Conocí a Silvio en la cárcel durante la dictadura, porque en una de las paredes alguien escribió: “quedamos los que puedan sonreír en medio de la muerte en plena luz”. No lo conocía aun, no sabía que era sus palabras, pero me quedaron grabadas para siempre.
Las canciones de este trovador me deslumbraron y alumbraron esos días universitarios, cantando (con Tati pena y Eduardo Peralta) en los patios del Campus de Oriente de la UC: “Acerca de los padres”, “La era está pariendo un corazón”, etc. Años después le propuse a la revista donde trabajaba hacer un cancionero sobre él, lo cual era peligroso por lo cubano y revolucionario del autor, más aún en esa época; corrían los días de 1979. Además, no había plata, pero la conseguimos y salió el primer cancionero de Silvio Rodríguez en Chile.
Le siguieron varios más, sobre todo después de que lo entrevistara en 1984 en Buenos Aires, una entrevista tan larga que la publicamos en tres partes. En 1990 el trovador volvió a Chile y llenó el Estadio Nacional, cantándole a Víctor Jara y a la esperanza. Lo entrevistamos al día siguiente, ya no para la revista La bicicleta, sino para una publicación propia: La cigarra. Siguiendo la tradición, la entrevista fue larga y nutrida. Hicimos dos libros con las entrevistas, historia y las canciones, esta vez aprobadas por él mismo.
La vez siguiente, cuando llenó el Santa Laura, los jóvenes al verme me enviaban recados para su ídolo. Estaban tan inquietos que el productor me pidió que hablara para tranquilizarlos: sólo obtuve de vuelta un coro que gritaba: “pelado a diputado”. En esa venida (1992) organicé, para Silvio, una reunión con los cantores de micro y también con representantes del Canto Nuevo en la Casa de Eduardo Gatti, donde nos sacamos una foto junto a Eduardo Peralta. Volvimos a vernos varios años después, en la embajada de Cuba, donde sacamos una foto junto a Tita Parra: “te dejaste la barba nuevamente”, me dijo.
La última vez fue en su Habana, querida, durante un viaje que hicimos con Tropa Cósmica a Cuba. Habían pasado muchos años sin vernos y le comenté que quizá cuándo volveríamos a vernos nuevamente: “la próxima será en el más allá”, me dijo con su cara de niño y su sonrisa intacta aún. Feliz cumpleaños, poeta de la música.

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