“Cuando al viejo Dagoberto le preguntaban cómo le iba, solía decir primero: "Yo, bien", y después, como explicándose, agregaba: "la vida es bella y en colores". Siempre me pareció una definición bien digna de la vida, fuera real o imaginada. Mucho más ahora, cuando me consta que aquel hombre tuvo razones para decir lo opuesto. Semejante gratitud debe haberle llegado un día en que la existencia le brillaba completa. Quizá en la calle Real de San Antonio, abordando optimista a dos hermanas, en el instante mismo en que puso los ojos en cierta rubia que parecía escapada de una película en technicolor.
Damas y caballeros, blogueros, visitantes, compañeros, amigos y curiosos: si el domingo no pude menos que sentirme inaugurado, el martes comparto con ustedes la expresión favorita de mi padre: "La vida es bella y en colores".
Hagan buen uso de ella”
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