Reino de Todavia por Silvio

Silvio dijo...
"Reino de todavía" se la dediqué a Amaury porque la escribí en días cercanos a su cumpleaños 41; es decir, a fines de 1994. Es probable que por entonces hayamos conversado sobre los temas que trata la canción (no lo recuerdo pero no lo dudo, porque fueron días muy duros para Cuba y para todos los cubanos). Cierto que Domínguez está muy marcado por aquellas circunstancias. Fue el primer disco que se grabó en los estudios Ojalá, que olía a pintura, y recuerdo haberme preguntado si también sería el último.

Un dato curioso sobre la canción: Unos años después vino a La Habana una estudiante japonesa de una universidad de New York, cuya tesis de grado trataba mis canciones. Ella, musicóloga, descubrió que “Reino de todavía” estaba compuesta con la misma secuencia armónica que “Sueño con serpientes”, y llegó a la conclusión de que yo usaba esa secuencia para emprender discursos largos y abarcadores... El problema es que yo nunca me había planteado eso como un esquema, además de que he usado otras secuencias armónicas para discursos más o menos largos. Pero me llamó mucho la atención la suspicacia de aquella muchacha (perdonen que omita su nombre por no recordarlo), porque tiene que haber estudiado mucho las estructuras musicales de mis canciones para haber encontrado aquella similitud.

Y es que yo siempre he huido de calcar lo que ya hice, pero en “Reino de todavía” me propuse con toda conciencia regresar al ambiente onírico de Sueño con serpientes”. Seguro gracias a las serpientes de los 90.



René RR dijo...
Reino de Todavía, año 1994 del pasado siglo. Una tarde me encontraba en mi apartamento de la calle San Lazaro, si mal no recuerdo habia tomado unos dias de vacaciones. Acostado en mi cama leia un libro, era mas o menos medio dia. De pronto comence´ a escuchar gritos en la calle; me levante´ y me asome´ a la ventana: marchaban cientos de personas gritando, tirando objetos, y algunos tratando de entrar a comercios con objetos contundentes en las manos. Esa manifestacion llego´ hasta el Hotel Deaville en Galiano entre Malecon y San Lazaro, al cual le rompieron los cristales del loby que daba para la calle; los trabajadores del hotel repelieron la agresión. En la tarde noche aquel gentio aumento´ y se llevaron unas de las lanchitas que daban los viajes Habana-Regla. Nos movilizamos y salimos a la calle para lo que fuera necesario. Felizmente aquella multitud se desmovilizo´ sin atacarnos.
Por todo esto y muchas cosas mas no concuerdo con Lebis aunque entiendo lo que quiere decir; pero de todos modos pienso que algun dia el mundo alcanzara´ la paz y la justicia; y si no es con el comunismo que sea con otro ´´ismo´´y así saldremos del Reino de Todavia. Entonces, quizas el poeta solo componga canciones de amor. R3.

19 de agosto de 2018, 9:59
Silvio dijo...
Ese día que cuentas, René, que la prensa opositora bautizó como "el maleconazo", terminó cuando Fidel, sin escolta (porque les prohibió seguirle) se fue hasta el Malecón, según él mismo contó, "a recibir mi cuota de pedradas, porque me habían dicho que había un grupo tirando piedras". La cita no es textual. Felipe Pérez Roque podría hacerla más exacta porque iba con Fidel y, por su orden directa, se quedó con la escolta y no lo siguió (al menos no evidentemente porque, la verdad, era una irresponsabilidad dejarlo sólo como él quería).

Por entonces yo vivía en 164, Miramar, y por la tarde tenía una grabación en los estudios de la Egrem de San Miguel. A eso del mediodía recibí la llamada de Miguel Ángel Bárzagas diciéndome que no me atreviera a ir para La Habana porque aquella zona estaba "en candela". La advertencia me hizo el efecto contrario: en vez de esperar la hora que tenía para la grabación, me monté en el carro y arranqué para allá (sentí que mi vida completa me empujaba). No pude llegar por el Malecón, porque estaba cerrado, y entré por Carlos III para bajar por el Capitolio. Por esa vía pude llegar hasta San Lázaro. Aquello era un mar de gente. Ya había sucedido lo de Fidel y la multitud era una confusión de intenciones, había mucha exaltación pero la agresividad había bajado. A duras penas pude regresar por San Lázaro, entre tantas personas, y frente al parque Maceo vi los camiones de tropas especiales que no llegaron a bajarse.
Unos días antes, en la calle Lacret, había un grupito de gente en un patio gritando cosas contra la Revolución. Me tocó parar allí por la luz roja y oyendo lo que decían traté de hacerles entrar en razón. Me respondieron con estas palabras exactas: "Acere, aquí hay soga para todo el mundo".

Vaya si fueron días duros.