La Jiribilla
Edición 2 al 8 de Diciembre del 2006
Estrella Díaz • La Habana Fotos: Alain Gutiérrez
“¿Que qué pensaba y sentía mientras escuchaba cuarenta de mis canciones cantadas por igual número de trovadores? Pues gratitud y me gustaría que todo el mundo pasara por una experiencia así: es conmovedor que la gente se aprenda tus canciones y que las quieran cantar; me parece una cosa muy linda y una recompensa enorme y lo que les deseo es, como dice un amigo: ¡lo que me desean, tengan!”, expresó el trovador Silvio Rodríguez.
Tales declaraciones de Silvio fueron hechas a esta reportera instantes después de concluir en el patio del Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau en La Habana Vieja, el segundo concierto que esa institución preparó a propósito del 60 cumpleaños del trovador y que se convirtió en uno de los homenajes más cercanos, profundos, amorosos y, sobre todo, sinceros que se le tributan a un hombre que, aunque rehúsa de luces, lentejuelas, perlas y multitudes, su sola presencia se convierte, si no en huracán, al menos en rabo de nube…
Los conciertos titulados Te doy una canción del sábado 25 y domingo 26 de noviembre fueron, además, una lección de respeto visto desde dos grandes vertientes: los propios músicos y el público. Los cuarenta trovadores que participaron en ambos recitales sabían que estaban allí para reverenciar a Silvio y a eso se limitaron y ¡crecieron!… atrás, muy atrás, quedó cualquier vestigio de vanidad personal: todo el que se subió al escenario supo y transmitió una profunda admiración hacia uno de los fundadores de la Nueva Trova cubana.
También el público, numerosísimo como era de esperar, que acudió al patio de Muralla 63 a disfrutar de la poética de Silvio supo tomar distancia de la voz que hacía suya una canción de Silvio. ¡Felicitaciones! para ese público, integrado por varias generaciones, que no se dejó seducir por la tentación de desbalancear el espectáculo con gritos y aplausos desmedidos. Todo lo contrario: la contención mostrada le dio a ambos conciertos un empaque definitivo.
Cuando el concierto del sábado 25 llegaba al final, Silvio subió al escenario y cantó “El colibrí” canción anónima que, confesó, le fue enseñada por su madre y “de ahí salieron todas las demás”, enfatizó entre aplausos que ponían punto final a una noche en que la trova escribió, sin duda alguna, una hermosa página en su historia.
La responsabilidad de abrir el concierto del 25 fue de Gerardo Alfonso quien hizo su versión de “La historia de las sillas” y continuaron Erick Sánchez (“Nubes de alivio”), Dúo Janet y Quincoso (“Discurso fúnebre”), Jorge García (“La maza”), Inti Santana (“El guije”), Diego Gutiérrez (“Generaciones”), Alberto Faya (“Mi lecho está tendido”) y Pavel Poveda (“Olivia”).
Por la entrega raigal merecen mención aparte el Dúo Cofradía quien realizó una esplendida versión de “Si seco un llanto”, Diego Cano, con su imponente voz retumbó las yagrumas con “Óleo de mujer con sombrero”, mientras que Yamira Díaz puso un toque de conmovedora ternura con “Se demora”.
Siguieron Silvio Alejandro (“Nunca he creído que alguien me odia”), Fernando Bécquer (“No vayas a cerrar los ojos”), Dúo Karma (“Que ya viví que te vas), Lázaro García (“Hoy mi deber era”), Charly Salgado (“Acerca de los padres”), Tony Ávila (“El día feliz que esta llegando”), Vicente Feliú (“Un día nuestros fantasmas”) y Frank Delgado (“Ella salió desnuda”) y Santiago Feliú (Canción de la Columna Juvenil del Centenario).
La responsabilidad del cierre del primer concierto fue de Heidi Igualada, trovadora de timbre tierno y cautivamente y quien con su “Unicornio” dejó un aliento tibio en medio de una velada amenazada, constantemente, por la inminente lluvia.
De este primer concierto hay un aspecto importantísimo a destacar y es que los trovadores más jóvenes escogieron los temas más antiguos de Silvio, es decir, aquellos que fueron compuestos a mediado de los sesenta ¿La causa? Pues, quizás, porque de aquellos tiempos datan textos cáusticos, crípticos, concentrados y en los cuales las insatisfacciones eran, casi siempre, motivo inspirador. No estoy hablando de calidades: esa está probada por el paso de los años.
El poeta y cineasta Víctor Casaus, director del Centro Pablo, al inaugurar el concierto del 25 aseguró que ambas presentaciones, también, eran una manera festejar los años de existencia del espacio A guitarra limpia “un proyecto que las trovadoras y los trovadores cubanos han hecho suyo y eso es lo importante”.
Recordó Casaus que los más de setenta conciertos realizados “han sido una forma de transmitir esa herencia y esa presencia importantísima de la nueva trova como expresión de nuestra cultura y también de dar un espacio a las gentes más jóvenes que aún no tienen acceso a los circuitos de difusión para que prueben fuerzas enfrentándose a sus futuros y posibles públicos”.
En estos diez años, dijo Casaus, hemos hecho mucho con muy poco y recordó que el Centro Pablo, institución que cumple su primera década de trabajo en diciembre próximo, “siempre se trata de alejar de la inercia y el burocratismo, males que pueden lastrar el trabajo cultural”.
Insistió que las tres becas de creación otorgadas “son diferentes caminos para contribuir a la difusión de la nueva trova cubana” y señaló que “este esfuerzo del Centro Pablo se une al de otras instituciones que tienen, también, becas que son determinantes para que los trovadores puedan defender y hacer valer en el espacio público sus modos de ver y pensar la realidad y encontrar los públicos receptores imprescindible para todo artista”.
Según el acta del jurado, integrado por Silvio Rodríguez, Víctor Casaus y Germán Piniella, se acordó por unanimidad otorgar el Premio del Concurso Del verso a la canción a los siguientes proyectos: Soñar despierto (Rita del Prado), Textos de poetas de Villa Clara (Diego Gutiérrez),
La isla en peso: doce maneras de estar lejos (Mauricio Figueiral), De la moderna voz a la vanguardia: textos de José Martí y César Vallejo (Ángel Quintero) y Cuba y la noche del dúo de Janet y Quincoso.
Ese mismo jurado fue el encargado de otorgar los premios del concurso Una canción par a Pablo y decidió, también por unanimidad, seleccionar a los trovadores Samuel Águila, Ihosvany Bernal, Raúl Verdecia, Juan Carlos Pérez, Marta Campos, Silvio Alejandro Rodríguez, Heidi Igualada, Fernando Cabreja y Oscar Eduardo Sánchez como finalistas que participarán en el concierto A guitarra limpia que se efectuará en diciembre próximo y que estará dedicado por entero a homenajear a Pablo de la Torriente Brau en el aniversario 70 de su caída en combate.
El Primer Premio de Una canción para Pablo fue conferido a “Contra lo oscuro” (Juan Carlos Pérez), el Segundo a “Caminar contigo” (Marta Campos), el Tercero a “Hijo de islas” (Silvio Alejandro Rodríguez), mientras se otorgaron dos cuartos premios a las canciones “Hay palabras” (Heidi Igualada) y “Arquitecto del sol” (Fernando Cabrera). Igualmente se decidió conceder una Mención Especial de estímulo al joven trovador Eduardo Sánchez por su canción “Torrente Brau”. La Beca de creación Sindo Garay, que por primera vez concede el Centro Pablo y que beneficiará con una ayuda económica durante un año a los trovadores seleccionados, le fue otorgada a Isael (Pipo) Carrazana, Junior Navarrete, Leonardo García y Eric Méndez.
Igualmente se presentó el Cuaderno Memoria dedicado al séptimo aniversario de A guitarra limpia y que en formato de papel recoge los momentos vividos en ese espacio durante el año anterior; también fueron presentados los nuevos CDs de la Colección A guitarra limpia que incluyen el quehacer de Trovarroco (con Silvio, Lázaro García y Vicente Feliú), Dúo Ariel y Amanda, Charly Salgado, Pavel Poveda y la Antología 5.
El concierto del domingo 26, en el que coincidieron hasta cuatro generaciones de trovadores y al que asistió el ministro cubano de cultura, Abel Prieto, también estuvo lleno de sorpresas.
Una de ellas fue el mensaje que trajo desde Brasil Marilia Guimaraes, una entrañable amiga de Silvio quien con nerviosa palabra deseó larga vida al trovador. También Martín Martínez, de Trovacub, fraterna y querida institución que promueve la trova cubana desde México, felicitó a Silvio a quien calificó de “persona que ha tenido a través de su música la capacidad de tocarnos el corazón”.
Silvio había cantado el día anterior, pero no había hablado y fue invitado a ello: “Había varios planes para celebrar este cumpleaños; como se trata de una fecha como se suele decir, cerrada, se crearon algunas expectativas.
De esas varias opciones preferí el ofrecimiento de Víctor y del Centro Pablo, por una cuestión de afinidades, de historia común y de amistad. Esta es una de esas ocasiones que no puede haber desvíos de recursos que le pongan peros a la amistad; en las que no hay razón alguna para malas calificaciones porque los viejos amigos se reúnen para celebrarse, para aplaudir la resistencia ante el paso de los años, para glorificar la suerte de poderlo contar y de poder contar los unos con los otros.
Por eso, gracias Víctor, gracias María, gracias Centro. Hace cuarenta años, quizás, yo andaba por los rincones de una fiesta como ésta, moviéndome a la sombra de la celebración de algún señor mayor tratando de fijar la melodía que se me acababa de ocurrir o registrando mis bolsillos en busca de un par de horas de intimidad con el ser maravilloso que acababa de conocer.
En medio de bullicios ajenos vivía mi exiguo drama de juventud, el que consistía en todo lo que es materia de canciones o sea, todo, menos aplausos y homenajes. Por eso aclamo las anónimas celebraciones cuando uno sabe que el dolor que parece arrasarnos será una siembra nutritiva.
Gracias, pues, a los que ahora pasan por esos momentos cruciales, gracias a los que les importan poco mis palabras, gracias a los que ni siquiera prestan atención. Y gracias muy especiales a las trovadoras y trovadores que han dedicado tiempo y esmero en aprenderse y versionar mis canciones. Si una vez dije que para un autor no había nada más gratificante que escucharse en las voces del pueblo, ustedes me han hecho saber que esa felicidad se complementa al sentirnos queridos por nuestros hermanos de oficio. Gracias a todos y ojalá les suceda todo lo bueno que me ha pasado a mí.”
Luego de estas hermosas palabras de Silvio Rodríguez, comenzó el segundo día de concierto y fue el Dúo Ariel y Amanda a quien se le encargó la difícil misión de comenzar el recital y lo hizo con el tema “Canto arena”.
Luego siguieron Alain Garrido (“Para mirar nacer”), Junior Navarrete (“En mi calle”), Ángel Quintero (“Al final de este viaje en la vida”), Enriquito Núñez (“De la ausencia y de ti”), Ireno García (“Esta canción”), Alejandro Valdés (“Crisis”), Juan Carlos Pérez (“Rabo de Nube”), Norge Batista (“Sueño con serpiente”), Samuell Águila (“Aceitunas”), Augusto Blanca (“Paula”), Ihosvany Bernal (“Defensa del trovador”), Leonardo García (“La gaviota”), Pepe Ordás (“El dulce abismo”), dúo de Lien y Rey (“La resurrección”) y José Antonio Rodríguez (“La vida”).
De este segundo recital hay que destacar varias cosas como por ejemplo las declaraciones de Carlos Varela quien aseguró que “En estos días” es una de las canciones “más hermosas que se han escrito” y la dedicó a otro trovador mayor: Noel Nicola. Igualmente Varela responsabilizó a Silvio por haber “seguido el camino de la guitarra” y sentenció “estaría dispuesto a regalarte toda mi música y hasta mi vida”.
Marta Campos con su leve y cubanísima versión de “La gota de rocío” logró conmover al auditorio; Manuel Argudín y su “Ángel para un final” pusieron en un punto muy alto el concierto, mientras que ese santiaguero de voz y corazón de privilegios que es Eduardo Sosa, cerró con “Te doy una canción”.
Inmediatamente después los cuarenta trovadores, “como cuadro apretado a la orilla de Los Andes” al decir de José Martí, se juntaron en el escenario y a voz común entonaron “Vamos a andar”, antológico tema de Silvio.
La emoción se hizo verso, la emoción se hizo canción; por un momento sentí que algo bueno se amalgamaba ¡nunca antes vibró así ese patio!, ¡nunca antes se mezclaron público y músicos con tal intensidad bajo esas yagrumas!
“Y nada más” fue el regalo final de Silvio.
Subió al escenario, rasgó la guitarra y cantó las primeras frases… lo demás fue energía desatada.
De repente tomé conciencia de que en apenas cuatro horas (dos aproximadamente para cada concierto) habíamos hecho un intenso recorrido por la historia cubana de los últimos cuarenta años: amor, dolor, ternura, rabia, congoja, nostalgias, añoranzas, batallas (ganadas y perdidas), felicidad (ampliada y disminuida, según cada caso), desesperación, futuro, anhelos… todo lo humano y lo divino resumido en una obra, en un quehacer, en un nombre, en un hombre: Silvio.
Los trovadores opinan ¿Por qué esa canción y no otra?
(Fernando Bécquer, “No vayas a cerrar los ojos”)
Esta canción la conocía hace mucho tiempo, pero nunca pensé que la iba a cantar en público. Nunca he sido un intérprete de la obra de Silvio; solamente he cantado alguna que otra canción en descargas muy informales como “Óleo de una mujer con sombrero” o “La maza”. Escogí “No vayas a cerrar los ojos” porque es la que tiene que ver con lo que hago. Uno a veces cree que inventó algo y se da cuenta que todo está inventado y que Silvio hace más de treinta años se nos adelantó.Me gustó mucho escoger esa canción y tuve el atrevimiento de llevarla a mi estilo. Eso lo pude hacer porque la canción me permitía eso. No quise escoger una canción muy conocida por respeto a la obra de Silvio y porque no soy un super cantante que pueda cantar “clásicos”. No se qué le habrá parecido a Silvio, pero yo lo disfruté muchísimo.
(Yamira Díaz, “Se demora”)
No tengo muchas cosas de Silvio; las cosas que poseo de él están en placas de acetato… algo de lo que hizo con Afrocuba, con unos arreglos tremendos y me digo: bueno, ya después de esto no se puede hacer nada más. Cuando había escuchado muchas cosas, vino un amigo con unos cassettes y me dijo: mira a ver si ahí encuentras algo. Cuando escuché “Se demora” supe que era la canción. Claro que el arreglo que hice no tiene nada que ver con lo que hace Silvio, pero me gustó tanto la canción, tiene tanto que ver conmigo y decidí hacer una versión bien pequeñita. Estoy muy contenta por la reacción del público.
(Gerardo Alfonso, “La historia de las sillas”)
Podía haber cantado cualquiera. A mí me encantan muchísimas canciones de Silvio y de hecho canté desde el público la mayoría de los temas. “La historia de las sillas” es un poco mi propia historia y mi convicción de cuál es el rumbo a seguir. Es algo que está clarísimo. Para mí la silla es una metáfora del acomodamiento al cual nunca me voy a resignar. La relación entre la compañía y la soledad y la prisa son elementos con los cuales estoy viviendo constantemente en mi labor artística y me identifico mucho con esa canción. Pero cualquiera de las que se cantaron tienen para mí un gran valor porque todas llevan un mensaje hondo desde el punto de vista ético. La sorpresa está en abrir un concierto con un mensaje tan profundo, fuerte y trascendente como el de “La historia de las sillas” y me siento muy honrado. Creo que además de festejar el cumpleaños de Silvio, estos conciertos han sido un acto de reivindicación de una obra que merece estar en un alto nivel y un reconocimiento y una divulgación más intensa de lo que ha tenido hasta ahora. Es decir, hasta donde Silvio no pudo lanzar sus canciones lo continuamos nosotros con las voces de las generaciones más jóvenes.
(Diego Cano, “Óleo de mujer con sombrero”)
Había escogido otra canción. Estas cosas me pasan muy a menudo, soy un tipo tardío para estas cosas. Había escogido una canción que estaba seguro nadie había seleccionado que era “Cuantas veces al día”, un tema que, personalmente, me gusta muchísimo. Cuando se hace la reunión aquí, en el Centro, descubro que no estaba “Óleo de mujer con sombrero”, que es un tema que siempre he cantado y que fue de los primeros que me aprendí. Decidí que tenía que estar. Hubo alguien que me dijo que era una canción muy manida, pero creo que tenía que estar. Con este cambio, también, me sentí mucho más seguro. “Óleo…” es de esas canciones que uno las hace propias.
(Dúo Karma, “Que ya viví, que te vas”)
Cuando se nos habló de la posibilidad de participar en este concierto nos pareció algo super lindo y no nos demoramos ni un minuto en decidirnos, pero con exactitud no te puedo decir por qué esta canción… es un tema de un tremendo lirismo, la relación con la guitarra, el tratamiento de la melodía y de la armonía. Tratamos de hacer una versión un poquito diferente; estábamos asustados porque no sabíamos qué iba a parecer la versión, pero a nosotros nos gustó mucho y espero que a Silvio y a las demás gentes también.
(Diego Gutiérrez, “Generaciones”)
(Dúo de Ariel y Amanda, “Canto arena”)
Escogimos ‘Canto arena’ por varias razones. Una porque no es una canción típica para ser interpretada a guitarra limpia, es un tema que se conoce en una versión hecha con Afrocuba, que no se toca normalmente en las casas cuando uno disfruta las canciones de Silvio. Lo otro es porque nos parece que encierra mucho el sentido de este concierto, es decir, la importancia que tiene la canción, cómo la canción pude navegar y fluir entre las gentes y convertirse en el mismo público que la está escuchando. Creo que esa es la esencia de los conciertos; por eso hicimos ‘Canto arena’ y además una versión igual, pero que no es la misma.
(Inti Santana, “El güije”)
La esencia de Silvio tiene que ver con esa posibilidad de soñar. De eso se habla en el documental Que levante la mano la guitarra, de Víctor Casaus. Además de que esa canción siempre me gustó desde que la escuché, como que me completó. Es una canción que no es de crónica… quizás no se pudiera tomar para buscar la historia de Cuba como otras canciones, pero es esencial porque tiene que ver con el poder de soñar de las gentes. Cuando conocí esa canción yo era un adolescente y me identifiqué con el güije de la soledad que es como que la historia de un ogro. En ese período de la vida uno siempre tiene una parte escondida y sin mostrar. El güije apela a la capacidad de soñar, a la parte linda y a lo aparentemente más feo. Cuando vi a tanta gente conmovida aquí con cada una de las canciones que se han escuchado en estos dos días, me confirmó la idea de que la obra de Silvio ilustra la historia emotiva no sólo de Cuba sino de Hispanoamérica, quizás.
(Heidi Igualada, "Unicornio”)
(Erick Sánchez “Nubes de alivio”)
Primero es una canción que me gusta mucho
y que no está grabada en ninguna parte. La descubrí hace muchos años en casa de un amigo común que tengo con Silvio y que murió hace unos diez años. La mamá de ese amigo me regaló un cassette que se escuchaba muy mal, pero pude aprendérmela. En el momento de la vida en que me encuentro parado ahora, pues la canción me alivia un poco.
(Charly Salgado “Acerca de los padres”)
Esta es una canción del año 69 y es un tema de muchísima rebeldía, de fuerza… a veces cuando lo canto la gente piensa que es mío. Tiene una influencia que rebasa la trova; es un tema que me fue fácil hacerle el arreglo porque se nota la influencia, por ejemplo, un poco “bitlémana” y “dylaniana” y además el texto es imprescindible. Por eso, creo, que está en el libro Que levante la mano la guitarra.
(Martha Campos, “La gota de rocío”)
Una de las primeras canciones que escuché de Silvio fue ‘En mi calle’, pero ‘La gota de rocío’ la siento muy pegadita a mí. Es un texto de peso, pero muy cubano, muy soneado y tiene que ver conmigo, con mi línea de trabajo. Además, la disfruto al máximo y he hecho una versión muy sencilla y respetuosa para entregársela al público y, especialmente, a Silvio.
(Samuell Águila, “Aceituna”)
Cuando tenía unos 14 años y era estudiante de música, hubo un encuentro pioneril con Silvio Rodríguez y en ese encuentro, que fue la primera vez que vi a Silvio de cerca, canté ‘Aceituna’. Pensando en un homenaje por su cumpleaños creí que sería lindo volverle a regalar esta canción después de 15 años, me pareció una cosa hermosa. Además me pareció que era una canción que significa mucho por la época en que se hizo… Silvio estaba en Angola, en la guerra junto con Vicente Feliú y con Lázaro García y me parece una versión distintita. A mí me gustan mucho las cosas guitarrísticas y es una canción que tiene su ‘moña’ con la guitarra.
(Ihosvany Bernal, “Defensa del trovador”)
“Es una canción que conozco desde hace muchos años y siempre me ha gustado muchísimo. También me interesa promover la música de los otros trovadores y defender sus derechos. Me gusta lo que dice esa canción y punto.”
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