Silvio Rodríguez en La Canción del Elegido habla de un poeta que ha tumbado estrellas en mil noches de lluvias coloridas.
Recuerdo mi primer poster de ese poeta presidiendo orgulloso mi estudio de trabajo y esa leyenda que formó ya una filosofía de la vida: "Seamos realistas, exijamos lo imposible..."
A Pablo Neruda lo leí por primera vez en mis iniciales amores de adolescencia y El Che Guevara transfería su personalidad hacia mi rebeldía personal y política. Junto con Los Beatles eran mi trilogía divina...Crecimos juntos...
De alguna manera vivimos juntos las jornadas de 1968, aunque Ernesto Guevara había cavado su tumba histórica en Bolivia y yo hacia mi guerrilla intelectual con mis estudios secundarios, los Veinte Poemas de Amor y una Canción Desesperada y el Manifiesto del Partido Comunista...
Me hubiera gustado tener una mesa redonda personal sobre poesía con Pablo y Ernesto, en alguna playa mexicana, en plena noche, entre mate y mate, entre vino y vino, entre tequila y tequila...
Imagino a Guevara llegando con su puro, sus botas, su uniforme de campaña y pistola a la cintura con el Canto General de Pablo Neruda entre sus manos...Y Neruda con ojos luminosos y el ego halagado...
El Canto General nerudiano acostumbraba leerlo Guevara por las noches a sus guerrilleros allá en Sierra Maestra. Me estremezco al igual que Neruda recordar que los versos nerudianos acompañaron al Che Guevara en su muerte, en las montañas de Bolivia y guardó hasta el último momento, sólo dos libros en su mochila, un texto de aritmética y El Canto General.
El Che Guevara fue un hombre de acción y meditativo que en sus batallas heroicas destinó siempre junto a sus armas, un sitio para la poesía...ajena y propia...
Salud Guevara, San Ernesto de la Higuera, hasta las montañas de Bolivia...Salud Neruda, hasta la Isla Negra. Reciban un saludo de un seguro seguidor poético desde El Ombligo de la Luna... Salud entre poetas...
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