viernes, marzo 29, 2024

«Tríptico», de Silvio Rodríguez: una revolucionaria declaración de amor


Partitura partisana

 Se cumplen 40 años de una obra fundamental del músico y un hito en la historia de la Nueva trova cubana que integró desde sus inicios

RAFAEL SERRANO MARTÍNEZ

Mundo Obrero

 · 26/02/2024 · 

CULTURA Y COMUNICACIÓN

Como supongo que muchos de los lectores de esta sección, uno tiene alguna que otra especial banda sonora de los años de la infancia. Aquella música que de fondo y reiteradamente se podía escuchar a través de los pasillos, llegando ya en forma de murmullo a todos los rincones de la casa. Música que queda indeleble en la memoria, unida a imágenes ya un tanto confusas de la vida cotidiana de aquellos años.


Este que escribe, por cuestiones de edad, tuvo la suerte de que, entre muchos otros, uno de los músicos que conformaron aquella banda sonora fuera el cantautor cubano Silvio Rodríguez.


Situándonos concretamente en 1984, Silvio acometía la titánica tarea de componer un álbum triple con motivo del 25º aniversario de la Revolución cubana, que iba a suponer el sexto de su carrera, y en el que, dos años después de Unicornio, y siguiendo la experiencia de este, acompaña su trabajo de una completa orquesta que aportará en estos años un salto cualitativo fundamental a su carrera; aquellos inicios en los que se bastaba con su voz y su guitarra, serán retomados posteriormente en trabajos como la trilogía Silvio, Rodríguez, Domínguez, ya en los años 90.


Tríptico, del que se cumplen 40 años, resulta así en una obra fundamental del músico y un hito en la historia de la Nueva trova cubana que integró desde sus inicios.


Podemos encontrar en Tríptico temáticas y estilos variados, desde aquellas de carácter más social y político, a veces explícitamente, otras de manera metafórica, tales como Domingo Rojo ( dedicada a las jornadas de trabajo voluntario a las que era convocada la población en determinadas fechas conmemorativas) o El tren blindado, acerca de los episodios históricos de Santa Clara; en Me acosa el carapálida se denuncia el criminal bloqueo a la isla, aún vigente; también aborda temáticas sociales, de una manera más poética que atraviesa todo el disco, una de las joyas de esta obra, y que además abre el volumen II de la misma y probablemente el más logrado de los tres: Llover sobre mojado.


Mención aparte merecen aquellas canciones donde se aborda el carácter internacionalista de la Revolución cubana, como en El dulce abismo o los ritmos caribeños de Canción para mi soldado, compuesta esta última en Angola, país con el que el gobierno cubano cooperaba militar y culturalmente en su lucha de liberación. Es inevitable pensar en el contraste con los tiempos actuales de guerra imperialista y genocidio.


Pero en Tríptico, como en toda gran obra, caben también cuestiones más personales e intimistas, tales como las que encontramos en Ángel para un final, Llueve otra vez o La gota de rocío, grandes canciones que van acompasando la música con las emociones en momentos de necesaria reflexión personal; la nostalgia y los recuerdos de la infancia y juventud aparecen en Me veo claramente o Camino a Camagüey…


Y así podríamos seguir enumerando y analizando, pero Tríptico es una obra en la que sumergirse sin prejuicios y con los sentidos bien dispuestos; reservar tiempo y ánimo para escucharlo sin pausas supone una experiencia de la que, definitivamente, se sale distinto a como se entró: uno de los ejemplos del poder terapéutico de la música, que además nos recuerda cuáles son los principios y valores que deberían guiarnos, ya que en estos tiempos oscuros parece a veces necesario recordar para qué estamos aquí; solidaridad, generosidad, la importancia de lo colectivo, serán los sentimientos humanos que prevalezcan, y Tríptico está impregnado de ellos, porque como uno de los protagonistas de aquellos convulsos años cubanos escribió, “el revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor”.


Para quien todavía no lo haya hecho, consigan estos tres viejos discos y déjense maravillar por Silvio. Y déjenlo sonar por si, dentro de unos años, quién sabe, sigue siendo también una de las bandas sonoras de la infancia de quienes vienen detrás.


“Agua me pide el retoño/ que tuvo empezar amargo./ Va a hacer falta un buen otoño/ tras un verano tan largo./ El verde se está secando/ y el viento sur se demora,/ pero yo sigo esperando/ que lleguen cantando/ la lluvia y mi hora.”


El vigía.


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