Pedro Jorge Velazquez
Toda contradicción que pueda haber con Silvio debe establecerse desde el absoluto respeto al hombre, al artista y al revolucionario íntegro que es. Silvio es un estandarte de la Revolución y de la cultura revolucionaria, un hombre con alma de girasol, cincel crítico, soñador, un necio irremediable, dador de casi todo lo humano y sensible que tiene nuestra canción de autor.
¿No estamos de acuerdo con sus últimas palabras? Ok. ¿No creemos que deba cuestionar la intensa investigación, capacitación y profesionalismo de nuestros juristas? Ok. Eso es legítimo. Lo que no puede pasar es que creamos, basados en esa diferencia, que "lo hemos perdido", que "está del otro bando" o que "traicionó". A esta altura del campeonato, después de haberse negado siempre al «rinconcito en los altares», Silvio no tiene más que demostrar. Él quedará en su obra y no en estas simples polémicas circunstanciales. Él será eterno en su obra y sus enemigos reales ya no podrán evitarlo.
Yo admiro a Silvio profundamente. Batallaría por él en cualquier contienda. Y cuando estoy en desacuerdo, lo digo; pero lo admiro más, porque admiro al hombre imperfecto que tanto nos ha dejado. No dejemos que nos venzan las ganas de poner etiquetas, o que la pasión nos lleve a etiquetar con injusticia. Ayer pedí respeto absoluto para Silvio en mi publicación y hoy lo hago de nuevo. Soñemos con que nos dure muchos años más y sintamos regocijo de tener a uno de los artistas más grandes de este continente, que nunca evitó definirse como fidelista y guevariano.
El proyecto que hemos comenzado yo y un grupo de jóvenes hace dos meses se llama El_Necio por Silvio y me enorgullece ese nombre que hemos escogido.
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