema del disco, “Tonada del albedrío”, resuena en especial por estos días, en estas tierras. “Dijo Guevara el humano que ningún intelectual debe ser asalariado del pensamiento oficial. Debe dar tristeza y frío ser un hombre artificial, cabeza sin albedrío, corazón condicional”, canta allí el trovador, y en el booklet explica que los versos fueron inspirados por el pensamiento oficial que imponen diariamente, de múltiples maneras, las empresas de comunicación. De esos “dueños de la llamada Gran Prensa” habla también el cubano en la entrevista, “los mismos sinvergüenzas que
hace 50 años nos tienen bloqueados de todo, menos de su sacrosanta información”.
Entre la balada, el bolero, el danzón, el son y el jazz –entre esas potentes marcas musicales de Cuba–, Silvio avanza en las historias y tomas de postura de esta Segunda cita. “Pero déjeme comenzar nombrando a los buenos músicos que me acompañan: Roberto Carcassés al piano, Oliver Valdés en la batería y Feliciano Arango en el contrabajo”, arranca el cubano la entrevista, consultado sobre ese abordaje musical, marcando la importancia del sonido logrado por ese abordaje musical, marcando la importancia del sonido logrado por ese trío de jazz que se luce en el disco.
–En este disco se escucha una influencia general más jazzera, desde la participación de músicos de este género hasta los arreglos de los temas presentados en formato de trío acústico. ¿Por qué buscó este sonido?
–El trío de jazz, por su intimidad acústica, me parecía el escalón superior inmediato a la soledad trovadoresca. Es un formato idóneo para presentar las canciones casi como vinieron al mundo, sólo arropadas por vaporosos tules. Siempre me he sentido muy atraído por la voluptuosidad de ese sonido. Y creo que Segunda cita demuestra que es un sonido que se puede expresar con lo que hago.
–Esta Segunda cita aparece después de Cita con ángeles (el disco que grabó en 2003), y esta vez invita a todos los seres humanos a pensarse ellos mismos como querubines, no necesariamente todopoderosos. Desde los nombres de los discos, también desde el arte de tapa, plantea una continuidad. ¿Por qué apareció esto?
–Cuando estaba lanzando Cita con ángeles, que fue un disco motivado por la agresión a Irak, sabía que era muy probable que una Segunda cita estuviera en camino. Era hasta cierto punto lógico que, después de aquella aventura universal, regresara al terruño en los mismos términos de indagación. O al menos por ahí se me fue la inspiración y una vez más he tratado de cumplir con ella.
–En el disco usted dice que la canción “Tonada del albedrío” tomó forma a partir de tergiversaciones mediáticas alrededor de la figura del Che. ¿Podría contar más sobre esas “noticias” que dispararon esta canción?
–No fueron noticias. En los últimos años hay más bien un empeño sistemático en descalificar los símbolos revolucionarios, entre ellos el ejemplo de altruismo del Che. Les molesta que ese hombre haya llegado a ser un icono de los jóvenes del mundo. Empezaron a decir que su imagen se comercializaba, siendo, como fue, un anticapitalista.
Precisamente porque lo mató el capitalismo es por lo que ha surgido la leyenda y la contradicción de que su imagen sea vendida. Si el Che hubiera ganado su lucha, no habría tenido sentido usarlo así, él tampoco lo habría permitido. Hoy algunos se dedican a tratar de minar su memoria con mentiras grotescas. Me fui dando cuenta de que no era casual y me dije: aquí les va una más. Tomé frases textuales y las reuní en un contexto diáfano. Por yo vivir en un país socialista subrayé su idea de que el socialismo no necesitaba intelectuales asalariados al pensamiento oficial.
Yo había jugueteado con algo parecido hacía tiempo, cuando canté “Yo te quiero libre / como te viví / libre de otras penas / y libre de mí”.
–“Los que gobiernan la información mediática trazan paisajes ideológicos”, dice usted en las notas del disco. La sanción de una nueva ley de medios, a lo que se agregó la investigación sobre las adopciones realizadas durante la dictadura por Ernestina Herrera de Noble, abrió el debate sobre el tema en la Argentina. ¿Está al tanto de esta situación?
–No conozco lo de la ley de medios, pero sí la larga y dolorosa lucha de las Abuelas de la Plaza de Mayo, reclamando saber la suerte de sus seres queridos. Supongo que para algunos enfrentar lo que pasó debe ser angustioso; pero muchos otros llevan décadas viviendo en una pesadilla de ausencias y preguntas. Me parece que todas esas interrogaciones merecen sin falta su respuesta.
–Recientemente un cable de noticias informó que Pablo Milanés, consultado sobre la huelga de hambre de Guillermo Fariñas Hernández, ha expresado su de-sacuerdo con la actitud del gobierno de Cuba hacia los disidentes. ¿Cuál es su posición?
–Si estuviera en mis manos, yo habría amnistiado a esos cien presos que algunos llaman “de conciencia”. Creo que hay que superar la lógica de la Guerra Fría y que nuestra política no debería articularse con la política de nadie. No me importaría que dijeran que los liberé por presión. Yo sabría que lo hice porque hay que cambiar la vieja lógica, porque no podemos ser prisioneros eternos de nuestro pasado, porque hay más mañana que ayer esperándonos. Por otro lado, nuestra prensa –inicialmente por causas de defensa– se acostumbró a ser muy recatada y triunfalista.
Hemos criticado mucho eso, pero hasta ahora no ha aparecido la voluntad de superarlo. Mi posición es que todos tengamos derecho a la información, a crearnos una opinión personal de cada cosa y a comentar lo que sea, sin limitaciones. Como usted comprenderá, soy bastante idealista, porque lo que uno lee, aunque lo haga críticamente, tiende a influir. Y en la información no sólo pesa la calidad, sino también la cantidad.
–Volvemos entonces a la pregunta anterior, y a su “Tonada del albedrío”...
–Si, como dice Chomsky, la mayoría de la información que circula en el mundo la maneja la derecha, ya podrá usted imaginar lo que constantemente cae sobre Cuba. O sea que la isla lo tiene difícil porque, a pesar de sufrir la satanización, tiene el sagrado deber de no negarle su derecho a nadie. Ante este dilema, ¿hay que racionalizar la información? ¿Hay que dosificarla? ¿Censurarla? Australia acaba de decirle a Google que ella tiene derecho a escoger lo que se lea en su territorio.
Creo que sólo Google protestó; el resto del mundo no le hizo el más mínimo caso a la
noticia. Sin embargo, si China dice lo mismo que Australia, se dedican semanas a despedazar el antidemocrático Partido Comunista Chino. No me estoy posicionando: estoy expresando una verdad elemental de nuestros días. Y además quiero decir que a cada instante se habla peor de Cuba, la mayoría de las veces sin fundamentos, sólo porque lo desean los que pagan, los dueños de la llamada Gran Prensa y del 90 por ciento de Internet; los mismos sinvergüenzas que hace 50 años nos tienen bloqueados de todo, menos de su sacrosanta información. Usted no me lo ha preguntado, pero deseo que sepa que en el reciente curso escolar sólo se han podido admitir dos
estudiantes de piano en cada conservatorio cubano. No hace muchos años podía entrar una docena de niños. He aquí una “gloriosa hazaña” de ese bloqueo que muchos aplauden.
–¿Cómo hizo todos estos años para conjugar su trabajo de músico y el de diputado? Disculpe si caigo en una pregunta repetida, es que desde aquí su doble profesión se ve como una conjunción extraña, casi un oxímoron...
–Hace ya dos años que no soy diputado. Lo fui durante quince años por votación popular, no porque me haya postulado. En Cuba hay pocos diputados profesionales. La mayoría de la Asamblea está compuesta por trabajadores de los diferentes sectores y se concurre a las reuniones ordinarias dos veces al año. En cualquier caso, mientras lo fui, no hubo contradicción profesional entre el diputado y el músico, porque se entendía que mi trabajo me llevaba constantemente de un lugar a otro.
–“Cuando tenía veinte años estaba seguro de que la poesía podía salvar el mundo”, recuerda usted en el prólogo del Cancionero editado el año pasado. A los 63 años, ¿cuál es el poder que le asigna a la poesía?
–La poesía es revelación; contribuye al saber, al mejoramiento espiritual y por ende incluso al bie-nestar físico. Es lo que creo.
–Su proyecto “Expedición al centro del hombre” lo llevó por las cárceles de Cuba. ¿En qué medida lo enriqueció a usted mismo? ¿Piensa repetir la experiencia?
–En el 2008 participamos pintores, cineastas, escritores, poetas y músicos de varias especialidades. Una de las cosas más lindas era la participación artística de los presos; ellos tienen un fuerte movimiento de aficionados.
Siempre terminábamos cantando juntos porque en muchas cárceles hay muy buenos grupos musicales. Estuvimos en 16 prisiones, ante unos 40 mil reclusos. Después vi que en España estaban haciéndolo con la ópera y me pareció tan hermoso que pensé en algo parecido en Cuba, quizá con música de cámara y –¿por qué no?– también sinfónica. Pero ese sueño tendrá que esperar. En las condiciones económicas actuales, lo veo difícil.
–Ha dicho que no piensa cantar durante mucho tiempo más, pero también ha hecho público su deseo de actuar en el Colón. ¿Sigue en pie?
–Lo del Colón fue postergado porque lo estaban reparando, ahora no sé cómo andará...
–Si pudiera saber cuáles van a ser los últimos años de su vida, ¿cómo losplanearía?
–Haría cosas, por supuesto; trataría de realizar algunos sueños. Pero creo ue la mayor parte del tiempo lo pasaría con mi familia.
Atrevete Carlos Alberto-II
9 Abril 2010
La Habana, 9 de abril de 2010
Montaner:
Sé que, cuando Marx murió, Martí le dedicó algunas frases de homenaje, si mal no recuerdo “por haberse puesto de parte de los pobres”. Por favor, ilústrame y muéstrame las “críticas severas” del Apóstol al autor de El Capital.
Montaner:
Antes de la Revolución, la mayoría de los cubanos no podía ni soñar con tener casa propia. Mi familia entre ellos. El único inmueble que ahora mismo poseo es mi casa. Infórmate mejor, porque hasta el día de hoy no tengo propiedades o empresas en Cuba o en el extranjero.
Montaner:
En algunas entrevistas y canciones, a través de una trayectoria de más de 40 años, he señalado lo que he considerado criticable del proceso revolucionario. En otras he apoyado este proceso, sin caer jamás en el servilismo o el panfleto. No hay dualidad en esto. En ambas facetas soy el mismo cubano pretendiendo asistir a los suyos.
Montaner:
No me molesta un gobierno de ancianos. En muchas culturas antiguas tener edad, por la sensatez inmanente, era un requisito para gobernar.
Acuérdate de que tú también adquiriste tus “juicios morales, tu precepción de la realidad y de los conflictos sociales” hace medio siglo. No pretendas venderte como prospecto de la generación del dos mil, que no te queda bien.
Montaner:
Los fusilamientos se originaron en los primeros meses de la Revolución, contra criminales de guerra del batistato: torturadores y asesinos probados en los juicios que el pueblo de Cuba miró sobrecogido. La guerra despiadada que nos impuso la CIA obligó al gobierno a mantenerla como medida persuasiva. Con los años me he dado cuenta de que la pena de muerte es algo que debiera abolirse en todo el mundo, por incivilizada. Estoy convencido de que el cese de las hostilidades contra Cuba sería el
principio del fin de la pena de muerte en nuestra Patria.
Montaner:
La oposición, en las prisiones, enfrenta el mismo drama que en las calles: no tienen pueblo, sus posiciones los alejan de las masas. En el 2008 más de treinta artistas e intelectuales visitamos 16 prisiones y cantamos ante más de 40 mil reclusos. Los malos tratos que ustedes manifiestan no tienen nada que ver con la mucha preocupación que vimos en las autoridades carcelarias de todos los penales que visitamos. El mismo hecho de que exista un movimiento de aficionados tan poderoso en las prisiones cubanas contradice profundamente la versión que ustedes propagan.
Montaner:
No estoy de acuerdo con los actos de repudio, pero otros cubanos se indignan hasta el punto de cometerlos. Los cubanos de Miami hacen lo mismo. Debe ser la parte triste de nuestro karma. Encuentro lógico que las madres y esposas de los presos se preocupen por sus familiares y que lo manifiesten. No me parece muy honesto que reciban ayuda económica de otro gobierno y mucho menos de connotados terroristas, como parece ser el caso de ciertas señoras.
La censura, como en otros países, existe en Cuba. Y ahí donde estás ahora mismo, existe también, sobre todo para los que no piensan como tú.
Montaner:
Me parece que no te corresponde decir lo que recuerdan los angoleños. A mí me consta que recuerdan mucho y bien la desinteresada ayuda de los cubanos.
En Cuba nunca se ha usado una gota de combustible de Cabinda, donde estuve personalmente y vi caer a hombres extraordinarios, defendiendo ese petróleo para que una Angola soberana decidiera su suerte.
Montaner:
Si tanto deseas que Cuba sea mejor, cambia tu lógica y empieza a luchar contra el bloqueo. El bloqueo es genocida, inmoral, impresentable.
Mientras exista será la justificación para no bajar ni un ápice la tensión defensiva. Si quieres tanto a los somalíes, supongo que debes querer al menos igual a los niños cubanos. Pues bien: los niños cubanos, gracias al bloqueo, este año no podrán entrar masivamente a los conservatorios musicales. Y no me vayas a decir que el gobierno cubano se volvió loco y ahora quiere destruir lo que construyó. En tus manos queda hacer felices a cientos de miles de niños del país en que naciste.
Por eso, Montaner:
Lucha contra el bloqueo para que el talento que lleva 50 años floreciendo no se frustre.
Con probada vocación patriótica e internacionalista,
Silvio Rodríguez Domínguez.
PD: La todopoderosa “Gran Prensa” que te apoya ya empezó a publicar versiones convenientes de este careo. Sé demócrata cabal (y cívico) y
pídeles que muestren íntegras mis palabras.
Silvio,aprendiz de brujo
Por cortesía de Vivian Núñez, Editora Jefa de Ediciones La Memoria
Fotos: Richard
Ediciones La Memoria, sello editorial del Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, publicará en este año 2010 el libro Silvio, aprendiz de brujo, del mexicano Eduardo Valtierra, quien se hace llamar “Viejo Escaramujo”, expresión de hasta dónde asume las canciones y la vida del trovador.
Valtierra ha segui
do a Silvio —a su obra y a él mismo— desde la admiración y el respeto, y desde esos universos nos regala este libro, que nos permite seguir adentrándonos en la vida de alguien que ya marcó, para siempre, un antes y un después.
Nacido en el mismo año en el que triunfó la Revolución Cubana, Eduardo Valtierra estudió Licenciatura en Comunicación en la Universidad Iberoamericana, campus Ciudad de México, donde actualmente labora. Nos llega como autor con su sencillez de hombre feliz por haber logrado “sembrar dos hijas, escribir un árbol y gestar este libro”.
EV: En tus conciertos, en Internet, en programas de radio y en otros espacios, la mayoría de tu público es joven. ¿Pasa algo similar aquí en Cuba con tu público?
SR: No solo en Cuba. Asombrosamente, mi público siempre ha sido de jóvenes. Cuando empecé, lógicamente, yo también era un joven, y en la medida en que han pasado los años, es como si ese público se hubiera detenido; yo transcurro y el público no, el público sigue siendo preferentemente de adolescentes y jóvenes de veintitantos años. Eso me pasa en Cuba, en Argentina, en Chile, en España, en Colombia, en todas partes, y para mí es un milagro. Me lo han preguntado: “¿Por qué?”. No tengo una respuesta cer
tera, puedo hacer conjeturas, como cualquiera, y deduzco, en primer lugar, que he procurado no abandonar la infancia, pero parece también que la niñez ha procurado no abandonarme a mí. Y cuando te digo la niñez, te digo la juventud, la adolescencia, esa etapa de la vida en que uno mira asombrado al mundo y se hace preguntas.
Voy a morir como todo el mundo, pero creo que lo haré con los ojos muy abiertos y todavía haciéndome preguntas. Eso se debe, más que a una actitud, a una condición, a una característica, porque está más allá de lo que uno pretenda. Hay personas que somos así, que en eso no cambiamos nunca, y me tocó hacer canciones y me comunico a partir de ellas, por eso lo que hago le interesa a la gente, que casi siempre son jóvenes.
EV: ¿Y qué hay de esos jóvenes de tus inicios? ¿Dejaron de oírte? ¿Cambiaron sus gustos?
SR: No, no, no. Los de los inicios empiezan a oírme con nostalgia, pero los jóvenes no me oyen con nostalgia: me oyen bien, me oyen participando. Me pasa muchísimo que los hijos de compañeros de juventud ahora son los que van a los conciertos. Me lo encuentro cotidianamente, en todas partes.
EV: Tú eres el punto de encuentro de diversas generaciones.
SR: Pero siempre a través de los jóvenes, ¿no? Fíjate que son los jóvenes; volvemos a lo mismo, son niños o jóvenes...
(…)
EV: ¿Qué te hace sufrir más: hacer una canción o hacer un disco?
.bmp)
SR: Infinitamente más hacer un disco, porque es como hacer una gran canción; es como hacer una cantata. Hacer un disco es como hacer una cantata, o una película, o una obra de teatro, o como escribir un libro. Eso es un disco en definitiva, es una obra, sin que esto implique ninguna pretensión superficial, sino que, sencillamente, es una obra, es un compendio de cosas. Ese es tu libro, esa es tu exposición, ese es tu poemario.
EV: Alguna vez Víctor Casaus y Luis Rogelio Nogueras te preguntaron cuáles son tus canciones preferidas, con cuáles de ellas te ibas a una isla desierta. La misma pregunta pero a nivel de obra mayor, que serían los discos: ¿con cuáles tres discos te quedas?
SR: Bueno, esa es una pregunta muy difícil, porque uno tiende más bien a extraer canciones de los discos, pero los discos así, como cosa terminada... Creo que me quedaría con el primero que hice, Días y flor
es, por la frescura. Aunque fue un quebradero de cabeza hacerlo porque hacía ocho años que componía canciones, tenía cientos de canciones, ¡imagínate!, y tuve que escoger entre todo eso. Por eso incluí muchas canciones que no eran de ese momento, de 1975, que fue cuando lo grabé; incluí canciones de 1968, 1969, o sea, hice una especie de antología ahí, más dos o tres canciones que eran muy recientes, como “Sueño con serpientes”. En primer lugar, el disco Días y flores.
En segundo, en el sentido de la comunicación y del trabajo profesional, hay un disco que fue importante, que es Unicornio, un disco muy equilibrado y muy bien armado, y esto se debe en gran medida al trabajo de producción que hizo Frank Fernández.
Y como tercer disco no me queda más remedio que escoger Domínguez [risas]; no solo porque es el último; uno tiende a enamorarse de lo último que ha hecho o de lo que está haciendo, de lo que está amasándose. Muchas veces me preguntan cuál es mi canción preferida y digo “la que voy a hacer”, y no es por decir algo simpático, sino que en esa frase hay mucha sinceridad, pues siempre espero mucho más de mí, por lo que me exijo.
Ahora, te decía que el Domínguez, porque es un disco en el que he trabajado mucho tiempo: ocho meses desde que lo empecé a grabar, solo grabándolo ocho meses; dejándolo por momentos reposar, a veces un mes, a veces mes y medio; retomándolo y ya, dándolo por terminado porque o me hacía a la idea de que era una maqueta cuando lo terminé y comenzaba a grabar de nuevo, o lo dejaba así, porque realmente tiene mucho trabajo, el sonido del disco está muy trabajado. Es el primero que grabamos también aquí en Ojalá, o sea, que es un disco que he podido trabajar con mucha tranquilidad. Tranquilidad entre comillas porque por mucho tiempo que tengas, mentira, que tranquilo no lo haces: lo haces totalmente desesperado, lo haces totalmente estresado, totalmente angustiado. Todo eso quiere decir gozando [ríe].
EV: “El que tenga una canción tendrá tormentas”...
SR: Exacto. Todo eso quiere decir gozando, porque hacer el disco, después que uno tiene las canciones, o sea grabarlas, tratar de conseguir que en esa expresión esté lo que tú quieres decir, en la forma en que lo quieres decir, todo eso implica también un acto de creación. O sea, que uno termina de hacer las canciones no cuando les pone el punto final, sino realmente después de que las incluye en un disco y dice: “Así la dejo”». Ahí es cuando realmente uno termina una canción.
EV: Silvio, hemos mencionado a tu público. Creo que —como lo dijiste hace rato— son tus nietos, tus hermanos, tus padres, tus hijos multiplicados por todo el mundo, pero que, al mismo tiempo, te demandan, te exigen. En alguna canción dices que “hay tantas voces que nos llaman que no se oye nada”. ¿Llega a ser así para ti, muy asfixiante la demanda? ¿Es una gran carga esta responsabilidad de que el público te pide “Ven a México”, “Ven a Lima”?
SR: Eso tiene varias respuestas. Una depende de las canciones y depende del momento en que hayan sido hechas, porque eso ha pasado por distintos grados; el sentir de ese reclamo, que en algún momento pueda llegar a agobiar. Cuando empecé a cantar, el reclamo ya estaba dado en gran medida por conflictos generacionales, por problemas de mi entorno, por la forma en que se insertaba nuestra canción en la realidad cubana, o sea, de qué manera, entre amorosa y combativa, surgía nuestra canción, porque era parte de toda esa efervescencia de la época, ¿no? En esos momentos sí hubo instantes de angustia y son en los momentos en que hago canciones como esa, que es “Hallazgo de las piedras”, y que sí, realmente hubo momentos en que no entendía nada —y lo confieso con toda sinceridad—, y era una forma de decir: “hay tantos gritos que no oigo, no escucho”.
Había una respuesta demasiado violenta, y pasó mucho tiempo para que empezara a comprender por qué se daba esa respuesta, porque en un principio no lo entendía, incluso rechazaba un poco todo aquello. Otra canción en la que menciono eso es en “Debo partirme en dos”: Unos dicen que aquí, otros dicen que allá. Pero eso es una cosa que de cierta forma siempre nos ha perseguido, sobre todo cuando lo que uno plantea son ideas que conmueven, que inquietan y movilizan a otras personas. La relación que se da con el público no es para nada pasiva, es una relación de amor-odio, muy violento a veces, y que uno la padece y la goza. Quizás con los años uno se va volviendo como que más filosófico, se va acostumbrando también a ciertas reacciones. Y no es que uno se insensibilice, sino que pasa tantas veces lo mismo que uno aprende a manejar un poco la situación.
(…)
EV: El “Detalle de mujer con sombrero”, ¿es la historia de la humanidad?
SR: Es la historia del universo, es como el Big-Bang o algo así, es la historia de la humanidad, del cosmos, del mundo. Hablando en lenguaje cinematográfico o fotográfico, es una especie de zoom-in o “acercamiento”, que va desde la creación del universo [truena los dedos] hasta la particularidad de dos seres que se encuentran y lo que les sucede.
EV: A propósito del “Óleo...”, a la gente le gusta tu interpretación en la guitarra, y se hace otra pregunta que te doy textualmente. Un español preguntó: “¿Qué puñetas hace Silvio con la mano derecha?”, y otro le contestó: “Ese es uno de los grandes misterios de la humanidad” [carcajadas]. La gente no solo te oye, te canta, también trata de interpretarte con la guitarra, y en esto todos coincidimos: nadie como tú para interpretar tus canciones acompañadas con tu guitarra.
SR: Martha Valdés, una compositora muy admirada, importante y muy talentosa, escribió una vez algo sobre mi mano derecha. Ella plantea que la etapa anterior de la trova, que era el filin, se destaca mucho por las armonías, por tener una mano izquierda muy pródiga, o por componer armonías muy complejas, más bien impresionistas, con un sentido armónico muy amplio, con oncenas, trecenas, novenas y todo ese tipo de cosas; pero la mano derecha del filin es muy estática, tiene un mismo ritmo siempre, cae sobre los tiempos fuertes. La trova tradicional cubana tenía muy buena mano derecha, y pienso que a mí me viene por allí, de escuchar mucha música trovadoresca y otra música que quería imitar. Ahora, lo que sí te garantizo es que puede haber una mano derecha muy buena, pero si no hay mano izquierda, no puedes hacer nada. La mano izquierda también es importante.
EV: ¿Tú qué haces para mantener el dominio del instrumento? ¿Practicas todos los días?
SR: Compongo improvisando, o sea, tocando la guitarra y sacándole sonidos, jugando con ella. Hubo épocas en que tocaba no todos los días, sino a todas horas; pero ya, en los últimos años, realmente no lo hago diario, pero sí, de vez en cuando tomo la guitarra. A veces hay periodos alarmantemente largos en que no toco la guitarra. Entonces, cuando se me acercan tiempos de conciertos y esas cosas, pues ahí, con mucha prisa la retomo y trato de ponerme al día; pero no es igual porque, como todos los instrumentos musicales, hay que estar encima de ellos; hay que quererlos mucho, hay que pasarles mucho la mano, darles muchos cariñitos para que te quieran y te respondan.
EV: ¿Qué es para ti la guitarra: un escudo o un arma?
SR: Es una lucha, es un amor porque, en realidad, mis armas y mis escudos están dentro de mí. Mi guitarra es un amor, porque es como un puente. Es como quien te presta un servicio completamente desinteresado pero que, mientras más solícito y atento tú seas con ella, pues mejor servicio te presta, ¿te das cuenta? Entonces, por eso te digo que es un amor. Si alguien merece amor es la guitarra, porque es muy generosa.
EV: Pero también es muy exigente.
SR: Absolutamente. Es muy exigente, como todos los amores.
EV: ¿Quién es más exigente: la mujer o la guitarra?
SR: Yo diría que fifty-fifty [risas], aparte de que no creo que haya mucha diferencia: te suenan según las quieras.
EV:¿Te has separado o divorciado de alguna guitarra? ¿Has tenido problemas, broncas, conflictos, enamoramientos a primera vista con alguna guitarra?
SR: ¿Con la guitarra? Sí, los hay. O sea, hay guitarras virtuosas, hay guitarras que suenan muy bien, pero hay esas guitarras que suelen ser las primeras que uno tuvo, que son guitarras pobrecitas, humildes, o sea, guitarras sin zapatos. En realidad, esas son las guitarras más entrañables para uno, como mi primera guitarra.
EV:¿La conservas?
SR: No, se la regalé a Pablo Milanés el día que cumplió cuarenta años.
Fotos: Richard
Ediciones La Memoria, sello editorial del Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, publicará en este año 2010 el libro Silvio, aprendiz de brujo, del mexicano Eduardo Valtierra, quien se hace llamar “Viejo Escaramujo”, expresión de hasta dónde asume las canciones y la vida del trovador.
Valtierra ha segui

Nacido en el mismo año en el que triunfó la Revolución Cubana, Eduardo Valtierra estudió Licenciatura en Comunicación en la Universidad Iberoamericana, campus Ciudad de México, donde actualmente labora. Nos llega como autor con su sencillez de hombre feliz por haber logrado “sembrar dos hijas, escribir un árbol y gestar este libro”.
EV: En tus conciertos, en Internet, en programas de radio y en otros espacios, la mayoría de tu público es joven. ¿Pasa algo similar aquí en Cuba con tu público?
SR: No solo en Cuba. Asombrosamente, mi público siempre ha sido de jóvenes. Cuando empecé, lógicamente, yo también era un joven, y en la medida en que han pasado los años, es como si ese público se hubiera detenido; yo transcurro y el público no, el público sigue siendo preferentemente de adolescentes y jóvenes de veintitantos años. Eso me pasa en Cuba, en Argentina, en Chile, en España, en Colombia, en todas partes, y para mí es un milagro. Me lo han preguntado: “¿Por qué?”. No tengo una respuesta cer

Voy a morir como todo el mundo, pero creo que lo haré con los ojos muy abiertos y todavía haciéndome preguntas. Eso se debe, más que a una actitud, a una condición, a una característica, porque está más allá de lo que uno pretenda. Hay personas que somos así, que en eso no cambiamos nunca, y me tocó hacer canciones y me comunico a partir de ellas, por eso lo que hago le interesa a la gente, que casi siempre son jóvenes.
EV: ¿Y qué hay de esos jóvenes de tus inicios? ¿Dejaron de oírte? ¿Cambiaron sus gustos?
SR: No, no, no. Los de los inicios empiezan a oírme con nostalgia, pero los jóvenes no me oyen con nostalgia: me oyen bien, me oyen participando. Me pasa muchísimo que los hijos de compañeros de juventud ahora son los que van a los conciertos. Me lo encuentro cotidianamente, en todas partes.
EV: Tú eres el punto de encuentro de diversas generaciones.
SR: Pero siempre a través de los jóvenes, ¿no? Fíjate que son los jóvenes; volvemos a lo mismo, son niños o jóvenes...
(…)
EV: ¿Qué te hace sufrir más: hacer una canción o hacer un disco?
.bmp)
SR: Infinitamente más hacer un disco, porque es como hacer una gran canción; es como hacer una cantata. Hacer un disco es como hacer una cantata, o una película, o una obra de teatro, o como escribir un libro. Eso es un disco en definitiva, es una obra, sin que esto implique ninguna pretensión superficial, sino que, sencillamente, es una obra, es un compendio de cosas. Ese es tu libro, esa es tu exposición, ese es tu poemario.
EV: Alguna vez Víctor Casaus y Luis Rogelio Nogueras te preguntaron cuáles son tus canciones preferidas, con cuáles de ellas te ibas a una isla desierta. La misma pregunta pero a nivel de obra mayor, que serían los discos: ¿con cuáles tres discos te quedas?
SR: Bueno, esa es una pregunta muy difícil, porque uno tiende más bien a extraer canciones de los discos, pero los discos así, como cosa terminada... Creo que me quedaría con el primero que hice, Días y flor

En segundo, en el sentido de la comunicación y del trabajo profesional, hay un disco que fue importante, que es Unicornio, un disco muy equilibrado y muy bien armado, y esto se debe en gran medida al trabajo de producción que hizo Frank Fernández.
Y como tercer disco no me queda más remedio que escoger Domínguez [risas]; no solo porque es el último; uno tiende a enamorarse de lo último que ha hecho o de lo que está haciendo, de lo que está amasándose. Muchas veces me preguntan cuál es mi canción preferida y digo “la que voy a hacer”, y no es por decir algo simpático, sino que en esa frase hay mucha sinceridad, pues siempre espero mucho más de mí, por lo que me exijo.
Ahora, te decía que el Domínguez, porque es un disco en el que he trabajado mucho tiempo: ocho meses desde que lo empecé a grabar, solo grabándolo ocho meses; dejándolo por momentos reposar, a veces un mes, a veces mes y medio; retomándolo y ya, dándolo por terminado porque o me hacía a la idea de que era una maqueta cuando lo terminé y comenzaba a grabar de nuevo, o lo dejaba así, porque realmente tiene mucho trabajo, el sonido del disco está muy trabajado. Es el primero que grabamos también aquí en Ojalá, o sea, que es un disco que he podido trabajar con mucha tranquilidad. Tranquilidad entre comillas porque por mucho tiempo que tengas, mentira, que tranquilo no lo haces: lo haces totalmente desesperado, lo haces totalmente estresado, totalmente angustiado. Todo eso quiere decir gozando [ríe].
EV: “El que tenga una canción tendrá tormentas”...
SR: Exacto. Todo eso quiere decir gozando, porque hacer el disco, después que uno tiene las canciones, o sea grabarlas, tratar de conseguir que en esa expresión esté lo que tú quieres decir, en la forma en que lo quieres decir, todo eso implica también un acto de creación. O sea, que uno termina de hacer las canciones no cuando les pone el punto final, sino realmente después de que las incluye en un disco y dice: “Así la dejo”». Ahí es cuando realmente uno termina una canción.
EV: Silvio, hemos mencionado a tu público. Creo que —como lo dijiste hace rato— son tus nietos, tus hermanos, tus padres, tus hijos multiplicados por todo el mundo, pero que, al mismo tiempo, te demandan, te exigen. En alguna canción dices que “hay tantas voces que nos llaman que no se oye nada”. ¿Llega a ser así para ti, muy asfixiante la demanda? ¿Es una gran carga esta responsabilidad de que el público te pide “Ven a México”, “Ven a Lima”?
SR: Eso tiene varias respuestas. Una depende de las canciones y depende del momento en que hayan sido hechas, porque eso ha pasado por distintos grados; el sentir de ese reclamo, que en algún momento pueda llegar a agobiar. Cuando empecé a cantar, el reclamo ya estaba dado en gran medida por conflictos generacionales, por problemas de mi entorno, por la forma en que se insertaba nuestra canción en la realidad cubana, o sea, de qué manera, entre amorosa y combativa, surgía nuestra canción, porque era parte de toda esa efervescencia de la época, ¿no? En esos momentos sí hubo instantes de angustia y son en los momentos en que hago canciones como esa, que es “Hallazgo de las piedras”, y que sí, realmente hubo momentos en que no entendía nada —y lo confieso con toda sinceridad—, y era una forma de decir: “hay tantos gritos que no oigo, no escucho”.
Había una respuesta demasiado violenta, y pasó mucho tiempo para que empezara a comprender por qué se daba esa respuesta, porque en un principio no lo entendía, incluso rechazaba un poco todo aquello. Otra canción en la que menciono eso es en “Debo partirme en dos”: Unos dicen que aquí, otros dicen que allá. Pero eso es una cosa que de cierta forma siempre nos ha perseguido, sobre todo cuando lo que uno plantea son ideas que conmueven, que inquietan y movilizan a otras personas. La relación que se da con el público no es para nada pasiva, es una relación de amor-odio, muy violento a veces, y que uno la padece y la goza. Quizás con los años uno se va volviendo como que más filosófico, se va acostumbrando también a ciertas reacciones. Y no es que uno se insensibilice, sino que pasa tantas veces lo mismo que uno aprende a manejar un poco la situación.
(…)
EV: El “Detalle de mujer con sombrero”, ¿es la historia de la humanidad?
SR: Es la historia del universo, es como el Big-Bang o algo así, es la historia de la humanidad, del cosmos, del mundo. Hablando en lenguaje cinematográfico o fotográfico, es una especie de zoom-in o “acercamiento”, que va desde la creación del universo [truena los dedos] hasta la particularidad de dos seres que se encuentran y lo que les sucede.
EV: A propósito del “Óleo...”, a la gente le gusta tu interpretación en la guitarra, y se hace otra pregunta que te doy textualmente. Un español preguntó: “¿Qué puñetas hace Silvio con la mano derecha?”, y otro le contestó: “Ese es uno de los grandes misterios de la humanidad” [carcajadas]. La gente no solo te oye, te canta, también trata de interpretarte con la guitarra, y en esto todos coincidimos: nadie como tú para interpretar tus canciones acompañadas con tu guitarra.
SR: Martha Valdés, una compositora muy admirada, importante y muy talentosa, escribió una vez algo sobre mi mano derecha. Ella plantea que la etapa anterior de la trova, que era el filin, se destaca mucho por las armonías, por tener una mano izquierda muy pródiga, o por componer armonías muy complejas, más bien impresionistas, con un sentido armónico muy amplio, con oncenas, trecenas, novenas y todo ese tipo de cosas; pero la mano derecha del filin es muy estática, tiene un mismo ritmo siempre, cae sobre los tiempos fuertes. La trova tradicional cubana tenía muy buena mano derecha, y pienso que a mí me viene por allí, de escuchar mucha música trovadoresca y otra música que quería imitar. Ahora, lo que sí te garantizo es que puede haber una mano derecha muy buena, pero si no hay mano izquierda, no puedes hacer nada. La mano izquierda también es importante.
EV: ¿Tú qué haces para mantener el dominio del instrumento? ¿Practicas todos los días?
SR: Compongo improvisando, o sea, tocando la guitarra y sacándole sonidos, jugando con ella. Hubo épocas en que tocaba no todos los días, sino a todas horas; pero ya, en los últimos años, realmente no lo hago diario, pero sí, de vez en cuando tomo la guitarra. A veces hay periodos alarmantemente largos en que no toco la guitarra. Entonces, cuando se me acercan tiempos de conciertos y esas cosas, pues ahí, con mucha prisa la retomo y trato de ponerme al día; pero no es igual porque, como todos los instrumentos musicales, hay que estar encima de ellos; hay que quererlos mucho, hay que pasarles mucho la mano, darles muchos cariñitos para que te quieran y te respondan.
EV: ¿Qué es para ti la guitarra: un escudo o un arma?
SR: Es una lucha, es un amor porque, en realidad, mis armas y mis escudos están dentro de mí. Mi guitarra es un amor, porque es como un puente. Es como quien te presta un servicio completamente desinteresado pero que, mientras más solícito y atento tú seas con ella, pues mejor servicio te presta, ¿te das cuenta? Entonces, por eso te digo que es un amor. Si alguien merece amor es la guitarra, porque es muy generosa.
EV: Pero también es muy exigente.
SR: Absolutamente. Es muy exigente, como todos los amores.
EV: ¿Quién es más exigente: la mujer o la guitarra?
SR: Yo diría que fifty-fifty [risas], aparte de que no creo que haya mucha diferencia: te suenan según las quieras.
EV:¿Te has separado o divorciado de alguna guitarra? ¿Has tenido problemas, broncas, conflictos, enamoramientos a primera vista con alguna guitarra?
SR: ¿Con la guitarra? Sí, los hay. O sea, hay guitarras virtuosas, hay guitarras que suenan muy bien, pero hay esas guitarras que suelen ser las primeras que uno tuvo, que son guitarras pobrecitas, humildes, o sea, guitarras sin zapatos. En realidad, esas son las guitarras más entrañables para uno, como mi primera guitarra.
EV:¿La conservas?
SR: No, se la regalé a Pablo Milanés el día que cumplió cuarenta años.
cita con los cubanos
Cita con los cubanos
Por Guillermo Rodríguez Rivera
En su último disco, el trovador paradigmático que es Silvio Rodríguez, ha convocado a lo que llama una segunda cita. La anterior había sido “con ángeles”. A ella, concurrían los que habían sido algunos de los visibles ángeles entre nosotros los humanos: Giordano Bruno, el hereje condenado por liberar la mente del hombre contra la interesada mentira establecida; Federico, el poeta asesinado por el fascismo y los prejuicios; José Martí, caído luchando con “los pobres de la tierra”; los centenares de miles de masacrados en Hiroshima, cuando una superpotencia quiso aclarar quien era el país poderoso a quienes todos deberían subordinarse; el odio racista
que asesina a los que demandan justicia e igualdad, como el reverendo Martín Luther King; el fanatismo que se resuelv
e en terror como en los dos terribles 11 de septiembre: con la muerte de Salvador Allende, que quiso mejorar pacíficamente la vida de los chilenos, o el criminal derrumbe de las torres gemelas neoyorquinas.
Si ahí llegaban los citados “ángeles” que nos pedían ser “un tilín mejores”, pero que sólo podían contemplar las tragedias, en esta Segunda cita, creo que Silvio nos convoca y se nos une a todos, a los cubanos que hemos opinado al reclamo del presidente Raúl Castro, sobre las posibles
soluciones a los agudos problemas que el pueblo ha sufrido e identificado.
Esta segunda no es una cita ideal, con “ángeles” que ya no pueden hacer nada, necesaria pero exclusivamente ética, es una nueva cita con la historia, que quiere repercutir en la vida cotidiana, en la vida real de los cubanos.
Todo parece indicar que regresa el Silvio que quiso “dejar la casa y el sillón” en los tiempos heroicos del Che o que enfrentó a los burócratas de la cultura en “Debo partirme en dos”. Es el mismo Silvio, en efecto: los que han cambiado son los tiempos y con ellos las circunstancias.
Pero, además, este disco aparece en medio de una feroz campaña mediática desatada contra la Revolución Cubana a raíz de la muerte por huelga de hambre, del recluso Orlando Zapata Tamayo.
Silvio Rodríguez, que es a veces un extraordinario poeta coloquial de una canción que puede hacerse directamente comunicativa, también es capaz de soslayar, metaforizar, sugerir a través del vasto manejo de un idioma que ha enseñado a servirle.
El disco aparece en un instante de intenso río revuelto por el enfrentamiento entre la Cuba revolucionaria y sus enemigos, y en ese río revuelto, los permanentes adversarios de las ideas que la Nueva Trova cubana ha defendido, quieren pescar, y enganchar en un anzuelo fraudulento lo mismo a Pablo Milanés que a Silvio Rodríguez.
El exiliado cubano Hernández Busto, que ha reclamado la intervención militar norteamericana en Cuba, ha dicho que sólo su prestigio evita a Pablo ser encarcelado y él, claro, evade considerar aquella reflexión de Pablo sobre la Cuba que desea: “Con los Castro, pero con cambios”.
La prensa oficial española obvia o minimiza opiniones centrales de ambos trovadores para contraponerle los deseos de cambios esenciales en el país que ambos tienen, muy generalmente presentados sin que de esa presentación se pueda colegir la verdadera posición de los dos trovadores que, de pronto, parecen identificarse con los detractores de la Revolución.
En la presentación de Segunda cita, Silvio subrayó la incapacidad que han tenido las reseñas que han aparecido sobre el disco, para comprender y valorar las ideas que el fonograma pone en juego.
El disco ha aparecido en Argentina y en España, pero su autor dice que esta obra está hondamente ceñida a nuestra realidad y sus críticos extranjeros, no conocen Cuba lo suficiente como para entender lo que Segunda cita está diciendo.
Tengo muy poco espacio para abundar, pero aquí va un ejemplo típico: el diario madrileño El País, enfatiza estos versos de la canción que da título al disco. Los versos de “Segunda cita”, dicen:
Quisiera ir al punto naciente
de aquella ofensiva
que hundió con un cuño impotente
toda iniciativa.
Y pareciera que la “ofensiva” es la Revolución misma.
Pero los que hemos vivido los tremendos años de la Revolución y conocemos cómo piensa Silvio, sabemos que el trovador no alude a la Revolución de 1959, sino a la Ofensiva de marzo de 1968, que liquidó toda la actividad económica no estatal, las empresas medianas y pequeñas y hasta el puro trabajo individual privado, e introdujo males que no conocíamos después de siete años de socialismo, y que no hemos conseguido superar desde entonces: la mentalidad de esperarlo todo del estado, porque el estado lo tenía todo y cualquier iniciativa al margen de él, era ilegal: es a partir de ahí que se hunden las iniciativas y aparece la pasiva “mentalidad de pichón”, que Lázaro Barredo zahería y condenaba en una reciente edición de Granma; el eufemístico “desvío de recursos”, que generó la inevitable costumbre de procurarse las cosas allí donde únicamente estaban: en los nutridos e incontrolados almacenes del estado; y, finalmente, aunque la economía no lo necesitara y aun lo sufriera, el estado tuvo que dar empleo a todos los que había dejado sin modo de vivir. Esto es: produciendo menos y gastando más.
Enfrentar esos viejos errores, es el sentido de lo que Silvio llama “refundar la Revolución” o “volver a hacer el viaje a la semilla de José Martí”. Reconocer dónde nos equivocamos y hacer una segunda cita con la historia para obtener todo lo que se nos perdió: desde el auténtico desarrollo de la Revolución, hasta “el pasado de cierta muchacha que andaba de noche El Vedado, liviana y borracha”.
Esta es la perspectiva de Segunda cita, que va a tener que enfrentar enemigos de muy diversos pelajes: de un lado, los contrarrevolucionarios que no quieren refundar la Revolución sino acabar con ella, y que darían lo que no tienen por sumarse las voces de Pablo Milanés y Silvio Rodríguez; del otro, una burocracia temerosa o satisfecha que no quiere el más mínimo cambio para que todo siga igual, y si al fin ellos mismos destruyen la Revolución, que sea para convertirse en “la nueva clase”, dominante y burguesa, como ha ocurrido en otras partes.
No sé si Silvio estará de acuerdo conmigo, pero Segunda cita es un manifiesto, y esa es la convocatoria a la que debemos concurrir: a la del cambio revolucionario.
Por Guillermo Rodríguez Rivera
En su último disco, el trovador paradigmático que es Silvio Rodríguez, ha convocado a lo que llama una segunda cita. La anterior había sido “con ángeles”. A ella, concurrían los que habían sido algunos de los visibles ángeles entre nosotros los humanos: Giordano Bruno, el hereje condenado por liberar la mente del hombre contra la interesada mentira establecida; Federico, el poeta asesinado por el fascismo y los prejuicios; José Martí, caído luchando con “los pobres de la tierra”; los centenares de miles de masacrados en Hiroshima, cuando una superpotencia quiso aclarar quien era el país poderoso a quienes todos deberían subordinarse; el odio racista
que asesina a los que demandan justicia e igualdad, como el reverendo Martín Luther King; el fanatismo que se resuelv
Si ahí llegaban los citados “ángeles” que nos pedían ser “un tilín mejores”, pero que sólo podían contemplar las tragedias, en esta Segunda cita, creo que Silvio nos convoca y se nos une a todos, a los cubanos que hemos opinado al reclamo del presidente Raúl Castro, sobre las posibles
soluciones a los agudos problemas que el pueblo ha sufrido e identificado.
Esta segunda no es una cita ideal, con “ángeles” que ya no pueden hacer nada, necesaria pero exclusivamente ética, es una nueva cita con la historia, que quiere repercutir en la vida cotidiana, en la vida real de los cubanos.
Todo parece indicar que regresa el Silvio que quiso “dejar la casa y el sillón” en los tiempos heroicos del Che o que enfrentó a los burócratas de la cultura en “Debo partirme en dos”. Es el mismo Silvio, en efecto: los que han cambiado son los tiempos y con ellos las circunstancias.
Pero, además, este disco aparece en medio de una feroz campaña mediática desatada contra la Revolución Cubana a raíz de la muerte por huelga de hambre, del recluso Orlando Zapata Tamayo.
Silvio Rodríguez, que es a veces un extraordinario poeta coloquial de una canción que puede hacerse directamente comunicativa, también es capaz de soslayar, metaforizar, sugerir a través del vasto manejo de un idioma que ha enseñado a servirle.
El disco aparece en un instante de intenso río revuelto por el enfrentamiento entre la Cuba revolucionaria y sus enemigos, y en ese río revuelto, los permanentes adversarios de las ideas que la Nueva Trova cubana ha defendido, quieren pescar, y enganchar en un anzuelo fraudulento lo mismo a Pablo Milanés que a Silvio Rodríguez.
El exiliado cubano Hernández Busto, que ha reclamado la intervención militar norteamericana en Cuba, ha dicho que sólo su prestigio evita a Pablo ser encarcelado y él, claro, evade considerar aquella reflexión de Pablo sobre la Cuba que desea: “Con los Castro, pero con cambios”.
La prensa oficial española obvia o minimiza opiniones centrales de ambos trovadores para contraponerle los deseos de cambios esenciales en el país que ambos tienen, muy generalmente presentados sin que de esa presentación se pueda colegir la verdadera posición de los dos trovadores que, de pronto, parecen identificarse con los detractores de la Revolución.
En la presentación de Segunda cita, Silvio subrayó la incapacidad que han tenido las reseñas que han aparecido sobre el disco, para comprender y valorar las ideas que el fonograma pone en juego.
El disco ha aparecido en Argentina y en España, pero su autor dice que esta obra está hondamente ceñida a nuestra realidad y sus críticos extranjeros, no conocen Cuba lo suficiente como para entender lo que Segunda cita está diciendo.
Tengo muy poco espacio para abundar, pero aquí va un ejemplo típico: el diario madrileño El País, enfatiza estos versos de la canción que da título al disco. Los versos de “Segunda cita”, dicen:
Quisiera ir al punto naciente
de aquella ofensiva
que hundió con un cuño impotente
toda iniciativa.
Y pareciera que la “ofensiva” es la Revolución misma.
Pero los que hemos vivido los tremendos años de la Revolución y conocemos cómo piensa Silvio, sabemos que el trovador no alude a la Revolución de 1959, sino a la Ofensiva de marzo de 1968, que liquidó toda la actividad económica no estatal, las empresas medianas y pequeñas y hasta el puro trabajo individual privado, e introdujo males que no conocíamos después de siete años de socialismo, y que no hemos conseguido superar desde entonces: la mentalidad de esperarlo todo del estado, porque el estado lo tenía todo y cualquier iniciativa al margen de él, era ilegal: es a partir de ahí que se hunden las iniciativas y aparece la pasiva “mentalidad de pichón”, que Lázaro Barredo zahería y condenaba en una reciente edición de Granma; el eufemístico “desvío de recursos”, que generó la inevitable costumbre de procurarse las cosas allí donde únicamente estaban: en los nutridos e incontrolados almacenes del estado; y, finalmente, aunque la economía no lo necesitara y aun lo sufriera, el estado tuvo que dar empleo a todos los que había dejado sin modo de vivir. Esto es: produciendo menos y gastando más.
Enfrentar esos viejos errores, es el sentido de lo que Silvio llama “refundar la Revolución” o “volver a hacer el viaje a la semilla de José Martí”. Reconocer dónde nos equivocamos y hacer una segunda cita con la historia para obtener todo lo que se nos perdió: desde el auténtico desarrollo de la Revolución, hasta “el pasado de cierta muchacha que andaba de noche El Vedado, liviana y borracha”.
Esta es la perspectiva de Segunda cita, que va a tener que enfrentar enemigos de muy diversos pelajes: de un lado, los contrarrevolucionarios que no quieren refundar la Revolución sino acabar con ella, y que darían lo que no tienen por sumarse las voces de Pablo Milanés y Silvio Rodríguez; del otro, una burocracia temerosa o satisfecha que no quiere el más mínimo cambio para que todo siga igual, y si al fin ellos mismos destruyen la Revolución, que sea para convertirse en “la nueva clase”, dominante y burguesa, como ha ocurrido en otras partes.
No sé si Silvio estará de acuerdo conmigo, pero Segunda cita es un manifiesto, y esa es la convocatoria a la que debemos concurrir: a la del cambio revolucionario.
Aniversario de Por quien merece amor.
Por quien merece amor: 10 preguntas para festejar una década
Maryel Mendiola
"Sueñe la talla del día
del día que fui, del que soy
que el de mañana alma mía
lo tengo soñado hoy"
En el Claro de la Luna. Silvio Rodríguez
La página "Por quien merece amor: Silvio Rodríguez Domínguez" cumple este diciembre, una década en línea. Con una lista de información que ha venido funcionando paralelamente y que actualmente cuenta con 3265 miembros de varios países. A través de esta comunicación asincrónica, el colec
tivo de amigos se ha dado a la tarea de reparar sueños, esperanzas y revigorizar el amor a la Trova a través de conocer y compartir noticias de Silvio, lo mas actual que va sucediendo con el.
Para festejar estos 10 años, que coinciden con los 60 de Silvio, Por quien merece amor inició la tremenda aventura de realizar esta pequeña entrevista a Silvio. Sea esta entrevista un regalo a esos 3265 amigos invisibles e incondicionales.
Maryel, La Guardiana de la Suerte.
1. Silvio, en tu discografía oficial, hay 21 CDs editados. ¿Alguno de ellos ha tenido un significado especial?
Nunca he grabado por exigencias de una disquera, mis trabajos discográficos han ido saliendo en la medida que me ha sido necesario elaborar y cantar esas canciones. O sea que cada disco mío contiene su propia carga, su intensidad particular y responde a un momento específico en el que se combinan mucho trabajo y algunas ilusiones. Por eso para mí todos son especiales; porque cada uno me ha servido para mostrar facetas de un proyecto de comunicación personal, a través de la canción.
2. En "Días y flores" nos acercamos a ti por primera vez. Han transcurrido varias décadas y muchas canciones, de algunas se han hasta escrito libros acerca de su significado. Hay una canción que rara vez se escuchó en tus conciertos, incluso en tus interpretes: "En el Claro de la Luna". ¿Podrías platicarnos un poco acerca de esta canción?
Ya he dicho que Días y Flores fue muy difícil de organizar, porque tuve que escoger entre varios cientos de canciones. Estaba consciente de que aquel primer trabajo era una presentación, algo definitivo; sentía la importancia del momento y me pesaba la responsabilidad. Por eso traté de
hacer una exposición cabal, lo más desprovista de hojarasca posible, tratando de mostrar lo esencial. Tanto fui fiel a ese concepto que hasta compuse una canción mientras grababa el disco, pensando que había cierta calidad expresiva que me faltaba por reflejar. Así salió "En el Claro de
la Luna". Recuerdo que mientras ponía la voz fui terminando la letra. Ahora, después de tantos años, ha vuelto a aparecer en mis conciertos.
3. Los estudios de grabación. Cuéntanos un poco de cómo surgen los estudios Abdala, que se sabe nacieron de una idea creadora tuya.
La más remota razón de Abdala son las canciones que perdí, por no tener donde grabarlas. Otra es que un día supe que la EGREM (empresa de grabaciones y ediciones musicales de Cuba) había pagado un proyecto arquitectónico para un nuevo estudio y no había conseguido echar a andar
su construcción. Era la década de 1980, las escuelas de arte venían creando hornadas de músicos asombrosos. En el mundo las técnicas de grabación se perfeccionaban y en Cuba, a pesar de que cada vez había más y mejores músicos, se seguía grabando en los mismos estudios que había antes de la Revolución, con técnicas obsoletas. Eran años de cierta bonanza económica y sin embargo algunos artistas jóvenes buscaban en la emigración los espacios que no veían en nuestro país. Todas estas verdades combinadas nos decían a gritos que había que seguir abriendo causes para el desarrollo musical cubano.
Por entonces los músicos, cuando trabajábamos fuera de Cuba, estábamos sujetos al sistema empresarial oficial. Pedí permiso para autogestionar mis proyectos comerciales en el exterior, con el propósito de reunir dinero para construir nuevos estudios de grabación. Esta idea fue
comprendida en los altos niveles, pero no tanto en los intermedios.
Algunos veían en mi propuesta una crítica directa a la gestión de ciertas instituciones. Sin embargo el presidente Fidel Castro apoyó la idea de crear los estudios Abdala y su oficina le dio seguimiento a la idea durante toda la etapa constructiva.
El primer concierto que aportó beneficios para la creación de Abdala fue el que hice en Chile en 1990, junto a Chucho Valdés e Irakere. Después y durante casi toda la década de los 90 me mantuve trabajando con la misma inspiración.
4. ¿Y los estudios Ojalá, que son considerados también como tu oficina?
Como el proyecto Abdala comenzó justamente cuando se inauguraba el "período especial" -que es como en Cuba se llamó a los años de crisis económica derivada del derrumbe del campo socialista europeo-, chocamos con muchas penurias. A veces había decenas de obreros en el terreno, esperando a que se reanudara el servicio eléctrico para que las concreteras continuaran mezclando cemento. Después de un par de años de esfuerzos con escasos resultados, propuse crear un estudio más pequeño, a la espera de que hubiera petróleo y prosperaran las condiciones económicas. De aquellas angustias surgió el pequeño Ojalá, con nombre y todo. Ojalá es un estudio alternativo, que no se rige por los cánones económicos habituales en Cuba. Es un centro de gestión autofinanciada y más del 70 por ciento de su actividad ha tenido un carácter donativo.
5. Hemos conocido a Silvio acústico, Silvio con AfroCuba, Silvio orquestado. Cuéntanos de tus sensaciones y motivaciones acerca de "Expedición", uno de tus mejores discos.
"Expedición" fue como una necesidad de crecimiento. Había terminado una tetralogía sonora con "Descartes" y necesitaba salir de aquella década predominantemente guitarrística. Se me empezaron a aparecer canciones sinfónicas, las escuchaba integralmente y así mismo pretendí elaborarlas.
Esto me obligó a regresar a una materia como la orquestación, en la que había incursionado sobre todo en mis etapas cinematográficas. El material de "Expedición" no fue lo único que surgió entonces. Escribí orquestaciones para otras canciones, temas instrumentales, música para un
hipotético ballet llamado "El Güije" y hasta la música para una película que no existe, con la que quizá elabore otro trabajo danzario. Todo eso, más "Expedición", fue el resultado de aquellos dos años de trabajo y estudio.
6. En tu mano derecha hay una calavera con una rosa. ¿Cuándo fue que te
realizaste ese tatuaje? ¿Algún significado en especial?
El diseño del tatuaje es mío, pero me lo hizo Carlos Téllez, cuando era el lavandero del motopesquero "Playa Girón", el 29 de noviembre de 1969, en algún punto entre Dakar y Cabo Verde. Habíamos hablado algunas veces de eso y aquel día se juntaron varios barcos cubanos, a la espera de un buque cisterna que debía vaciar nuestras bodegas de pescado. Cuando se
encuentran dos barcos en alta mar, generalmente hay fiesta. Aquel día había cinco naves acoderadas, así que podrás imaginarte el ambiente.
Habíamos ingerido alcohol en cantidades suficientes como para creernos capaces no sólo de tatuarnos, sino hasta de soportarlo, así que le metimos mano con un pomo de tinta china y una enorme aguja de poner inyecciones.
7. Tus guitarras. ¿Que marcas son las que mas utilizas, cual de todas ellas tiene un lugar especial en tus recuerdos?
Lo de mirar las marcas de las guitarras vino mucho después. La primera guitarra que compré fue cuando estaba en el ejército y me costó 60 pesos.
Acabó un poco desbaratada y le pinté la cara al óleo. Años después se la regalé a un amigo, pero según parece la perdió. Aida Santamaría Cuadrado me consiguió una guitarra cuando estaba empezando. Por entonces también Leo Brouwer me dio una argentina, que el había usado cuando estudiaba.
Después conseguí una guitarra marca Miguel Company, que es el nombre de un antiguo y célebre lutier cubano. Todas esas guitarras iniciales las fui regalando a trovadores más jóvenes.
La primera crítica que me hizo la prensa española, en 1977, hablaba bien de mis canciones pero muy mal de mi guitarra. Como no tenía dinero, tuve que esperar a que un funcionario amigo me regalara una. Tengo una modesta Ramírez de estudio, pero de la época en que Ramírez vivía.
Antes de partir de Cuba Pablo Quintana, un gran lutier, me llamó a su casa en Matanzas para que escogiera una guitarra y dejármela de regalo. Cuando anduve con grupos semi-eléctricos toqué con una Ovation, que no me gustaba porque sonaba muy nasal. Después estuve años trabajando con Takamine, que más o menos resuelve el problema del guitarrista acústico con grupo. No hace mucho compré una Godin, que suena bastante bien con cuerdas de nylon. Pero
en materia de guitarras mi tesoro es una Contreras que adquirí hace un par de años, en Madrid.
Nunca en mi vida había tenido un instrumento tan bueno y lo único que me pesa es no haber podido tenerla antes, cuando posiblemente le hubiera dado mejor uso.
8. Silvio, en tu obra en algunas ocasiones has agrupado, canciones, como
en trilogías o en tetralogías. De las que recuerdes, ¿podrías platicarnos
un poco sobre las motivaciones para agruparlas y algunos ejemplos de
ellas?
Las canciones que componen estos trabajos han tenido una misma motivación, como es el caso de "Exposición de Mujer con Sombrero", quizá el más ambicioso de todos porque hasta lo titulé. Hay otras canciones que concebí también como ciclo, como es el caso de la trilogía formada por "Esto no es Una Elegía", "En Estos Días" y "Ronda de los Condenados", que aún no ha sido grabada. Un dato poco conocido es que "En Busca de un Sueño", "Tonada de la Muerte" y "La Resurrección" fueron compuestas para un espectáculo que nunca se llegó a realizar.
9. México. Nos gustaría saber que canciones tuyas han sido inspiradas por mexicanos o mexicanas. Se comenta entre tus seguidores acerca de "Caballo Místico", "De la Ausencia y de ti, Velia" "Rabo de Nube".
"Caballo Místico" sí que está dedicada a una amiga mexicana y también "De la Ausencia y de ti, Velia", además de "Rabo de Nube". Esta última fue escrita en casa de Ángel Cervantes, una tarde de 1977, durante una larga gira que yo hacía junto a Noel Nicola y el grupo Sanampay. Pero antes de mi primera visita a México ya había usado elementos de la cultura mexicana, como sucede en "Mariposas", que es una clara referencia al mito náhuatl.
10. Finalmente. "Por quien merece amor" a lo largo de estos 10 años, ha
tenido el honor de que hayas interactuado en su libro de visitas. ¿Podrías
hoy, a través de esta entrevista, enviar algún mensaje en especial a esos
3265 amigos cibernautas?
Creo que más bien he sido yo quien ha tenido la gran suerte de que tantas personas hayan dedicado momentos de su vida a escuchar mis canciones y a interactuar con ellas, a través del vínculo que ha creado esta página. Siempre que regreso a la conciencia de esta fortuna me pregunto cuántos buenos autores seguirán en el anonimato. Personas como ustedes son los
culpables de que mi trabajo llegue a otros y eso me llena de gratitud. Por eso les mando una ráfaga de estrellas virtuales, cargada de óptimos deseos para cada una de vuestras vidas.
Maryel Mendiola
"Sueñe la talla del día
del día que fui, del que soy
que el de mañana alma mía
lo tengo soñado hoy"
En el Claro de la Luna. Silvio Rodríguez
La página "Por quien merece amor: Silvio Rodríguez Domínguez" cumple este diciembre, una década en línea. Con una lista de información que ha venido funcionando paralelamente y que actualmente cuenta con 3265 miembros de varios países. A través de esta comunicación asincrónica, el colec
Para festejar estos 10 años, que coinciden con los 60 de Silvio, Por quien merece amor inició la tremenda aventura de realizar esta pequeña entrevista a Silvio. Sea esta entrevista un regalo a esos 3265 amigos invisibles e incondicionales.
Maryel, La Guardiana de la Suerte.
1. Silvio, en tu discografía oficial, hay 21 CDs editados. ¿Alguno de ellos ha tenido un significado especial?
Nunca he grabado por exigencias de una disquera, mis trabajos discográficos han ido saliendo en la medida que me ha sido necesario elaborar y cantar esas canciones. O sea que cada disco mío contiene su propia carga, su intensidad particular y responde a un momento específico en el que se combinan mucho trabajo y algunas ilusiones. Por eso para mí todos son especiales; porque cada uno me ha servido para mostrar facetas de un proyecto de comunicación personal, a través de la canción.
2. En "Días y flores" nos acercamos a ti por primera vez. Han transcurrido varias décadas y muchas canciones, de algunas se han hasta escrito libros acerca de su significado. Hay una canción que rara vez se escuchó en tus conciertos, incluso en tus interpretes: "En el Claro de la Luna". ¿Podrías platicarnos un poco acerca de esta canción?
Ya he dicho que Días y Flores fue muy difícil de organizar, porque tuve que escoger entre varios cientos de canciones. Estaba consciente de que aquel primer trabajo era una presentación, algo definitivo; sentía la importancia del momento y me pesaba la responsabilidad. Por eso traté de
hacer una exposición cabal, lo más desprovista de hojarasca posible, tratando de mostrar lo esencial. Tanto fui fiel a ese concepto que hasta compuse una canción mientras grababa el disco, pensando que había cierta calidad expresiva que me faltaba por reflejar. Así salió "En el Claro de
la Luna". Recuerdo que mientras ponía la voz fui terminando la letra. Ahora, después de tantos años, ha vuelto a aparecer en mis conciertos.
3. Los estudios de grabación. Cuéntanos un poco de cómo surgen los estudios Abdala, que se sabe nacieron de una idea creadora tuya.
La más remota razón de Abdala son las canciones que perdí, por no tener donde grabarlas. Otra es que un día supe que la EGREM (empresa de grabaciones y ediciones musicales de Cuba) había pagado un proyecto arquitectónico para un nuevo estudio y no había conseguido echar a andar
su construcción. Era la década de 1980, las escuelas de arte venían creando hornadas de músicos asombrosos. En el mundo las técnicas de grabación se perfeccionaban y en Cuba, a pesar de que cada vez había más y mejores músicos, se seguía grabando en los mismos estudios que había antes de la Revolución, con técnicas obsoletas. Eran años de cierta bonanza económica y sin embargo algunos artistas jóvenes buscaban en la emigración los espacios que no veían en nuestro país. Todas estas verdades combinadas nos decían a gritos que había que seguir abriendo causes para el desarrollo musical cubano.
Por entonces los músicos, cuando trabajábamos fuera de Cuba, estábamos sujetos al sistema empresarial oficial. Pedí permiso para autogestionar mis proyectos comerciales en el exterior, con el propósito de reunir dinero para construir nuevos estudios de grabación. Esta idea fue
comprendida en los altos niveles, pero no tanto en los intermedios.
Algunos veían en mi propuesta una crítica directa a la gestión de ciertas instituciones. Sin embargo el presidente Fidel Castro apoyó la idea de crear los estudios Abdala y su oficina le dio seguimiento a la idea durante toda la etapa constructiva.
El primer concierto que aportó beneficios para la creación de Abdala fue el que hice en Chile en 1990, junto a Chucho Valdés e Irakere. Después y durante casi toda la década de los 90 me mantuve trabajando con la misma inspiración.
4. ¿Y los estudios Ojalá, que son considerados también como tu oficina?
Como el proyecto Abdala comenzó justamente cuando se inauguraba el "período especial" -que es como en Cuba se llamó a los años de crisis económica derivada del derrumbe del campo socialista europeo-, chocamos con muchas penurias. A veces había decenas de obreros en el terreno, esperando a que se reanudara el servicio eléctrico para que las concreteras continuaran mezclando cemento. Después de un par de años de esfuerzos con escasos resultados, propuse crear un estudio más pequeño, a la espera de que hubiera petróleo y prosperaran las condiciones económicas. De aquellas angustias surgió el pequeño Ojalá, con nombre y todo. Ojalá es un estudio alternativo, que no se rige por los cánones económicos habituales en Cuba. Es un centro de gestión autofinanciada y más del 70 por ciento de su actividad ha tenido un carácter donativo.
5. Hemos conocido a Silvio acústico, Silvio con AfroCuba, Silvio orquestado. Cuéntanos de tus sensaciones y motivaciones acerca de "Expedición", uno de tus mejores discos.
"Expedición" fue como una necesidad de crecimiento. Había terminado una tetralogía sonora con "Descartes" y necesitaba salir de aquella década predominantemente guitarrística. Se me empezaron a aparecer canciones sinfónicas, las escuchaba integralmente y así mismo pretendí elaborarlas.
Esto me obligó a regresar a una materia como la orquestación, en la que había incursionado sobre todo en mis etapas cinematográficas. El material de "Expedición" no fue lo único que surgió entonces. Escribí orquestaciones para otras canciones, temas instrumentales, música para un
hipotético ballet llamado "El Güije" y hasta la música para una película que no existe, con la que quizá elabore otro trabajo danzario. Todo eso, más "Expedición", fue el resultado de aquellos dos años de trabajo y estudio.
6. En tu mano derecha hay una calavera con una rosa. ¿Cuándo fue que te
realizaste ese tatuaje? ¿Algún significado en especial?
El diseño del tatuaje es mío, pero me lo hizo Carlos Téllez, cuando era el lavandero del motopesquero "Playa Girón", el 29 de noviembre de 1969, en algún punto entre Dakar y Cabo Verde. Habíamos hablado algunas veces de eso y aquel día se juntaron varios barcos cubanos, a la espera de un buque cisterna que debía vaciar nuestras bodegas de pescado. Cuando se
encuentran dos barcos en alta mar, generalmente hay fiesta. Aquel día había cinco naves acoderadas, así que podrás imaginarte el ambiente.
Habíamos ingerido alcohol en cantidades suficientes como para creernos capaces no sólo de tatuarnos, sino hasta de soportarlo, así que le metimos mano con un pomo de tinta china y una enorme aguja de poner inyecciones.
7. Tus guitarras. ¿Que marcas son las que mas utilizas, cual de todas ellas tiene un lugar especial en tus recuerdos?
Lo de mirar las marcas de las guitarras vino mucho después. La primera guitarra que compré fue cuando estaba en el ejército y me costó 60 pesos.
Acabó un poco desbaratada y le pinté la cara al óleo. Años después se la regalé a un amigo, pero según parece la perdió. Aida Santamaría Cuadrado me consiguió una guitarra cuando estaba empezando. Por entonces también Leo Brouwer me dio una argentina, que el había usado cuando estudiaba.
Después conseguí una guitarra marca Miguel Company, que es el nombre de un antiguo y célebre lutier cubano. Todas esas guitarras iniciales las fui regalando a trovadores más jóvenes.
La primera crítica que me hizo la prensa española, en 1977, hablaba bien de mis canciones pero muy mal de mi guitarra. Como no tenía dinero, tuve que esperar a que un funcionario amigo me regalara una. Tengo una modesta Ramírez de estudio, pero de la época en que Ramírez vivía.
Antes de partir de Cuba Pablo Quintana, un gran lutier, me llamó a su casa en Matanzas para que escogiera una guitarra y dejármela de regalo. Cuando anduve con grupos semi-eléctricos toqué con una Ovation, que no me gustaba porque sonaba muy nasal. Después estuve años trabajando con Takamine, que más o menos resuelve el problema del guitarrista acústico con grupo. No hace mucho compré una Godin, que suena bastante bien con cuerdas de nylon. Pero
en materia de guitarras mi tesoro es una Contreras que adquirí hace un par de años, en Madrid.
Nunca en mi vida había tenido un instrumento tan bueno y lo único que me pesa es no haber podido tenerla antes, cuando posiblemente le hubiera dado mejor uso.
8. Silvio, en tu obra en algunas ocasiones has agrupado, canciones, como
en trilogías o en tetralogías. De las que recuerdes, ¿podrías platicarnos
un poco sobre las motivaciones para agruparlas y algunos ejemplos de
ellas?
Las canciones que componen estos trabajos han tenido una misma motivación, como es el caso de "Exposición de Mujer con Sombrero", quizá el más ambicioso de todos porque hasta lo titulé. Hay otras canciones que concebí también como ciclo, como es el caso de la trilogía formada por "Esto no es Una Elegía", "En Estos Días" y "Ronda de los Condenados", que aún no ha sido grabada. Un dato poco conocido es que "En Busca de un Sueño", "Tonada de la Muerte" y "La Resurrección" fueron compuestas para un espectáculo que nunca se llegó a realizar.
9. México. Nos gustaría saber que canciones tuyas han sido inspiradas por mexicanos o mexicanas. Se comenta entre tus seguidores acerca de "Caballo Místico", "De la Ausencia y de ti, Velia" "Rabo de Nube".
"Caballo Místico" sí que está dedicada a una amiga mexicana y también "De la Ausencia y de ti, Velia", además de "Rabo de Nube". Esta última fue escrita en casa de Ángel Cervantes, una tarde de 1977, durante una larga gira que yo hacía junto a Noel Nicola y el grupo Sanampay. Pero antes de mi primera visita a México ya había usado elementos de la cultura mexicana, como sucede en "Mariposas", que es una clara referencia al mito náhuatl.
10. Finalmente. "Por quien merece amor" a lo largo de estos 10 años, ha
tenido el honor de que hayas interactuado en su libro de visitas. ¿Podrías
hoy, a través de esta entrevista, enviar algún mensaje en especial a esos
3265 amigos cibernautas?
Creo que más bien he sido yo quien ha tenido la gran suerte de que tantas personas hayan dedicado momentos de su vida a escuchar mis canciones y a interactuar con ellas, a través del vínculo que ha creado esta página. Siempre que regreso a la conciencia de esta fortuna me pregunto cuántos buenos autores seguirán en el anonimato. Personas como ustedes son los
culpables de que mi trabajo llegue a otros y eso me llena de gratitud. Por eso les mando una ráfaga de estrellas virtuales, cargada de óptimos deseos para cada una de vuestras vidas.
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