viernes, mayo 24, 2024

Fernando Cabreja: “Andando con mi guitarra”


Mayo 18, 2024


Por Mari Lam / estudiante de Periodismo


Hits: 418



Foto: Carlos Rafael


Fernando Cabreja no necesita presentación, pues ha dejado suficientes trozos suyos en canciones como para crear su propio autorretrato. El premio 60 Aniversario de la Egrem, entregado durante estas Romerías de Mayo, pudo definirlo como uno de los artistas cumbres de la cultura holguinera.


Cantautor, radialista, amante del periodismo e historiador, es Cabreja un hombre distinto, que se formó con Mozart y Vivaldi, escuchó primero a Víctor Jara y después a Silvio Rodríguez, que nunca ha dado clases ni consejos, pero es llamado maestro… y quizás, uno de los pocos artistas que en un panorama cultural tan extenso como el nuestro, ha podido distinguirse y reconocerse por sí mismo como compositor y autor de la canción inteligente.


Se confiesa como un cantautor «naif», que no estudió sobre melodías, no sabe distinguir la cuestión musical, aprendió a tocar guitarra por sí mismo, de oído, pero compone. Sus peñas son de las favoritas del público holguinero y aunque no cree en llenar teatros, ocupó todas las capacidades del Eddy Suñol en su concierto del año 2018. Se enfrenta a diario al fatalismo geográfico, a un consumismo desmesurado del ruido y a una colonización cultural alarmante, pero logra que, en las calles, lo detengan y le digan: “Trovador, yo también estoy fuera de foco.”


Su surgir como cantor viene mucho antes de su licenciatura de Historia del Arte, obtenida en La Habana en 1986; quizás «estudió, como quien dice, por el gusto», pero supo darle un buen uso a su título universitario en su paso por el municipio de Moa, donde encontró, a recomendación de la cantautora infantil y esposa, Edelis Loyola, su vocación por la radio.


“Comencé como asesor de La voz del Níquel, revisando los programas. Así estuve dos o tres años, hasta que me dediqué a la radio por total. Me considero un periodista, porque la radio me ayudó mucho.”


Cabreja encontró en Moa el desafío de, en medio de una ciudad eminentemente industrial, donde la población no tenía tiempo para escuchar la radio, establecer un espacio dedicado al arte y la cultura. “Comencé haciendo comentarios de arte, en una sección llamada «Entre la vida y el arte», hablaba de Van Gogh, de poetas, de muchos temas, hasta que empecé a escribir y conducir una revista cultural. Difundía a los trovadores cubanos de aquella época, año 1991, que se empezaba a escuchar a Frank Delgado, Carlos Varela. Trataba de conseguir esa música que a veces llegaba a la emisora, pero a veces no.”


Moa se construyó como su telón, rondándolo incluso desde sus inicios como cantautor. “Cuando yo tenía catorce años, más o menos, me presenté en un festival de un movimiento de aficionados que se desarrolló allí. Yo apenas tocaba bien la guitarra, recuerdo que canté una canción del cantor chileno Víctor Jara, que se llama Plegaria de un labrador”.


Es también en Moa donde, a finales de la década de los noventa, comienza el festival Trova Viva como un encuentro nacional de trovadores. “Lo fundé en compañía de Edelis. La primera edición fue en el 2000. Ese evento se convirtió luego en algo importante. Recuerdo que Edelis me dijo: Como estamos en Periodo Especial, es muy difícil que nos inviten a eventos. Y queríamos participar en eventos de Santa Clara, La Habana. Entonces ella me dijo: No, nosotros lo tenemos que hacer al revés, invitar a Moa a la gente del país. Fue una odisea, pero surgió este evento nacional de trovadores.”


Para ese entonces ya Cabreja se había consolidado como un compositor, dando sus primeros pasos en 1983, mientras estudiaba en La Habana. “Aprendí a tocar la guitarra escuchando a un trío muy importante que había en Sagua de Tánamo, en los años 70. Me sirvió para cuando llegué a La Habana y compuse mis primeras canciones.”


De su paso por La Habana rescató una canción dedicada a su esposa, Edelis Loyola, ante su reencuentro en 1985. “Volviste a mí” es una de las canciones predilectas de su repertorio, la cual, a pesar de los años, se ha establecido como una de las favoritas de sus seguidores en las peñas.


Desde los inicios se vio influenciado por grandes figuras, interesado en la forma, poesía y estética de artistas como Víctor Jara, Violeta Parra y el movimiento de la nueva trova.


“Cuando yo estudiaba, aprendiendo aún a tocar la guitarra, tenía en mi repertorio varias canciones de Silvio. “Óleo de mujer con sombrero”, “Te doy una canción”, entre otras. Pero luego comencé a hacer algo fundamental, en mi retorno a Moa, la familia, las responsabilidades del hogar, ya comenzaba a tener mis canciones. Me di como tarea defender mi propia obra, porque, ¿si no lo hago yo, quién lo va a hacer? Siempre defiendo mi obra, a capa y espada, andando con mi guitarra.”


Un amplio grupo de artistas interpretan sus canciones. Así es el caso de Norberto Leyva, con dos temas, uno de ellos, “Sin entender por qué”, está en su último disco, nominado a los premios Cubadisco 2024. Otros artistas como el Dúo Cofradía, Ivet Rodríguez y Ray Fernández montaron algunos de sus temas en sus propios conciertos.


Cabreja se establece como un creador insaciable, un artista para artistas. Su más reciente espacio, Figuras de Tinta, surgido en los años 2021-2022, presenta una nueva faceta del cantautor, donde nace también su próximo proyecto musical:


“Me surgió la idea de ponerle música a los textos de poetas de la provincia. Escogí treinta poemas de treinta poetas y los musicalicé. Este proyecto espero verlo convertido en un disco, o tres, en realidad. Es un sueño que tengo. Eso me obligó entonces a ser, no ya el Cabreja que escribe su propia música, no, ahora era Cabreja haciendo una curaduría, leyendo los libros de los poetas, escogiendo un poema que fuera de mi simpatía y estética y trabajarlo de esa manera.”


Confiesa que Holguín es su escenario predilecto. Nunca ha querido abandonar la escena holguinera, por tentador que sea el camino.


“Es en Holguín donde tengo seguidores, mi familia, mis amigos. A pesar de que he tenido que reinventarme un nuevo público, ir convenciendo poco a poco por el teléfono, porque el mundo de hoy es muy agitado y el gusto por el tipo de canción que hago no es un gusto mayoritario. No tengo la capacidad de ser un showman, como otros, que atraen así a las personas, tengo un ritmo y estilo diferente. Hago canciones con otras características, más reflexivas, de pensamiento, un poco más para un público escogido.”


Aunque amante eterno de la ciudad, siente cierta inquietud. El panorama cultural al que se enfrenta es único en su tipo, en un contexto dentro de las redes sociales, donde encuentra la verdadera competencia en un consumismo desmedido por lo exterior y las dificultades propias de la situación cubana actual.


“Aquí el problema es seguir creando más espacios. Creo que el gusto estético por este tipo de canción que hago, si no está en extinción, le falta poco. A la gente lo que le gusta es la fiesta, porque somos parte del Caribe. Es parte de lo que somos. Está el merengue, la cumbia. Por lo general a los latinos les gusta eso. Y últimamente la gente oye a quien está en el escenario, pero no lo escucha.”


Como patriarca de la trova holguinera, reflexiona que la trova es un término meramente cubano, ya en desuso en el resto del mundo. Ahora los jóvenes se inclinan más por definirlo como el género del cantautor. “Pero el término cantautor es un gran saco, porque donde mismo cabe un Sabina, cabe un mediocre.”


No obstante, Cabreja canta a todo. Quizás es por ello que mantiene vigente al trovador como artista y no simplemente como un término en extinción. La simpleza y dirección de sus palabras, dignas de ese «corazón insobornable», son parte ya de su identidad. Porque como bien él dice: “Las canciones me llegan. Ahí está el proceso del oficio, las mañas y el estilo. Puede que por eso mucha gente me dice que tengo un estilo único, y bueno, eso es difícil de lograr, encontrar un estilo y sello en el arte.”


Construyó su carrera cantándole al amor, a la separación, a los peligros, a la esperanza, a la reflexión. Cantándole a los problemas reales del país. Sus canciones, una vez escritas, dejan de pertenecerle: se convierten en la conciencia crítica de un yo colectivo, uno que también y sin remedios, está “fuera de foco”.


Pero más que todo, es Cabreja un hombre enamorado. Enamorado del amor y enamorado de la vida. Tal vez por ello confiesa que sus versos favoritos no son ni más ni menos que los de una canción de amor:


“Cuando salgas a la vida, ve con fe, no dejes que después triunfe la duda, estos tiempos son de roca dura, ya lo sé. Y mi única fortuna, está en tu piel.”



No hay comentarios: