jueves, noviembre 29, 2012

Lo humanamente utiles que podemos ser


Un día de verano cierto personaje tocó a la puerta de Silvio Rodríguez:

“Mire, yo atiendo lo que es Prevención en el barrio La Corbata. Como usted sabe, trabajamos en lugares sensibles, donde hay personas que han sido reclusas, y tratamos de ayudarlas a la reinserción en la sociedad. Como son barrios con determinados problemas, con determinadas carencias, también tratamos de que la gente se conduzca bien, que no se desvíe, no se meta en problemas… Yo vengo a verlo porque cuando usted fue a la prisión de Guamajal, yo trabajaba allí, entonces me di cuenta de que usted es una persona que se preocupa por estas cosas”.



En efecto, algo más de un año atrás, Silvio no había reparado en el entonces Primer Teniente José Antonio Álvarez, uno entre tantos oficiales de la cárcel de Guamajal Hombres de Villa Clara. Pero a la vuelta de un año o más de la gira por las prisiones, al trovador le parecieron especialmente interesantes sus preocupaciones y la manera en que las enfocaba: “Yo dije ‘coño, aquí hay un material humano que hay que aprovechar, hay que ver qué hay detrás de esto’”.



Se hizo entonces el concierto de La Corbata. “Una vez vivida esa primera actividad, yo me di cuenta de que eso era lo que tenía que hacer. Esa experiencia lo enfrenta a uno a una realidad que por lo menos yo no conocía. Yo no sabía que existía esa complejidad dentro de la sociedad, que se habían formado nuevos barrios, ni en las condiciones en que vivían, que a veces son muy muy muy precarias”.



El capitán Álvarez, sin quererlo o saberlo, sugirió un camino. Silvio, receptivo, lo convirtió en motivo de hacer. Aquel primer concierto fue el precedente de todo un proyecto: una gira por alrededor de treinta barrios de La Habana. Al cobrar esa magnitud, el suceso motiva nuevas preguntas:

1 comentario:

Giovanna Meyer dijo...

Qué bueno! La verdad que si, a veces solemos pensar en otras cosas y no nos damos cuenta de que podemos ser tan útiles!