viernes, noviembre 21, 2025

Silvio en Hay Festival 2026 de Colombia

 Del otro lado, desde lo político y lo creativo, el mítico cantautor cubano Silvio Rodriguez (que viene de dejar conciertos en Cali y Medellín, después de mucho tiempo) conversará con Daniel Mordzinski, presentando el libro que han escrito juntos: Silvio Rodríguez, diario de un trovador, con textos del cantautor y más de 140 fotografías de Mordzinski.

Semana com

De mi escuela materna creo que sobresalen la fuerza del amor inclaudicable y el respeto al trabajo,además de la música.


 

Desde el escenario


 

La llegada de Silvio a Cali


 

Silvio, los progresistas y Cristian Castro.


Me da mucha emoción ver los videos del reciente concierto de Silvio Rodríguez en Lima, ver cómo al menos tres generaciones siguen cantando de memoria sus temas de ayer y hoy; ver cómo siendo 2025 todavía hay adolescentes que, entre Tiktok y memes, se sienten acompañados con Donde pongo lo hallado o Óleo de una mujer sombrero. Silvio, el viejo Silvio, congregando a miles en su concierto a poco de cumplir 79 años, me hace sentir que hay esperanza en la humanidad; no todo está perdido, me digo.

 Luego me acuerdo de que allí, sentados las zonas más cercanas al escenario, hay progresistas de esos que hace años no progresan, ya saben, esos tipos que cantarán El Necio a viva voz y al día siguiente saldrán a terruquear al prójimo. 

Es feo oír sus voces gastadas pero más feo es ver cómo desafinan sus almas. El propio Silvio sabe que, en Perú y toda Latinoamérica, esos señores y señoras existen, y que en gran parte esos sujetos paran la olla y hacen que las giras sean rentables. Hasta compuso una canción en honor de esa gente, una que dice “desde una mesa repleta cualquiera decide aplaudir / la caravana en harapos de todos los pobres”, pero no es de las más conocidas y los aludidos no se dan cuenta de la burla. Da igual. Allí están, sentados, sin que les afecte —o les pese— ser todo lo contrario a lo que Silvio representa.   

Me divierto detectando esa contradicción, que a veces llega a niveles de terror. Como soy silviófilo —todo un nerd de Silvio, en serio—, detecto rápidamente a esos granujas. ¿Se acuerdan del ministro Alberto Otárola? Sí, ese mismo, el carnicero, el que avaló todo lo que pasó en Perú desde que Dina Boluarte tomó el poder en diciembre de 2022. Pues resultó ser uno de esos “progresistas”. Cuando murió Nano Guerra García —otro progre tentado por el lado oscuro— lanzó el siguiente tuit: “lo más terrible se aprende enseguida y lo hermoso nos cuesta la vida”. ¡Ampay! Canción del elegido, 1978, dedicada Abel Santamaría, el revolucionario del movimiento 26 de julio al que la policía de Batista le arrancó los ojos. 

O como cuando vi a aquel chico de la universidad que no solo cantaba temas de Silvio: había aprendido sus canciones en guitarra y tocaba entre clases. Pues en plena campaña presidencial del 2021 lo vi, luego de muchos años, en un video viral: se volvió profesor y le decía a sus alumnos que no voten por Verónika Mendoza, porque es una “roja asquerosa”. 

Todos nos hemos encontrado con señores así, y señoras. Esos progresistas que han cambiado totalmente pero aún quieren gozar de esa aura de ser “de avanzada”, personas con “sensibilidad rebelde”. Cuantos Otarolitas y Nanitos se sientan en esos auditorios a escuchar fascinados los acordes de Ojalá.

No me malintepreten: no hay nada de malo en ser realista, crecer y moderarse. Pasar de cantar Fusil contra fusil a ser un pequeño burgués que contrata los servicios de Prosegur es algo que puede ocurrir; pasar de cantar “la rabia imperio asesino de niños” a calentar el asiento en alguna dependencia de Usaid es parte de la vida (y de la derrota, porque no hay que olvidar quién perdió la Guerra Fría). ¿Pero ser amante de Silvio y llegar a los cuarenta a terruquear? ¿Hacerle ascos a líderes sociales por rojos? Lo peor, lo alucinante, es seguir yendo a sus conciertos después de la metamorfosis. ¿Por qué lo hacen? Claramente no es para que el trovador les recuerde quienes fueron. 

¿Será parte la magia de Silvio? Alguna vez le comenté a alguien que el cantautor cubano parecía haber compuesto sus canciones abiertas a interpretaciones adrede, para que la gente pudiera seguirlas escuchando sin mojarse ni comprometerse, porque la gente cambia. Ahí está por ejemplo Por quien merece amor (¿Te molesta mi amor?), que parece una canción romántica pero en realidad fue compuesta reivindicando el derecho de Cuba de ayudar a la guerrilla de El Salvador a inicios de los ochenta. Es el amor de los pueblos en pie de lucha, idiota. O el célebre Unicornio azul, que parece una alegoría comodín para cualquiera que alguna vez perdió “algo”. Pamplinas: fue escrita en alusión a un hombre cuyo hijo había sido desaparecido luchando en la guerrilla. Lo que en Perú varios de los asistentes al concierto de Silvio llamarían “el hijo terruco”. 

Sí, me es horrible ver el concierto y saber que también están esos tipos. Gente como Mirko Lauer. que no creo que haya ido a uno últimamente pero que en su juventud fue un revolucionario caserito de la Casa de las Américas en La Habana, en el mismo tiempo en que la institución impulsaba la carrera de Silvio y Pablo Milanés. Pues esta misma semana Mirko Lauer inventó una estúpida teoría de conspiración según la cual el embajador de Cuba —un funcionario cuya identidad es pública— era un espía que trataba de desestabilizar al Perú. Ya antes Lauer había comparado las protestas sociales del 2023 en Puno con el “Estado Islámico”. 

Pero bueno, una cosa me hizo olvidar a todos esos zánganos y alegrarme genuinamente. Fue saber que en el concierto de Silvio en Lima estuvo Cristan Castro. La gente se ríe de su presencia, piensan que es algo estrafalario, una roca. No lo es. La historia se remonta a inicios de los noventa, cuando Cristian Castro apenas empezaba su carrera. En pleno periodo especial y desaparecido el bloque soviético, Miami ejercía presión para tumbarse a Castro (el barbudo). Verónica Castro, la madre de Cristian y que entonces conducía La Movida, se declaró admiradora de Silvio; no solo viajó a Cuba sino que invitó al cantante a su show en México. Por hacerlo, fue hostilizada por el star-system de Miami (por esos años, Andy Montañez fue “cancelado” por abrazar al trovador cubano). En el set de televisión de Verónica Castro, Silvio cantó algunos de sus temas más célebres acompañado por primera vez con una orquesta de jazz afrocubano de lujo: Diákara. Fue hermoso.


Así comenzó esa conexión, por la valentía de una actriz que no tenía nada que ganar (de hecho, mostrar amistad con Cuba en esos años era igual a tener represalias de los poderosos Estefan) pero sí principios que defender, y que se comió el pleito. La noche del concierto en Lima, cuando finalmente llegó al camerino y pudo ver a Silvio, Cristian Castro lloró. 

Esa valentía original, de una estirpe pop aparentemente frívola, de telenovelas y videoclips, se me hace mucho más digna que la de esos progresistas peruanos, presuntos intelectuales, sentados en zona Platinium, que mencionan a Silvio en su educación sentimental y cantan de memoria pero no dicen ni dirán media palabra cuando acusan de terrorismo, sin pruebas, a compañeros políticos, solo por no ganarse líos, pensando que a ellos no les tocará.


(Por Juan Manuel Robles. Hildebramdt en sus trece # 757)







Serenamente,álbum de Vicente Feliu.


Disco completo

Lien Rodríguez abre concierto de Silvio en Medellín

Él tenía mucho interés en que se escuchara mi música allí. Me contactó a través de su productora y yo, por supuesto, me puse muy feliz”, aseguró en entrevista exclusiva para el periódico Girón la también guitarrista y violonchelista.Antes de comenzar la presentación de quien definió como “el hombre más hermoso del mundo”, Lien, acompañada de su guitarra, interpretó cuatro temas de su autoría: Camino de la seda, Hija mía, Pájaro mañanero y Cancioncit Llegue muy temprano, probé sonido, pararse frente a 30 000 personas es algo emotivo. En el 2015, había estado en el Luna Parck, en Buenos Aires, Argentina, pero en esa ocasión fueron 10 000. Desde que entré al escenario me acogieron con mucho cariño y todas las canciones recibieron aplausos hermosos”.


El público que abarrotó el Estadio Polideportivo Envigado, en esa urbe capital del departamento de Antioquía, le escuchó cantar la letra que habla de “Matanzas, puerto de encanto, Matanzas, guitarra que no quiebra, Matanzas, yo te sigo amando…”, un hermoso homenaje a la Ciudad de los Puentes.

Esos temas los elegí porque son fuertes musicalmente, tienen carácter, y se trataba de un estadio, un espacio muy grande. Hablan de mi ciudad, de mi hija, en el caso de Pájaro mañanero, da título a mi último disco. Terminé con el tema de la Kalimba, Cancioncita, para hacer un recorrido lo más variado posible"

Matancera Lien Rodríguez abre concierto de Silvio Rodríguez.

A Silvio lo conocí hace muchos años, en diferentes conciertos que tuvimos, en homenajes que se le hicieron a su música. Además, mi hija Luna Pantoja toca con su hija Malva Rodríguez y ahí hay un lazo familiar muy hermoso”.Nacida en Matanzas en 1975, Lien Rodríguez ha compartido escenario con Pedro Luis Ferrer, Liuba María Hevia, Haydeé Milanés, entre otros. Acerca de ella, la trovadora Marta Valdés expresó: “Ya tenemos a Lien en toda su grandeza como compositora e intérprete única. La vida lo ordena todo. Ya tenemos a Lien con sus cuatro letras”.

De gira con mi familia


"Me llenó de afectos y ternuras conocer a gente que quiere tanto a mi papá. Eso es algo que no notaba de pequeña, o no lo entendía, pero ahora sí".

por Malva Rodríguez González

 noviembre 12, 2025


Foto: Kaloian.

Desde finales de septiembre salimos de casa para embarcarnos en una gira por cinco países: Chile, Argentina, Uruguay, Perú  y Colombia   (eso sin contar el concierto que le dio comienzo en La Habana ). 

Ha sido como volver a mi infancia. De pequeña, antes de empezar en la escuela, solía acompañar a mis padres de gira y estuve tras bambalinas, en mi cochecito, en muchas de estas ciudades. Esta vez me tocó venir como músico, haciendo coros y tocando piano, así que dentro del sentimiento de nostalgia descubrí toda una nueva faceta de mi profesión. 


Durante los ensayos en los estudios Ojalá. Foto: Kaloian.

Antes de partir, nos pasamos un mes entero ensayando todos los días en los estudios Ojalá. El grupo, a pesar de llevar bastante tiempo sin tocar juntos, remontó el repertorio rápidamente con alguna que otra nueva adición. Durante este proceso comenzamos a armar el esqueleto de lo que sería el programa de los conciertos. 

Se prepararon casi 4 horas de música. De hecho, hacíamos la broma de que con todas las canciones que montamos se podían hacer dos conciertos completamente distintos. 

Por supuesto, uno ya tiene una idea de cuál va a ser el orden del programa desde antes del primer ensayo. Sin embargo, nunca se sabe hasta que se empieza a tocar. Y, aun después de planificarlo, a lo largo de la gira se hicieron un montón de ligeros cambios. O sea, podríamos decir que el programa resultó una guía general, más no definitiva.


Foto: Kaloian.

Por mis estudios tengo un poco más de experiencia práctica en tocar música académica, lo cual en estos casos tiene una dinámica bastante diferente. En resumen, nunca había tenido la experiencia de tocar tantas veces en público un mismo concierto y descubrí que es verdaderamente enriquecedor. Frente a una audiencia se descubren cosas nuevas de las piezas y mientras más se ejecutan, más se enriquece la interpretación.

Cada concierto es una experiencia completamente distinta. La manera en que nos escuchamos, la energía del público, la voz, todo se siente diferente a medida que pasan los días.


Foto: Kaloian.

Mi participación en los conciertos, a excepción de algunos coros, fue en un pequeño aparte familiar para homenajear a compañeros de papá que lamentablemente ya no se encuentran entre nosotros. Cantamos “Créeme” juntos, como lo solían hacer Vicente [Feliú] y su hija Aurorita; “Es más, te perdono”, de Noel [Nicola], a quien me cuentan que conocí muy chiquita, y la mítica “Yolanda”, de Pablo [Milanés]. Esta sección del concierto se concibió de una forma muy orgánica. 

El preludio de estos pequeños “apartes” comenzó en España, tras el fallecimiento de Eduardo Aute. Papá y yo habíamos ensayado alguna vez “Dentro”, para un homenaje que se le hizo, donde nunca la llegamos a tocar y a mí siempre me gustó mucho su canción “Albanta”. Tanto así que me la aprendí al piano y mi mamá me grabó un videíto cantándola, para mandárselo a los Aute (nuestra familia española). Unos meses después, cuando los conciertos de España en 2021, justo saliendo de la pandemia, papá decidió incluir estas dos canciones para recordar a Eduardo. Esa fue la primera vez que tocamos juntos.


Malva con Niurka González, su madre. Foto: Kaloian.

Después, en 2022, de golpe fallece Vicente y en los conciertos de México tocamos “No es fácil” y “Créeme”. En 2023 lo siguió Pablo, y en el concierto en la Isla de la Juventud cantamos “Yolanda”.

Silvio Rodríguez y Malva Rodríguez interpretaron a dúo la canción “Créeme”, homenaje a Vicente Feliú en México en 2022. Foto: Kaloian.

Esta vez no sabíamos si se iban a hacer todas las canciones como parte del programa, si irlas alternando entre concierto y concierto o ponerlas como bises. Sin embargo, desde que las tocamos juntas por primera vez en el concierto de la Escalinata de la Universidad de La Habana, supimos que no podíamos hacerlo de otra manera. Como dice papá: “Hay canciones que debemos seguir cantando”, y decidimos hacerlo desde la familia.

Muchas personas me preguntan qué se siente tocar con mis padres. En verdad lo disfruto mucho. Es una experiencia muy enriquecedora como músico, ya que ambos son excelentes profesionales. Precisamente por eso también puede llegar a ser un poco intimidante, pero a eso me sobrepongo.

Todo el asunto de “irse de gira” a lo mejor puede sonar muy glamuroso, pero les confieso que, cuando llevas un mes trabajando fuera de casa, con una maleta y lavando ropa en las bañaderas de los hoteles —el servicio de lavandería suele ser carísimo—, se extraña el hogar. Sin embargo, la compañía ha sido una fortuna inmensa. 


Silvio y Malva Rodríguez saliendo a escena. Foto: Kaloian.

Se sentía como estar en una residencia estudiantil (muy bien equipada) con un montón de compañeros y amigos que al final terminan convirtiéndose en familia. Se crean bromas internas a partir de anécdotas del día a día y eso hace que el tiempo transcurra más rápido. 

Malva Rodríguez al piano, Silvio Rodríguez y Niurka González. Foto: Kaloian.

En los momentos libres, a veces a deshora, se emprendieron pequeñas odiseas en busca de pizza y helado, se celebraron cumpleaños, campeonatos de juegos y hasta despojos místicos. Por eso, a pesar de estr moviéndonos constantemente de un lado a otro, apenas sin tiempo para adaptarnos, cada sitio se parecía un poco a casa, porque estábamos todos juntos. 


Durante la visita a Lucía Topolansky, compañera del fallecido expresidente uruguayo Pepe Mujica. Foto: Kaloian.

Me llenó de afectos y ternuras conocer a gente que quiere tanto a mi papá. Eso es algo que no notaba de pequeña, o no lo entendía, pero ahora sí. El pensar que cada persona que va a los conciertos tiene una historia que la conecta con su música. Poder ver y comprender cómo todo ese amor es resultado de años y años de arduo trabajo; de tratar a los demás con respeto y de ser consecuente. Ver el resultado de su labor me inspira mucho a seguir estudiando y aprendiendo.


Las manos de Silvio y Malva. Foto: Kaloian.

Para mí es un privilegio muy grande poder trabajar con mi familia y vivir todas estas experiencias juntos: Oliver, Jorgito, Jorge Reyes, Emilio, Rachid, Maykel, Olimpia, Enzo, Jurek, Amin, Abdito, Frank, Juli, Fer, Horacio, Héctor, Romina, Silvia, Kalo, Martín y, por supuesto, mis padres Niurka y Silvio. Fui la más joven del grupo, y aún estoy sacándole un provecho tremendo a aprender de músicos tan talentosos, disciplinados y, sobre todo, bellas personas.

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“Un equipo tan maravilloso como este, al que pueda llamar también familia”. Foto: Kaloian.

Aunque extrañé mi casa y, sobre todo, mi piano, el haber llegado al final de este viaje me resulta un tanto agridulce. Estamos cansados, pero felices. Espero algún día poder lograr que salir de gira, más que una experiencia, sea mi trabajo, y poder rodearme de un equipo tan maravilloso como este, al que pueda llamar también familia.


“La más joven del grupo”. Foto: Equipo Ojalá.

El seguidor Carlitos Lage


 

Paula Ferré, Silvio Rodríguez y la promesa cumplida


Trovadora argentina; fue telonera en el primer concierto de Silvio Rodríguez en Buenos Aires, durante su reciente gira latinoamericana. La invitación para ella tuvo "un valor enorme" también "porque provino directamente de él: un hombre de palabra y de una sensibilidad inmensa".

por Rey Montalvo

 noviembre 16, 2025



Paula Ferré. Foto: Kaloian.

Antes del primer acorde de Silvio Rodríguez en el Movistar Arena de Buenos Aires, antes de que Martí llegara en su voz, antes de que propusiera fundar un partido de sueños y vistiera la noche con su épica de trovador incansable, una mujer subió al escenario con una guitarra.


Paula Ferré, la misma del Canto de Todos de Vicente Feliú, la fundadora de MUJERTROVA, la que impulsa desde Argentina la integración entre artistas de varias partes del mundo, no fue solo “el preámbulo” de la promesa de un concierto para agradecer la vida, para sostener la esperanza. Su voz, calidez y lírica cubrieron al público de buena vibra, la primera sustancia que se necesita para ser feliz.

Foto: Kaloian.

“Antes del concierto, pensaba que un lugar tan amplio y con tantas personas me provocaría vértigo. Sin embargo, gracias al recibimiento del público, me sentí muy cómoda. Pude habitar el escenario con soltura y alegría.

”Fue emocionante entrar, y que unas casi 4 mil personas me recibieran con tanto cariño. En la segunda canción ya el público había aumentado considerablemente, y para la quinta, había casi 10 mil.

”Cantar ante tanta gente implica una gran responsabilidad. No era la primera vez, recuerdo haber estado con Vicente Feliú, León Gieco y otros cantores, en el 80 aniversario del natalicio del Che en Rosario, frente a unas 50 mil personas.

”Pero esta vez fue especial. Se trataba de un concierto en un lugar cerrado, con más intimidad. Me encantó el público, todo el tiempo consciente de mi presencia, con la disposición de escuchar y apoyar mi actuación, a pesar de que era bastante más temprano de la hora pactada para el comienzo de Silvio.

”Disfruté compartir con toda esa gente hermosa, muchas vinculadas a organizaciones sociales, otras que me conocen por mi militancia cultural; a todas nos unía el amor por la música de Silvio, un verdadero maestro.

”En 2019, me envió una invitación para formar parte de la Gira por los Barrios que él realizaba en Cuba. Estaba previsto que sucediera en junio de 2020, pero la pandemia lo impidió. Sin embargo, fiel a su estilo y a su palabra, él no se olvidó de esa propuesta.

”Por eso, me honró profundamente con este regalo. Fui su primera telonera en los conciertos que realizó en Buenos Aires. Ese gesto tiene un valor enorme, no solo por la oportunidad artística, sino porque provino directamente de él: un hombre de palabra y de una sensibilidad inmensa.

Foto: Kaloian.

”Llegué a sus canciones cuando tenía trece años, en aquellos fogones de la playa mientras descubríamos la pasión por la guitarra. En 1984, cuando vino a la Argentina, fue decisivo para mí. Pude conocer su obra con más profundidad y comprender la magnitud de su poesía.

”Lo conocí personalmente mucho después, en 1997, en la casa de Vicente Feliú. Me habían invitado a un almuerzo y no sabía que Silvio estaría. Cuando lo vi llegar, me emocioné tanto que empecé a llorar.

”Él se acercó, preguntó por qué lloraba. Le respondí que había conocido Cuba a través de sus canciones y que me emocionaba muchísimo verlo en persona. Entonces dijo entre risas que era una trovadora lacrimosa y que, si hubiera sabido que alguien podía conocer los paisajes del país a través de sus canciones, habría escrito mucho más sobre cada rincón.

”Aquella tarde pasamos más de tres horas escuchando sus historias, incluso sobre la guerra de Angola. Compartimos canciones con Vicente y otros invitados. Fue un encuentro tremendamente humano y luminoso, de esos que se graban para siempre.

”En 2019, nos reencontramos en Ojalá, y allí se comprometió a grabar juntos una de mis canciones. Después, el material fue utilizado para acompañar la lucha por la liberación de Milagro Sala, una mujer indígena, presa injustamente por el gobierno de Macri, que aún continúa detenida. La grabamos a la distancia en medio de la pandemia. Se llama Mujer originaria, se encuentra en todas las plataformas, y sirve también como homenaje a los pueblos originarios que sufren tanto y resisten en nuestros países del sur.

”Yo soy una ferviente militante de la canción colectiva. Creo que la música es mucho más valiosa cuando representa a un grupo de artistas, una visión compartida del mundo, intereses comunes, dolores similares y aciertos que celebramos juntos y juntas.

”MUJERTROVA surge en 2013 con la necesidad de visibilizar el trabajo de las mujeres trovadoras de mi país. Con el tiempo, el proyecto comenzó a incluir invitadas internacionales, convirtiéndose en un encuentro que, aunque se realiza en Argentina, abarca a más de 70 compositoras latinoamericanas.

”Todas ellas defienden su obra con algún instrumento y están comprometidas con su entorno, llevando su música y mensaje a la sociedad de manera activa y consciente.

”Si bien yo soy la fundadora, MUJERTROVA es un movimiento que se construyó entre todas. Nuestra madrina es Teresa Parodi y nuestro padrino, Vicente Feliú. Ellos nos acompañan e inspiran en este camino.


Foto: Kaloian.

”También formo parte del Canto de Todos. Estos colectivos se crean para armar cofradía, construir identidad, para resistir y proyectarse dentro de una sociedad, a veces, bastante hostil, tanto para las mujeres como para los artistas en general, cantautores y cantautoras. A mí me gusta estar ahí, en la manada.

”En 2016 fundé La Casa Museo de la Trova Argentina, un poco inspirada también por Vicente. Él convivía con mi familia todos los años, en mi propia casa. Tuve el placer de gestionarle 17 giras por el país.

”En mi sala, entre más de 50 músicos, festejamos el último cumpleaños de Humberto del Monte Mar, y ese día de marzo de 2016 fundamos oficialmente la Casa.

”Desde entonces, mi propio hogar se ha convertido en un espacio vivo de la cultura latinoamericana. Recibimos cantoras y cantores de muchas partes del mundo, cuentacuentos, poetas; proyectamos largometrajes, hacemos ferias, festivales; tenemos una exposición con libros, discos, carteles. Hemos organizado más de 60 conciertos, entre ellos, por supuesto, algunos de Vicente, Teresa Parodi, Cecilia Todd y toda MUJERTROVA.

”La Casa Museo, en definitiva, es mi propia casa. Entonces las personas no solamente llegan a escuchar un concierto o a ver objetos, sino que viven una experiencia completa: les abro mi intimidad, mi familia, los recibo con amor y dedicación.

”Ahora, a punto de cumplir 10 años, vamos a lanzar el proyecto de la Casa Museo de la Trova Virtual. A través de videos, mostraremos objetos del lugar, anécdotas, para que cualquier persona, desde cualquier parte del mundo, pueda conocerla y vivir, aunque sea a la distancia, la experiencia de este espacio tan particular.

”Mi estudio de grabación, es otro proyecto que llevo adelante junto a Adrian Ocdriozola, mi compañero de vida. Actualmente, se utiliza para nuestras producciones y para la grabación de los alumnos del Taller Canto Sincero, que dicto desde hace varios años y que en mayo de este 2025 pude brindar en Islas Canarias en formato de master class.

”En este taller de interpretación, promuevo que vivan la canción como una ofrenda y como una forma de ver el mundo, más que como un simple espectáculo.

”Ahora mismo estoy trabajando en mi próxima producción discográfica, Palomas del bien, Paula Ferré canta a Humberto del Monte Mar, que espero editar para 2026.


Foto: Kaloian.

”Seguiré adelante, confiando en mi camino. Capitalizando esta experiencia con Silvio, fomentando nuevos espacios y oportunidades más certeras para mí y para mis compañeras y compañeros. Seguiré abriendo pasajes de la canción en el mundo, mediante iniciativas que promuevan conciencia, reflexión, compromiso social y militancia a través del arte

”Ojalá que toda esta repercusión en la prensa por estos días, se traduzca en nuevas oportunidades, porque soy una trabajadora de la cultura. Que se abran puertas a festivales nacionales, hoy monopolizados por los hombres, y a encuentros internacionales que permitan seguir sembrando vínculos y redes con otros y otras colegas. Estoy feliz y agradecida de la invitación de Silvio; es un privilegio formar parte de esta historia. Fue una experiencia profundamente hermosa y reconfortante ”La canción de Silvio Rodríguez es muy amada en mi país. Pero, en este momento de tanta crueldad, desigualdad e injusticia, su música se convierte en un gesto de rebeldía y resistencia que la gente necesita más que nunca. Por eso sus canciones siguen vigentes, tan dolorosamente actuales, para nosotros y para toda Latinoamérica. En el contexto político de Argentina, son una bocanada de aire fresco para una parte de la sociedad que busca cambiar esta realidad y necesita construir un país más justo.”

Silvio Rodríguez y el canto compartido

El trovador cubano forjó lazos culturales, desafiando esquemas junto a generaciones de artistas Stiven Rodríguez Volcán El primer gesto rebelde y poético de Silvio Rodríguez nació en la Cuba de los años sesenta, cuando, en medio del servicio militar obligatorio, se escabullía en silencio de las bases para marcharse lejos, guitarra en mano, a cantar y componer. En esa soledad germinó la necesidad de un trovador que no se conformaría con el aislamiento: buscaba voces afines, jóvenes cantores y músicos con quienes tejer lazos de amistad

Pronto dejó su casa y se lanzó a los espacios de la creación y la comunicación. A los 21 años consiguió su propio programa televisivo, Mientras Tanto, donde compartía canciones y videos junto a obras de otros artistas. Fue allí, un día cualquiera, cuando al bajar las escaleras del estudio se cruzó con Omara Portuondo, que subía acompañada de un que subía acompañada de un joven. Silvio lo reconoció de inmediato: era Pablo Milanés. Se sentaron en un estudio, y con una guitarra comenzaron a cantar.

Para Silvio, aquel encuentro fue más que el inicio de una amistad: fue un proceso de formación y creación compartida que dio origen a la Nueva Trova Cubana. “Éramos sangre nueva, veníamos a romper los esquemas, como hacen todas las generaciones. Ahora lo hacen también, y lo seguirán haciendo”, recordaría después en una entrevista.

Para Silvio, aquel encuentro fue más que el inicio de una amistad: fue un proceso de formación y creación compartida que dio origen a la Nueva Trova Cubana. “Éramos sangre nueva, veníamos a romper los esquemas, como hacen todas las generaciones. Ahora lo hacen también, y lo seguirán haciendo”, recordaría después en una entrevista.


Las colaboraciones de Silvio son diálogos poéticos que trascienden, donde se entrelazan la amistad y el amor.
Entre ellas destaca, sin duda, el histórico concierto junto a Milanés en Argentina (1984), apenas concluida la dictadura. Aquellas canciones que habían sido censuradas por el régimen resonaron entonces con energía en las voces del público.

Aunque nunca compusieron a dúo, la voz de América, Mercedes Sosa, llevó al mundo canciones de Silvio en los años ochenta. En esa misma década, el trovador se adentró en nuevas búsquedas sonoras con la banda de jazz Afrocuba. También colaboró con Chico Buarque cantando «Pequeña serenata diurna».

A lo largo del tiempo, esas colaboraciones se multiplicaron y aún hoy siguen sumándose, como prueba viva de una obra que no deja de crecer.

Colaboraciones recientes


«Luciérnagas» (2025) es una canción del cantautor argentino Milo J. Aquí Silvio presta su voz en un dueto que transmite la experiencia de perder a un ser querido y cómo la memoria y la música pueden resignificar esa ausencia.



«La tempestad» (2017)
 se ha convertido en un himno del grupo cubano Buena Fe. En este sencillo el poeta se une para cantar letras de resiliencia.


«Ojos color sol» (2014)
 es una canción de la banda puertorriqueña Calle 13. Silvio aparece con la melodía de su voz para expresar que la mirada de un ser amado es capaz de embellecer al mundo.


«Quererte» (2025) es una pieza del cantautor español Pedro Pastor. El trovador cubano evoca un amor cercano y profundo.




la mujer como símbolo del eterno enigma.

 Naldo Labrin

Este encuentro sucedió en la última presentación de Silvio en BsAs. Nos abrazamos emocionados, como siempre que nos reencontramos, un río de sangre hermanal nos une desde que nos conocimos en 1978 en México. Giras juntos por el país azteca, noches de charla y ron, risas y confesiones que nadie conocerá porque es un pacto no hablado que tenemos, amaneceres que nos encontraron charlando desde la noche anterior. Política, filosofía, música,  arte, y amores, mucho del sentido del amor, ese hecho insondable del que tan poco sabemos; la mujer como símbolo del eterno enigma. 

Confieso que él era más sabio, poco le importaba la explicación del amor, lo vivía intensamente, aunque mañana ya no exista. Nos visitamos en encuentros México-Cuba-Mexico muchas veces. A mí regreso del exilio lo traje a cantar a Neuquén (vino con Santiago Feliu) Ya despertaba públicos numerosos; al vernos continuaba el eterno diálogo, noticias nuevas, algunas dolorosas, partidas de amigos muy queridos... Ahora llevábamos muchos años sin vernos, al escucharlo lo descubrí más tranquilo, sabio, contemplativo; como quieto viendo pasar la vida, los seres y sus circunstancias, el Universo mismo y él observando todo como por primera vez. Reflexiones maduras " las revoluciones no son perfectas, son necesarias..." Cuando era muy joven escribió: "lo terrible se aprende enseguida y lo hermoso nos cuesta la vida.." Así es querido Silvio, nos lleva la vida. Al despedirnos, en el abrazo, susurró a mi oído: "...nunca olvides que te quiero mucho..." mis lágrimas le respondieron en silencio. "No sé si volveré a verte me dijo, estamos viejos", le respondí pronto iré a Cuba a despedirnos y con una imprecisa sonrisa me dijo: "..te espero..."


deja pedazos de alma en forma de acordes.

 Usuario de facebook

Dicen que Silvio Rodríguez no escribe canciones: deja pedazos de alma en forma de acordes. Pero pocos saben que una de sus letras más conocidas, “Ojalá”, nació de una despedida que casi nadie entendió del todo.

No fue solo por amor —o al menos no uno romántico. Silvio tenía una pareja que se fue al exilio en los años duros de Cuba, y esa partida lo dejó con una mezcla imposible de rabia y ternura. Durante semanas no pudo componer nada… hasta que una madrugada, en una terraza del Vedado, mirando el mar oscuro, escribió: “Ojalá que las hojas no te toquen el cuerpo cuando caigan”.

No era una maldición. Era un deseo contradictorio: querer que esa persona siguiera viva… pero lejos. Por eso la canción suena dulce y cruel al mismo tiempo.

Décadas después, en una entrevista, le preguntaron si “Ojalá” era una canción de amor o de odio. Él solo sonrió y dijo:

—Depende del día en que la escuche.

Y desde entonces, cada vez que alguien la canta, queda la duda: ¿a quién realmente le estaba hablando Silvio? #SilvioRodríguez #Ojalá #HistoriaDeUnaCanción #LeyendasDeLaMúsica  #MisteriosDeLaMúsica 



El trovador de la revolución y la ternura

Silvio Rodriguez. Foto ministerio de Cultura de Argentina


Entre la nostalgia y esperanza, el trovador cubano cerró su gira por Latinoamérica dejando una certeza: la utopía sigue viva en cada acorde

Anna Margoliner
@marxoliner

Sigue siendo un misterio como las palabras que son utilizadas en la cotidianidad de la vida, pueden convertirse en poesía y la poesía en música infaltable para construir utopías, enlazando generaciones, lugares y sueños. Sin embargo, sigue siendo indispensable la mística que personas como Silvio Rodríguez transmiten y personifican para miles de almas que buscan un lugar de encuentro para construir un mundo mejor.

La Arena Cañaveralejo de Cali fue testigo del cierre de su gira por Latinoamérica después de varios años en que sus presentaciones eran esporádicas y solo pisaban algunos países. Esa noche el silencio, las lágrimas y la emoción se mezclaron como si el tiempo se detuviera para rendirle homenaje a la utopía.

El hombre y la leyenda

Hablar de Silvio Rodríguez es hablar de una voz que atraviesa fronteras y décadas. Desde los años sesenta, cuando comenzó a cantar con una guitarra prestada en los estudios de la televisión cubana, su nombre se volvió sinónimo de una generación que creyó posible transformar el mundo con poesía y convicción. Junto a Pablo Milanés y Noel Nicola, fundó la Nueva Trova Cubana, un movimiento musical profundamente ligado a los ideales de la Revolución, un lenguaje de sensibilidad, resistencia y ternura.

Silvio nunca fue un cantante complaciente. Su obra no encaja en los moldes del entretenimiento, sino en los pliegues de la duda, el compromiso y la búsqueda constante. Canciones como OjaláLa era está pariendo un corazón o El necio no solo marcaron a quienes vivieron los años más intensos del proceso cubano, sino también a quienes encontraron en sus versos una manera de nombrar la utopía, el amor o la rebeldía personal. En cada presentación, Silvio carga con ese camino: es la voz vigente de un presente que aún se pregunta por la justicia.

A sus casi ochenta años, su figura conserva una mezcla de serenidad y lucidez. No necesita gritar para ser escuchado; basta el primer acorde para que miles de personas guarden silencio. Silvio es un mito que camina despacio, que canta sin artificios, y que logra que sus palabras —esas que alguna vez se cantaron en las calles, en los exilios y en las revoluciones— sigan encontrando eco en quienes nacieron mucho después. En su mirada se percibe la nostalgia del que ha visto demasiado, pero también la fidelidad del que nunca se ha traicionado.

Entre la utopía y la memoria

En los años setenta, sus letras eran la banda sonora de un continente que buscaba emanciparse: obreros, estudiantes, campesinos, mujeres, soñadores de toda América Latina encontraron en su música una promesa de justicia y dignidad. Escucharlo hoy, en un escenario colmado por generaciones que no vivieron aquellos años, es saber que los sueños de revolución y rebeldía continúan vigentes.

Mientras cantaba, por ejemplo, Pequeña serenata diurna, se podía sentir cómo esas melodías tejían un puente entre el pasado y el presente. En cada verso parecía resonar la pregunta de siempre: ¿qué queda de aquel sueño? La gente cantaba, algunos con lágrimas, otros con sonrisas, todos sabiendo que lo que se celebra no es solo a un artista, sino una manera de entender la esperanza. Silvio no ofrece respuestas; sus canciones, como espejos, devuelven reflejos distintos según quién las escuche.

La voz del tiempo

Cuando Silvio subió al escenario, el público se levantó como si estuviera saludando a un viejo amigo. No había estridencia ni artificio, solo una figura sencilla, una guitarra y una voz que el tiempo ha vuelto más grave, más lenta, pero también más sabia. Su presencia imponía respeto, no por la fama, sino por la serenidad de quien ha vivido fiel a su camino. Cada palabra suya —cantada o hablada— parecía cargada de historia.

Verlo cantar en esta etapa de su vida fue como mirar el tiempo materializado. En sus manos, la guitarra no busca solo el virtuosismo, sino verdad. Entre canción y canción, el público coreaba, se abrazaba, agradecía. Y en ese intercambio silencioso entre artista y audiencia había algo profundamente humano: la certeza de haber compartido un mismo viaje, aunque desde lugares distintos.

Silvio no canta solo para los que fueron jóvenes en los setenta; canta también para quienes hoy buscan sentido entre el caos. Su voz, es símbolo de continuidad: demuestra que hay ideales que pueden envejecer sin volverse obsoletos. Escucharlo es entender que la música —cuando nace del compromiso y la ternura— tiene la capacidad de vencer al tiempo.

Un cierre con conciencia

Aún faltaban unas cuantas canciones por ser entonadas, cuando Silvio leyó el poema. El silencio fue absoluto, solo alterado por un grito de Palestina Libre. “No te me adelantes” respondió el trovador y procedió a pronunciar el poema Halt! de Luis Rogelio Rodríguez Nogueras. En sus palabras resonó una memoria que no admite neutralidad: la del pueblo judío que conoció el horror y, paradójicamente, la del pueblo palestino que hoy lo padece:

“pienso en ustedes, judíos de Jerusalem y Jericó,
pienso en ustedes, hombres de la tierra de Sión,
que estupefactos, desnudos, ateridos
cantaron la hatikvah en las cámaras de gas;
pienso en ustedes y en vuestro largo y doloroso
camino desde las colinas de Judea
hasta los campos de concentración del III Reich.
Pienso en ustedes y no acierto a comprender cómo olvidaron tan pronto el vaho del infierno.”

Tras la última palabra del poema, el silencio se transformó en aplausos y lágrimas que nacían del reconocimiento: entender que en medio del arte y la belleza también hay lugar para la denuncia, para el dolor y la memoria. Silvio volvió a la guitarra, como quien retorna al refugio que conoce, y el público lo siguió con la devoción de quien ha sido testigo de algo que va más allá de la música.

Esa noche en Cali, su voz no solo evocó los sueños de otros tiempos, sino que volvió a recordar que la poesía puede ser una forma de resistencia. En tiempos donde la barbarie parece repetirse bajo nuevos nombres, Silvio insistió en lo esencial: que la utopía sigue viva mientras haya alguien dispuesto a cantar contra la injusticia. Y quizás por eso, al salir de la Arena, todos llevaban algo más que nostalgia: la certeza de que todavía hay canciones capaces de mirarnos de frente y recordarnos qué significa ser humanos.

Imprescindible

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Por JAIME CÁRDENAS 
Hay citas a las que no se puede faltar, una de ellas: había que ir a Cali al encuentro con Silvio Rodríguez. Silvio Rodríguez ha llegado a ser como un viejo amigo, es un hermano, hermano de excelsas virtudes.

 Conocimos su canto, su poesía y su guitarra en un tiempo que se aleja, más ahora que los días pasan veloces, sin contemplación. Era el tiempo de la gran utopía en la universidad y sus canciones nos llegaron en los casetes que circulaban casi clandestinamente. 
 Fue como un relámpago, una luz cegadora, desde el primer momento comprendimos que ahí, en esa voz diferente, en esas letras y en esa guitarra venía un gigante que hablaba de cosas imposibles, afortunadamente porque de lo posible se sabía de demasiado, era que aun resonaban los ecos del mayo del 68 en Paris: Seamos realistas compañeros, exijamos lo imposible. 

 Después circularon sus discos, en el Ecuador los conseguíamos y los cuidábamos celosamente, pedíamos el casete para grabarlos. La nueva Trova fue un hecho que tuvimos la fortuna como generación de conocer cuando se abría camino en toda Latinoamérica, una travesía nada fácil contra el mal gusto, contra el bloqueo, para gloria de la poesía, para que la esperanza no muera, por los que luchan, por los que no claudican, por los que no se venden, por Latinoamérica. 

 Llegar a Cali es siempre un placer, más cuando dejamos el frío andino y viene el encuentro con la ciudad arborizada, y limpia, con su gente más amable, menos neurótica que en la gran ciudad. Las muchachas con sus trajes de verano me recordaron la canción de los Rolling. 

 Esta vez me pregunté si Silvio al descender del avión a su llegada a la ciudad evocó sin pensarlo a La Habana, es que encuentro un aire de familia entre las dos ciudades. Es curioso, pero por fuerza del misterio de la memoria se presiente el mar cuando se llega a Cali, y que, por nuestra pasión por su literatura, siempre esté presente en sus avenidas, en los cafés, en la noche, la imagen iconoclasta de Andrés Caicedo. 

 Llegamos al concierto horas antes con un buen sol, un sol pleno, y con la brisa que bajaba de los farallones. Empezó a oscurecer. Buen rock en español de fondo, Sui Generis, “hubo un tiempo que fui libre, pero libre de verdad…”, el flaco Spinetta… por el Sur se ha hecho buen rock.



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Oscureció y de repente fue como si se estuviera en una manifestación de la universidad. La plaza de toros, aún escenario de muerte, ahora de vida, con sus poderosas luces encendidas dejaba ver un sinnúmero de banderas de Palestina y unas cuantas de Cuba. Y vinieron las consignas, la plaza estaba ya colmada, diez y siete mil asistentes, en su mayoría jóvenes, -pensábamos que los veteranos iban a ser los más-, consignas a favor de Palestina, de Cepeda, contra Uribe. Uno, dos, tres, stop, Uribe H.P. (Se nos explicó: la salsa choke, legítimamente caleña tiene tres pasos, para y vuelve el ritmo). 


 Salió al escenario Silvio y la ovación fue grandiosa. No fue azar que aparecieran las estrellas, no podían faltar. Yo digo que las estrellas le dan gracias a la noche Porque encima de otro coche no pueden lucir tan bellas Y digo que es culpa de ella, de la noche, el universo Cual son culpables los versos de que haya noche y estrellas.” Silvio con su voz intacta, cerca del octavo piso, cantó dos horas sin receso con su equipo musical insuperable, cantó sus viejas canciones y las nuevas, con fuerza, con toda la belleza de su canto, mientras, oh, sorpresa, la juventud caleña, – muchos bogotanos, pastusos, hubo quien volvió al país para verlo-, lo seguía en todas las canciones, en todos los segundos, en todas las visiones, como si fueran un himno; de alguna manera los son: “Te amaré, te amaré como al mundo Te amaré hasta el fin de los tiempos Y después te amaré” Hace algunos años, cuando Silvio pasó por Miami en la oficina de inmigración dilataron los tramites más de lo acostumbrado. Y se dio cuenta que su guitarra la habían pisoteado. 

La gusanera escribió que debieron pisotearlo a él por su defensa de Cuba, de su Revolución. De allá viene El Necio, que cantó casi al final de su concierto, que hubiéramos querido no termine, porque quedó incluso, pero se precisaban varias noches para decir suficiente, adiós, hasta la próxima Silvio. “Me vienen a convidar a arrepentirme Me vienen a convidar a que no pierda Dirán que paso de moda la locura… Dicen que me arrastrarán por sobre rocas Cuando la Revolución se venga abajo Que machacarán mis manos y mi boca Que me arrancarán los ojos y el badajo Será que la necedad parió conmigo La necedad de lo que hoy resulta necio La necedad de asumir al enemigo Allá Dios, qué será divino Difícil saber si volveremos a ver a Silvio. 

Pero lo seguiremos encontrando en sus canciones, en su poesía, en su guitarra. Tanto él como Serrat son los más grandes poetas vivos en lengua española. Por los años que ya son leyenda escribí para el Che unos versos, dos de ellos lo hago extensivos a Silvio Rodríguez: Te veo siempre que los pinos jóvenes Levantan sus brazos al viento.

miércoles, noviembre 05, 2025

¡Gracias COLOMBIA🇨🇴!!!


 

  








 


Más fotos

Setlist del concierto de Cali.

 Ala de Colibrí 

La canción de las sillas

Sueño con serpientes

Virgen de occidente

Viene la cosa

La verdad y su reverso

Pequeña serenata diurna

Casiopea

Se van las mariposas

Tonada del albedrío (canción al Ché)

Créeme (homenaje a Vicente Feliu)

Te perdono (homenaje a Noel Nicola)

Yolanda (homenaje a Pablo Milanés)

Eva

Más porvenir

La canción del elegido

Quién fuera

Te amaré

Poema del poeta y escritor cubano Luis Rogelio Rodríguez Nogueras, tras visitar el campo de concentración de Auschwitz, Polonia, en 1979,

¡Halt! – ¡Deténgase!

"Recorro el camino que recorrieron cuatro millones de espectros. Bajo mis botas, en la mustia, helada, tarde de otoño, cruje dolorosamente la grava.

Es Auschwitz, la fábrica de horror que la locura humana erigió a la gloria de la muerte.

Es Auschwitz, estigma en el rostro sufrido de nuestra época.

Y ante los edificios desiertos,

ante las aceras electrificadas,

ante los galpones que guardan toneladas de cabellera humana

ante la herrumbrosa pierda del horno donde fueron incinerados padres e hijos,

amigos de amigos desconocidos,

esposas, hermanos,

niños que, en el último instante,

envejecieron millones de años,

pienso en ustedes, judíos de Jerusalem y Jericó,

pienso en ustedes, hombres de la tierra de Sión,

que estupefactos, desnudos, ateridos

cantaron la hatikvah en las cámaras de gas;

pienso en ustedes y en vuestro largo y doloroso camino desde las colinas de Judea

hasta los campos de concentración del III Reich.

Pienso en ustedes y no acierto a comprender cómo olvidaron tan pronto el vaho del infierno".

La era está pariendo un corazón

Angel para un final

Unicornio

Ojalá

Venga la esperanza

El necio.

Canción inédita Para mirar nacer

el tema regalo para Cali y la última canción del concierto y cierre de la gira por #AméricaDelSur



Este viaje inicio hace más de 32 años







Los contratiempos que vivió el público en Medellín durante el concierto de Silvio Rodríguez


Por:Iván Gallo


Entre las cinco de la mañana y las cuatro de la tarde del 31 de octubre llegaron trece aviones desde Bogotá, cargados con personas que querían cumplir el sueño de estar en un concierto de Silvio Rodríguez. Las giras internacionales, desde pandemia, han disminuido constantemente para el cubano. A los 78 años, las horas de aeropuerto, las conexiones, los cambios de clima afectan a cualquier organismo. Sabíamos de su paso por el sur del continente. En Argentina, brilló a pesar de una afección de garganta que recortó unos minutos su recital; en Chile fue adorado y recibido como un héroe por Boric; en Uruguay visitó a Lucía Topolansky y recordó a Pepe; en Perú fue idolatrado e incluso recibió la visita en su camerino de un fanático inesperado: el cantante mexicano Cristian Castro. Y así llegó a Colombia. 

Algunos tuvimos que comprar boletas sobre la hora. En Cali se presentaría en una plaza de toros, cerrada, con buena acústica; en Medellín, debido a la demanda de boletas, pudimos comprar a última hora. Se cambió el escenario a un estadio abierto, el polideportivo sur de Envigado, lo que generó hace unas semanas una investigación hacia la empresa Páramo, la encargada de traer al artista. Recibió la noticia a comienzos de octubre que sería investigada por parte de la Superintendencia de Industria y Comercio, por este cambio de escenario:

 Desde la SIC cuestionaron la falta de información clara y completa sobre el horario del concierto en Medellín y la dirección web dónde consultar condiciones y precios del evento. Indicaron que hubo “una modificación no informada de las condiciones del evento en Medellín, incluyendo el cambio de locación y de operador de boletería, sin comunicar oportunamente a esta Superintendencia ni a los consumidores”. El punto es que muchas de las personas que compraron en una localidad para ver el show en la Macarena, resultaron en graderías en el Polideportivo. La verdad, los que compramos boletas, no reparamos en esa investigación de la SIC. Al estadio de Envigado le caben unas 10.000 personas. Técnicamente no era un estadio gigante. Silvio podría dar su concierto sin problema. Al menos eso creíamos.

En la capital del uribismo, un comunista metió 15.000 personas en una sola noche. Llamaba la atención cómo la mayoría de los asistentes no tenía treinta años. Había familias de tres generaciones, llegando desde cualquier parte del país. Incluso, me atrevo a afirmar, también había paisas. Nosotros llegamos a Medellín sobre las cuatro de la tarde y creímos que íbamos a tener tiempo de sobra para dejar las maletas, cambiarnos e ir directamente al estadio, pero es que esa fecha en Medellín no es sólo el Día de las Brujas, sino que es el día cuando oficialmente inicia la Navidad. El tráfico estaba absolutamente colapsado. Temimos no llegar, pero lo hicimos. Adentro, en gramilla, la verdad, el escenario se veía muy pequeño para un lugar de estas magnitudes. Se notaba que Páramo había desnaturalizado el recital. Algo que tenía que ser íntimo, se transformaba en un concierto de estadio. Por eso, cuando salió sobre las 8:10 de la noche, muy puntual, con su banda preciosa, cantando Alas de colibrí, nos dimos cuenta de que, los que habíamos pagado la localidad plata, que estábamos ubicados en la parte de atrás de la gramilla, no sólo no veríamos al cubano, sino que tampoco lo escucharíamos. Ya, en la segunda canción, Historia de las sillas, el pedido desde la tribuna era un grito: ¡Volumen! Le pedían a Páramo acompañado, cómo no, por tres insultos contundentes. Pero el volumen nunca mejoró. En la localidad de Oro hubo asistentes que denunciaron sobreventas, incomodidad, bloqueos de entradas y salidas principales. Un escándalo.

Hay cosas que no puede manejar Páramo, una de ellas es la decisión que tiene Silvio de hacer sus shows lo más austeros posibles. A veces, como cuando cantó Unicornio, lo hizo él solo con su guitarra. Sin artificios, Silvio es la verdad. Por eso, no tiene razón pedirle una pantalla a Páramo, eso no va a suceder porque a Rodríguez le gustan los shows así y si lo hace de esa manera es porque sus conciertos, la mayoría de las veces, son espacios cerrados, con excelente acústica, un lugar donde la gente está sentada escuchando algo parecido a una plegaria. Silvio, como Dylan, es un poeta. Las dimensiones de la cancha fueron el problema, y aun así, a pesar de esta quejadera, debo decir que Silvio, a sus 78 años, sigue siendo un monstruo de dimensiones épicas, un tipo capaz de hacernos llorar por Palestina sin panfletos ni palabras fáciles, sino recitando un poema dedicado a Israel y sus sufrimientos, una metáfora poderosa en donde todo el estadio guardó silencio, esperando arañar alguna palabra, juntarla, darle sentido y después gritar.

Este artículo se escribió un día después de la presentación en Cali, se hizo en un espacio pequeño, no se desnaturalizó y no hubo una sola queja. Igual, a pesar de los contratiempos, de la pésima organización y de la clara intención de Páramo de sobreexplotar un show, fue un instante inolvidable para los que amamos a Silvio. Y ahora lo queremos aún más, y lo admiramos con fervor. Lo vimos reponerse a todo para darnos lo que le queda. Y lo dio todo, a pesar de Páramo.

Silvio Rodríguez: “La era está pariendo un corazón” (Playlist)



El equipo de El Caimán Barbudo ha creado esta playlist con la certeza de que la poesía de Silvio Rodríguez no es un relicario del pasado, sino un lenguaje vivo…

La voz y música de Silvio Rodríguez son un rumor persistente que atraviesa el tiempo y vive en la conciencia de varias generaciones, no solo del pueblo cubano sino de un amplio público latinoamericano. Desde La Habana hasta la Patagonia, sus versos han sido han sido compañeros de viaje y encuentros, consuelo en las tristezas, combustible para la esperanza…

El equipo de El Caimán Barbudo ha creado esta lista de reproducción con la certeza de que su poesía no es un relicario del pasado, sino un lenguaje vivo. Esta es un homenaje a esa cualidad única de su obra: la vigencia selección. En un mundo de ruido y velocidad, las canciones de Silvio mantienen la rara virtud de la permanencia. Son un mapa de ruta para quien aún cree que un mundo mejor es posible.