viernes, julio 26, 2024

Solo así

 


Últimamente algunos medios reproducen opiniones sobre la realidad cubana que he expresado en mi blog “Segunda cita” y se aventuran a insinuar que estoy cambiando de principios. Pura manipulación. Los que han seguido el curso de mi trabajo, los que han leído mi blog –y sobre todo los que me conocen– saben que siempre he cantado y dicho lo que pienso.

 

La única canción que una vez califiqué de incómoda es “Cuando digo futuro”, aun cuando la hice a pedido, para el cine. Y no es que me arrepienta de lo dicho sino porque vivo en un futuro muy distinto al que invitaba entonces. La frase sobre “Pequeña serenata diurna” que recientemente citó la AP en una entrevista, fue sacada de contexto y fue omitida la aclaración que a propósito hice. Tengo la grabación que lo demuestra.

 

Los contrarios al proceso político que se ha dado en llamar Revolución Cubana dicen que estoy cambiando, como si fuera posible arrepentirme de mi vida.

 

Mi común pero inequívoca existencia refuta lo falso de esas afirmaciones. Porque la revolución no la leí ni me la enseñaron otros. La viví desde niño, cuando todos en mi calle sabíamos que en la panadería vendían bonos del 26 de julio y si veíamos venir a un policía íbamos a avisar al panadero. En nuestros juegos con soldaditos de goma, los buenos eran siempre los rebeldes y los malos los casquitos del gobierno. Después del triunfo inauguramos las Patrullas Juveniles, fuimos alfabetizadores y cuando Girón inventamos las milicias estudiantiles. También fuimos los primeros llamados al servicio militar, en 1964.

 

Nunca fui militante porque me cuesta acatar sin discusión lo que se les ocurre a otros, pero cuando estoy de acuerdo ni el miedo a la muerte me ha podido apartar de lo que considero deber. Mis dos recorridos por Angola, en 1976, lo demuestran.

 

Integré la Asamblea Nacional no porque lo pidiera. En Buenos Aires leí que me estaban proponiendo en asambleas municipales y pensé que era un error periodístico. Cuando llegué a Cuba y me preguntaron dije que no tenía vocación de político y que por favor me quitaran. Se había acabado de deshacer la URSS, el país había perdido el 80% de su comercio exterior y Fidel decía que la Asamblea tenía que ampliarse y ser sabia. Aquello fue excusa para incluir a gente que había estado cuestionada, como yo. Y me di cuenta de que en la situación que estábamos hubiera sido una cobardía continuar negándome.

 

A mis 60 años cumplí 3 períodos asamblearios y pedí mi baja, así como también mi jubilación laboral, porque nunca soporté la burocracia. Después, lo primero que hice fue una larga gira por las prisiones, a lo que siguieron 10 años de gira por los barrios más necesitados. La pandemia nos detuvo. En la situación económica posterior considero que seguir crearía más problemas que los que resolvería. 

 

Creo que en los 17 años que llevo jubilado he trabajado tanto o más que antes. Y, como dije hace poco en una entrevista inédita, esencialmente “creo que soy el mismo: justicia social sin igualitarismo, la ciencia como guía y corazón autocrítico”.

 

El Universo no para de moverse. Estar vivo sin evolucionar es absurdo. Ver el mundo y aprender no significa dejar de ser solidario ni abandonar los deseos de justicia social. Sigo trabajando para un mundo más justo, donde en vez de invertir en armas se invierta en oportunidades para todo el que nace. Sigo pensando que el socialismo tiene mejores posibilidades humanas que el capitalismo; pero tendrá que ser un socialismo verdaderamente superior, como tanto se ha dicho y se ha cantado, aunque debamos usar “melladas herramientas” mientras no seamos capaces de una energía mejor.

 

Abajo los dogmas. 

Viva la libertad. 

“Con todos y para el bien de todos”.

 

Solo así siento que honro el sacrificio de mi pueblo.

 

 

Silvio Rodríguez Domínguez

24 de julio de 2024

La Habana, Cuba

silvio en 17:39

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3 comentarios:

silvio dijo...

De Giraldo Alayón:

Buenas noches. Es tarde y ando en los menesteres de llenar el tanque de la azotea, pues nos afectó uno de nuestros periódicos apagones hasta hace 45 minutos. Les escribo pues hace un par de días me encontré con un antiguo vecino y su esposa, del cual nos enteramos que su mamá había fallecido recientemente, víctima de un cáncer demoledor. En medio de nuestras palabras de pésame y condolencias, nos dijo (a Aimé y a mí) que en sus frecuentes conversaciones con Dios, éste le había alertado sobre la inminente muerte de su madre. Al decirme esto con esa naturalidad y convicción tuve que aparentar estar conforme o al menos callado. El y su esposa (que estaba presente, son jóvenes y pastores de una de las tantas iglesias evangélicas que hay en Cuba). Les digo que aún no me he recuperado de esa conversación. Nunca pensé que ya en el siglo XXI hubiesen personas creyentes hablando de esa forma. Y no es porque soy anticlerical o antirreligioso, es que considerando y respetando a los que creen, cómo imaginar esa enorme arrogancia humana de creerse interlocutor de un Dios (deidad con los infinitos poderes que le otorgan las religiones judeo-cristianas). Ante personas con esas convicciones ¿qué hacer? ¿Vale la pena explicarles que solo somos menos que una mota de polvo en el vastísimo Universo? Pienso que nuestros sistemas educacionales han fallado, la divulgación científica no es la mejor, y que hay que repensar, muy bien y seriamente cómo enfrentar estas actitudes y posturas que nos pudieran llevar al abismo. De ahí nuestra insistencia en aprender a discernir lo que es ciencia y lo que no es, aprender a dudar, a saber dialogar racionalmente, a respetar lo que otros piensan, pero a darse a respetar por nuestras acciones. Veo al futuro del Mundo como que guiado por la CIENCIA, eso sí emanada ésta, no de oscuras discusiones doctrinales y dogmáticas, sino del seno de la diversidad de criterios, métodos y enfoques que nos sirvan para encontrar los hechos y evidencias sobre los cuales se erige. Saludos
Giraldo Alayon

25 de julio de 2024, 9:25

silvio dijo...

Las interpretaciones supranaturales existen desde que la mente tuvo incógnitas. Quizá eso explique que hoy en día, hasta en países con buenos sistemas educacionales, existan ese tipo de creencias. Es probable que hasta en las sociedades futuras más perfectas esto siga ocurriendo, quién sabe si siempre, gracias a una necesidad de espiritualidad especial de ciertos seres humanos. ¿Por qué?… Supongo que porque siempre habrá incógnitas. Y ante eso habrá que ser abiertos para intentar llegar a más conocimiento. Puede que parezca paradojico, pero creo que lo menos que merece ser sacralizado es la Ciencia. Y es que el amor, ya se sabe, también es necesidad; pero, aún así, que también nos movamos por como sentimos completa nuestra humanidad.

25 de julio de 2024, 9:25

silvio dijo...

De Giraldo Alayón:

Hemos insistido la importancia del amor y de la pluralidad de enfoques. La ciencia ni debe ni puede ser sacralizada, aunque se pretenda, su propia esencia lo impide, es una, digamos, gran "herramienta" para tratar de explicar la naturaleza. Pero la ciencia sin la imaginación no es posible. Lo que me aterra es el fanatismo, sea de la forma que sea, pues nos lleva a extremos irracionales.

25 de julio de 2024, 11:24

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silvioTrovador nacido en San Antonio de los Baños, Cuba, en 1946, hijo de Argelia y Dagoberto. Correo: ojala@cubarte.cult.cu Más datos en: http://www.zurrondelaprendiz.com/Ver todo mi perfil


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