El cantautor cubano Silvio Rodríguez resolvió salir a las calles de Cuba para dar 40 conciertos gratuitos. Según dijo a BBC Mundo, siempre que su país "se mueve", él toma este tipo de iniciativas. En el barrio Jata de Guanabacoa, hasta los más jóvenes aprecian la música y la poesía de Rodríguez, quien más allá de su mensaje político ha logrado que sus canciones se conozcan en toda la región.

Alvaro Pérez Fernández, jubilado y miembro de la Asociación de Combatientes de la Revolución, manifiesta que “actividades como esta deben hacerse más a menudo, porque es muy lindo ver esta alegría en el pueblo, por poder ver tan de cerca de artistas tan populares como Silvio y sus invitados”. La profesora Odalys Díaz, acompañada por veinte estudiantes de la Secundaria Básica Mártires de Guanabacoa: “no

El cantautor Eduardo Sosa irrumpió en escena con una obra multigenérica en la cual la trova abrazó al son, a la zarzuela, al bolero, a la guarachaa, Mozambique y a la música clásica. y recordó a todas las Marías cuyo nombre ha titulado páginas emblemáticas de la música cubana y latinoamericana, desde María la O, María Caracoles y María Bonita. Silvio recibió la más alta condecoración que confiere el consejo popular La Jata Naranjo: la Palma Jata, y brindó un hermoso concierto, acompañado por la flautista Niurka Rodríguez y el grupo Trovarroco.
Resumió el cantautor lo más representativo de su repertorio en temas plenos de lirismo que coreó el público con gran entusiasmo, como: La canción de la trova, Oleo de una mujer con sombrero, El escaramujo, entre otras. También seleccionó títulos que hablan de su amor por la Patria y por la Revolución, como La maza, La era está pariendo un corazón y le insufló un aliento muy sentido a El elegido, dedicado a Abel Santamaría.

Como un grupo de niños le pidiera más canciones, aun faltando buen tiempo, para el final, Silvio, al poco rato cantó dos temas muy bellos, dedicados a la infancia, particularmente Pioneros, inspirado en la evocación de su niña de un combatiente internacionalista que conoció en Angola, y su antológico Reparador de sueños. Con El Necio respondió a quienes han intentado hacerle cambiar su vertical postura revolucionaria, a lo cual siguió La rabia y luego Mayor, Quien fuera, como final. Y el auditorio reclamó otro tema, al que respondió con Pequeña serenata diurna, donde expresa: “vivo en un país libre (…)Y soy feliz porque soy gigante”.
Y El unicornio azul fue su segunda respuesta a las aclamaciones de aquel público que no cesaba de aplaudir, hasta que Silvio anunció la llegada de Los Papines. Entonces, la rumba al llamado del tambor llegó a la calle y La Jata comenzó a bailar con la pasión de siempre, porque allí la rumba late en la sangre y aflora en las cadencias del baile. .
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