lunes, marzo 09, 2020

A 50 años del grupo de experimentacion sonora del ICAIC



Por Alejandro A. García Ortega

Leo Brouwer está más feliz que nunca. Más joven. Silvio sonríe cuando Joel del Río alude al origen etimológico del Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC. Juega con la correa de la pequeña camarita entre sus manos. Jerónimo Labrada de vez en cuando le cede el micrófono. Tarde de remembranzas en el Complejo Cultural Cinematográfico del ICAIC Fresa y Chocolate.

Mientras Pablo Menéndez explica que aquel nuevo grupo pretendía renovar toda la música cubana, Silvio le toma discretamente una fotografía. Brouwer añade que la confluencia de tanto talento fue posible gracias a la grandeza de Alfredo Guevara y Haydeé Santamaría.

El moderador inquiere esta vez sobre las enseñanzas que les brindó el GESI, y en especial Leo Brouwer, a aquellos jóvenes músicos. “No creo que hayan aprendido nada”, acota Brouwer y el auditorio ríe. Silvio comienza su comentario con voz calmada, arguyendo que el mayor aporte ocurrió cuando compartió con los demás compañeros las canciones que componía en solitario.
Durante la intervención de Silvio, Brouwer levanta su dedo índice. Quiere la palabra. Cuando se la ceden, recalca que la confluencia de aquellos jóvenes talentos fue posible gracias a Haydeé. Silvio cambia su tono. Ahora revela una máxima que empleaba el maestro por esos años, “todo lo que se da en los conservatorios se puede sintetizar mucho”. Bajo esa teoría surgió la idea de crear un grupo musical que no solo tributara al cine, sino al sentir de aquella vanguardia intelectual.

Turno de Jerónimo Labrada, quien recuerda con lujo de detalles un septiembre 18 en el que grabó a Silvio y “quedó loco” con la riqueza musical y lírica de aquellas canciones. Eran momentos en que la infraestructura era bastante pobre y existen anécdotas como las de un llavero utilizado como instrumento musical; o intensas sesiones en el estudio que duraban toda una madrugada.

El ICAIC constituyó refugio y una especie de “reformatorio” (se dijo entre risas) para muchos de los trovadores que allí se agruparon. Piezas tan memorables como la “Balada de Elpidio Valdés” marcaron a una generación y lo seguirán haciendo. Es imposible imaginar la Historia de Cuba revolucionaria sin la banda sonora del GESI.

Por ello, los fundadores del Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC fueron reconocidos con la develación de una tarja conmemorativa en el segundo piso de la sede de la institución y una caricatura especial realizada por Juan Padrón.

En la tarde del 26 de noviembre, durante el acto de homenaje a las cinco décadas del GESI, también intervinieron, entre otros, desde el público, el director de El hombre de Maisinicú, Manuel Pérez Paredes; el maestro Roberto Valera; la artista plástica Diana Balboa y el poeta Víctor Casaus. Fue un diálogo íntimo y sentido, para recordar, desde la memoria, el legado de aquella extraordinaria experiencia que tanto ha aportado a la cultura cubana: desde entonces y hasta hoy.

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