Wendy Guerra.
Anoche, bajo la fina brizna de un invierno que se resiste a llegar, pero que coquetea húmedo y salado abrigando y desabrigando almas, corrimos al encuentro de una sorpresiva propuesta de Silvio Rodríguez.
Los que hicimos malabares para encontrar aquellas entradas en el "Café Miramar" no sabíamos que tendríamos -a cambio- el premio mayor; el privilegio de escuchar esta nueva propuesta de Silvio, quien inquieto, sigue jugueteando con las formas y su infinito contenido. Sacando de la chistera del mago las maravillosas viejas canciones que muchos pudimos recordar pasados 20 o 30 noviembres, y sobre todas las cosas, develando nuevas canciones que nos acompañarán por siempre, el resto de nuestros inviernos y nuestras primaveras.
Me atrevo a pedirle a Silvio de favor, que conteste a las siguientes tres preguntas, para que desde HABÁNAME podamos compartirles a los lectores, un poco de la maravilla que escuchamos un pequeño grupo de personas, emocionadas y expectantes. El respetuoso susurro de los coros dibujó el tono de la noche, exposición de arte visual- experimento sonoro que contagió de goce a músicos y espectadores.
1- ¿Desde cuándo no tocabas en un Club y por qué decidiste compartir este nuevo trabajo, por primera vez, en un lugar tan pero tan pequeñito?
Desde noviembre de 1967 no tocaba en un night-club. Aquella primera vez fue en del hotel Kawama, de Varadero. Por entonces estaba saliendo al aire "Mientras tanto", el programa escrito por Víctor Casaus, con escenografía de René Azcuy y dirigido por Eduardo Moya que yo conducía, y por esa razón una vez por semana regresaba a La Habana, a hacer televisión. Fue Odilio Urfé quien me dijo que querían reforzar los centros nocturnos de Varadero, durante el festival de la canción Popular (el primero de todos). Yo sólo llevaba unos meses trovando profesionalmente y aquella invitación me fascinó y a la vez me puso muy nervioso.
Hay cosas inolvidables. En las penumbras del Kawama conocí a Marta Valdés, a Teresita Fernández, al grupo Sonorama 6 (Martín Rojas, Eduardo Ramos, Changuito, Carlos Averof y otros talentos). Con Sonorama alternaba el grupo de Gustavo Rodríguez. Allí una noche conocí a Cotán, uno de los guitarristas más asombrosos de todos los tiempos, a quien le seguía la pista desde el disco antológico que había hecho con las canciones de Sindo Garay. Creo que allí también conocí a Sergio Vitier, a quien había visto acompañar a Miriam Acevedo en El Gato Tuerto. Allí tuve mi primer contacto con Los Zafiros, sobre todo con Ignacio y con Kike, con quienes me llevaba muy bien.
Recuerdo que una vez, casi al amanecer, admirando una marejada imponente, creí ver un Ovni (así estaba de loco). Un momento después perdí cinco pesos con un músico (del que me reservo el nombre), cuando me atreví a apostarle que no se metía en la playa a esa hora... Tampoco olvido que allí, en Varadero, el día que cumplí 21 años, compuse "Esta canción".
Cuando terminé la misión que me encomendó Odilio, me prometí no volver a cantar en un night-club en lo que me quedaba de vida, porque la gente hacía mucha bulla. Rompí esa promesa anoche, como se pudo ver.
2- Este trabajo musical es sólido y muy personal, y de alguna manera recuerda al formato de aquel entrañable Jazz Modern Quartet, pero con los ingredientes endémicos y legítimos de tu obra musical. Quiénes son los músicos que te acompañan. ¿Crees que ese cuarteto cubano es el vehículo para dejar pasar toda la intimidad y la sofisticación o sencillez de tus sonidos y palabras?
Es inevitable, creo yo, que el que hace música se sienta atraído por el jazz. Si uno no es un virtuoso, como es mi caso, al menos quiere arrimarse a esas sonoridades, pensando sobre todo en la eternidad de la música acústica. Desde hace tiempo lo vengo haciendo, de diversas maneras. Ahí está la experiencia con Afrocuba, la grabación en vivo con Chucho e Irakere y posteriormente el trabajo con Diákara (del que hay un disco que estoy terminando). Ahí está, en algunos videos, el trabajo con Ernán López-Nussa y su grupo. Ahí está Segunda cita, con Robertico Carcassés. Si se ve en perspectiva, es un camino que he venido recorriendo con extraordinarios músicos de diversos tiempos.
Ahora comparto con Jorge Reyes en el bajo, un músico que me parece legendario y que vi debutar hace cuatro décadas en el Johnny's Dream de La Puntilla. Comparto con Emilio Vega y su vibráfono, un músico muy sólido que conocía desde Diákara. Desde hace años comparto con Oliver Valdés, un excelente baterista probado en muy diversos formatos. Por último comparto con Jorgito Aragón (hijo), un joven pianista de gran sensibilidad y a la vez contención, esa extraña virtud de los grandes artistas.
3- ¿Vas a grabar este trabajo? ¿Piensas hacer una gira con ellos? ¿Sabes cuan diferente se divisa este camino?
Hemos grabado ensayos, hemos tratado de pulir detalles. Por supuesto que todavía nos falta. Nunca he conseguido sentir que he llegado a algún lado. Siempre he huido de un sentimiento de culminación porque detrás, invariablemente, está la muerte. Tenemos proyectado seguir tocando, en primer lugar en los conciertos que hacemos cada mes en los barrios más necesitados de La Habana. En marzo iremos a México, también con Trovarroco. Quizá el año que viene hagamos alguna otra tournée. Puede que repitamos la experiencia de anoche en algún otro sitio. Preferiría lugares no muy grandes donde hubiera un buen piano.
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