martes, mayo 29, 2007

Silvio en Chile-III

Silvio:memorias trovadas de una revolución. Joseba Sanz.Editorial txalaparta.

El concierto comenzó al fin, la noche del 31 de marzo. El estadio no podía estar mas lleno. Se habían batido todos los records en la historia del Estadio Nacional. Atrás quedaban semanas de frenéticos ensayos, muchas ilusiones, muchos sueños.

A las 21.50 las luces del estadio se apagaron y solo quedaron escendidas las del escenario. Irakere inicio la actuación en medio de grandes ovaciones con la pieza Stella, Pete and Ronie.
Tito Marques le hizo la señal convenida y Silvio supo que había llegado la hora, bajo peldaño y cruzo un largo pasillo para enfrentarse a la multitud como quien se enfrenta con sus sueños. A lo largo del pasillo vio a Víctor, recordó los mendigos de la Alameda, los gases lacrimógenos, luego los últimos ensayos en La Habana, las tensiones de la preparación y de nuevos aquellos noches de Santiago en el 72.





Ahora Santiago estaba allí a pocos pasos, esperándole, y sentía que no había habido ante tan importante en todos esos años como aquel regreso. Un largo pasillo de casi 18 años que tocaba a su fin.
Salio y 160.000 ojos se fijaron en el. Eran 80.000 personas que habían esperado su retorno y que asemejaban un inmenso manto que cubría el campo y las gradas. Había multitud de banderas y pancartas de solidaridad con Cuba. La fuerte percusión de Causas y azares, unida a la aparición de Silvio, provoco un tremendo frenesí en el publico.





Al final de la canción Silvio se dirigió a los presentes por encima de los gritos y aplausos.
-Muy buenos noches Santiago….de Chile. Bueno ¿ que decirles?, había pensado tantas cosas. Creo…, creo que nunca he usado…., creo que va a ser la primera vez que uso el nombre de mi pueblo para decirle algo a otro pueblo, porque hablar en nombre de un pueblo es una responsabilidad demasiado alta. Pero creo que no corro ningún riesgo, ante mi pueblo quiero decir, si les digo en nombre de toda ante mi pueblo quiero decir, si les digo en nombre de toda Cuba un gran abrazo solidario latinoamericano con el pueblo de Chile.. y una gran felicitación, entrañable, por la democracia…
Silvio cantaría temas nuevos y antiguos. Entre los clásicos Rabo de nube, Décimas a mi abuelo, la maza, En mi calle y Por quien merece amor. Algunos estrenos fueron: Tonada de la muerte que recuerda a Maldigo de Violeta Parra, el hombre extraño, Mariko-San y la escalera.





En un momento de la actuación comenzó a tocar la música de El reparador de sueños para cambiar por sorpresa a Pequeña serenata diurna. Estaba recordando la actuación junto a Víctor en ese mismo estadio 18 años atrás y al acabar declaro de pronto:
-Este concierto lo quiero dedicar desde lo más hondo de mas hondo de mi a Víctor Jara.





El estadio vibro como si hubiera explotado, la gente gritaba enloquecida. Las calles adyacentes sintieron la tremenda fuerza que emanaba del recinto, el impacto de un terremoto humano, estremeciendo los graderíos y los muros. La locura enfebrecida de miles de personas que amaban a Chile, Cuba, a Víctor, a Silvio. ¿Cuántas de estas personas estuvieron recluidas en ese mismo estadio en los días posteriores al golpe militar y sufrieron el espanto de ver morir torturados y balaceados a sus amigos? ¿Cuántos salvados de milagro, verían morir a Víctor Jara en el Estadio Chile? ¿Cuántos le escucharían cantar, entre los cientos de secuestrados, con la muerte ya cercana, hasta no ser mas que un charco sangre, primero con las manos cercenadas y luego cruelmente asesinado como único modo de acallar su voz?





Isabel Parra junto a su hija Cristina, Ángel Parra (hijo) y su grupo interpretaron dos canciones: Generaciones y Solo el amor, acompañados por Silvio. Mas tarde Chucho Valdés demostraría con Concierto andino que los ritmos de los Andes son perfectamente fusionable con la percusión afrocubana.





Hacia el final de la actuación programada Silvio interpreto un estreno: la resurrección, que es una respuesta a ciertos enfoques sobre el V Centenario. Una especie de alegoría en la que todos los muertos de América se levantan para hacer frente de nuevo al colonizador.
Con polvo del Arauco,
Con piedra del azteca,
Con sangre del esclavo
Es la resurrección
Que enciende mariposas
Y las arroja al viento,
Que da al volcán su toca
Y al trueno su canción.
El sol ha sido izado
Por sus primeros sueños,
Que aúllan despertando
Por la convocación.
El polvo con el polvo,
La piedra con la piedra,
Se juntan como rostros
Y surge la ciudad.
La antigua cordillera
Dibuja el sortilegio
Y el viento va, afilado,
Cantando libertad.
Retornan los guerreros
Al grito de la tierra.
De nuevo la leyenda
Se hace realidad
De polvo sin mentiras,
De piedras con entrañas,
Sabiendo que la vida
Es dura como es,
Los muertos no equivocan
Su cita con el alba:
Los muertos tiene bocas
Y corazón y pies.
Los muertos han llegado,
El tiempo los convoca.
Los muertos son estrellas
Que no tienen revés.






A continuación Silvio canto Santiago de Chile, que fue respondidas con una ovación que casi derrumba el estadio. Esa canción, compuesta a muchos kilómetros de distancia, encontraba al fin el auditorio mas apropiado que nunca pudo tener: el pueblo de Chile. Era necesario cambiar algunas palabras para aquellas multitud que cantaba y lloraba escuchándole, y Silvio lo hizo:
Aquí ame a una mujer terrible
Llorando por el humo siempre eterno
De esta ciudad acorralada
Por símbolos invierno.
…Aquí, entre los cerros, tuve amigos
Que entre bombas de humo eran hermanos.
Aquí yo tuve mas de cuatro cosas
Que siempre he deseado.
Aquí nuestra canción se hizo pequeña
Entre la multitud desesperada.
Un poderoso canto de la tierra
Era quien mas cantaba…






Como final de la trilogía dedicada a Chile canto Venga la esperanza, completado el programa, con un final sinfónico de Irakere que cumplía tres horas de concierto.
Pero era evidente que aquello no iba a quedarse así. La gente coreaba: "¡Silvio, amigo, el pueblo esta contigo!" y el volvió a salir para regalar 43 minutos mas de canciones, entre ellas el esperado Unicornio, con un preludio de Mozart por Chucho Valdés al piano.





Aquellas noche Ojala, con el único acompañamiento de la guitarra, recupero todo su texto y 80.000 chilenos gritaron con Silvio, con furia y con amor, con odio y con esperanza, aquellas estrofas de obsesiones sufridas y amores reprimidos por una u otra razón, y especialmente el verso que dice:
…a tu viejo gobierno de difuntos y flores…
Las canciones finales fueron la gota de roció y La canción del elegido. A la larga lista de Elegidos identificados con esta canción se sumaron aquella noche dos nuevos nombres Víctor Jara y Salvador Allende





Al día siguiente Silvio asistió a un almuerzo con artistas, diversas personalidades de la cultura chilena y algunos representantes del gobierno, entre ellos el ministro de Cultura y el secretario de Gobierno Enrique Correa. Este ultimo le invito a visitar el Palacio de la Moneda.
Silvio se acerco caminando por las calles de Santiago hasta la Moneda . Recordaba su visita anterior, cuando entro invitado por Allende en el 72 y se sentía como en otro planeta, invadido por una tremenda sensación de irrealidad. Era el primer cubano que visitaba el Palacio tras mas de 17 años.





Dos carabineros, que días antes apuntaban sus fusiles contra el pueblo, le miraron con una mezcla de temor y vergüenza mientras atravesaba el umbral. No hacia falta identificación.
Durante la entrevista con el secretario de Gobierno hablaron de temas relacionados con la cultura y sobre la posibilidad de ofrecer varios conciertos gratuitos a lo largo de todo el país, siempre que el Gobierno corriera con los gestos básicos.
Correa le confirmo el permiso oficial para visitar a los presos políticos en la cárcel publica , a petición de un grupo de familiares de presos. Estela Ortiz, viuda del sociólogo y militante comunista José Manuel Parada, degollado por un comando represivo gubernamental en el 86, le había propuesto a Silvio la visita, que se realizaría al día siguiente.





¿Qué sentido podía tener mantener aun presos a los que habían luchado por liberar el país? Lo cierto es que existían en la Cárcel Publica de Santiago 126 presos políticos. Semanas antes un grupo se había fugado a través de un túnel de 61 metros y dentro de la prisión 40 reclusos se encontraban en huelga de hambre.

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