lunes, septiembre 03, 2012

Canto por la Justicia Social


Gabriela Selser
Uno de los fundadores del movimiento iniciado en 1972 habla sobre su impacto en Cuba y en otras latitudes, así como su vigencia. Managua •

Resultó más fácil de lo esperado. Unas cuantas preguntas, una dirección electrónica y en un par de días la respuesta de Silvio Rodríguez a vuelta de email. Sin poses ni frases recicladas, el famoso trovador cubano habló de sus canciones, de la Nueva Trova Cubana y de los nuevos géneros en su país “multimusical”. También comenta, sin recriminaciones, la salida de la isla de su ex compañero de canto Pablo Milanés, el movimiento que marcó un antes y un después en la canción revolucionaria latinoamericana y que este año cumple cuatro décadas de existencia.

¿Qué impacto tuvo la fundación de la Nueva Trova en tu país y en América Latina? El movimiento de la Nueva Trova se creó en la ciudad de Manzanillo, en diciembre de 1972, por acuerdo de un segundo encuentro de jóvenes trovadores. Lo cierto es que nuestra generación hacía cinco años que hacía canciones y se relacionaba. Pero institucionalizarnos nos permitió hacer festivales y encuentros en diferentes lugares del país, hacer giras, intercambiar canciones, ideas, vincularnos a otras formas de hacer música.

El hecho de ser un movimiento, una organización, quizá no nos hizo mejores artistas (eso era algo que le correspondía a cada cual como esfuerzo individual), pero nos dio un nombre y sobre todo para el exterior de Cuba, nos convirtió en una referencia del proceso revolucionario.

Para miles de jóvenes que en los años 70 y 80 soñaban con ser guerrilleros y hacer revoluciones, ustedes –Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Vicente Feliú y los ya fallecidos Noel Nicola y Sara González– eran vistos como los “embajadores culturales” de Cuba, los referentes de una era donde la utopía se mostraba al alcance de la mano. Las andanzas que evocas ocurrieron hace más de un cuarto de siglo. Y sin duda eran otros los que nos veían como “embajadores culturales”. Nosotros nos veíamos como dos trovadores que se juntaban para hacer presentaciones.

Constantemente yo hacía lo mismo con Noel Nicola, o con Vicente Feliú. ¿Cómo interpretas la salida de Pablo Milanés de Cuba? Siempre he considerado que todos tenemos derecho a vivir donde queramos. Tengo gente querida en muchas partes, empezando por la Florida. Yo viví todo un año en París y no creo que eso me haya convertido en algo feo. ¿Qué ha pasado con los cubanos de a pie en estos 40 años, y qué ha pasado también con el “Silvio de a pie”? Pues han pasado muchas cosas, dependiendo de las características de cada cubano, de lo que haya logrado superarse, y también de la suerte que haya tenido. Yo no hice el acta de nacimiento de la organización que se fundó en 1972. Sólo fui uno de los muchos trovadores que estuvimos allí y vimos en aquello la posibilidad de hacerle justicia a mucho talento que había desperdigado por la isla. Respecto a mí, en estos 40 años he cambiado, sobre todo de aspecto.

En ideas puede que también haya madurado un poco, pero básicamente continúo convencido de lo mismo que entonces: la necesidad de justicia social que sembró en mí la Revolución de 1959.

Del trovador popular Sindo Garay -sin duda una de tus raíces musicales como lo has dicho en muchas ocasiones- a la música que la juventud cubana escucha hoy en la isla, ¿qué camino ha recorrido la canción, incluida la tuya? En estos momentos hay mucho hip-hop en Cuba, y salsa, y reggaetón, y música de cámara, sinfónica y coral. Somos un país multimusical. Y por supuesto la trova también conserva su vigencia. No te puedo decir que sea la música más divulgada, pero sí que hay programas, incluso de televisión, que difunden sobre todo a los más jóvenes.

También siguen existiendo peñas. El Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, que dirige Víctor Casaus, abrió espacios importantes para los trovadores y lleva más de diez años grabando sus conciertos. Buenas notas Autor de más de 540 canciones, Silvio Rodríguez grabó Días y flores, su primer disco solista, en 1975.

Sus temas han sido traducidos al inglés, francés, italiano, catalán, portugués, sueco, chino, japonés y alemán. Autocrítica: “A veces hallo frases, o notas, o acordes, expresiones que me hubiera gustado que me salieran más logradas, pero hasta el día de hoy no me arrepiento de ninguna canción que haya escrito”.

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