sábado, febrero 25, 2023

Inauguran exposición por los 50 años de la Nueva Trova

Puede ser vista en el Centro de Prensa Internacional, en el Vedado habanero

  

23 FEBRERO 2023 11:02:58 | RAQUEL SIERRA LIRIANO


Foto: Raquel Sierra

Preguntarle al fotógrafo Iván Soca qué representa para él la exposición homenaje por los 50 años del Movimiento de la Nueva Trova, la respuesta es bien corta: “un sueño, créeme”.

Iván Soca. Foto: Raquel Sierra

Justo ese es el nombre de la muestra, Créeme –título de una canción de Vicente Feliú-, la que junto a fotos de Soca reúne guitarras de trovadores cubanos como Sara González, Silvio Rodríguez, Augusto Blanca, Lázaro Díaz y Vicente Feliú; la armónica de Santiago Feliú, manuscritos y documentos, entre otros.

Curada por Nelson Herrera Ysla, con la asistencia curatorial de Arianna Covas Alemán, la muestra hace un recorrido por las cinco décadas de ese movimiento de continuidad de la trova, que ha acompañado la vida nacional cubana, y cantado sus alegrías, amores, victorias y dolores, con imágenes de los iniciadores, el núcleo fundacional: Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Noel Nicola, Eduardo Ramos y Sergio Vitier, a los que se sumaron, Leoginaldo Pimental, Emiliano Salvador, Leonardo Acosta, Pablo Menéndez y Armando Guerra, y unos años más tarde, Sara González, Amaury Pérez, Norberto Carrillo y Carlos Fernández Averoff.

Foto: Tomadas de la exposición

En 1972, en el II Encuentro de Jóvenes Trovadores, en la ciudad de Manzanillo, en el oriente cubano, nace el Movimiento de la Nueva Trova, con Silvio, Pablo, Noel, Sara, Vicente Feliú, Augusto Blanca, Eduardo Ramos, Tony Pinelli, Adolfo Costales, Margarita Mateo, Enrique Núñez, Freddy Laborí (Chispa) y Ramiro Gutiérrez.

También están las generaciones que les sucedieron y se les unieron, voces nuevas, porque la Nueva Trova fue inclusiva: Lázaro García, Santiago Feliú, Donato Poveda, Alberto Tosca, Gerardo Alfonso, Xiomara Laugart, Frank Delgado, Carlos Varela, Pedro Luis Ferrer, Alejandro García (Virulo). Luego llegaron los novísimos.

Foto: Raquel Sierra

A los que ya no están, a quienes se les rinde homenaje en una columnata del Centro Internacional de Prensa, dedicó sus canciones y anécdotas el trovador Augusto Blanca.

Foto: Raquel Sierra

En la muestra, desde sus apuntes, Noel Nicola argumenta por qué la Nueva Trova, que definió como “un movimiento artístico dentro del canto popular cubano, fruto de la Revolución” y sus procesos organizativos iniciales. Mientras, una carta escrita a máquina, fechada el 6 de junio de 1978, con la firma de Silvio Rodríguez,describe a Vicente Feliú: “he aquí a un hombre, a un poeta, a un trovador sincero. Créanle”.

La Nueva Trova, señala en las palabras a Créeme Jorge Fuentes, “no sólo ha creado hermosas canciones, muchas de ellas inscritas para siempre en la historia de la música cubana, también creó un discurso político para las grandes masas en sus textos y con él las acompañó en cada esfuerzo en el que estuvieron comprometidas”.

A su vez, consideró interesante que la producción musical de los diversos momentos de transcurrir de la trova, llámese tradicional, filin o Nueva Trova, y otros momentos intermedios, no se haya diluido. “Durante todo ese tiempo los repertorios se han mantenido con vida y funcionando paralelamente. Se han enriquecido y aquellos que fueron protagonistas de una etapa, sintieron la necesidad de expresarse en la otra y vivir el tiempo que pasó y el que viene, en una verdadera dinámica de negación y aceptación”.

Muchas voluntades se unieron para lograr esta iniciativa: los ministerios de Relaciones Exteriores y del Cultura, Instituto Cubano de la Música, Consejo Nacional de Artes Plásticas, Génesis Galerías de Arte, Museo de la Música, Casa de las Américas, Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos, Biblioteca Nacional de Cuba José Martí, los músicos y sus familiares, coleccionistas privados, entre otros aportes y préstamos que permiten acercarse a una historia de 50 años de canciones que, más allá de los tiempos, invitaron e invitan a pensar.

Foto: Tomada de la exposición
Foto: Tomadas de la exposición



viernes, febrero 24, 2023

Felicidades Pablo Milanes



 

Miguelito Núñez: “Pablo era como un padre, un hermano mayor, amigo de la vida”

On Cuba.

No hay fronteras ni muros que su piano no cruce: va de Chopin al changüí, de Bach al jazz, al son, al bolero.

Formado con rigor y en uso de un extraordinario talento, Núñez realizó estudios musicales en el Instituto Superior de Arte. Antes de empezar a trabajar con el inolvidable Pablo Milanés en 1988, colaboró con cantautores como los hermanos Vicente y Santiago Feliú.

Foto: Kaloian.

No hay fronteras ni muros que el piano de Miguelito no cruce: va de Chopin al changüí, de Bach al jazz, al son, al bolero. No en vano artistas tan reconocidos como Leo Brouwer, Mercedes Sosa, Ana Belén y Chucho Valdés lo han invitado a sus conciertos y producciones discográficas.

Cuando lo vimos con Pablo en el que sería el último concierto del gran cantautor, comprobamos cuánta comunicación y afecto existía entre ambos. “Es como si fuera mi hijo”, decía Pablo al presentarlo. Más de veinte años trabajando juntos consolidaron el vínculo de admiración y cariño.

Foto: Kaloian.

“Para mí era como un padre, un hermano mayor, amigo de la vida. Vivimos momentos muy bonitos, otros difíciles; pero compartimos muchos tiempos de felicidad, de inventar proyectos, emprender caminos… Pablo fue fundamental en mi vida profesional y personal. Sin él, sé que voy a sentirme extraño durante largo tiempo. Vine a trabajar a España prácticamente por él. Para emprender o seguir su camino, nos costará trabajo”, dice a OnCuba.

Miguel’s Trío es el nombre del proyecto que Núñez fundó hace algunos años y con el cual realizó el disco Azul bajo el sello cubano Unicornio. El grupo se mantiene en activo e incluso “sonando más”.

“Sobre todo en Europa, que es la zona en la que me muevo. Luego surgió un dúo de piano y chelo (Cary Rosa Varona y yo) que es, digamos, mi nuevo proyecto. Está caminando muy bien. Tenemos varios conciertos y resulta muy atractivo para todos. Tengo pensado hacer un nuevo disco y estamos programando una gira por Estados Unidos. Quisiéramos incluir Europa en el periplo, con temas nuevos que he compuesto y haciendo versiones de canciones de nuestro querido Pablo, como una especie de tributo a él”, nos dice.

Miguelito Núñez se presentó hace poco en la isla, invitado por la Orquesta Sinfónica Nacional para un concierto homenaje a los cincuenta años del Movimiento de la Nueva Trova.

Foto: Kaloian.

Durante años has mantenido tu labor como productor, compositor, arreglista… Musicalmente hablando, ¿qué te motiva más?

La composición y las producciones. Todavía tengo una deuda conmigo mismo; tampoco he sido un compositor tan prolífico. El mismo trabajo me ha llevado a otras cosas: a hacer arreglos, tocar en vivo; y he dejado lo otro un poco de lado; aunque me encanta. Soy más de momentos emocionales a la hora de componer. Viene por ahí mi historia. Eso sí, me sigue gustando muchísimo tocar.

Desde hace algún tiempo compartes escenarios con tus hijas Estefanía Núñez Villamandos (pianista) y Mariana Núñez Villamandos (chelista). ¿Corres el riesgo de ser demasiado estricto con ellas o lo contrario?

No es por ser el padre, pero el talento de estas dos jovencitas me hace crear más, me inspira a hacer cosas nuevas. Son muy creativas. Uno se siente a gusto de que dentro de la misma familia puedan crearse proyectos, que ellas den criterio, opinen, que cambien estructuras musicales, que aporten melodías, improvisaciones… Me da mucho gusto y refresca las cosas que hago. Estefanía y Mariana vienen con nuevos aires. Me siento divino compartiendo con las dos, nos divertimos muchísimo, incluso ensayando.

Uno con los hijos es más estricto que con cualquier persona; pero siempre he preferido que aprendan más de sus maestros que de mí. No trabajé directamente con ellas. Si aprendieron es porque lo vieron o lo sintieron. 

Foto: Kaloian.

Recordamos tu trabajo para cine, por ejemplo en el filme Páginas del diario de Mauricio (2006). ¿Has hecho otras colaboraciones para la gran pantalla?

He seguido con algunos documentales. Recientemente trabajé con la cineasta Gloria Rolando en Hermanas de corazón. Memorias de Las Hermanas Oblatas de La Providencia en Estados Unidos y Cuba y ahora estoy involucrado en un documental sobre Gabriel García Márquez.

¿Cómo percibes Cuba cada vez que regresas?

A pesar de todos los problemas, las dificultades que tenemos, es un alivio llegar aquí. Es como llegar a tu paraíso, a tu medio, a tu ambiente. El cuerpo sabe que entra en un lugar en el que se siente bien y se te arregla todo, hasta el sueño. Eso siempre va a ser la isla, inevitablemente, la isla nuestra.

De que es el disparo?.


 

Buena Fe lanza su nuevo disco “Morada”, un canto de amor a Cuba (+Video)

 

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Capaz de redescubrir en sus producciones los secretos de la identidad cubana, la agrupación Buena Fe seduce con sus ritmos y canciones del nuevo disco Morada, devenido canto de amor a la isla.

Producido bajo el sello de la Empresa de Grabaciones y Ediciones Musicales, el fonograma requirió de un arduo trabajo, pues nació conceptualmente durante la pandemia de la covid-19 y el proceso de realización estuvo marcado por las condiciones económico-sociales del país caribeño.

Durante el lanzamiento de la placa, que tuvo lugar en la sede de la Sociedad Cultural José Martí, en esta capital, el líder de la banda, Israel Rojas, explicó que la selección de 14 temas invita a “descubrir esos pequeños universos cotidianos”.

“La entrega va narrando las cosas que te permiten ser feliz”, explicó el director de la alineación, mientras el cofundador y guitarrista de la banda, Yoel Martínez, destacó el impacto de la crisis para apreciar “esas cosas que por las dinámicas del día a día nos parecen insignificantes y tienen tanto valor”.

Morada es un disco dedicado a Cuba, a la casa, a la familia, sentenció Rojas, compositor de todos los temas, excepto el sencillo Café, primer adelanto de esta entrega, en el que compartió la tarea con el cantautor español Andrés Suárez.

Cada pieza resulta, además, una suerte de respuesta a todo el acoso mediático al que fueron sometidos, pues ha sido un período muy hostil para nosotros, para nuestras familias, lo cual supuso un gran reto evitar que ni una onza de todo ese veneno se cuele en casa o en el alma. Pretendemos seguir apuntando al crecimiento y a la buena fe de la gente.

Además, “es una reverencia a toda la música que nos rodea, la música como morada, como casa común de todos los habitantes del planeta, no solamente los cubanos”, por ejemplo la canción Las más viejas recuerda composiciones emblemáticas de la banda sonora del país y “refleja nuestra aspiración a formar parte de ese panteón de canciones inolvidables”, afirmó.

Con las pinturas de Dausell Valdés, la placa exhibe un diseño coherente con la identidad de la mayor isla de las Antillas, al tiempo que conjuga el talento de una alineación de músicos e ingenieros de sonido jóvenes como Tiago Felipe, Daniel Torres Corona, Eduardo Corcho, Ernesto Oliva, Vicente Alejandro Trigo, Maikel Pérez y Arian Rodríguez, entre otros.

Feliz por el resultado, el intérprete convidó a disfrutar de esta propuesta, que incluye títulos como Farolero, Carnes, El hipopótamo, Quien olvidó, Sur y Mares, Cuanto Más, El macho de la mantis, Roles, Una vez al año, Siembra, Bilis de farándula y Morada, que da nombre al disco.

Buena Fe se distingue por un estilo de canción de autor, con un discurso coherente y a tono con la realidad sociopolítica de la isla, que parte de las sonoridades de la nueva trova, lo cual le ha permitido sobresalir en escenarios de Iberoamérica.

En video, Las más viejas



SILVIO EN LA NUEVA TROVA (ANIVERSARIO 50)


Por: Rafael Lam / Imagen: Kaloian Santos/ La pupila insomne


19/9/2022


Durante este año 2022 se celebra en Cuba el aniversario 50 del Movimiento de la Nueva Trova. Según recuerda en su blog Segunda Cita el cantautor Silvio Rodríguez, esa agrupación fue fundada por quienes habían participado en el II Encuentro de Jóvenes Trovadores, que se celebró en la ciudad de Manzanillo, en diciembre de 1972.


En septiembre de 1972 Silvio, Pablo Milanés y Noel Nicola emprenden un viaje hacia el Sur. En Valparaíso, Chile, se presentan en un festival que significará mucho dentro de América Latina, organizado por el Instituto Cubano-Chileno de Cultura.

Silvio, Pablo y Noel entre los fundadores del Movimiento de la Nueva Trova. Imagen: Tomada de Pinterest

También en 1972, Silvio participa en el Festival de la Canción Política en la República Democrática Alemana (RDA).


“La Nueva Trova es, formal y técnicamente, un producto de los años que vivimos. No creo que pueda decirse que es la expresión acabada de la Revolución; pero sí la expresión del hombre de esta época, que es revolucionaria”, explicó en 1973, como se recoge en el libro Silvio: que levante la mano la guitarra (1984).


“La Nueva Trova es, formal y técnicamente, un producto de los años que vivimos”.


Silvio considera que eso de Nueva Trova quizá salió de la nueva Cuba que se hablaba desde 1959; e igualmente del nuevo cine, del cinema novo, de la nueva canción y de otros términos parecidos que empezaron a usarse por entonces.


Mucha historia hay que contar en estos momentos en que se celebra el aniversario 50 de la Nueva Trova. Echando un poco atrás el tiempo, también se están cumpliendo 55 años de la celebración del 1er. Festival de la Canción Protesta en la Casa de las Américas, el 24 de julio de 1967. Por esa fecha Silvio conoció a Sindo Garay.


Asimismo, participó en el 1er. Festival Internacional de la Canción Popular Varadero 67 y logró la primera presentación ante el público en la TV.


Silvio fue desmovilizado el 12 de junio de 1967; el 13 tuvo su primera presentación en la Televisión Cubana. Quiso el destino que esa primera presentación fuera un “martes 13” de junio de 1967. El programa se llamaba Música y Estrellas, conducido por Manolo Rifat, con el guion de Orlando Quiroga.

Primera presentación de Silvio en la Televisión Cubana, en el programa Música y Estrellas. Imagen: Tomada de Wikipedia

“Yo fui instigado por Mario Romeu —escribe Silvio— y por algunos familiares y amigos; me atreví a sentarme ante una cámara de televisión, guitarra en mano, y a interpretar dos de mis canciones. Aquella noche de la Sección ‘Caras Nuevas’ del programa Música y Estrellas, ello decidió mi cambio de oficio. Canté las canciones: Quédate y Sueño del ahorcado y la tierra.


“Así, casi sin darme cuenta, —sigue expresándose Silvio— me fui dando a mi nuevo oficio de cantor. Así me vi a la espera, cada vez más ansiosa, de proposiciones de programas de radio y televisión; y hacía pequeños recitales donde me lo pedían, y llegué a cantar casi donde no”.


Esa era la etapa gloriosa, llena de ilusiones, cuando Silvio y la tropa de amigos escritores y poetas se reunían todas las noches en la heladería Coppelia para comer chocolate bizcochado.


Casualmente, entre el grupo que nos reuníamos en Coppelia y Teresita Fernández, desde el club Cóctel, frente al Pabellón Cuba, organizó con la revista El Caimán Barbudo, el primer recital de mis canciones en el Museo de Bellas Artes, llamado “Teresita y nosotros”, fue mi primera presentación en público. Eso fue exactamente el 1 de julio de 1967. Participaron también Félix Guerra, Félix Contreras, Iván G. Campanioni, el fotógrafo Peroga y otros.


La Nueva Trova lleva capítulo aparte en la vida de Silvio, aunque el trovador de las mil canciones se desborda por encima de esa frontera.


La Nueva Trova —indica el cantor—, como organización, sirvió para hacer festivales y darle realce a la actividad trovadoresca, aunque también a otras manifestaciones artísticas. Ese movimiento deja un legado (y perdone la perogrullada) trovadoresco, de compromiso con la poesía y la canción, con la belleza y con la inteligencia. La Nueva Trova nace en un país de fuerte tradición trovadoresca y desde que aparece tiene un manantial donde beber. Ese manantial se convierte en torrente cuando se junta con sus análogos de Sur y Norte América y de Europa.


Precisamente en aquellos tiempos de 1967, en el programa de la trova que dirigía Luis Grau, Silvio se conecta por primera vez con trovadores extraordinarios como Nené Enrizo, Cotán y Teodoro Benemélis.


“La Nueva Trova nace en un país de fuerte tradición trovadoresca y desde que aparece tiene un manantial donde beber. Ese manantial se convierte en torrente cuando se junta con sus análogos de Sur y Norte América y de Europa”.


El Festival Internacional de la Trova Pepe Sánchez es considerado el más antiguo de Cuba; se celebra desde 1964. En un contexto romántico se desenvuelve el festival trovadoresco, todos los años, en celebración del Día de la Trova y los Trovadores (19 de marzo), fecha de nacimiento de José Sánchez (Pepe Sánchez), maestro de la trova y creador del primer bolero grabado: Tristeza (1883).


Silvio es invitado a los festivales de la trova de1967 y 1968, junto con Teresita Fernández y César Portillo.


Todo eso me sirvió —dice— para identificarme como trovador, porque en mis inicios yo me veía más bien como un músico pop. Más tarde, cuando empezamos a coger fuerza como movimiento y a organizar festivales, invitábamos a trovadores de todas las etapas. Yo estoy convencido de que el auge que llegó a tener la Nueva Trova contribuyó a que se le prestara más atención a la trova de otros tiempos.


“Mi país es mi razón de ser, es mi alimento, mi dicha, mi esperanza, es todo”.


Ahora, en estos días de recuento, después de tantos años de música creada por Silvio, observamos que se ha cumplido toda una obra musical, social y política. Silvio, ya en una atmósfera más sosegada, medita y dice:


Tuve la suerte de ser querido, más que odiado, por mis contemporáneos. Tuve la suerte de ser atendido, más que ignorado, por mis contemporáneos, a pesar de la cantidad de papeletas de olvido que le suele tocar a mi estirpe. Tuve también la suerte de que no me ignoraran las contradicciones que todas mis suertes anteriores me obsequiaron. Doy gracias a todo y a todos por la humilde ilusión de estrella fugaz. Quizá debiera agregar que sin la suerte no hay deseo que valga entonces decir que donde hay suerte no hay anonimato.


En estos días en que Silvio se acerca a su cumpleaños, el 29 de noviembre, leamos estas palabras dichas a Isabel Parra y Eduardo Olivares, en París, para la revista Hoy de Chile, en octubre del 1981.


Si yo no pudiera ver mis palmas, mi sol, mi costa, mis playas, el verde ese de Cuba, si yo no pudiera ver las calles de mi pueblo, si yo no pudiera ver la Habana Vieja, caminar por la Rampa, ir al restaurante del Medio, si yo no pudiera vivir allí estaría muerto. Yo respeto y considero mucho la actitud de los cantores latinoamericanos que estuvieron exiliados porque si yo no pudiera estar en mi país yo no serviría para nada. Te lo aseguro, mi país es mi razón de ser, es mi alimento, mi dicha, mi esperanza, es todo.


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Silvio,Cepeda,el horizonte

 

El Día de Reyes de 2017, por fin, le di la mano a Silvio Rodríguez. Y —a lo mejor, por un regalo que me hizo mi padre desde el cielo— el Día de Reyes de 2017 le di, por fin, la mano también a Frederich Cepeda. Luego los vi, felices, parados uno junto al otro. “Esta foto la voy a poner en mi blog”, prometió Silvio. “Toda mi vida soñé conocer a este hombre”, me había confesado Frederich.

Silvio y Cepeda: tercer y cuarto bates de una noche enorme. 


Venía uno a ofrecer el concierto setenta y nueve de su Gira por los Barrios. Llegaba el otro para lucir en el play off de la Serie Nacional el traje de Villa Clara. 


El encuentro duró apenas los minutos que el chachachá de Jorrín Miñoso al bate. Pero ya el trovador y el pelotero comparten una sonrisa contra el prejuicio de quienes nunca entienden: cantan a dúo en la sangre de un pueblo que necesita tanto el papalote de Silvio como el jonrón de Cepeda.


Llegó Frederich a este mundo el mismo año en que nacieron canciones como Supón, Son desangrado o La gota de rocío. Pero hoy ambos pertenecen a la misma generación, puesto que un deportista al borde de los treinta y siete resulta igual de longevo que un músico de setenta.

Silvio es Cepeda cuando hace desbordar estadios, cuando nos impulsa a saltar desde las gradas y apostar todo por el equipo Cuba. Cepeda es Silvio cuando se lanza al dulce abismo para atrapar una pelota enemiga o cuando manda un batazo hasta el lugar remoto en que la Osa Mayor corrige la punta de su cola.


Yo los vi, juntos, posar para unas pocas fotografías. Yo los vi, juntos, compartir su ración de eternidades cuando se dieron la mano en ese punto ignoto en que mi padre despierta cada Día de Reyes. Silvio y Cepeda se funden sobre la línea del horizonte, allí donde el papalote cae, cae, cae, cae, cae… mientras la bola se va, se va, se va…


Santa Clara, 11 de enero de 2017.

YAMIL DÍAZ GÓMEZ



www.centropablonoticias.cult.cu

Si miro un poco afuera,me detengo.


Por: Ricardo Riverón Rojas / Imagen: Tomada de Internet


Corría 1972. Nos recuperábamos aún de las gigantescas asimetrías económicas resultantes de una zafra que debió ser de diez millones de toneladas de azúcar y se quedó en ocho y medio. Se le llamó, a aquel, “Año de la emulación socialista”, y al precedente, “De la productividad”. A ambos los animaban estrategias de trabajo distintas a las de los dos precedentes.


Recordemos entonces que en 1968 se orquestó la Ofensiva Revolucionaria y se convirtieron en estatales todos los pequeños negocios que aún subsistían (bodegas, bares, restaurantes, cafeterías, barberías y otros); y que en 1969,  calificado como “Año del esfuerzo decisivo”, dimos inicio al “Año de los 18 meses”, de enero de 1969 a junio de 1970, todo con la mira puesta en la preparación y ejecución de la gran zafra. Fueron días en que se pensaba que el estímulo moral movía todos los resortes de la entrega humana, y se comentaba que construiríamos, de manera simultánea, el socialismo y el comunismo.

Para los que entonces empezábamos a solazarnos con las realizaciones culturales, 1972 fue, sobre todo, el año en que se fundó oficialmente el Movimiento de la Nueva Trova”. Foto: Kaloian Santos Cabrera/ Juventud Rebelde

Rebasada la coyuntura poco feliz, en 1971, y con mayor énfasis en 1972, la economía se reorientó hacia la meta objetiva de recuperar todas las producciones y servicios preteridos por las prioridades de la campaña azucarera, a la par que se activaban mecanismos de estimulación, tanto material como moral, y se retomaban sistemas de control y contabilización de los procesos, también minimizados por la alta meta productiva.


Para los que entonces empezábamos a solazarnos con las realizaciones culturales, 1972 fue, sobre todo, el año en que se fundó oficialmente el Movimiento de la Nueva Trova. No obstante, me apresuro a aclarar que, pese a lo confirmado del dato, no registra el debut en nuestras vidas de esa manera de asumir la canción, pues desde 1967 ya veníamos escuchando, por la radio, números como “Qué se puede hacer con el amor”, “Fusil contra fusil”, “Es sed”, “Pobre del cantor”, “Para vivir”, “Yolanda”, y otros que recibieron el bautizo de canción política o canción protesta. Aquellas piezas nos avisaban de que algo nuevo se cocía con textos y sonidos ensamblados en el espíritu poético, que también íbamos descubriendo en una cotidianidad rebosante de certezas y contradicciones.


“La diversificación sonora que siguió a los días fundacionales solo hizo realidad lo que ya era potencial desde los primeros arpegios”.


Como pocas veces, el espíritu de una época, con su épica y su lírica, quedaba representado en la expresión musical, que no por gusto se declaró deudora de la trova tradicional, el filin, el rock y la poesía. Luego incorporaría, de manera orgánica y a tono con la hibridez que se venía imponiendo, otras sonoridades como el blues, lo afro, la música bailable y el jazz. La diversificación sonora que siguió a los días fundacionales solo hizo realidad lo que ya era potencial desde los primeros arpegios.


Los aportes del Grupo de Experimentación Sonora del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (Icaic) también son anteriores a la fundación oficial del Movimiento. “Cuba va”, grabada en 1971, es uno de los ejemplos emblemáticos de cómo esas sonoridades, sobre todo el rock, se integraron a un discurso textual de reafirmación revolucionaria. No sé si sus integrantes lo sabían entonces, pero inauguraban un fenómeno artístico que despertó honda empatía en los que, jóvenes aún, sentíamos la necesidad de algo que fundiera la canción con el espíritu de rebeldía y transformación que no solo en Cuba se vivía. Entre otros variados ejemplos rememoremos la liberación de los pueblos de África y las guerrillas en América Latina, y también, en Estados Unidos, el movimiento hippie, la lucha por los derechos civiles y la oposición a la guerra de Vietnam.


En lo externo individual, se impuso en la juventud cubana el desaliño como estética: la botas rústicas, los pulóveres sencillos, los pantalones de mezclilla (no teníamos pitusas); los pelos largos, barbas y bigotes cobraron categoría de emblemas, aunque a decir verdad, se imponían a contracorriente, pues con lamentable reduccionismo se le empezó a considerar una desviación ideológica, inapropiada para la vestimenta del modelo de joven verticalmente diseñado para la Cuba revolucionaria.


Felizmente las figuras principales del movimiento vieron más lejos y no renunciaron a proyectar una imagen que —proceso auténtico al fin— solo cambió cuando dejó de ser expresiva de un discurso reivindicador de libertades no negociables, y porque el tiempo las hizo evolucionar. No olvidemos que muchos de los cultores de la nueva canción latinoamericana, dentro de la cual pudiéramos situar también, con sus particularidades, a la Nueva Trova, eran usuarios de indumentarias y pelambres nada ortodoxas.


Se ha dicho con insistencia que la actividad del Icaic en 1959 dio el testimonio más auténtico de los cambios en aquellos días inaugurales de la Revolución, y es cierto. Sin embargo —aunque en los días del Grupo de Experimentación Sonora del Icaic ambos fenómenos concertaran alianza—, esa función en la actualidad la veo más en el quehacer trovadoresco, pues hilvanó y sostuvo desde entonces hasta hoy una crónica más íntima, honda y preñada de fértiles afluentes.


“La actividad del Icaic en 1959 dio el testimonio más auténtico de los cambios en aquellos días inaugurales de la Revolución”.


Con perdón de los cineastas, la influencia social de la creación trovadoresca, incluso la de los fundadores, conserva su fuerza movilizadora de sensibilidades en mayor medida que cualquier otra expresión artística en Cuba. Conste que no devalúo los puntos destellantes de varias zonas del séptimo arte, pero hoy determinadas fragmentaciones y disensos —burocráticos, pero también artísticos—, aunque generan diversidad, impiden que el cine se estructure como voz testimonial colectiva, como hizo en otro momento, aunque el destaque de no pocas individualidades resulte inobjetable; la escasa producción del organismo da fe de flaquezas.


El fenómeno de la Nueva Trova, por su fusión de la poesía con las sonoridades de vanguardia, incluso desde la época en que solo se hacía acompañar de la guitarra, viene poniendo una página de oro en la tradición musical cubana. Podría ser considerado como la primera palabra de valor en el discurso musical de la Revolución triunfante, pese a la emergencia de ritmos como el mozambique, el pilón, o el pa’cá, aunque en el terreno de la música popular el nacimiento de los Van Van en 1969 sería punto y aparte.


“Te doy una canción y hago un discurso sobre mi derecho a hablar”. “Reviso, pues, la fecha de la prensa. Me pareció que ayer decía lo mismo”. “Cuando te encontré cada criatura era un sueño que debía llegar con los nuevos tiempos”. Son solo algunas expresiones de las muchas en las que reconocemos nuestro ideario lírico de reafirmación y cuestionamiento revolucionarios. Mirábamos afuera y adentro para no detenernos. Seguimos mirando. Nada, “ni la mayor riqueza arrancará una concesión a este clamor repartido”.La Nueva Trova nos hizo más de nuestro tiempo, más soñadores. Y aún seguimos en la búsqueda de una plenitud mayor.


Vicente Feliú: la primera conversación

Medium

Buscando entre mis papeles descubro el testimonio de aquella primera conversación que sostuvimos en julio de 2008. El trovador y yo coincidíamos por primera vez y lo hacíamos, nada más y nada menos, que en una prisión. Catorce años después este diálogo, inédito en los medios nacionales, se publica en Alma Mater

Por 

Desde su llegada no paraba de tomar fotos. Caminaba junto a Silvio Rodríguez y Amaury Pérez. Con su lente capturaba rostros, arte y, sobre todo, muestras de alegría. Solo para subir al escenario dejó a un lado la cámara y tomó la guitarra. Después de cantar, Vicente Feliú se confundió entre la gente y disfrutó del resto del concierto como uno más. No era su primera vez en una «expedición» de esa naturaleza.

¿Cómo surge la idea de cantar para personas que están privadas de su libertad?

La génesis está en los orígenes del Movimiento de la Nueva Trova en 1972. En aquellos tiempos celebrábamos encuentros y festivales en todas las provincias y nos presentábamos en centros de trabajo, estudiantiles, unidades militares, campamentos cañeros y a veces también en prisiones. En Angola, en 1976, más de una vez cantamos en las unidades conjuntas de cubanos y angolanos para todos los que estaban allí, incluyendo prisioneros enemigos.

A finales de los ochenta, una amiga muy querida, pianista, musicóloga y pedagoga, Eurídice Losada, trabajaba en una prisión de jóvenes y me invitó a cantar y a conversar con los muchachos, lo cual para mí fue una experiencia muy enriquecedora. Luego, en 1990 o 1991 canté en una prisión en Quito, Ecuador, junto a otros trovadores latinoamericanos.

En el viaje de regreso a Chile en 1990, después de la dictadura de Pinochet, Silvio tuvo un encuentro con los presos políticos chilenos, apareció una guitarra (no faltaba más) y cantó para ellos. A su regreso propuso a la jefatura del Ministerio del Interior hacer una gira por las prisiones cubanas, para todos los que quisieran escucharlo sin distinción de categoría. De manera que cuando nos propuso a Augusto Blanca y a mí que lo acompañáramos, nos pareció la cosa más normal del mundo, teniendo en cuenta que tanto Augusto como yo, más Lázaro García y Sareska Pantoja, también habíamos estado presos (en Bolivia en 1980). Y aunque nadie nos cantó entonces, sí supimos de la solidaridad de mucha gente. Y ese es el quid de la cuestión: la solidaridad humana.

¿Por qué deciden ahora retomar la experiencia?

En aquellos tiempos habían regresado de Angola y Etiopía todos los internacionalistas cubanos. El campo socialista, con el que teníamos el mayor comercio, se desmoronaba, y con ello los recursos energéticos. Llegó un momento en que se acabó la gasolina y hubo que postergar el resto de la gira, la que incluyó solo el occidente del país. El proyecto quedó pendiente, y en breve tiempo supimos del efecto positivo que había tenido la experiencia en la población penal. De nuevo, la solidaridad tuvo su peso. Ahora, felizmente, ha podido retomarse con mucho más brío y, espero, con una mayor continuidad.

¿Cómo ha sido la acogida por parte de los reclusos?

Ha sido muy postiva. Cuando estás lejos de la familia, los amigos, y la sociedad toda, coartado de libertad física, conviviendo con personas que a veces no son de tu agrado, que venga gente de afuera de ese contorno, de manera desinteresada, a compartir un trabajo artístico, representa solidaridad. Y vuelvo a la solidaridad porque es la esencia de todo esto que hacemos.

Además de los conciertos, ustedes han podido palpar la realidad de las prisiones cubanas.

No es precisamente por buena conducta social por lo que los ciudadanos están en una prisión. He visto, como te decía, otras cárceles en otros lugares del mundo, especialmente en Latinoamérica y África, además de películas e informaciones directas, para no hablarte ya de lo que hubo en Cuba antes de 1959 o en América del Sur y Central durante las dictaduras de los años setenta.

Déjame decirte que ya en los noventa, me parecieron increíbles las condiciones en que vivían los reclusos. En el Combinado del Este había — y tiene todavía, con mejores condiciones, de excelencia — un hospital para todos los reclusos del país, con todo tipo de especialistas, uno ellos estudió conmigo en el preuniversitario y me contó de su labor. La comida en los noventa era mejor allí que la que entonces tenía yo en mi casa.

Me satisfizo mucho percatarme de que ahora, tantos años después, las condiciones han mejorado considerablemente, sobre todo las referidas a la salud. Todos los centros penitenciarios tienen bibliotecas (estaban antes de llegar nosotros en esta Expedición, a las que se aportaron más de 300 títulos cubanos y de literatura universal). Buena parte de las enfermeras que requieren las prisiones se forman en las mismas cárceles; hay dos carreras universitarias que se pueden estudiar durante el periodo de condena; es obligatorio el estudio hasta alcanzar el noveno grado; hay un desarrollo mayor en los referentes artesanales y artísticos, incluyendo bandas de música y formaciones múltiples que en dependencia de su conducta tocan fuera de las prisiones. Los reclusos con oficios que producen bienes materiales o trabajan en los centros, reciben un salario como cualquier trabajador. Estas condiciones responden sin duda alguna a la consideración de que la población penal es también población humana, oriunda de nuestro país y de las condiciones sociales (mejorables, por supuesto) creadas por la Revolución.

Todo el tiempo Silvio y usted han andado cámara en mano, ¿qué pretenden atrapar con sus flashazos?

Tengo cámaras fotográficas desde que era adolescente porque siempre me interesó captar momentos que hubiera querido guardar en la memoria, tanto de paisajes como de personas. En 1975 se habló de la posibilidad de viajar al Vietnam recién liberado. Entonces compré, con el dinero que me prestó mi amigo Felo, una cámara Kiev soviética, un verdadero tanque de guerra. No pudo realizarse aquel viaje y, como ya la tenía, me la llevé a Angola en 1976. Me acompañó durante toda aquella epopeya. Siempre con una óptica testimonial. El año pasado estuve repasando aquellas fotos y de pronto me percaté que había sido, sin proponérmelo, un corresponsal de guerra. Con esa misma óptica, me dediqué durante la Expedición a hacer fotos de cuanta cosa me llamaba la atención. Siempre preferí a los fotógrafos, técnicos, choferes, cocineras, personal de los hoteles que nos atendían, oficiales y miembros del Minint, reclusos, paisajes, el cielo.

¿Cómo seleccionaron el repertorio musical?

Lo propuso Silvio. Fue un diseño muy acertado. Me pidió que cerrara con El colibrí, un tema de la trova tradicional, para hacerlo juntos. Eso me ha permitido entregarle la guitarra y presentarlo a él como trovador y jefe de la Expedición. En varios lugares canté un poema de Antonio Guerrero que musicalicé. Luego, Amaury hizo el popurrí con Te amaréYolanda y Te perdono, que además de funcionar muy bien, le rindió homenaje a Noel, quien seguramente hubiera compartido esta experiencia con nosotros. El resto de los compañeros cubrieron una amplia gama de la canción cubana desde el filin hasta la canción campesina, tan brillantemente representados por Sexto Sentido y Alexis Díaz-Pimienta y su tropa.

¿Existía el temor de no ser aceptados por los reclusos?

Por mi parte, jamás lo pensé. Desde Angola sé que en las condiciones más difíciles y adversas se agradece cualquier cosa que te aleje de lo cotidiano. Cuando lo que te saca de esa rutina es arte, y además traído con toda intención para que te sientas mejor, se establece una corriente de complicidad muy hermosa. Es una pena que algunos presos — de esos que nunca serán libres, ni fuera de estas rejas, porque su pensamiento y bolsillo dependen del Norte — no quisieran asistir; aunque es comprensible porque todos los que ahora visitamos las prisiones vimos las mentiras de las que viven.

¿Cuáles han sido las principales enseñanzas de esta Expedición?

Unas cuántas. La primera, es que nuestro sistema de enseñanza tiene que ser revisado en profundidad porque no tiene sentido que haya tantas personas menores de 40 años con tan poco nivel educacional, uno de los motivos por los cuales muchos se convierten en delincuentes. La segunda, es que tenemos que enderezar la economía de nuestro país para que no existan tantas diferencias sociales que conduzcan a que mucha gente no pueda ganarse la vida con su trabajo honrado, y de una manera o de otra se la busque como pueda (ya sabemos lo que implica). La tercera, ya la sabíamos, y se hizo pública justamente en la Asamblea Nacional por Raúl Castro cuando dijo que muchas prohibiciones ya obsoletas no conducen más que a la ilegalidad y a la corrupción. Esto nos lleva a repensar nuestra sociedad, una sociedad que la mayoría de los cubanos queremos que sea verdadera y definitivamente socialista.

En lo más íntimo, me llevó a reafianzar mi fe personal de que todo individuo tiene derecho a rectificar sus errores, y que una sociedad como la nuestra, justísima en su esencia, tiene el deber de promover estas rectificaciones, como lo pude comprobar durante la parte que compartí de esta Expedición.

¿Y el momento más emotivo?

Es la pregunta más difícil porque implica los sentimientos más hondos. Y escoger uno solo sería imposible. Sentí mucha emoción cuando los reclusos en su mayoría cantaban a la nación y a sus más altos valores, a sus héroes, a la salud de Fidel, a la solidaridad con Los Cinco, a su actitud de Patria o Muerte si Cuba fuera atacada. Un momento especial fue cuando Osmaro, un joven recluso de Boniato, en Santiago de Cuba, me regaló una guitarra hecha por él de un tarro de buey y me dijo que le hubiera gustado ser mi hijo.