16 de septiembre de 1973
Durante la madrugada, dos vecinas de una población cercana al Cementerio Metropolitano de Santiago, encuentran en un sitio eriazo, detrás de ese recinto, seis cuerpos. Al darlos vuelta, se dan cuenta que uno de ellos es Víctor Jara. Junto a otras personas, lo llevan al Servicio Médico Legal. Allí, uno de los funcionarios también lo identifica y le avisa a su esposa, Joan Jara.
El cuerpo del cantautor chileno tenía 44 impactos de bala: 2 en la cabeza, 6 en las piernas, 14 en los brazos y 22 en la espalda. Gracias a la ayuda de otros compañeros, Joan logra sacar a su amor del SML y lo entierra en un nicho en el Cementerio General de Santiago, la placa no lleva nombre, para que los militares no puedan dar con él y desaparecerlo, como lo hicieron con tantos hombres y tantas mujeres.
Este es parte del último caminar de Víctor Jara, una muerte recordada con profundo dolor, pero que afianza el compromiso por la justicia y la esperanza a la que tanto cantó el artista chileno.
🍁🍃🍂 A Víctor 🍂🍃🍁
No puede borrarse el canto
con sangre del buen cantor
después que ha silbado el aire
los tonos de su canción.
Los pájaros llevan notas
a casa del trovador;
tendrán que matar el viento
que dice lucha y amor.
Tendrán que callar el río,
tendrán que secar el mar
que inspiran y dan al hombre
motivos para cantar.
No puede borrarse el canto
con sangre del buen cantor,
tendrán que matar el viento
que dice lucha y amor.
Tendrán que callar el río,
tendrán que secar el mar
que inspiran y dan al hombre
motivos para cantar.
Tendrán que parar la lluvia,
tendrán que apagar el sol,
tendrán que matar el canto
para que olviden tu voz.
Composición: Otilio Galíndez / Roberto Todd
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