Alexis Diaz Pimienta
Cuando me dijeron que estaba invitado a compartir escenario con Joaquín Sabina, como parte del pregón del carnaval de Cádiz 2019, lo primero que recordé fue la noche en que nos conocimos, hace ya varios años, durante la fiesta literaria de Rota, el municipio gaditano donde el cantante veranea.
Sabina y yo participamos en aquella fiesta de la poesía junto a otros grandes de la música y la literatura españolas como Joan Manuel Serrat, Javier Ruibal, Almudena Grandes, Luis García Montero, Eduardo Mendicutti… Aquella noche, también como ahora, yo acaba de bajarme de un avión, directo desde Cuba. Aquella noche, como ahora, me subí al escenario a improvisar para un público entregado al disfrute de la palabra en cualquier forma: escrita, cantada, improvisada. Y al final de mi actuación, le pedí pies forzados al público (una de las especialidades de la casa). Recuerdo que el primer pie forzado, desde la primera fila, lo lanzó Mendicutti (“dentro de una cacerola”, supongo que refiriéndose al calor agostino de esa noche), y que malogré una décima, que es mejor ni citarla.
El segundo lo puso Sabina, con su voz “de lija y café”, y a todo pulmón: “el comemierda que fui”, uno de esos pies forzados que asustan a priori, que pueden paralizar, pero que a la vez son un reto de ingenio para un repentista.
Confieso que me gustó el tono desparpajado y provocativo (típico de Sabina) de aquel verso. Me gustó incluso que el cantante intentara hacerme ver que conocía “el español de Cuba” en su versión más canallesca y popular (“comemierda” en La Habana equivale a “gilipollas” en Madrid). Me gustó incluso su risa socarrona al decirlo. Y entonces, ante tamaño reto, improvisé esta décima anecdótica (una de las más difíciles del género, porque más que un poema, uno se obliga a improvisar un microrrelato):
Cuando joven me creíael mayor intelectual,un repentista genial,el Dios de la poesía.A todo aquel que veíalo achicaba frente a míPero hoy que te conocíy te veo humilde y tosco,lo primero: reconozco“el comemierda que fui”.
Todavía recuerdo los aplausos y las risas del público. Y el siguiente pie forzado lo lanzó al aire nada más y nada menos que Joan Manuel Serrat, como respondiéndole a Sabina y tirándome un capote: “Y dice que es un amigo”. Y al genio catalán, uno de los artistas que más admiro, le improvisé esta décima, hablándole a él pero mirando a Sabina, quien seguía siendo el protagonista del performance:
Con un cigarro en la manoJoaquín se rasca una ceja,pero esa ceja lo dejaoír al bardo cubano.Él, más tarde o más temprano,tendrá que trovar conmigo. Pero como no persigoni venganza ni ilusiónyo le doy mi corazón“si dice que es un amigo”.
Y ya ven, regalos de la vida: el puente de esta décima improvisada (que era más deseo que premonición) se hizo realidad el pasado 2 de marzo en Cádiz. El mismísimo Sabina me invitó a participar de su pregón, junto a estrellas de la canción y la literatura como mi gran amigo Jorge Drexler, Rozalén, Vanesa Martín, Leyva, Chipi la Canalla, Pasión Vega y muchos otros.
Y al fin, “trovamos” juntos. Sirvan entonces estas líneas de prólogo a esta crónica en décimas de mi controversia con Joaquín Sabina en Cádiz, un momento inolvidable que ahora rueda en forma de vídeo en Internet, ese otro universo.
El 28 de febrerodespegué desde La Habanaen un avión de Cubanarumbo a España (“el extranjero”).Yo era el único viajerode los que iban en cabinaque a pesar de la rutinay el jet lag amenazandoiba en silencio, pensando:“Voy a cantar con Sabina”.
Aterrizaje en Barajasy luego el AVE a Sevilla.¿A cuántas horas por millase envejece cuando viajas?No lo sé, pero trabajaspara rejuvenecer.En Sevilla una mujeres mi mejor aeropuertoy el tiempo para el conciertoya es mucho menor que ayer.
Suelto en casa las maletasy otra vez a la estación.Vivo entre el tren y el avión:el karma de los poetas.Llego a Cádiz. Hay caretasy máscaras y pelucas,supermanes, mamelucas,minions, brujas y toreros,océano de sombreros, frentes que parecen nucas.
Vamos directo al hotely del hotel a la calle.Drexler me guía: un detalle(el más gadinato es él).Chirigotas a granelhay en todas las esquinas.Confetis y serpentinas.Colores y coloretes.Aspirantes a grumetesde Joaquines y Sabinas.
Y entre tantas chirigotasy romances y cuartetasun mar de buenos poetasse hace tsunami… y explotas.Palabras y palabrotasse agolpan en mi garganta.Me gritan: “Pimienta, canta”.“Vamos, Pimienta, improvisa”.Y se parten de la risalos del top-ten y el top-manta.
Es Cádiz de Carnaval.Cádiz más Cádiz que nunca.Hoy la tristeza está trunca.Hoy el llanto sabe mal.Ya falta poco. Al final,te duchas, vistes, renaces.Ya no sabes lo que haces,solo sabes que hay que entrar(sin tiempo para ensayar)en un baile de disfraces.
Llego y me cambio de ropa(todos ya van disfrazados).Cuántos piratas “pirados”en este rincón de Europa.Voy a integrarme a la tropadel Gran Capitán Sabina.Hay un bar en una esquinadel backstage. Pido un ron.(¿Es mi homenaje a Long Jonho mi amor por la cantina?)
Yo, pirata-cocinero,con mandil o delantal.Hoy me siento un man-fatalle,con botas y con sombrero.Soy Pimienta el Bucanero(homenaje a mi cervezapreferida: en mi cabezaLa Habana es fría y borbota).Miro todo y tomo nota.La noche pirata empieza.
Disfrazados por Joaquínvan Drexler (el Capitán)y Chipi, un dulce truhány la Vanesa Martín.Pasión Vega está por finpirateada “para bien”.Y qué hermosa Rozalénde corsaria aventurera.Y Almudena, de loqueray Luis, loquero también.
El gran Jesús Bienvenidoy el crack David Palomarsiempre soñaron pasarpor piratas. Y han podido.Pancho Varona vestidode él mismo no desentonaporque ya Pancho Varonaera pirata hace rato.Y Mara Barros, retratode una pirata-amazona.
Disfrazados por Joaquínvan muchos chirigoteros.Qué perfectos bandolerosson la Koki y Benjamín.Manu Sánchez con bombíntambién se suma a la fiesta.Qué noche tan loca estade showmanceros y cantes,piratas tan elegantesque no hacer selfies nos cuesta.
Y está Joaquín: a la vezCapitán y Comandante,Cabecilla y Almirante,la sombra y la lucidez.Sabina con su vejezsobre el hombro, con su arrojosobre el hombro, medio cojocomo los buenos piratas.Drake “el de las serenatas”con un parche sobre el ojo.
Hoy la tierra gaditana(un sitio espectacular)va a escuchar improvisara un pirata de La Habana.Con la tropa sabinianadaré versos a granely espero estar a un “nivelplaneta” o “exo-planeta”disfrazado de poetapara parecerme a él.
Yo cuando niño queríaser de los cuentos “el malo”con garfio, pata de paloy embarcado todo el día.Hoy en la pirateríalogro esas ensoñaciones.Y Espronceda, entre pregonesmurmura: “el cubano andacon sus diez versos por bandaen lugar de diez cañones”.
Y cuando dijeron “play”,y subió Joaquín a escenaestalló una plaza llena,rompió el cuadro Dorian Gray,el sol se quitó el jersey,llovió a mares serpentina.Aplausos en cada esquina.Música, risa, emoción.¡Luces, cámaras… pregón!Y empezó a cantar Sabina.
Y yo pensando en Rolando,el poeta, mi sobrino.Y en mi hijo Axel que no vino,y en mí joven, sabineando.Cuántos recuerdos flotandoque buen viaje a HamelínCómplice, Charo Martín,compartiendo adrenalinajunto al lejano Sabina,frente al cercano Joaquín.
Hasta que llegó el momentode improvisar a su ladoy todo quedó grabadoy el viento detuvo al viento.Ni siquiera haciendo el cuentola emoción se me termina.Y así fue, limpia y genuina,la controversia “violenta”entre el pirata Pimientay el Gran Capitán Sabina.
Cuando me dijeron que estaba invitado a compartir escenario con Joaquín Sabina, como parte del pregón del carnaval de Cádiz 2019, lo primero que recordé fue la noche en que nos conocimos, hace ya varios años, durante la fiesta literaria de Rota, el municipio gaditano donde el cantante veranea.
Sabina y yo participamos en aquella fiesta de la poesía junto a otros grandes de la música y la literatura españolas como Joan Manuel Serrat, Javier Ruibal, Almudena Grandes, Luis García Montero, Eduardo Mendicutti… Aquella noche, también como ahora, yo acaba de bajarme de un avión, directo desde Cuba. Aquella noche, como ahora, me subí al escenario a improvisar para un público entregado al disfrute de la palabra en cualquier forma: escrita, cantada, improvisada. Y al final de mi actuación, le pedí pies forzados al público (una de las especialidades de la casa). Recuerdo que el primer pie forzado, desde la primera fila, lo lanzó Mendicutti (“dentro de una cacerola”, supongo que refiriéndose al calor agostino de esa noche), y que malogré una décima, que es mejor ni citarla.
El segundo lo puso Sabina, con su voz “de lija y café”, y a todo pulmón: “el comemierda que fui”, uno de esos pies forzados que asustan a priori, que pueden paralizar, pero que a la vez son un reto de ingenio para un repentista.
Confieso que me gustó el tono desparpajado y provocativo (típico de Sabina) de aquel verso. Me gustó incluso que el cantante intentara hacerme ver que conocía “el español de Cuba” en su versión más canallesca y popular (“comemierda” en La Habana equivale a “gilipollas” en Madrid). Me gustó incluso su risa socarrona al decirlo. Y entonces, ante tamaño reto, improvisé esta décima anecdótica (una de las más difíciles del género, porque más que un poema, uno se obliga a improvisar un microrrelato):
Cuando joven me creíael mayor intelectual,un repentista genial,el Dios de la poesía.A todo aquel que veíalo achicaba frente a míPero hoy que te conocíy te veo humilde y tosco,lo primero: reconozco“el comemierda que fui”.
Todavía recuerdo los aplausos y las risas del público. Y el siguiente pie forzado lo lanzó al aire nada más y nada menos que Joan Manuel Serrat, como respondiéndole a Sabina y tirándome un capote: “Y dice que es un amigo”. Y al genio catalán, uno de los artistas que más admiro, le improvisé esta décima, hablándole a él pero mirando a Sabina, quien seguía siendo el protagonista del performance:
Con un cigarro en la manoJoaquín se rasca una ceja,pero esa ceja lo dejaoír al bardo cubano.Él, más tarde o más temprano,tendrá que trovar conmigo. Pero como no persigoni venganza ni ilusiónyo le doy mi corazón“si dice que es un amigo”.
Y ya ven, regalos de la vida: el puente de esta décima improvisada (que era más deseo que premonición) se hizo realidad el pasado 2 de marzo en Cádiz. El mismísimo Sabina me invitó a participar de su pregón, junto a estrellas de la canción y la literatura como mi gran amigo Jorge Drexler, Rozalén, Vanesa Martín, Leyva, Chipi la Canalla, Pasión Vega y muchos otros.
Y al fin, “trovamos” juntos. Sirvan entonces estas líneas de prólogo a esta crónica en décimas de mi controversia con Joaquín Sabina en Cádiz, un momento inolvidable que ahora rueda en forma de vídeo en Internet, ese otro universo.
El 28 de febrerodespegué desde La Habanaen un avión de Cubanarumbo a España (“el extranjero”).Yo era el único viajerode los que iban en cabinaque a pesar de la rutinay el jet lag amenazandoiba en silencio, pensando:“Voy a cantar con Sabina”.
Aterrizaje en Barajasy luego el AVE a Sevilla.¿A cuántas horas por millase envejece cuando viajas?No lo sé, pero trabajaspara rejuvenecer.En Sevilla una mujeres mi mejor aeropuertoy el tiempo para el conciertoya es mucho menor que ayer.
Suelto en casa las maletasy otra vez a la estación.Vivo entre el tren y el avión:el karma de los poetas.Llego a Cádiz. Hay caretasy máscaras y pelucas,supermanes, mamelucas,minions, brujas y toreros,océano de sombreros, frentes que parecen nucas.
Vamos directo al hotely del hotel a la calle.Drexler me guía: un detalle(el más gadinato es él).Chirigotas a granelhay en todas las esquinas.Confetis y serpentinas.Colores y coloretes.Aspirantes a grumetesde Joaquines y Sabinas.
Y entre tantas chirigotasy romances y cuartetasun mar de buenos poetasse hace tsunami… y explotas.Palabras y palabrotasse agolpan en mi garganta.Me gritan: “Pimienta, canta”.“Vamos, Pimienta, improvisa”.Y se parten de la risalos del top-ten y el top-manta.
Es Cádiz de Carnaval.Cádiz más Cádiz que nunca.Hoy la tristeza está trunca.Hoy el llanto sabe mal.Ya falta poco. Al final,te duchas, vistes, renaces.Ya no sabes lo que haces,solo sabes que hay que entrar(sin tiempo para ensayar)en un baile de disfraces.
Llego y me cambio de ropa(todos ya van disfrazados).Cuántos piratas “pirados”en este rincón de Europa.Voy a integrarme a la tropadel Gran Capitán Sabina.Hay un bar en una esquinadel backstage. Pido un ron.(¿Es mi homenaje a Long Jonho mi amor por la cantina?)
Yo, pirata-cocinero,con mandil o delantal.Hoy me siento un man-fatalle,con botas y con sombrero.Soy Pimienta el Bucanero(homenaje a mi cervezapreferida: en mi cabezaLa Habana es fría y borbota).Miro todo y tomo nota.La noche pirata empieza.
Disfrazados por Joaquínvan Drexler (el Capitán)y Chipi, un dulce truhány la Vanesa Martín.Pasión Vega está por finpirateada “para bien”.Y qué hermosa Rozalénde corsaria aventurera.Y Almudena, de loqueray Luis, loquero también.
El gran Jesús Bienvenidoy el crack David Palomarsiempre soñaron pasarpor piratas. Y han podido.Pancho Varona vestidode él mismo no desentonaporque ya Pancho Varonaera pirata hace rato.Y Mara Barros, retratode una pirata-amazona.
Disfrazados por Joaquínvan muchos chirigoteros.Qué perfectos bandolerosson la Koki y Benjamín.Manu Sánchez con bombíntambién se suma a la fiesta.Qué noche tan loca estade showmanceros y cantes,piratas tan elegantesque no hacer selfies nos cuesta.
Y está Joaquín: a la vezCapitán y Comandante,Cabecilla y Almirante,la sombra y la lucidez.Sabina con su vejezsobre el hombro, con su arrojosobre el hombro, medio cojocomo los buenos piratas.Drake “el de las serenatas”con un parche sobre el ojo.
Hoy la tierra gaditana(un sitio espectacular)va a escuchar improvisara un pirata de La Habana.Con la tropa sabinianadaré versos a granely espero estar a un “nivelplaneta” o “exo-planeta”disfrazado de poetapara parecerme a él.
Yo cuando niño queríaser de los cuentos “el malo”con garfio, pata de paloy embarcado todo el día.Hoy en la pirateríalogro esas ensoñaciones.Y Espronceda, entre pregonesmurmura: “el cubano andacon sus diez versos por bandaen lugar de diez cañones”.
Y cuando dijeron “play”,y subió Joaquín a escenaestalló una plaza llena,rompió el cuadro Dorian Gray,el sol se quitó el jersey,llovió a mares serpentina.Aplausos en cada esquina.Música, risa, emoción.¡Luces, cámaras… pregón!Y empezó a cantar Sabina.
Y yo pensando en Rolando,el poeta, mi sobrino.Y en mi hijo Axel que no vino,y en mí joven, sabineando.Cuántos recuerdos flotandoque buen viaje a HamelínCómplice, Charo Martín,compartiendo adrenalinajunto al lejano Sabina,frente al cercano Joaquín.
Hasta que llegó el momentode improvisar a su ladoy todo quedó grabadoy el viento detuvo al viento.Ni siquiera haciendo el cuentola emoción se me termina.Y así fue, limpia y genuina,la controversia “violenta”entre el pirata Pimientay el Gran Capitán Sabina.
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